Por: Alejandro Radchik
Definiciones
El bullying es un término que pretende describir situaciones específicas, particularmente en las escuelas, donde un individuo, caracterizado como líder negativo, molesta y acosa a otro, débil y susceptible de ser agredido, con el consentimiento implícito o explícito del resto del grupo, a espaldas de las autoridades institucionales.
La molestia ocasionada por el victimario suele ser frecuente, “se agarra a alguien de bajada”, y esto puede ir desde los apodos y  la burla, hasta las amenazas, chantajes,  golpes y ataques directos a su integridad personal.  El líder negativo intentará atemorizar al grupo, logrando así que todos se sometan a él, dándole con ello mayor fuerza. Esperarán  tenerlo contento, para no convertirse en su próxima víctima.
Entre las conductas que ocurren en el fenómeno del bullying destacan: opresión, acoso, chantaje, ultraje, e intimidación entre iguales.
Existe cierta aceptación y consentimiento por parte de los grupos y también en  algunas instituciones de educación superior , a que algunas de estas características se presenten, “haciéndose de la vista gorda” o participando de alguna manera, por ejemplo en las “perradas” o “novatadas” de la universidad, en cuyo caso ocurre una especie de “rito de iniciación”, similar al que se presenta dentro de las cárceles o en el ejército.
Extrapolado, el fenómeno del bullying puede ser visto como un acto terrorista, en el cual un individuo o pequeño grupo segregado, atemoriza y controla a toda una sociedad con afán de imponer sus reglas y desafiar a la autoridad. La Humanidad ha sido testigo de hechos tan violentos como la discriminación o el racismo, que a veces ocurre entre iguales, como es el caso del Kukux Clan, pero en otros como lo fue en la Alemania Nazi es lidereado por la misma autoridad, lo que desencadenó, en ese caso particular, el Holocausto, convirtiendo en víctimas a judíos, gitanos, comunistas y otros grupos que fueron siendo puestos en desventaja, hasta privarles de todos sus derechos y de sus vidas, intentando, además, atemorizar al resto de la sociedad, para impedir que el ataque se frenara. Aquel que se atreviera a manifestarse  en contra de los ataques, sería juzgado y sentenciado a muerte y su destino sería el mismo de aquellos a los que hubiera osado tratar de defender.
Si pensamos en un significado literal, la palabra bullying la podríamos traducir como “toreando”. La tauromaquia puede ser entendida, por el lado de los aficionados, como un arte, mientras que otros la ven como un acto salvaje e injusto hacia el animal. Sin embargo, vale destacar  que la analogía con el toreo tendrá que ver con algunas similitudes, pero también habrá diferencias significativas entre ambas actividades.
No es comparable la conducta de los niños con una corrida de toros,  y sin embargo  es cierto que a la  víctima, como al  toro se le pica,se le provoca.  Durante una corrida, el toro recibirá estímulos agresivos para que reaccione y entonces el torero muestre sus habilidades. La víctima, en el caso del bullying, va a ser tratada como el toro al que se le va a picar para que el victimario demuestre, ante toda la plaza-grupo de la escuela, sus grandes dotes. Recordemos que si el toro sale “bravo”, la corrida será mejor.
El torero no recibe méritos frente a un toro manso. Sin embargo, resulta más igualitaria la relación entre el toro y el torero que la del victimario con su víctima. Cuando el torero está en el ruedo, se está jugando la vida, y si bien alguien morirá, podrá ser el toro, pero también podría ser el torero. El agresor, en el caso del bullying, no se arriesga como lo hace el torero; a pesar de molestar a alguien de sus “iguales”, de sus “pares”, escoge al indefenso y lo chantajea, lo ultraja.
En un duelo de espadas, las posibilidades entre los contrincantes son más parejas que si de repente un delincuente nos amenaza con una pistola. En este último caso nos someteremos, pero no al delincuente, sino al arma que porta. Si pierde el arma, entonces él es quien queda en desventaja.
Para comprender lo que ocurre durante el fenómeno del bullying, es importante destacar que son tres quienes participan en él:
1.      El victimario
2.      La víctima
3.      El grupo
Simultáneamente, el entorno jugará un papel fundamental, es decir, la escuela por una parte y la familia por la otra.
En el caso de no existir alguno de los participantes, el fenómeno como tal no se presenta.  A veces ocurre  de forma manifiesta, y en otras se encontrará latente hasta que se den ciertas condiciones y será entonces cuando aparecerá. Los tres participantes tendrán características específicas que los diferencian entre sí, y al mismo tiempo compartirán otras, lo que hace del fenómeno una interrelación.
1. El victimario:
Generalmente, se trata de un líder negativo que pretende demostrar poder ante los demás, actúa, intimidando a su víctima. Es un delincuente en potencia.
Su personalidad puede caer, en la mayoría de los casos, en un perfil de tipo sociopático, paranoico, o una combinación de ambos.
El sociópata es aquel que busca satisfacer sus deseos agresivos  sin sentir culpa, sin tener empatía con el otro, sin “tentarse el corazón”. Conoce las reglas sociales e institucionales, y con astucia y habilidad encontrará la manera de esquivarlas.  Usualmente sufre de un abandono emocional por parte de la familia. A  nivel inconsciente busca límites, como una manera de compensar ese abandono y de obtener la atención de la que carece.
El paranoico es aquel que se siente perseguido continuamente elabora en su mente delirios de persecución. Ataca en defensa propia, asumiendo que se tiene que adelantar a las agresiones que “seguramente” provendrán del mundo externo. Ello lo convierte en acosador. Ante sí mismo, justifica su conducta. Ejemplo de ello son los casos en los que un sujeto, enfermo de celos, somete y acosa a su pareja  con interrogatorios interminables, insultos y golpes, incapaz de convencerse de la negativa de infidelidad que él afirma hizo la pareja. O aquellos tan sonados casos del “macho golpeador” que considera que golpear a su esposa le va a garantizar el sometimiento de ella  para que no lo ataque ni lo abandone.
El paranoico utilizará estrategias para mantener el control y atemorizar a los demás, colocándose así en una posición de poderoso. Entre sus lemas se cuentan el “divide y vencerás”, y también el de “o estás conmigo o estás en mi contra”.
El victimario ve en su víctima a un ser vulnerable, portador de un defecto que ya sea que el agresor también tiene, y lo quiere esconder, o que teme pudiera aparecer. Es algo así como “ver la paja en el ojo ajeno”. Al atacar al débil, pretende deshacerse de esas deficiencias propias que, o bien reconoce en sí mismo que las tiene y no las admite públicamente, o, a nivel inconsciente, sabe que las tiene, pero protege a su parte consciente para evitar  enterarse que sufre de algo similar. En otras ocasiones, un aspecto envidiado que posee la víctima,  en esencia relacionado con la sobreprotección, es atacado y devaluado por el victimario, y entonces, al convertir ese rasgo y a esa persona en alguien “despreciable”, negará su propia envidia y el  deseo de poseer aquello que consciente o inconscientemente tanto desea.
A menudo observamos fuertes carencias emocionales en los victimarios, que les hacen tener conductas extremas como un intento de obtener satisfacción. A toda costa, esperan una respuesta por parte de los demás. Pretenden aparecer como héroes. Se convierten en los portavoces de las angustias del grupo, y son ellos quienes las descargan sobre un individuo del mismo grupo.
En varias ocasiones se ha podido observar que los victimarios de bullying, han sido víctimas de acoso o abuso sexual, y de ahí que venga un deseo de desquite , que harán sobre alguien, que aunque aparentemente es igual a ellos, lo convertirán sometido como lo fueron ellos mismos por parte del abusador.
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En la siguiente entrega: La víctima, el grupo, la familia, la escuela y algunas propuestas de soluciones.
 
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