Las Mentiras
Autor: Aliza Edelson
Desde el punto de vista psicoanalítico podríamos pensar que una persona es capaz de mentir (a sí mismo y a los demás) tanto de forma consciente como inconsciente. Por ejemplo, los mecanismo de defensa podrían ser interpretados como una especie de “mentira inconsciente” que tiene la finalidad de ayudar al sujeto a lidiar con la angustia (negar, transformar en lo contrario, proyectar, etc.). Lo mismo podríamos pensar de los síntomas: una forma disfrazada, falsa y “mentirosa” de permitir la descarga del impuso, engañando al superyo. Sin embargo, a lo largo de este trabajo, se intentará dar una explicación únicamente a las mentiras “conscientes”, es decir, a aquellos dichos en los que la persona sabe y reconoce que está afirmando algo que no es cierto. Fenichel y luego Weinshel definieron la mentira como “una falsedad en la cual el sujeto tuvo la intención de engañar a los demás con una afirmación, sabiendo que ésta era falsa”.
Por definición, el psicoanálisis en un intento por decir la verdad sobre uno mismo y así descubrir nuevas verdades hasta entonces reprimidas o inconscientes. Freud descubrió muy pronto cuán difícil este intento y todas las fuerzas que a esto se oponen. (Halpert, 2000). Aparentemente, vivimos en una sociedad que, en teoría, condena la mentira y valora la verdad. Sin embargo, es innegable que el acto de mentir en un fenómeno complejo y que convivimos con mentiras y mentirosos en todos los ámbitos de nuestra vida. Por una parte, todo ser humano ha mentido alguna vez, hasta aquel que valora la verdad. Por otro lado, no es un asunto tan simple de calificar; inmediatamente surgen preguntas éticas: ¿Qué sucede cuando una persona miente para salvar su vida? ¿Qué ocurre cuando lo hace para salvar a muchos otros? Desde el punto de psicoanalítico, hay mucho que preguntarnos y es posible entenderlo desde distintos ángulos, entre otros:
- Punto de vista del desarrollo: ¿Cuando adquiere el niño la capacidad de mentir? ¿Qué procesos cognitivos y emocionales deben ocurrir? ¿Es un proceso normal o patológico que un niño mienta?
- Punto de vista metapsicológico: Podemos tratar de entender las mentiras y helecho de mentir desde los 5 puntos de vista:
- Genético.
- Estructural
- Dinámico.
- Económico.
- Adaptativo.
- Punto del vista del contenido: Interpretar su significado, lo que comunica a cerca del mundo interno y externo del sujeto.
- Punto de vista de la relación sujeto-mentira: Interpretar la forma en la que el sujeto se relaciona con sus mentiras y cómo esto refleja la calidad de sus relaciones objetales.
- Punto de vista técnico: Cómo actuar cuando el paciente miente, cómo interpretar el contendido, significado y estructura de la mentira, analizar la forma en que la dice (dentro y fuera del consultorio, al analista y/o a los demás,). Decidir el grado de analizabilidad del paciente y de sus mentiras (evaluar siente o no culpa, por ejemplo).
- Punto de vista de la patología: Cómo es la mentira en la neurosis, en el trastorno narcisista, en la sociopatía, entre otros.
Por cuestiones de espacio, en el presente trabajo no es posible analizara fondo cada una de estos temas. Más bien, pretendo hacer una revisión de lo que algunos autores han dicho sobre el tema desde Freud hasta nuestros días, analizar las características principales de un rasgo tan humano como decir mentiras, así como puntualizar algunos aspectos importantes para tener en cuenta en el trabajo clínico en relación a este tema. En otras palabras, perseguir el objetivo del psicoanálisis de entender cómo funciona la mente y utilizar este conocimiento en el trabajo con pacientes, específicamente en relación al acto de mentir.
Los autores, desde Freud hasta hoy:
Como se mencionó, existen distintas formas de aproximarse al tema de las mentiras, y por lo tanto varias maneras de clasificarlas. Es por eso que analizar la bibliografía existente y conocer lo que han dicho los autores al respecto me parece una buena guía para aproximarnos al tema.
Eugene Halpert (2000) realizó una revisión bibliográfica a cerca de la mentira. La siguiente lista está basada en ella, mas no la incluye en su totalidad y fue completada con otros datos.
- Otto Rank: Aparentemente fue el primero en tratar el tema de la mentira desde el psicoanálisis, presentó en abril de1909 un texto sobre titulado “A cerca de la psicología del mentir”[1] a la Asociación Psicoanalítica de Vienna. En este trabajo afirmó que la tendencia a mentir estaba determinada fisiológicamente, pero que la “mentira patológica” era un intento de ocultar la masturbación (consciente, persistente y precoz) que resultaba en un “complejo sexual inconsciente”. Freud lo criticó duramente, argumentando que los niños tienden a decir la verdad más que a mentir, y que si lo hacen es por imitar a los adultos.
- Alfred Adler: En respuesta al mismo texto (de O. Rank), este autor afirmó que mentir es un acto necesario para mantener el “equilibrio narcisista”. Algunos colegas estuvieron de acuerdo, y aparentemente Freud mismo retomó esta idea en su texto de 1913 sobre las mentiras infantiles (Kavka, 1984).
- Sigmund Freud: En el texto “Dos mentiras infantiles” (Freud, 1913) analiza los las mentiras infantiles de dos pacientes adultas, su significado y las repercusiones que tuvieron durante su desarrollo y su neurosis. En este texto llega a diferentes conclusiones:
- “Es comprensible que los niños mientan toda vez que así imitan las mentiras de los adultos”[2]. Esto es especialmente verdadero cuando se trata de mentiras relacionadas a la sexualidad, y esto hace que los niños asuman que es correcto mentir (Kavka, 1984).
- “(Las mentiras dichas por) niños bien criados tienen un significado particular y deben llamar a reflexión al educador en vez de enojarlo”. En otras palabras, Freud fue el primero en ver en las mentiras un acto significativo y analizable.
De Freud aprendemos que es posible interpretar tanto las motivaciones profundas relacionadas con el Edipo, como elementos pregenitales y narcisistas. Incluso menciona como repite en la transferencia (y contratransferencia) la humillación y herida narcisista sufridas por la paciente al pedirle que no le trajera más flores (Kavka, 1984).
- Los niños mienten por un exceso de amor (“motivos de amor hiperintensos”) y sólo se convierten en un problema cuando llevan a confusión y malos entendidos con el objeto de amor (los padres).
- Es un error interpretar estas mentiras como pronóstico “del desarrollo de un carácter inmoral”. Sin embargo, tampoco deben ser tomadas a la ligera, ya que muestran “los más intensos motivos del alma infantil” y pueden indicar una predisposición a la neurosis (u otros destinos).
Pero anteriormente, en el texto de 1901 “Psicopatología de la vida cotidiana” menciona cómo a él mismo le costaba trabajo mentir sin cometer después un lapsus (en este caso un error o “recordar fallido”); y asocia esta incapacidad a su trabajo como psicoanalista: “…Quizá sea consecuencia de mi práctica del psicoanálisis que apenas pueda mentir ya. Tan pronto como intento una desfiguración, cometo un error u otra operación fallida por la que se denuncia mi insinceridad”.
- Radó: (1933) Habla sobre una mujer con “neurosis compulsiva” que buscaba fanáticamente la verdad. Esto era una forma de negar su pasado, en el cual tenía el deseo de orinar como varón y buscaba hacerlo a través de la fantasía y la satisfacción del deseo durante el sueño (enuresis nocturna). Esta idea puede ser la base para explicar las mentiras fantásticas en niños pequeños, así como la búsqueda compulsiva de la verdad en el adulto.
- Otto Fenichel: (1939) Este autor se interesó en comprender cómo funcionan las mentiras, y las equiparó con la negación (mentira=negación). Para el autor, el acto de mentir se puede entender de la siguiente manera:
- La fórmula de la mentira es la siguiente: “Si es posible hacer que alguien crea como cierto algo que no lo es, entonces es posible que ciertas verdades, cuyo recuerdo me amenaza, no son ciertas”. Otros autores han seguido esta línea y piensan que las mentiras están motivadas por fantasías inconscientes que generan vergüenza y culpa, y por el miedo a que éstas sean descubiertas (Halpert, 2000).
- Mentir es una medida económica, busca reprimir un impuso sexual inconsciente y percibido como peligroso. (Como en el texto de Freud, donde la mentira tiene como base un deseo incestuoso por el padre).
- Al igual que Freud, piensa que algunas mentiras infantiles son venganzas por mentiras dichas por adultos a cerca de la sexualidad. Buscan dejar en ridículo las afirmaciones mentirosas de los adultos.
- Mentira del obsesivo: Al igual que Rado, piensa que el fanatismo por al verdad del obsesivo (ser concienzudo) busca negar verdades inaceptables, prohibidas y de origen sexual. Es una formación reactiva.
El obsesivo también suele decir pequeñas mentiras (alteración de los hechos) y Feichel lo explica así: Las pequeñas alteraciones de la verdad significan la intención de alteraciones mayores. El sujeto busca que el mundo se adapte o “embone” en su sistema obsesivo. Su pensamiento es el siguiente: “No debes ver el mundo con tus propios ojos, sino como yo te lo presento”. Esto lo hace como expresión de sus impulsos anal-sádicos (necedad), así como para convencerse a sí mismo de que así es el mundo (convenciendo al objeto).
- Heinz Kohut:(1971) Habló de la mentira como un rasgo del Trastorno de la Personalidad Narcisista. Expresó la importancia de hacer buena exploración del mentir del paciente y evaluar así el pronóstico. Habló de la posibilidad analizar el contenido de la mentira:
- Si miente sobre sí mismo, habla de su self grandioso.
- Si miente sobre el otro, habla de la necesidad de tener un objeto idealizado.
Es probable que estos pacientes comiencen su análisis con una mentira sobre si mismo, lo cual nos comunica su incapacidad para percibirse claramente (problemas en la percepción de si-mismo). Kohut aconsejó evitar hacer un juicio moral o confrontar al paciente por mentir, sino más bien interpretar este acto.
- Weinshel: (1979) Habló de qué sucede cuando miente el paciente neurótico, y piensa que:
- Busca revivir en la situación analítica (neurosis de transferencia) el conflicto edípico y la escena primaria.
- Intenta recuperar parcialmente memorias, percepciones, deseos y fantasías inconscientes. Al mismo tiempo las protege con “funciones encubridoras” (screen functions). (Proceso similar al de los síntomas).
- Las mentiras expresan la sensación de haber sido engañado por uno o ambos padres (objetos edípicos)- sentir que le mintieron.
- Por lo tanto, según este autor las mentiras del neurótico son comunicativas, analizables y por lo tanto valiosas.
- Harold Blum: (1983) Relata el caso de un paciente que lo contactó, pero que después le llamó para cancelar diciendo que su madre había muerto. Regresó un año y medio después, confesando que esto no era cierto. El analista dudó si este era un síntoma analizable o un rasgo sociopático, pero resultó ser un evento con muchos significados, fue interpretado desde distintas formas, desde diferentes puntos de visa y niveles del desarrollo. El mismo autor también habló (en 1990) de las mentiras infantiles como una evidencia de los precursores preedípicos del superyo en niños pequeños (Halpert, 2000).
- Greenacre: (1958) Para esta autora, la mentira busca recrear el sentimiento infantil de omnipotencia. Las personas que escuchan y creen sus mentiras representan a la madre idealizada. Cuando alguien suele quedar envuelto en las mentiras del mentiroso patológico, busca cubrir su necesidad inconsciente de participar en su omnipotencia.
10. O´Shughnessy: (1990): La autora estudia al mentiroso patológico y explica:
- “El problema fundamental del mentiroso habitual es primitivo e involucra la verdad o falsedad de los objetos”[3]– si son genuinos o engañan.
- En transferencia, estos pacientes suelen estar dominados por el miedo y la duda; nunca creen realmente en que su relación con el analista es genuina y temen que éste sólo está fingiendo.
- Para estos pacientes, la mentira es su forma de comunicación y expresa su identificación con el objeto mentiroso, así como la ansiedad que esto le genera. “Es un mentiroso en identificación con , y extremadamente ansioso a cerca de, el objeto que miente”.
11. Wilkinson y Hug: (1996) Relatan el caso de dos adolescentes que fueron dados en adopción después de ser víctimas de graves abusos por sus padres biológicos. Una vez en su nuevo hogar presentaban problemas graves de conducta y decían “mentiras escandalosas”, asegurando que eran verdad. Estas mentiras fueron interpretadas como:
- Representación fragmentada del self y los objetos: Ser víctima, victimario, rescatador y testigo pasivo.
- Verdades narrativas, un intento de reparar el trauma.
- Intento de consolidar la identidad adolescente, como segunda vivencia de separación individuación.
“¡Yo no fui!”- Las mentiras en el desarrollo infantil:
Una interesante forma de acercarnos al tema de las mentiras, es analizarlo desde el punto de vista del desarrollo. ¿Cuándo adquiere un niño la capacidad de mentir? ¿Qué habilidades cognitivas y emocionales están presentes cuando esto ocurre? ¿Es normal o patológico que un niño mienta? ¿Qué nos dice eso sobre su estructura psíquica y sobre la calidad de sus relaciones objetales?. Como ya se mencionó, Freud pensaba que los niños tienden más a decir la verdad que a decir mentiras, que si mentían era por identificación con los adultos y por aprendizaje, pero que sus mentiras eran muy informativas en cuanto a su mundo interno.
Para que un niño adquiera tanto la capacidad como la motivación para decir mentiras, deben estar presentes dos elementos fundamentales:
- Que sea capaz de distinguir entre sí mismo y el objeto.
- Que ya exista un superyo temprano.
Distintos autores detectan la capacidad y motivación para mentir entre los 16 y los 24 meses de edad lo cual corresponde a la etapa del reacercamiento (rapprochement) descrita por Margaret Mahler (1968, citada por Halpert 2000) Durante esta fase, la crisis oscila entre el deseo de seguir unido a la madre y la búsqueda de autonomía e independencia. Esto se relaciona también con un crecimiento de la capacidad intelectual, lo cual le permite percibirse separado y distinto de la madre. Es un punto en el camino a desarrollar constancia objetal, durante el cual se forman representaciones mentales de sí mismo y de sus objetos cada vez más sólidas y estables.
Es por eso que el niño tiene la capacidad de mentir, porque ya se percibe como separado. También es importante destacar que ya se ha dado cuenta de que su pensamiento es autónomo, y que los padres no pueden saber lo que piensa a menos de que se los comunique. Poco a poco comienza a darse cuenta que puede no decirlo todo y que puede pensar una cosa y decir otra.
El segundo requisito para poder y querer mentir, es la existencia de un superyo temprano o rudimentario. Sólo así podemos encontrar:
- Sentimiento de culpa.
- Incorporación de los deseos de los padres (ideal del yo, consciencia moral).
- Representación interna de los objetos.
Por su parte, Victor Tausk (citado por Kavka, 1984) ubica la capacidad de mentir en una etapa ligeramente posterior, es decir, durante la etapa anal cuando los padres están enseñando al niño el control de esfínteres. El autor dice que es en este momento cuando el niño descubre que sus padres no pueden “leerle el pensamiento” (no son omniscientes) y que por lo tanto puede engañarlos, “quedarse o guardarse” algo. El secreto es de carácter anal.
Otra forma de analizar una mentira en relación a la etapa del desarrollo es reconocer el tipo de angustia que refleja y probablemente el que predomina, ya sea dicha por un niño o por un adulto. También podemos analizar los puntos de fijación que expresa, si es edípico o preedípico y lo que nos muestra a cerca del desarrollo del superyo del sujeto.
La mentira como metáfora:
Como se mencionó, algunos autores como Otto Fenichel pensaron en la mentira como una forma de negar y esconder partes desagradables del mundo interno, e involucrar al mundo externo para que las crean. En su libro “La sombra del objeto”, Christopher Bollas profundiza sobre la relación entre las mentiras y el mundo interno y expone que “la mentira del mentiroso es una expresión de su realidad psíquica”, y por lo tanto es en cierta forma una verdad. Se pregunta: “Es indudable que (el mentiroso) ha mentido acerca de lo que ocurrió en la realidad, pero ¿mintió acerca de su realidad psíquica?”
Por eso explica el acto del mentiroso patológico como una metáfora, la utiliza para expresar algo que no puede hacer de forma convencional, sólo a través de la mentira. Lo que falta decir es el puente que une la metáfora y la realidad (por ejemplo, dice “me robaron y me golpearon y por eso llegué tarde” en vez de decir “lo que ocurrió en realidad me hizo sentir como si me hubieran robado y golpeado, me sentí robado y lastimado”). Con la mentira dicha como metáfora, el sujeto logra expresar tanto un contenido inconsciente como el afecto ligado a él, lo cual no puede hacer explicita y directamente.
Coloquialmente se dice que el mentiroso patológico “se cree sus propias mentiras”, y Bollas lo explica diciendo que su mentira “le parece mucho más verdadero que los acontecimientos tales como fueron vividos en la realidad” y que por lo tanto es casi imposible para él no mentir. Mentir le permite modificar y reorganizar su relación con la realidad y con los objetos. Es una forma de llenar un vacío. Bollas, al igual que otros autores, resalta la sensación de ser omnipotente detrás de este acto; y cómo cada vez que los otros caen y creen en sus mentiras confirma esta fantasía. Esta manera de actuar nos informa sobre la calidad de las relaciones objetales del sujeto.
Para el mentiroso patológico, mentir no es sólo una forma de “salirse con la suya” o de engañar a los demás, sino una forma de expresión emocional y de relacionarse con el mundo. Cuando miente puede hacerlo, pero le parece imposible lograrlo diciendo la verdad y siendo genuino. La mentira le permite poner una distancia, como ocurre con las fobias donde decir la verdad es para él algo terrible y catastrófico. Al igual que ocurre en la mencionada patología, tanto él como los demás desconocen por qué debe actuar de esa forma y desde el punto de vista externo parece una conducta innecesaria y hasta ridícula, pero para el sujeto es la única opción.
Conclusiones:
Mentir es un rasgo común a todos los seres humanos, tanto para los niños como para los adultos. No obstante, no es un tema simple; tiene implicaciones morales, políticas, sociales, familiares e individuales y van desde lo más cotidiano hasta lo trascendental. Desde el punto de vista del psicoanálisis este fenómeno se puede analizar desde muy distintos puntos de vista: Como un rasgo común que es parte del desarrollo, como expresión de distintas patologías (neurosis, trastorno narcisista, etc), como un síntoma que busca expresar una parte al mismo tiempo que la encubre, como una manifestación del mundo interno y de la estructura psíquica del sujeto, entre muchos otros. Es posible interpretar esta conducta desde los cinco puntos de vista metapsicológicos, analizar tanto su contenido, como su estructura; cómo se relaciona el sujeto con su mentira y con los demás y cómo esto refleja la calidad de sus relaciones interpersonales.
Una forma de aproximarse al tema es a través de lo que han dicho distintos autores al respecto, desde Freud hasta nuestros días. A través de su trabajo podemos conocer entre otras cosas: Qué mecanismos psíquicos intervienen en la mentira, cuál es su finalidad, que significado tienen y cuál es la fantasía subyacente. Estos autores nos invitan a preguntarnos cómo interpretar las mentiras dichas por el paciente tanto dentro como fuera del consultorio, cómo utilizarlas para comprender y conocer mejor al sujeto, así como utilizarlas para evaluar su pronóstico y analizabilidad.
Es importante conocer qué sucesos deben ocurrir durante la niñez para que un niño adquiera tanto la capacidad como la motivación de decir mentiras. Diferentes autores explican que para que esto ocurra debe haber tanto un desarrollo cognitivo como emocional. Esta habilidad se presenta durante la etapa del reacercamiento descrita por Mahler, entre los 16 y los 24 meses de edad, cuando el niño cobra consciencia de ser una persona separada e independiente a su madre y comprende que tiene una mente propia. Por otra parte, es necesaria la presencia de un superyó temprano. Sólo si este se ha desarrollado los suficiente, el niño podrá sentir culpa, habrá internalizado los ideales y valores parentales y tendrá representaciones mentales relativamente estables de sus objetos. Por otra parte, la etapa anal (y el entrenamiento par controlar esfínteres) tienen una influencia sobre el desarrollo de la capacidad de mentir; durante esta fase el niño se da cuenta que puede engañar a los padres, no decirlo todo y guardar algo para sí mismo.
Otra manera de entender este fenómeno es viendo la mentira como una metáfora que busca expresar una verdad del mundo interno. Christopher Bollas piensa que la mentira del mentiroso patológico expresa la verdad de su mundo psíquico. En síntesis, la mentira puede ser entendida como en intento del sujeto por hacer congeniar el mundo interno con el mundo externo, ya sea negando la parte inaceptable del mundo interno o tratando de modificar al mundo externo y a los demás a través de la mentira (fantasía omnipotente). Puede servir para expresar fantasías inconcientes y los afectos ligados a ellas, así como para integrar partes fragmentadas tanto del self como de los objetos. Por ora parte, las mentiras también tienen una finalidad adaptativa ya que pueden ayudar al sujeto a lidiar con el mundo externo (“el perro se comió mi tarea”), lo cual se conoce como mentira utilitaria.
Bibliografía:
- Freud, S. (1901). Psicopatología de la vida cotidiana. Obras Completas Tomo VI. Buenos Aires:Amorrortu. Pág 16.
- Freud, S. (1913). Dos mentiras infantiles. Obras completas Tomo XII. Buenos Aires:Amorrortu. Pp. 323-327.
- Halpert, E. (2000). On Lying and The Lie of A Toddler. Psychoanalytic Quarterly 69:659.
- Bollas, C. (2009). La sombra del objeto: Psicoanálisis de lo sabido no pensado. Buenos Aires:Amorrortu. Pp. 209 a 227.
- Fenichel, O. (1939). Teoría psicoanalítica de las neurosis. México:Paidós. Pp. 173, 325-327.
- Kavka, J. (1984). Wordsworth on Teaching a Child to Lie: Some Thoughts on Creative Fictionalism. Annual of Psychoanalysis 12: 395-414.