Para bailar un tango se necesita de dos…. Una mirada a la agresión.

Autor: Adriana Loyola

 

Para aquellos soles….

 

INTRODUCCIÓN

El tango es un baile argentino de pareja enlazada que cuenta historias de amor y desamor como expresión artística. Siendo un baile en pareja, se necesitan dos para coordinar el cuerpo en la misma sintonía que la música, es decir una persona no puede bailar sólo tango porque necesita del otro para poder moverse al mismo ritmo. Seguramente se ha escuchado decir ¿Qué hace está persona en una relación que le hace daño?, Bianca después de dos años en tratamiento llega y me dice “Dra. sé que no es mi lugar y necesito que me ayude a saber cómo separarme” después de que su novio empezaba a tener un acercamiento con su exnovia y utilizar aplicaciones como Tinder en el celular.

El círculo de la violencia o coloquialmente conocido en Estados Unidos como el Síndrome de la mujer maltratada se encuentra asociado al Estrés Postraumático y es un tango que se baila en pareja, ambos siendo víctimas de un ritmo que los llega a destruir. Es común que cuando se habla de violencia, de manera automática se asocie a una víctima-victimario, sin embargo, considero que ambos son víctimas en igual medida de una locura compartida.

Lenore E. Walker es una psicóloga norteamericana dedicada a la evaluación forense que trabaja con víctimas de violencia de género a través de la terapia del trauma. Propone en su libro “Síndrome de la mujer maltratada” (1979) el ciclo de la violencia.

 

CICLO DE LA VIOLENCIA

 

El ciclo de la violencia según la teoría del ciclo del maltrato consta de cuatro etapas:

 

  1. Fase de calma: Sin discusiones entre las partes, la persona sabe que está fase existe y el otro considera que todo está bien.
  2. Fase de tensión: La persona se esfuerza por complacer al otro, intenta ayudar al otro a calmarse a través de razonamientos que permitan tranquilizar.
  3. Fase de maltrato: La tensión se acumula y provoca un estado de rabia en la cual la persona se vuelve depositario de dichas frustraciones a través de violencia física, verbal y sexual.
  4. Fase de reconciliación: “Luna de miel”, se caracteriza por la ausencia de tensión y donde se responsabiliza a la persona de lo ocurrido y se excusa ante el otro haciéndole creer que no volverá a pasar y que todo va a ir bien.

 

El propósito del trabajo no es enfocarme o profundizar en la terapia del trauma, tampoco pretende patologizar de manera estructural a los participantes del tango. Si no, explorar la música que se juega a través de profundizar en la dinámica y relación vincular que se llega establecer. Es decir, pensar el ciclo de la violencia como está “locura compartida” que representa un baile y juego de identificaciones proyectivas, pulsiones, dinámicas sádico-masoquistas que sin duda muestran las relaciones objétales y vinculares de cada individuo.

El tema es muy rico en cuanto el abordaje de la teoría psicoanalítica tenemos autores como Mahler “Separación-individuación” que explicarían una falla en la forma en que dicho proceso se fue elaborando. Winnicott “Constancia objetal” que a través de su teoría en la confianza básica se encuentra la posibilidad de integración y separación a través de los objetos introyectados, siendo que a mayor integración la capacidad de separarse es mayor, sin embargo, a mayor ambivalencia e incertidumbre la separación se vuelve un miedo intranquilizante que acompaña las relaciones por el anhelo y expectativas de que sea diferente como en la fase “luna de miel”.

 

DESDE LO PULSIONAL

 

Freud en su artículo “Pegan a un niño” explica el manejo de las pulsiones a través de la representación-fantasía en donde un niño es azotado de esta manera la pulsión “era investida regularmente con elevado placer y desembocaba en un acto de satisfacción autoerótica placentera, cabía esperar que tambien contemplar como otro niño era azotado en la escuela hubiera sido una fuente de parecido goce”. (Freud, 2008, pág. 178)

 

Hablar de víctima y victimario hace que se tome partida sobre uno u otro, sin embargo, la persona que es agredida recibe ganancias secundarias que son más tolerables que los mismos golpes. Cuando nos enfrentamos a dicho conflicto, es importante cuestionarnos ¿Qué obtiene en la fantasía o la realidad la persona estando en dicha relación? ¿Qué probablemente esté pagando el paciente?

Es decir, ¿Qué parte del tango le corresponde bailar o de manera inconsciente ha aceptado bailar? “Las fantasías de paliza tienen una historia evolutiva nada simple, en cuyo transcurso su mayor parte cambia más de una vez; su vínculo con la persona fantaseadora, su objeto, contenido y significado” (Freud, 2008, pág. 181). La fase de maltrato es una dinámica en la que se ve puesta el manejo de la agresión donde incluso la persona que es agredida a través de la identificación proyectiva moviliza al objeto para que sea quien castigue sus fantasías de agresión.

 

En el caso de mi paciente Bianca, la agresión que vivía a través de las infidelidades de su novio ocasionaba que en sus palabras “se volviera loca” y de esa manera confirmar la locura de su propia madre quien tiene un trastorno de bipolaridad diagnosticado. Para ella saber que existía él para confirmarle dicha locura era más tolerable o menos displacentera en lugar de aceptar la locura de la madre. “Insistir en la importancia de las vivencias tempranas no implica subestimar el influjo de las posteriores; pero esas impresiones vitales más tardías hablan en el análisis con voz lo bastante alta por la boca del enfermo, mientras que es el médico quien debe alzar la voz para defender los títulos de la infancia” (Freud, 2018, pág, 183)

 

Freud en su artículo “El problema económico del masoquismo” (1924) explica que en el contenido de las fantasías masoquistas expresan un sentimiento de culpa por haber infringido algo, nuestra labor de escucha permitiría entender la deuda que el analizando está pagando a través de procesos dolorosos como golpes, humillaciones, etc.

La fase de tensión que se muestra a través del complacer al otro para evitar llegar al maltrato es una muestra de la culpa que se puede seguir reciclando a través del ciclo de violencia. Es decir, al ya experimentarse en una ocasión dicho sentimiento de calma, la persona trata de evitar llegar al maltrato porque posteriormente el sentimiento es de responsabilidad y culpa lo cual origina la sensación de castigo por fallar.

Se trata de una relación entre el Yo y el Superyó o poderes equiparables a este último; y en ambos el resultado es una necesidad que se satisface mediante castigo y padecimiento. Para ello es importante identificar la dinámica y economía en la que el masoquismo se emplea con relación al placer, Freud propone:

 

“EROS Y LA PULSIÓN”

El masoquismo erógeno es el encuentro entre la pulsión de muerte y la libido que permanece en el interior como residuo. Y es el testigo tan importante para la vida.

 

“POR MI CULPA, POR MI CULPA, POR MI CULPA”

 El masoquismo moral se muestra en el sadismo del Súper yo que se complementa con el masoquismo del Yo y conduce a la satisfacción de la pulsión en culpa como en la Fase de Tensión dentro del ciclo de la violencia. Freud explica que la culpa inconsciente busca una necesidad de castigo. “El yo reacciona con sentimientos de culpa “angustia de la consciencia moral” ante la percepción de que no está a la altura de los reclamos que le dirige su ideal, su super yo.” (Freud, 2018, pág. 172).

Erika una joven de 23 años, madre de una niña pequeña y esposa de un soldado militar relata salir de Oaxaca a la edad de 19 años, cuando conoce a su esposo por una red social, deciden vivir juntos, casarse y tener una hija. A los dos años de estar juntos, su esposo le es infiel con la prima de Erika. Ella decide regresar a su casa, donde su madre le reprocha “no ser una buena esposa y por ello asumir las consecuencias”, debido a la presión y reproches Erika decide aceptar las disculpas de su esposo y regresar. Actualmente Erika no trabaja ya que su esposo no quiere que salga de su casa, la controla a través del dinero y poco a poco se ha aislado de su familia situación que la hace sentir insegura porque no puede salir de los lugares en los que viven.

Me llama la atención que cuando Erika relata las situaciones de violencia que se vivían en casa con su esposo su reacción fuera como de manera natural, es decir la violencia era normalizada. Sin embargo, yo podía sentirme con angustia y dolor cuestionándome como una persona teniendo una edad cercana a la mía podía vivir de esa manera. Lo cual me hizo cuestionarme ¿En qué momento se encuentra el límite de manera subjetiva de la violencia?

La cultura presenta un discurso en donde el ideal del yo juega un papel importante en la estructura de la psique, así como el manejo de la agresión. En la fase de “Luna de miel” existe una fantasía de que la persona quien es golpeada origino el conflicto, haciéndose responsable de la misma violencia ejercida por ella a través de los reproches constantes “Yo lo hice enojar, yo no lo entendí, yo lo hice mal”. La severidad en la que el súper yo se acrecienta se debe a la desmezcla de pulsiones que acompaña en el Yo, es decir tiende a recriminarse los errores o aciertos que comete debido a la culpa.

 

“ME SOMETO AL VALOR QUE TÚ DAS DE MÍ”

En el masoquismo femenino el yo se somete al Super yo proyectado en el Otro, ocasionando que este refuerce el empobrecimiento del Yo debido a lo incapacitado que se siente. “Él me hace enojar, él no me entiende, él lo hace mal” “En la primera, el acento recae sobre el sadismo acrecentado del super yo, al cual el yo se somete; en la segunda en cambio, sobre el genuino masoquismo del yo, quien pide castigo, sea de parte del Súper yo, sea de los poderes parentales de afuera. (Freud, 2018, pág.174)

Elizabeth es una joven de 21 años que ha vivido dos situaciones de aborto en su adolescencia, cuando me describe la forma en que un joven de su misma edad la golpea delante de su hija de dos años por “fumar un cigarro” en mi contra transferencia no puedo evitar tener una sensación de dolor, sin embargo, al escuchar el discurso pareciera que Elizabeth no conecta lo que me dice con el afecto. En ocasiones ha faltado y tomado el dinero de su terapia para irse a un hotel con él mencionando “No se vivir sin él y no me veo sin él” A pesar de que de manera consciente expresa “ese no es mi lugar” de manera inconsciente la gratificación parcial que recibe de dicha relación la hace sentirse vista, reconocida, tocada y valorada puesta en el discurso del otro ya que se siente objeto de deseo.

Finalmente, el masoquista se ve obligado a hacer cosas inapropiadas, a trabajar en contra de su propio beneficio, destruir las perspectivas que se le abren en el mundo real y, eventualmente, aniquilar su propia existencia real. Por ello, “el sadismo del superyó y el masoquismo del yo se complementan el uno del otro y se aúnan para provocar las mismas consecuencias” (Freud, 2018, pág. 175).

 

DESDE LO VINCULAR

 

Carolina, tiene 6 años y llega a tratamiento a causa del divorcio de sus padres, en una ocasión que estaba jugando me pregunta “Adri, ¿Por qué si dos personas se quieren no pueden estar juntas? …. Ante eso mi silencio solo acompaño su silencio. Las preguntas que me hacían no encontraban respuestas sino más cuestionamientos sobre la dinámica que jugaba cada uno de estos elementos en las relaciones que se presentaban como historias de diván o de juego. Sin embargo, buscando explicaciones me daba cuenta de que está situación era contada desde diferentes vertientes. A continuación, explico la leyenda indígena del nacimiento de la Luna y el Sol que me permitirá introducir el tema de apego y profundizar en la relación con la agresión.

Al comienzo de los tiempos, cuando Dios creó a los astros que alumbrarían a los hombres durante el día y la noche, ya tenía el modelo de la luna como una mujer y al sol como un hombre. El sol y la luna se amaron desde el primer momento en que se vieron, luego Dios le dio brillo natural a cada uno de ellos que brillaban de igual manera en un principio. Cuando Dios les asignó su tarea en el cielo puso al sol de día y a la luna durante las noches, ellos nunca se cruzarían y solamente la idea de que sea así, rompía en mil pedazos sus corazones. 

Valiente el sol comenzó a ser llamado Astro rey por su intenso brillo, pero la luna que fue la más débil, no pudo soportar lo que Dios había impuesto y sufría tanto que su brillo se apagaba hasta ser más tenue. Al darse cuenta Dios de la tristeza que estaba ocasionando en estos dos seres de luz propia, decidió llamarlos para hablar con ellos y decirles que cada uno cumplía una función más que importante en la tierra, que no debían estar mal por ello.

 Dios no es injusto con ninguna de las criaturas de la naturaleza, por eso es que, aunque sucede cada mucho tiempo, ha pensado un momento para que ellos puedan al fin estar juntos sin interrupción incluso por parte de los humanos y esto sucede durante el eclipse que es donde más felices veremos a los amantes divinos, ya que se reúnen en cada eclipse para poder amarse apasionadamente y si intentamos fijar la vista en ellos, su luz podría cegarnos”

El propósito no es centrarme en la patología o estructura de las víctimas sino en la dinámica de la relación. Es decir, el Sol y la Luna tienen diferentes formas de relacionarse o amar, considero que ambos sufren desde una incapacidad para relacionarse hasta el nivel de agresión que es empleado, por lo que la unión de esas fuerzas representa un peligro para ambos siendo una violación del self.

 

LA AGRESIÓN Y EL APEGO

Bowlby propone la teoría del apego y explica que el apego es un tipo de comportamiento por el que una persona busca activamente mantener proximidad con otra claramente diferenciada.

Propone 4 tipos de patrones relacionales

  • Seguro: un deseo de intimidad con el que la persona se siente cómodo con ella
  • Evitativo: modelo mental positivo de sí mismo, pero negativo con los otros. Elevada incomodidad con la intimidad y una consideración de las relaciones interpersonales como algo secundario.
  • Inseguro: modelo mental negativo de sí mismo y positivo de los otros. Temor al posible abandono, buscando a través del otro la confirmación de ser queridas.
  • Desorganizado: modelo mental negativo de sí mismo y los demás. El temor al rechazo les hace evitar establecer relaciones satisfactorias.

En su libro “Apego, trauma y violencia: comprendiendo las tendencias destructivas desde la teoría de la perspectiva de la teoría del apego” (2006) Paul Renn propone que la función del cuidador es aquella que le permitirá al niño regular el conflicto básico entre amor y odio. El apego se encuentra asociado a experiencias emocionales muy intensas de protección, seguridad y alegría a través de la constancia objetal, sin embargo, también de dolor cuando dicha constancia se pierde ocasionando ansiedad e ira ya que la persona experimenta que sus vínculos están amenazados.

Renn explica que la agresión es un estilo de relación con los otros caracterizado por la ira, la envidia, el odio y la hostilidad. Por otro lado, el acto violento es un ataque dirigido contra el cuerpo-psique del otro con la intención de causar daño. Es importante marcar la diferencia ya que ninguna de las dos se encuentra fuera del marco emocional. En una ocasión Bianca comentaba que su pareja le decía “No quiero hacerte daño, pero no se porque lo hago”. La agresión sería la consecuencia de una perturbación traumática del vínculo de apego, que de igual manera es afectiva y/o defensiva ante el ataque que se llega a presentar al Yo por situaciones en las que se percibe peligro.

En las relaciones afectivas adultas se debe buscar el origen de las relaciones primarias no como forma de patrones o categorías sino como la parte del mundo interno que se fue construyendo en la infancia. Por ende, la desorganización en los vínculos de apego sería un factor principal de aparición ante la agresión y violencia en la vida adulta.

“Renn parte de un trauma infantil que sería: separación, abandono, abuso y/o negligencia que se producen el contexto de un sistema de apego-cuidado desorganizado. La conexión de este tipo de apego desorganizado con traumatismos sobre los que no se ha hecho nada y un sistema de representación caracterizado por la disociación va a dar lugar a duelos patológicos, distancia emocional e incapacidad para regular los estados afectivos. El efecto de todo lo anterior es una percepción distorsionada de la pareja y una conducta controladora substancialmente indebida. Ante un abandono percibido o real, se activaría el miedo y el sistema de apego desorganizado, lo que trae aparejada desregulación afectiva, retraumatización y conducta violenta”.   (2006)

Cualquier pareja puede entrar en conflicto y no por ende es sinónimo de maltrato. En el maltrato, la violencia psicológica, física y/o sexual se infiltra en la relación hasta apoderarse de ella. Desde la perspectiva del apego, la violencia en la pareja es una forma extrema de protesta que aparece cuando se percibe falta de disponibilidad y de respuesta sensible por parte de la pareja, rechazo, falta de atención, miedo al abandono.

“Las personas con más riesgo de incurrir en maltrato serían aquellas con apego inseguro, en alerta permanente ante la percepción de rechazo y separación, con expectativas pesimistas sobre el futuro de la relación, con dificultades en el manejo de la ira y dificultades para comunicar sus necesidades de amor y atención”. (Mikulincer y Shaver, 2007).

Para estas personas, el maltrato supondría un intento de retener a la pareja, de recuperar el control y el poder sobre la relación, una relación en la que mi pareja es más fuerte que yo porque puede hacerme el máximo daño posible: abandonarme. (Masoquismo femenino)

Por otro lado, la ira es el sentimiento central en el maltrato, de manera que ya podemos consolidar la idea de que el maltrato tendrá algo que ver con la experiencia de que el vínculo peligra, de que la relación está amenazada.

Bowlby (1985, 1988) concibe la ira como una respuesta espontánea y adaptativa ante la frustración, que se erige en señal comunicativa hacia la figura de apego. Es difícil crecer en un ambiente donde hay incertidumbre, hostilidad, agresiones, y donde todo ello proviene de los que deberían cuidar y proteger. Las relaciones de apego traumáticas hacen que el niño/la niña se sienta en peligro constante, perseguido por unos cuidadores que dañan.

 

CONCLUSIONES

En conclusión, el apego es el “arma de destrucción masiva” que tiene la pareja, desde la perspectiva del que maltrata y es maltratado. El maltrato en la relación de pareja es una patología de la intimidad y de la autonomía, experiencias personales muy ligadas entre sí que remiten a experiencias de vínculos primarios que de manera intensa se reviven, en un intento desesperado de sobrellevar esa experiencia interna persecutoria, ahí donde hay dos humanos en intimidad, puede aparecer el maltrato. Por ello, la relación terapéutica a través de la transferencia puede sentir, escuchar y tener la potencia necesaria para cambiar o modular patrones relacionales.

Y de esa manera mantener una imagen preservada del self, un sentido de auto-eficacia para enfrentarse al mundo, de competencia personal. Desde la teoría del apego, lo fundamental no son las experiencias vividas sino la elaboración que se hace de ellas por medio de la función reflexiva y la capacidad de pensar en el proceso de mentalización.

El presente trabajo es una pequeña mirada a la agresión puesta desde diferentes perspectivas y mostrando que una dinámica en la relación de pareja va más allá de solo dos cuerpos unidos en donde se juega lo pulsional y lo vincular. Que incluso el proceso de separación será doloroso en la medida en que se acepte e integre que los objetos primarios tuvieran fallas que pueden no ser repetidas, aunque se conozcan.

Para bailar un tango se necesitan dos…ambos son víctimas de una locura compartida que presentan conflictos en la intimidad al estar cerca del otro. Con el tiempo, el trabajo analítico y la elaboración en transferencia del apego, siendo una de las teorías para explicar la afectividad humana, el Sol verá a lo lejos a la Luna y la Luna de igual manera en un mismo día sin sentir que es necesario estar cerca para poder demostrarse su amor.

 

Bibliografía

  • “Apego, trauma y violencia: comprendiendo las tendencias destructivas desde la perspectiva de la teoría del apego”. Paul Renn. En: Harding, C. (ed.) Aggression and Destructiveness: Pyschoanalytic Perspectives. New York: Routledge (2006) http://www.aperturas.org/articulo.php?articulo=0000423
  • Bowlby, J. (1985), La separación afectiva, Barcelona, Paidós. –(1988), Una base segura: aplicaciones clínicas de una teoría del apego, Barcelona, Paidós.
  • Estrada, E. (2011). El vínculo traumático: el estilo de apego en mujeres maltratadas. Revista Cultura de Guatemala, 32(1), 19–45. Retrieved from http://search.ebscohost.com/login.aspx?direct=true&db=a9h&AN=76480521&site=ehost-live
  • Fonagy, P. (1999), “Psychoanalytic theory from the viewpoint of attachment theory and research”, en J. Cassidy, & P.R. Shaver (eds.), Handbook of attachment, New York, Guilford, pp. 595-624
  • Lyons-Ruth, K., & Jacobvitz, D. (1999), “Attachment disorganization: Unresolved loss, relational violence, and lapses in behavioral and attentional strategies”, en J. Cassidy, & P.R. Shaver (eds.), Handbook of attachment, New York, Guilford, pp. 520-554.
  • Mikulincer, M., & Shaver, P.R. (2007), Attachment in adulthood: Structure, dynamics, and change, New York, Guilford
  • Sigmund, F. (2008). Obras completas: De la historia de una neurosis infantil (El hombre de los lobos): 1917-1919. 2ª ed. Buenos Aires: Amorrortu, 2008
  • Sigmund, F. (2008). Obras completas: El yo y el ello y otras obras: 1923-1925. 2ª ed. Buenos Aires: Amorrortu, 2008.