Diego Díaz de León 

“Es sólo Facebook”, “Da igual, es Instagram nada más”, estas y otras frases son con las que normalmente uno se encuentra cuando hay algún tipo de conversación o confrontación con respecto al contenido en redes. No importa si son publicaciones constructivas, racistas, clasistas, machistas, en fin, puedo seguir con la lista. Basta con meterse a cualquier publicación en la que haya muchos comentarios y alguno de ellos hará referencia a lo que comento. Basado en lo anterior, consideré importante hacer un análisis de las mismas para dimensionar, y de ser posible, para aquellas personas que coincidan con este trabajo, transmitir el peso e importancia que tienen lo que se coloca en las mismas.

Nos encontramos en una revolución tecnológica, y por lo tanto, social, personal. La pandemia aceleró muchos de los pasos que la humanidad dio en la escalera que ya estaba recorriendo. Y la revolución de la que hablo no sólo va marcada por los diferentes aparatos tecnológicos que van surgiendo, va marcada por lo que pasa dentro del mundo virtual y las redes sociales. Para facilitar la lectura de este trabajo a aquellas personas que no son profesionistas de la salud mental o expertas en temas de psicoanálisis, considero importante empezar por dos puntos principales, el modelo topográfico y el modelo estructural, propuesto por Freud, para ir profundizando e ir analizando este mundo. Antes de comenzar, creo fundamental hacer énfasis en la palabra mundo, pues de esta forma no pasará desapercibido lo que intento transmitir. Desarrollaré algunos puntos más que otros, pues el contenido a abordar es muy amplio, pero hago una invitación a los y las profesionistas a que amplíen cualquier elemento de lo que analizo aquí.

El modelo Topográfico de Freud, fue propuesto en 1915. Este modelo propone que la mente está compuesta por tres niveles de pensamiento, lo inconsciente, lo consciente y lo preconsciente. Lo inconsciente en términos simples, es aquello inaccesible a la consciencia, aquello de lo que no se sabe que se tiene registro mental, o como diría Freud, “una conciencia de la que su propio portador nada sabe…” (Freud, 1915, p.166). Me parece importante especificar que el término que se utiliza es inconsciente y no subconsciente, así que podemos “rechazar la designación de subconsciencia por incorrecta y descaminada” (Freud, 1915, p. 167). Así mismo, quisiera recalcar que he escrito “lo” inconsciente y no “el” inconsciente”, pues el término se refiere a contenidos, no a espacios. “Las palabras consciente e inconsciente…significan pertenencia a sistemas determinados y dotación con ciertas propiedades” (Freud, 1915, p.168).

Dentro de la explicación que hace Freud sobre el funcionamiento de los contenidos mentales, explica que “un acto psíquico en general atraviesa por dos fases de estado, entre las cuales opera como selector una suerte de examen (censura).” y continúa, “en la primera fase, él es inconsciente y pertenece al sistema Icc; si a raíz del examen es rechazado por la censura, se le deniega el paso a la segunda fase; entonces se llama “reprimido””. Si este acto psíquico no es reprimido y pasa el examen, entonces “entra en la segunda fase y pasa a pertenecer al segundo sistema, que llamaremos el sistema Cc” (Freud, 1915, p.169). Freud hace una aclaración muy importante para entender este sistema, explica que aunque esto haya sucedido, “su relación con la conciencia no es determinada todavía unívocamente por esta pertenencia. No es aún consciente, sino susceptible de conciencia” (Freud, 1915, p. 169). Con esto quiere decir Freud que, “mientras se reúnan ciertas condiciones” (Freud, 1915, p. 169) se puede acceder a este contenido. Este sería el sistema preconsciente. 

Resumiendo lo anterior, lo inconsciente se refiere a todo contenido que es inaccesible por deseo explícito, y de acuerdo a Freud hay tres vías directas de acceso al inconsciente, el chiste, los sueños y los actos fallidos o lapsus linguae, es decir aquellos actos que uno hizo o aquellas cosas que la persona dijo sin querer hacerlo o decirlo. Lo consciente es aquel contenido al que tenemos acceso y lo preconsciente es aquel contenido al que podemos acceder con un poco de esfuerzo, si es que cumple ciertas condiciones. Un ejemplo de esto es, nadie tiene la fecha de su cumpleaños todo el tiempo presente, pero si alguien la pregunta, entonces es posible saberla. Es importante agregar que Freud menciona que “hay dos clases de contenido inconsciente, lo latente, aunque susceptible de conciencia y lo reprimido, que en sí y sin más es insusceptible de conciencia.” (Freud, 1923, p. 17)

Después está la segunda tópica, descrita por Freud en 1923. En donde hace otra explicación, que no excluye a la primera, la complementa, del funcionamiento de lo psíquico. En esta tópica explica tres instancias psíquicas, el ello, el yo y el súper yo, cuya dinámica influye en cómo nos desarrollamos, desenvolvemos y relacionamos con el mundo externo y el mundo interno. 

En un comienzo, el psicoanalista austriaco expone el tema de las pulsiones o impulsos, sobre lo cual no profundizaré en este texto y solamente diré que son universales, son biológicas y buscan la descarga y la satisfacción. Para explicarlo en términos simples, son impulsos, es decir, energía, que se acumula cuando no se descarga o satisface, lo cual genera cierta tensión que se traduce en un desequilibrio interno. Tenemos la tendencia a buscar la homeostasis, tanto fisiológicamente como psíquicamente, y cuando esta se rompe, se activan diferentes mecanismos para recuperarla. Estos impulsos reinan en un primer momento de la vida, y conforme la persona se desarrolla y se adapta a un mundo externo, el desarrollo psíquico se dirige a equilibrar todo lo anterior, mundo interno y mundo externo. Citando a Freud, “el yo se forma en buena parte desde identificaciones que toman el relevo de investiduras del ello, resignadas; que las primeras de estas identificaciones se comportan regularmente como una instancia particular dentro del yo, se contraponen al yo como superyó, en tanto que el yo fortalecido, más tarde, acaso ofrezca mayor resistencia a tales influjos de identificación” (Freud, 1923, p. 49), es decir, el yo, una vez fortalecido, resiste los impulsos provenientes del ello. “el superyó debe su posición particular dentro del yo o respecto de él a un factor que se ha de apreciar desde dos lados. El primero: es la identificación inicial, ocurrida cuando el yo era todavía endeble; y el segundo; es el heredero del complejo de Edipo, y por tanto introdujo en el yo los objetos más grandiosos…” y “… tiene la facultad de contraponerse al yo y dominarlo… Así como el niño estaba compelido a obedecer a sus progenitores, de la misma manera el yo se somete al imperativo categórico del superyó”.  (Freud, 1923, p. 49)

Gutiérrez Terrazas expone cómo Freud describe al yo como una “organización coherente de los procesos anímicos en una persona” que se encuentra “en conexión con el sistema percepción-conciencia” (Gutiérrez, 2010).

Entonces, considerando lo anterior, tenemos al ello, compuesto por los impulsos, al superyó, que tiene las funciones de una “conciencia moral” (Freud, 1923, El yo y el ello tomo 19), en el superyó se encuentra el ideal del yo, en términos simples, las aspiraciones y, por último, el yo, que tiene las funciones de mediar entre el ello, el superyó y con la realidad. Dentro de las funciones del yo, están los mecanismos de defensa, sobre los cuales profundizaré más adelante. Es importante mencionar que esto es más complejo de lo expuesto, sin embargo, para poder cumplir con el objetivo de este texto, me vi obligado a simplificarlo y explicarlo en un nivel coloquial y poco técnico, así como resumido. 

Continuando con este resumen del desarrollo, todo comienza en el útero materno, dentro del cual la vida es maravillosa. No hay frío, ni calor, ni hambre, ni ninguna experiencia displacentera. Es decir, estamos en un estado nirvana. Y luego viene el nacimiento, experiencia que desde lo externo se puede percibir como algo bonito, pero para el bebé resulta una experiencia muy compleja, el bebé llega a, como diría Segal (2003), la “traumática realidad”. El nacimiento implica el rompimiento del estado nirvana y la entrada a una realidad que va a obligar al bebé a lidiar con experiencias displacenteras, las cuales le “producen situaciones de ansiedad… pero también le da vida, por ejemplo, el calor, amor y alimento”. (Segal, 2003, p. 30) Es necesario para la supervivencia del bebé, aparte de los cuidados que pueda recibir de los y/o las cuidadoras primarias, la utilización de mecanismos defensivos para organizar esta realidad. Melanie Klein explica que “organiza sus percepciones por medio de procesos proyectivos e introyectivos” (Segal, 2003, p. 58) 

Anna Freud (1937) describe el yo como dividido en dos. La primera, incluye el conocimiento del mundo exterior y ayuda a ajustarse a la realidad. Esta parte es responsable de la adaptación. La falta de adaptación se percibe como falta de armonía entre las estructuras y el mundo. La otra faceta es un sistema de mecanismos de defensa del yo que protege contra el mundo interno inconsciente. Los mecanismos de defensa son una forma alternativa de expresión de impulsos que no crearán conflicto con la sociedad o el superyó. Las defensas posibilitan la autoprotección al reducir la consciencia acerca de pensamientos, deseos, miedos, sentimientos displacenteros y ansiedad que se origina debido a los conflictos internos (A. Freud, 1937).

Vaillant (1977) identificó cinco funciones mayores de los mecanismos de defensa. Las defensas restauran el balance emocional y mantienen el afecto dentro de límites aceptables. Permiten al individuo tener el tiempo necesario para adecuarse a nuevas condiciones y cambios en la imagen de sí mismos. Las defensas ayudan también a lidiar con los conflictos irresueltos con otras personas y con la consciencia. El fracaso de los mecanismos de defensa en preservar sentimientos de resiliencia y confianza en habilidades de afrontamiento derivará eventualmente en la aparición de trastornos psicológicos.

Son varios los mecanismos de defensa que hay, entre los cuales encontramos la proyección, colocar lo interno en él un objeto de mundo externo, la escisión, que implica una partición, por ejemplo, lo bueno por un lado, lo malo por otro, sin poderse integrar, es decir, algo con partes buenas y malas, entre otros. 

Al presentarse una realidad en la que experimentamos lo displacentero, se puede entender, basado en lo anterior, que entonces se pierde el equilibrio interno, la homeostasis. Y considerando lo expuesto, sobre la tendencia a la búsqueda del equilibrio, el aparato mental inicia una serie de procesos para recuperar el mismo. Sin embargo, llega un punto en el que no depende sólo del bebé recuperar el equilibrio, pues hay necesidades que dependen de lo externo. Y como lo explica Freud (1920) “el principio de realidad… sin resignar el propósito de una ganancia final de placer, exige y consigue posponer la satisfacción, renunciar a diversas posibilidades de lograrla y tolerar provisionalmente el displacer en el largo rodeo hacia el placer”. Es decir, comenzamos por el principio de realidad, la satisfacción de las pulsiones a como dé lugar, y conforme la realidad externa se impone y el bebé nota que depende de un otro para satisfacer algunos de los impulsos, como el hambre, entonces se frustra. Poco a poco se instala más el principio de realidad, es decir, que no puede satisfacer todas las necesidades e impulsos mágicamente y por sí solo, lo cual implica cierto nivel de frustración, y entre más se repita, se va desarrollando mayor tolerancia a la frustración. Esto lleva a que el bebé empiece a aprender a regular lo interno para poder tolerar el displacer y aguantarlo hasta que llegue aquello que lo satisfaga. Por lo tanto, si no se desarrolla la tolerancia a la frustración, no se desarrollará o lo hará deficientemente la capacidad para regular lo interno.  Sigue la persona con el desarrollo y entonces llega la adolescencia, donde todo lo construido anteriormente se ve afectado y hay una re-edición de lo anterior. Uno de los procesos más importantes de la adolescencia es la consolidación de la identidad, incluyendo lo interno y lo externo, por ejemplo, el cuerpo. 

Basado en el desarrollo que acabo de describir anteriormente, se puede entender por qué el ser humano es un ser social por naturaleza, pues necesita de la socialización, para sobrevivir, literalmente. Si el bebe no socializa con su mamá a partir de los gritos y llantos, la madre podría no reaccionar frente a las necesidades del mismo. Y, siguiendo con lo comentado sobre la consolidación de la identidad en la adolescencia, es importante pensar que se va estableciendo a partir de las introyecciones de los objetos/personas, con los que se tiene relación o se socializa, como pueden ser los padres, maestras, pares, etc.

Considero que en cualquiera de los puntos que expuse se puede profundizar aún más y que resultan procesos más complejos que la simplificación que hice de los mismos, pero para efectos de este trabajo, creo que es una base teórica suficiente para construir el siguiente análisis, partiendo todos y todas del mismo lugar, y considero oportuno que, establecido lo anterior, se aborde el mundo virtual y las redes sociales. 

Actualmente, de acuerdo con el informe Digital 2021 (Galeano, 2021), el 57% de la población mundial utiliza internet. Más de la mitad de los seres humanos en este planeta, hacen uso del mundo virtual. 

Abordando el tema de la tecnología, considero que hay tres categorías que la caracterizan y describen. La primera es que va dirigida a hacer la vida mejor y más fácil, la segunda es que simplifica, facilita y acelera procesos, y la tercera es que se actualiza. Me parece que sin una de estas, es difícil hablar de algo como tecnología. Es tan sencillo como pensar en el celular que seguramente tienes a un lado, el cual, cumple con las tres categorías que estipulé. El desarrollo de los celulares ha estado caracterizado por la actualización del mismo, ya sea del software o del hardware. Al mismo tiempo, va dirigido a hacer la vida mejor y más sencilla, puedes llamar o contactar a quien quieras en donde sea que estés. No es necesario esperar a que la otra persona llegue a su casa para poder comunicarse con ella, como lo era en tiempos en los que sólo había teléfono fijo. Y por último, simplifica, facilita y acelera procesos, lo cual es posible observar en el uso de WhatsApp. Aunque es muy útil, por supuesto, lo tecnológico, también puede complicar procesos del desarrollo, sobre lo cual profundizaré en un momento. 

Anteriormente mencionaba al principio de realidad. Eso implica que debemos considerar como fundamental el mundo externo, y por lo tanto el contexto. Actualmente, en mi opinión, pareciera que nos encontramos en una era regida por un contexto con cualidades voraces e individuales, que poco a poco llega a un quiebre. Como lo expone Hobsbawm (1968), cuando se promueve el individualismo, y esto lleva a crisis sociales. 

En este contexto, como en cualquier otro, se van formando ideales, y como mencioné anteriormente, un pilar del aparato mental es el ideal del yo. Estos ideales se ajustan al contexto. Por otro lado, es muy común ver en redes sociales, sitios de noticias, blogs o videos, constante contenido que hace referencia a lo que es el éxito. Definido por unos cuantos, bajo esos estándares y con base en la economía mundial, experimentado por unos pocos, pero muchos en busca de este. Y entonces podríamos dividir de nuevo, muchos de estos éxitos, quizá la mayoría en tres categorías, en lo material, en lo económico y en las relaciones. “Alcanza la libertad financiera con este truco” es el título de miles de videos de gurús que enseñan cómo alcanzar el éxito monetario. “Millionaire lifestyle” es el título de otros basados en mostrar lo que uno puede adquirir con aparente esfuerzo y dedicación. O las clásicas notas, videos, publicaciones sobre lo llamado socialité, es decir las relaciones que uno tiene. Sin embargo, basta con ir a una secundaria y prestar atención a la división y establecimiento de las relaciones, basta con ir a una reunión social y prestar atención a lo mismo. Parecería que muchas se establecen a partir de lo que la otra persona puede ofrecer, en los tres términos expuestos anteriormente. Qué me puede ofrecer materialmente, qué me puede ofrecer económicamente o qué me puede ofrecer en términos de relaciones. Es común que cuando un miembro del grupo no puede llevar el ritmo de vida que otros se queda rezagado, si no es que expulsado. O viceversa, si uno puede llevar el ritmo de vida que el grupo no, puede pasar lo mismo. Considero que con base en esto, es posible nombrarlo la objetivización y en ocasiones codificación de las relaciones. 

Por otro lado, el contexto plantea también el alcance del éxito mediante la aparente meritocracia. Lo cual lleva a la acumulación de estudios y experiencia para aparentemente determinar el éxito de una persona, quisiera recordar, éxito establecido de acuerdo al contexto, no en términos subjetivos. Y aunque, por supuesto, nunca está de más prepararse, esto, sumado a lo anterior, plantea un terreno que tiende a la destrucción y al desprendimiento de la empatía. ¿Cuántos videos hay de animales que necesitan ayuda y miles de personas pasan caminando al lado? ¿Cuántos videos hay de personas necesitando ayuda, y sucede lo mismo? Regresando a lo expuesto por Hobsbawm, el individualismo rompe con lo social. En ese sentido, se puede pensar que el contexto social ha estado dirigido a satisfacer una necesidad de llenarnos. Aunado a esto, tenemos los avances tecnológicos. Que, considerando las características expuestas anteriormente, dirigida a hacer la vida mejor y más fácil, la simplifica, facilita y acelera procesos, y por último que se actualiza, entonces podemos deducir que la tolerancia a la frustración se ve disminuida por el contexto. Todo es más rápido, más fácil, y se encuentra a un click de distancia. Retomando un punto anterior, podría pensar que entonces la voracidad se incrementa. 

Es importante señalar, que no me encuentro a favor o en contra de una u otra cosa. Simplemente considero importante integrar las partes que componen a cada punto para poder dimensionar el tema sobre el que estoy hablando.

Y entonces, considerando este contexto, tenemos el mundo virtual y las redes sociales. De inicio es importante entenderlo como un espacio, o varios espacios. Espacios que en principio me parece que tienen la cualidad de ser tanto de convivencia como de competencia, se puede usar como ejemplo cualquiera de las redes, pero tomemos como ejemplo a Instagram. Por un lado es un espacio de convivencia en donde la gente comparte el contenido que va creando para que otras personas lo vean e interactúen. Al mismo tiempo, se hacen competencias, en ocasiones conscientes y en otras inconscientes, entre los diferentes miembros del grupo. “Voy a tener más seguidores que… o tiene más seguidores que yo…” es algo muy común. Estos espacios parecerían tener tres objetivos. El primero es un objetivo de integración, el segundo de expresión y el tercero de exposición. Uno puede integrarse en una relación con un otro, puede expresarse en dichos espacios y puede exponer lo que guste en los mismos. 

Siendo seres humanos, hay dos partes importantes para la forma en la que nos desenvolvemos. Una es el lado racional y la otra es el lado emocional. Si pensamos en los espacios que describí anteriormente, podríamos tomarlos como un lienzo en blanco donde podemos descargar tanto lo racional como lo emocional. ¿Quién no ha visto o sido parte de discusiones en las redes? ¿Quién no ha escrito un texto sumamente reflexivo en las mismas? 

Así mismo, podríamos considerar y entender a estos espacios como un espacio para el desarrollo individual. Y lo orientaría a tres categorías. La primera con respecto a la identidad, la segunda con respecto a la autoestima y autoconcepto y la tercera con respecto al establecimiento, construcción y modificación de valores, creencias, ideales y conocimiento.

  Y por último, pueden ser considerados como espacios de divulgación. Sin embargo, en este punto se debe tener mucha cautela, pues al haber la libertad de que cualquier persona divulgue cualquier tipo de contenido, todo puede ser manipulado.

Al mismo tiempo, el mundo virtual, y como al principio del trabajo, hago énfasis en la palabra mundo, podemos también encontrarle un sentido económico, simplificando esto a los negocios que pueden hacerse dentro del mismo. No solo establecer un negocio, ¿cómo le fue a Amazon en la pandemia? También un negocio de contenido, se debe considerar la monetización o la publicidad sobre algún producto o servicio. 

Y por último, es importante considerar algo que llamaré, la lectura de lo real. Y con esto me refiero a los algoritmos y la predictibilidad. Como ustedes sabrán, el mundo virtual está atascado de algoritmos que permiten a diferentes empresas obtener información suficiente para presentarnos información personalizada que nos va a llevar a ciertas acciones. Quisiera recordar cuando expuse lo racional y lo emocional pues juegan un papel importante aquí. Corrientes de psicoterapia utilizaron los modelos computacionales para explicar el funcionamiento de la mente humana. Si seguimos con esa idea, podríamos pensar entonces que somos programables. Me viene a la mente la palabra conductismo. Integrando todo lo anterior, entonces valdría la pena preguntarse si los algoritmos, mediante la constante exposición a cierto tipo de contenido, nos programan para orientarnos a cierto tipo de consumo. Similar a lo que hace la publicidad con los productos. ¿Quién no ha visto a un niño o niña en su Mercedes eléctrico? 

Considero que con lo anterior, he abordado los puntos que pienso que son importantes para dimensionar el mundo virtual. Y entonces tenemos dos mundos, el mundo que llamaré físico y el mundo virtual. “Solo es Facebook, no lo tomes en serio”, “No es el espacio para esto”, “me sacaron del grupo”, “no me incluyeron en la invite”. Todas son frases que he leído o escuchado con respecto al mundo virtual. Expongo estas frases porque me parecen fundamentales para otorgarle el peso que tiene, pues pareciera que en ocasiones se olvida que quien realiza cualquier acción en el mundo virtual es una persona, y quien recibe el contenido o la acción es otra. Sigue siendo una interacción entre dos personas, pero en un segundo mundo. Comparando los elementos que componen al mundo físico con el mundo virtual, la diferenciación es poca, por no decir nula. Incluso acaba de salir una noticia sobre la venta de terrenos y la inversión en los mismos.

Si la diferenciación es poca, entonces podríamos pensar que lo psíquico está directamente implicado en este mundo virtual como lo está con el mundo físico, la realidad externa ya no solo es el mundo físico, ahora también puede serlo el mundo virtual. Las necesidades siguen siendo las mismas, de pertenencia, socialización, identificación, e incluso de venta, es decir, la cosificación y objetivización, de uno mismo. La persona se convierte en una marca. Basta con mirar a los influencers. Sin embargo, esto lleva a diferentes consecuencias mentales y emocionales que pueden incluso poner en riesgo la vida de una persona. Han salido noticias de suicidios ocasionados por dinámicas en redes. Y si sumamos los elementos que he ido exponiendo a lo largo de este ensayo, por ejemplo, la tolerancia o intolerancia, quizá valga la pena llamarla así, a la frustración, el impacto que pueden tener estas dinámicas es crítico.

Y entonces tenemos el invento del “like”. Un imán para las fantasías, interpretaciones y donde la subjetividad reina. La teoría psicoanalítica, de acuerdo a varios autores, por ejemplo Freud y Klein, da un papel fundamental a la relación que establece el bebé con el pecho materno. No sólo en términos fisiológicos es importante, en términos mentales y emocionales es un pilar para el desarrollo. Simplificando lo expuesto por Lacan en 1935, los ojos de la madre sirven como un espejo que le sirve al bebé para reconocerse. 

Anteriormente mencioné también la función del superyó, que solamente para recordar, tiene la función de establecer una conciencia moral y al mismo tiempo, está el ideal del yo, ya explicado en párrafos anteriores. Y mencionaba el lienzo blanco cuando explicaba los elementos que componían a estos espacios. 

Didier Anzieu en 1947 publica “El yo piel”, en el cual menciona que “con el término yo-piel designo una figuración de la que el niño se sirve, en las fases precoces de su desarrollo, para representarse a sí mismo como Yo que contiene los contenidos psíquicos a partir de su experiencia de superficie del cuerpo. Esto corresponde al momento en el que el Yo psíquico se diferencia del Yo corporal en el plano operativo y permanece confundido con él en el plano figurativo”. 

Esto me lleva a que este lienzo blanco que resulta el mundo virtual podría pensarse y entenderse como un nuevo cuerpo, un nuevo espacio que contenga mis contenidos internos, sobre el cual pueda descargarlos. Y este mundo virtual no solo parece tener la función de un cuerpo, también elementos de este parecen tener funciones similares a las que encontramos en elementos del mundo físico que se encuentran presentes en el desarrollo del ser humano. El like podría tener varias funciones, puede tener la función del nuevo pecho, que dependiendo la interacción con el mismo puede fungir como un pecho bueno que nutre o un pecho malo que agrede e incluso destruye. Puede tener las funciones de un superyó proyectado en el mismo, que determine si algo está bien o mal, si está cumpliendo con las expectativas o los ideales o no. Y puede tener la función de un espejo, a partir del cual la persona pueda, aparentemente, reconocer partes de sí. No se debe olvidar el papel fundamental que juegan las fantasías en esta dinámica. Pero no sólo es el like, también están los filtros en las fotos. La persona puede evadir la confrontación con lo real y ajustar lo que decida en la medida que decida en el momento en el que lo decida. Es común encontrar en diferentes redes o juegos, las “operaciones estéticas virtuales” que llevan a la persona a cambiarse la cara. Esto me parece muy importante porque puede resultar intolerable la confrontación cuando la realidad física se imponga a la realidad virtual, y en ocasiones puede ser tal la intolerancia a la misma, que gente ha fallecido por adicción a estos mundos. Un mundo donde la persona puede ser quien quiera, en el momento que quiera, en el sentido que quiera. Suena a un escape perfecto de aquello que resulte intramitable o intolerable, por ejemplo, mucha gente que tiene disforia de género, se siente mucho más cómoda socializando a través de diferentes plataformas en línea, que en físico, por la posibilidad de ser quien es sin los prejuicios o confrontaciones pues queda oculta. Gente que tiene dificultades en la socialización también pueden preferir los diferentes juegos o plataformas para esto, se les facilita más establecer relaciones con otras personas a través del mundo virtual que en el mundo físico.

Sin duda, sobre cada uno de estos puntos y elementos se puede profundizar mucho más de lo que lo hice, sin embargo, el objetivo de este ensayo era simplemente establecer una base que considerara algunos de los elementos que componen a este mundo que tiene y tendrá influencia en la salud mental y emocional de las personas que lleguen al consultorio de los diferentes profesionistas de la salud, así como de las personas que tengamos a nuestro alrededor, en cualquiera de los espacios sociales que existan y en los que nos desenvolvamos.

Bibliografía

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  • Freud, S. (1976). Lo inconsciente. En Obras completas, T. XIV (1914-1916) (págs. 153-214). Buenos Aires: Amorrortu Editores.
  • Freud, S. (1976). El yo y el ello. En Obras completas, T. XIX (1923-1925) (págs. 1-66). Buenos Aires: Amorrortu Editores.
  • Galeano, S. (29 de enero de 2021). El número de usuarios de internet en el mundo crece un 7.3% y alcanza los 4,660 millones. M4rketing4ecommerce. https://marketing4ecommerce.mx/usuarios-de-internet-mundo/
  • Gutiérrez, J. (2021). El yo y el Ello. Revista de Psicoanálisis. Investigación y traducciones inéditas, Madrid.
  • Hobsbawm, E. (1999). Industry and Empire: The Birth of the Industrial Revolution. The New York Press.
  • Segal, H. (1982). Introducción a la obra de Melanie Klein. Barcelona: Paidós Ibérica.
  • Vaillant, G.E. (1977). Adaptation to life. Boston: Little Brown