Por: Miriam Hernández
Para que un proceso terapéutico se considere psicoanalítico, es necesario que integre una serie de criterios, entre los cuales se encuentra la interpretación sistemática de la transferencia utilizando como elemento primordial la contratransferencia. Esta última puede expresarse en el analista en diferentes momentos dentro y fuera de la hora analítica.
En este trabajo me centraré en la contratransferencia contenida en los sueños del analista, un fenómeno que para mi sorpresa ha sido poco documentado pese al gran valor simbólico contenido, probablemente porque implica que el analista abra una parte muy privada de su mundo interno a merced de la investigación clínica.
Cuando he soñado con un paciente, son diferentes las sensaciones residuales. En ocasiones puede ser sentido como un acontecimiento angustiante, otras veces genera la sensación de haber traspasado un límite importante por haber llevado a cierto paciente a un lugar y un espacio muy privado. En otras ocasiones se podría sentir como que el paciente ha llevado a cabo una intrusión intensa sin necesidad de estar físicamente presente.
Al ver al paciente después de un sueño así, la sensación podría ser de haber obtenido una conexión mucho más íntima, o de incomodidad por tener un conocimiento secreto del paciente que no puede ser revelada textualmente. En cualquier caso, el analista se sentirá como poseedor de información no digerida a la cual habrá de darle significado.
Freud en La Interpretación de los sueños publicado en 1900, trata de sustentar su teoría sobre los sueños como un cumplimiento de deseo con el relato de “La inyección de Irma”; sin embargo dado que Irma era una paciente suya por la cual Freud se sentía involucrado en un posible fracaso terapéutico, se le puede considerar a este como un SCT. No obstante, Freud no lo refiere como tal para este momento. Existen diferentes posturas respecto a los SCT, una de ellas es propuesta por Zwiebel (1985), quien afirma que estos reflejan una amenaza potencial para la competencia del analista debido a que tal vez este no es capaz de cumplir y soportar la tensión que es importante en el manejo de la ambivalencia de la relación analítica. Afirma que el sueño habla de una identificación proyectiva en el sentido evacuativo, es decir, un medio de desahogo de las emociones insoportables del paciente. (Barale, F. y Ferro, A., 1993)
Menninger en 1968, consideraba el hecho de “soñar con un paciente” como un síntoma de alarma, por la existencia de una implicación excesiva y sin controlar del analista en su relación con el paciente. Así, para ambos autores, el SCT, era considerado como una “caída de la situación analítica”, por implicar una pérdida de la distancia óptima o una “confusión” con el paciente. (Barale, F. y Ferro, A., 1993)
Para Loewald existe una función semejante entre la interpretación de un sueño contratransferencial y la interpretación de la transferencia, debido a que ambas se dirigen a un reestablecimiento de la conexión perdida y el interjuego entre inconsciente y preconsciente. (Lester, E.P, et al, 1989)
Brown difiere de las posturas anteriores y menciona que mientras que algunos de los sueños del analista podrían representan un medio por el cual el analista puede conocer o a captar elementos inconsciente del analizante, también pueden reflejar problemas en el analista o en el análisis, debido a una falta de reconocimiento por parte del analista el cual puede ser un obstáculo para el pleno desarrollo de la transferencia del paciente.
Así, poco a poco se han ido abriendo otras perspectivas en las que se comprenden los SCT como la experiencia subjetiva que el analista logra tener de su paciente, la cual le permitiría una mejor comprensión del proceso terapéutico. Por lo tanto, desde el reconocimiento de la importancia del SCT, el analista logra tener un acceso mayor a pensamientos, sentimientos e imágenes que le permiten a trabajar mejor con las resistencias. (Barale, F. y Ferro, A., 1993)
Autores más recientes como Bion y Meltzer, mencionan al SCT como un indicador de que el analista trata de conocer al paciente en un nivel profundo, inconsciente, procesando identificaciones proyectivas comunicativas del paciente. Quizá ante esto surge el cuetsionamiento siguiente: ¿Cómo llegamos a conocer a nuestros pacientes? Existen diferentes formas; de primera instancia es a partir de lo que habla en sesión, nos narra sobre su infancia, sus padres, sus amores y sus recuerdos. A estos datos se les añade un componente emocional a partir de cómo el paciente lo relata: con miedo, tristeza, alegría, ansiedad, terror o pasión. Y lo comparten con su analista a un nivel muy profundo que podemos llamar empatía, identificación proyectiva, reverie, etc. Este conocimiento emocional, nos permite colorear los hechos sabidos conscientemente o precosncientemente. Bion en 1965 describió esta acumulación de conocimiento del paciente como una transformación en K (knowledge), donde K representa el enlace entre la pareja analítica, el momento en el que el analista está conociendo a su paciente. Sin embargo, menciona que este conocimiento per se, no genera crecimiento, sólo permite acumulaciones de conocimiento sobre el paciente. (Brown, L.J., 2007) Otro nivel de conocimiento ocurre en un nivel más profundo, aquel que tiene una base inconsciente y que se va formando muy lentamente, a partir de que el paciente tenga un lugar en la mente del analista. El analista a partir de un lapsus lingue, ensoñaciones u otras operaciones fallidas se percata sorprendentemente de que conoce a su paciente en una forma particular que no puede ser exacta. Esta forma de conocer, Bion la nombra “transformación en O” donde O representa la lenta evolución por la cual se acercó gradualmente a la realidad última de la verdad emocional, es decir, la esencia inefable. (Brown, L.J., 2007) Mitrani (en Brown, L.J., 2007) describe cómo el analista establece contacto con el paciente a través de O: “La introyección por el analista de ciertos aspectos del mundo y la experiencia interna del paciente, generan una resonancia con aquellos elementos del propio mundo y la experiencia interna del analista, de manera que este último es capaz de sentirse a sí mismo [el analista] como la parte indeseable del mundo interno del paciente con el cual se ha generado una identificación introyectiva previa”. El analista está tomando constantemente la información sobre el paciente a través de los canales de conocimiento acerca de la experiencia (transformación en K) y sabiendo por experiencia (transformación en O). Por lo cual ambos canales son indispensables para el entendimiento de los fenómenos transferenciales y contratransferenciales. (Brown, L.J., 2007) La transformación inconsciente en O, es una característica central del SCT, pues cuando el analista genera un SCT, está soñando con dos posibles fenómenos: · La existencia de ese paciente: En el cual se puede presentar dentro del sueño como un personaje que representa un aspecto o la totalidad del analista, o representando a alguien más perteneciente al mundo del analista. Los anteriores serían por lo tanto una muestra de transformación en K. · La experiencia de la vida mental de ese paciente: Este sueño implica una actividad mental inconsciente por parte del analista, por medio de la cual el paciente gradualmente cobra vida emocional dentro de la mente del analista, implicando una transformación en O. Para Bion, es gracias a la función alfa que podemos transformar la experiencia emocional cruda en pensamientos e imágenes que pueden ser combinados con elementos del sueño. Este sueño al que se refiere, no ocurre únicamente por la noche, mientras dormimos, sino también mientras estamos despiertos a nivel inconsciente, implicando que la psique está constantemente inmersa en un proceso de alquimia por medio de la cual se procesan afectos en bruto. (Brown, L.J., 2007) Por lo tanto cuando un paciente no tiene la posibilidad de soñar, se vuelve incapaz de absorber experiencia emocional nueva, y por lo tanto crecer emocionalmente. Así, cuando el analista sueña a su paciente, está dando vida a su experiencia, ya sea dormido o despierto, siendo este el camino por medio del cual gradual e inconscientemente deviene vivo en la mente del analista. Este proceso es inherente para la transformación en K, y requiere inevitablemente una reelaboración de conflictos emocionales en la mente del analista. En ocasiones habrá una contraidentificación introyectiva, donde las proyecciones realizadas por el paciente hallarán un contenedor conectado con aspectos no analizados por el analista. En este sentido, el trabajo mismo que realiza el pensamiento del sueño, en estas circunstancias es cansado, es un verdadero esfuerzo de la mente del analista; el impacto con las situaciones de los pacientes (sobre todo si esto se da en coincidencia con situaciones de dolor personal del analista) pone en juego antiguas cicatrices, áreas ciegas, o incluso zonas nunca saturadas ni activadas del mundo interior del analista. (Barale, F. y Ferro, A., 1993) Este esfuerzo pone a prueba y llama a obrar la resistencia y calidad de los buenos objetos interiorizados, de las funciones paternales obrantes, que resultan ocupados en una difícil operación de contenimiento y transformación. (Angel, V.T., 1999) Por lo tanto será indispensable un profundo trabajo de autoanálisis por parte del analista para lograr reconocer qué elementos son pertenecientes al paciente y cuales son relativos al mundo interno del analista, para luego lograr digerirlos, y procesarlos en elementos alfa para devolverlos y generar un crecimiento emocional en el paciente. En otro caso, desde mi punto de vista, un SCT no metabolizado y no diferenciado de contenidos propios, podría llevar a un proceso analítico iatrogénico o generador de enactments; por lo tanto potencialmente dañinos. Ahora bien, no todos los sueños donde aparecen un paciente o situaciones, conectadas con pacientes son necesariamente SCT; así como no todos los SCT son sueños donde aparece directamente un paciente “en carne y hueso”; aunque en este último caso se trata probablemente de situaciones en las que el sueño señala un impacto especial del paciente en el analista, de forma parecida a los sueños de los pacientes donde aparece el analista “en carne y hueso”.
De acuerdo a Barale y Ferro, los SCT en la mayoría de los casos se dan en circunstancias en que el analista experimenta una situación de sufrimiento o dificultad. Estas dificultades están relacionadas a veces con acontecimientos personales, otras veces con vicisitudes del encuentro analítico con uno o más pacientes, o con fenómenos de identificación proyectiva que a lo mejor bombardean zonas de sufrimiento endógeno del analista, o con la prosecución misma del setting.
Por lo tanto, refieren que el SCT podría ser comprendido como una reconstitución de espacios de acogimiento y simbolización, de reorganización de la actividad de la función alfa, requerido debido a conflictos movidos por los pacientes y en parte de procedencia endógena del analista que el sueño se ocupa de volver a articular.
Debido a que buena parte del trabajo analítico, que al final lleva al producto interpretativo, consiste en cambio en un difícil proceso de acogimiento, metabolización y transformación, que se da sobre todo en la sesión (reverie, working-through en la contratransferencia) y en amplia medida, probablemente, fuera de la misma (vacaciones, tiempo libre, autoanálisis, relaciones con los colegas), Barale y Ferro proponen que los SCT se pueden enfocar como una clase de “mecanismo de seguridad” de la función analítica que garantiza la viabilidad de los espacios de acogimiento y de pensabilidad a las proyecciones del paciente, en condiciones de especial empeño para el analista.
Por tanto, para Barale y Ferro tienen que ver, en efecto, con situaciones de sufrimiento en la relación analítica, y en su mismo desarrollo producen sufrimiento; pero este tal vez sea sólo una forma especialmente evidente de esa “pasión” fisiológica que acompaña el proceso analítico cuando acontecen en el mismo operaciones realmente transformativas.
Para estos autores, existen 4 finalidades en los SCT:
- Sueños del analista que alumbran aspectos de la relación con el paciente: En estos hay un uso clásico de los SCT que permiten la recuperación de aspectos contratransferenciales y contraidentificaciones proyectivas.
- Sueños que afectan la contra-transferencia y la vida mental del analista: Donde hay una función de desenredamiento y creación de separación. El sueño permite, por lo tanto, poner en marcha un proceso de separación de la posible condensación entre contenidos propios y de los pacientes, activando una función de reorganización de los espacios mentales. Pueden ser comunes cuando en un proceso analítico empieza a elaborarse angustias de separación.
- Sueños que permiten ‘restaurar’ la mente del analista respecto al grupo de pacientes: Quizá los ratos libres del analista como los fines de semana o espacios entre pacientes no resultan suficientes para realizar la difícil tarea de digestión en ocasiones dolorosa. Así estos sueños se presentan con la finalidad de cuestionar, integrar y digerir lo vivido durante las horas analíticas en un intento de permitir obtener cierta libertad durante vacaciones o ratos libres.
- Sueños de mayor impacto con aspectos destructivos de los pacientes: Estos sueños incluyen violentas identificaciones proyectivas por parte de pacientes y activación de zonas obscuras de la mente del analista.
Se trata de sueños que intentan (no siempre conseguidos), evitar un “atasco” de la mente el analista, sueños que alivian su sufrimiento mental por medio de la reconstrucción de sentido y de espacios simbólicos.
De este modo el analista entra en contacto con su momento de dificultad, y se podrá plantear el problema de su cansancio y sobre todo de cómo bonificar no lo que los pacientes temen hacerle, sino lo que en realidad le hacen con sus violentas identificaciones proyectivas. Estos sueños, necesariamente, deslizan hacia sueños de autoanálisis, que permiten, después de la exploración de zonas obscuras o viejas cicatrices, la reconsideración de un trabajo provechoso.
A manera de conclusión, creo que es importante recordar que cada paciente representa un desafío nuevo y diferente, quizá con algún rasgo o mecanismo defensivo común, pero siempre configurando transferencias y contratransferencias multicolores, por lo tanto el analista tendrá la difícil tarea de lograr recibirlo con una mente receptiva para captar los mensajes inconscientes transmitidos.
Como consecuencia de dicho proceso, si es bien llevado, habrá identificaciones proyectivas que nos permitirán comprender mejor el sufrimiento de nuestros pacientes. Algunas serán más intensas que otras, algunas requerirán de que echemos mano y hagamos uso de herramientas internas que incluso nosotros desconocemos, por lo tanto no creo que el fenómeno de los SCT se pueda incluir en una sola concepción funcional.
Lo que creo fundamental, es que al presentarse un SCT, logremos detenernos a cuestionarnos ¿porqué soñé con dicho paciente? Diferenciar contenidos y conflictos que pudieran haberse condensado con lo recibido de nuestros pacientes en sesión sin restarles importancia. Los sueños representan un mensaje que necesitamos descifrar, a partir de la “limpieza de impurezas contratransferenciales” que nos permitan evitar enactments u obstaculizar la adecuada instalación de la transferencia.
Me percato de que el trabajo analítico requiere una enorme disposición nuestra mente y funciones metabólicas conscientes e inconscientes. En muchas ocasiones podría llega a ser doloroso, intrusivo y frustrante; sin embargo quizá es con identificaciones proyectivas masivas la única manera en que algunos pacientes logran hacernos comprender su sufrimiento.
Al final quizá incluso solo nos reste agradecerles por lo que nos muestran de nosotros mismos.
Bibliografía
- Angel, V.T. (1999). The Dream Unbound1. Int. Forum Psychoanal., 8:41-48 (2007). Psychoanalytic Quarterly, 76:835-861
- Barale, F. y Ferro, A. (1993). SUFRIMIENTO MENTAL EN EL ANALISTA Y SUEÑOS DE CONTRATRANSFERENCIA. Rev. Psicoanál. Asoc. Psico. Madrid, 17:79-95
- Brown, L.J. (2007). On Dreaming one’s Patient: Reflections on an Aspect of Countertransference Dreams. Psychoanal. Q., 76:835-861
- Lester, E.P., Jodoin, R. and Robertson, B.M. (1989). Countertransference Dreams Reconsidered: A Survey. Int. Rev. Psycho-Anal., 16:305-314
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