El Silencio en Psicoanálisis
Autor: María Salamanca
En psicoanálisis, la regla fundamental es la asociación libre. Para que esta sea posible, el analizando debe “decir todo lo que pase por su mente, sin importar lo vergonzozo o trivial que pudiera parecer”, la tarea del analizando consiste principalmente en hablar. Incluso desde los mismos inicios del psicoanálisis su sobrenombre “talking cure”, cortesía de Anna O. , ya ponía el acento en la importancia de la palabra. El analizando debe hablar, y en base a esto se abre la posibilidad de un trabajo analítico.
Pero ¿que sucede con el silencio?, si la consigna es hablar, entonces por obligación el silencio sería una resistencia, ya que rompe con la regla de oro del psicoanálisis interrumpiendo el discurso del paciente representando una dificultad importante en el desarrollo del tratamiento.
Algunos autores abordan teóricamente el tema del silencio como resistencia, por ejemplo Karl Abraham, quien propone que el silencio es una defensa frente al erotismo oral. Por otra parte, W. Reich y Otto Fenichel proponen que el silencio hace su presencia en una sesión como defensa frente a un antiguo deseo de felación , presente a menudo en pacientes histéricos y obsesivos.[i] Esto, a mi parecer, expone las limitaciones del silencio pero no sus posibilidades, el silencio puede y debe ser concebido de distinta forma por los psicoanalistas, ya que este se encuentra presente en cada sesión y se manifiesta de distintas formas, siendo testigo (y parte de) la transferencia a la vez que expone el inconsciente:
“Si es posible pedirle a una persona que diga todo lo que se le ocurre sin importar de qué se trate –condición que bien podría parecer una locura (Aulagnier, P.; Painceira, A.)– es porque, en un cierto sentido, lo que pueda decir no tiene en sí mismo mayor importancia; sólo está destinado a servir de fondo sobre el cual se destacarán, como figuras, los derivados de lo inconsciente. Debe decir pero, diga lo que diga, lo que importa es lo que no dice en lo que dice.” [ii]
La posibilidad de reconocer las limitaciones de la palabra y las posibilidades del silencio quedan expuestas por Reik, quien señala que los “conflictos” en el discurso (incluyendo los silencios) son reaccionarios ante la “imposibilidad” de la regla analítica, lo que paradójicamente empodera a la palabra y al silencio en el tratamiento, ya que por medio de estos tendremos acceso a elementos inconscientes:
“(la paciente responde tras escuchar el encuadre…) “esto es una situación imposible” y tiene razón
Casi todas las dificultades en el análisis se relacionan con la palabra, con el verbo… no seria justo atribuir a las solas palabras los resultados del psicoanálisis. Sería mas exacto decir que el psicoanálisis demuestra el poder de las palabras y el poder del silencio.
Tanto se ha discutido sobre el decir, q se ha descuidado los efectos emocionales del silencio, se ve solo como pausas ocasionales del paciente…”[iii]
Reik también señala el silencio del analista como un elemento importante en la transferencia y en el tratamiento indicando que “El silencio del psicoanalista es parte de esas “imposibilidades” en sociedad el silencio se evita, si uno no tiene nada que decir el otro habla. El analista no teme al silencio.”
Para Nasio, el tema del silencio ha sido evitado por los psicoanalistas en parte porque no ha sido trabajado de manera que pueda tener la dignidad de un término meramente psicoanalítico, entonces, el silencio es reducido en el análisis a una resistencia o a una pausa “normal” porque el silencio nos parece estructurador del discurso y no un lenguaje por sí mismo, señala que cuando Lacán habla sobre “el inconsciente estructurado como lenguaje” en realidad se refiere a la estructura de la realidad psíquica como muda, “mas cercano a la palabra escrita en mármol” por lo que el inconsciente es ante todo “un discurso sin palabras” .
Esto a la vez implica que un silencio no solo expone sino que evoca el inconsciente “Hacer silencio en un momento o en otro de la sesión, equivale entonces p el profesional no solo a mostrar el icc pulsional, sino a convocarlo una nueva vez”[iv]
Por otra parte Mohammad Shafii (1973) considera que la razón por la que se evita hablar sobre el silencio y tolerarlo tanto a nivel teórico como clínico, es porque nos remite a etapas pre verbales en donde el discurso y el movimiento eran utilizados de manera compulsiva como defensa ante la ausencia de la madre, por lo que al enfrentarnos a él se recurre también al discurso compulsivo (“small talk”) para llenar ese espacio en donde se vive vacío y angustia (hablamos porque tememos perder el amor del objeto). Por lo tanto, las relaciones objetales tienen un rol importante en cuanto a la tolerancia del silencio.
Otros autores hablan del silencio como Robert Fliess (1949) quien propone registrar en el analizando tantas variantes del silencio cuantos niveles pulsionales existen en el curso del desarrollo libidinal y menciona tres tipos:
1.Silencio erótico uretral: en este el aparato del lenguaje funciona según el modelo del esfínter uretral en el momento de su cierre. Este silencio es el mas “normal”.
2.Silencio erótico anal: este silencio parece provenir de una inhibición, el paciente pareciera no poder hablar e incluso presenta una serie de movimientos en el diván que indicarían su esfuerzo por “sacar” las palabras.
3.Silencio erótico oral: en este, el aparato del lenguaje escapa de la erogenidad oral, el paciente parece “ausentado” físicamente y comienza de nuevo de manera espontánea. Es el más regresivo y en él el sujeto ha devenido “infans”, aquí el análisis se vuelve una experiencia “intrauterina” en la cual el analista y el analizando (en una transferencia arcaica que impide la palabra) son uno mismo, y concurre a un control erógeno de las primeras energías pulsionales libidinales y agresivas. [v]
El silencio, visto desde el unto de vista económico es considerado (como concepto técnico) una defensa. Por ejemplo, como ya había mencionado Reich y Fenichel consideran el silencio defensa frente a un antiguo deseo de felación presente a menudo en pacientes histéricos y obsesivos. Por su parte Frenczi señala que el silencio tiene que ver con una resistencia de tipo anal retentivo en la cual el paciente tiene un tipo de “estreñimiento verbal”. Ante estas perspectivas se propone que la respuesta técnica ante el silencio sea el silencio, sin embargo, tras una serie de debates Reik y Glover señalan su oposición a esta rigidez por parte del analista y Reik abre una posibilidad señalando los beneficios de un tipo de silencio: el silencio de apertura” este es aquel que surge tras una interpretación certera del analista.
Nasio habla de dos tipos de silencio, bajo la premisa de que este es también vía de acceso (o de salida) del inconsciente, por una arte está el silencio estructural de las pulsiones (sileo), este silencio habla del contenido pulsional, en cambio el otro silencio (taceo) consiste en “no decir” (resistencial).[vi] Este silencio resistencial se asocia, por ejemlo, con la transferencia negativa, en éste, el paciente retiene material debido a que está relacionado con el analista ya sea de manera tácita o implícita.
El silencio como conexión
La limitación del discurso, la cualidad regresiva pre-verbal del silencio y su relación con la transferencia, hacen del silencio un elemento que acentúa la importancia de los elementos inconscientes en las relaciones humanas.
“There is something mysterious about silence which connects us with each other and with nature beyond the structural definition and limitation of words . When two lovers feel very closet o each other, they express the ultimate feeling of their closeness by just looking at each other. The highest tribute we can give to a dead loved one is standing a momento in silence. It seems as though words créate communication and silence communion.”[vii]
En la clínica, esto implica que por medio del silencio podemos “escuchar” el inconsciente del analizando entrando en “comunión” con él, como si el silencio mas que el discurso fuera la base de la identificación proyectiva y la empatía misma. “Para Bollas descubrir al paciente es buscarlo dentro de uno mismo. Existen por lo tanto dos pacientes dentro de la sesión, y dos fuentes de asociación ibre.”[viii]
Los peligros del silencio
Si bien el silencio presenta posibilidades teóricas y técnicas, también conlleva dificultades en cuanto a la aplicación en la clínica. Leivi, señala que “(el analista) debe volver su propio inconsciente como un órgano receptivo hacia el inconsciente transmisor del paciente. “
Por su parte Racker, señala que la forma técnica de utilizar el silencio evoca contenidos del analista, por lo que se requiere un compromiso de análisis “esa ‘captación’ se produce a través del propio inconsciente, puesto que ‘sólo lo igual puede conocer lo igual’ (…) sólo puede conocerse en otro lo que es propio de uno mismo (…) sólo sirve captar en el otro aquello que el analista ha aceptado dentro de sí como propio”.
La cualidad regresiva del silencio, como fue mencionado anteriormente, evoca un estado defensivo tanto del analizando como del analista, esto, según Leivi, hace del silencio un espacio vulnerable de ser “llenado” con la contratransferencia. Según su postura teórica, esto representa un peligro ya que de no ser detectado se corre el riesgo de “llenar” la sesión con material del analista en lugar de que el material del paciente sea el que predomine.
“Si el silencio introduce la presencia de “lo otro”, lo que está fuera de la palabra, “aquello Otro de uno que en uno mismo calla” (Kovadloff, S.), también produce, inevitablemente, “ruidos” del lado del analista. Pero en esa peculiar relación que es el análisis, que no tiene modelo en la vida real, para que algo de “lo otro” advenga, el “público” no debería hacer ruido; porque, si lo hace, ése va a ser el material de la “obra”. El resultado no será ya producto de lo Otro silencioso del paciente, sino otra obra hecha por un otro, público ruidoso que habrá caído en la trampa que la ilusión amorosa tiende en silencio.”[ix]
Por otra parte P. Aulagnier señala que un peligro del silencio (abusivo) es que este fomenta la “pasión transferencial” ostrando al paciente la “insignificancia de su discurso y de todo discurso, ya que el analista da pie a una ilusión de que sabe y tiene todas las verdades que el discurso solo sabe velar y disfrazar. [x] “No critiqué tanto la interpretación prefabricada por generar una pasión transferencial, sino más bien por otras razones. Pero sí el silencio a ultranza. Este genera en el analizando una idealización. Es fácil idealizar a un mudo.”[xi]
Conclusión
Considero que el silencio es un tipo de comunicación pre-verbal, que evidencia el inconsciente a la vez que lo evoca, si bien puede adquirir una cualidad de defensa dentro de la sesión analítica, creo que el silencio tiene mayores posibilidades como fomentar el desarrollo de la transferencia como conexión inconsciente-inconsciente siendo así un elemento técnico relevante para el análisis.
Es necesario profundizar en el silencio para que este pueda ser “elevado” a un concepto psicoanalítico tanto a nivel teórico como práctico, formando parte de la técnica y de los elementos inconscientes de la sesión psicoanalítica.
“El silencio es el lugar donde la palabra se prepara para ser dicha a tiempo, en el tiempo de la verdad, tendremos la certidumbre de que ella ha crecido en el silencio” René Char.
Bibliografía
- Diálogo con Piera Aulagnier en http://www.antroposmoderno.com/antro-articulo.php?id_articulo=886
- Shafii, Mohammad. (1973). Silence in the Service of Ego: Psychoanalytic Study of Meditation. International Journal of Psychoanalysis.
- Nasio, J.D. (dir.), (2009) El Silencio en Psicoanálisis. Amorrortu Editores, Buenos Aires.