Colaboración de la Psic. Leticia García en el portal Terra
Hay personas que, al igual que “el grinch”, sufrieron algún evento traumático que relacionan directamente con estas fechas
Ciudad de México, México.- Se acerca la navidad y aunque para muchas personas es una época de celebraciones religiosas, reuniones, comidas ricas y regalos que aminoran mucho lo pesado del tráfico y las largas filas, para otras es un tormento temporal.
Estas personas no suelen esconder su rechazo por la época decembrina y se les suele llamar amargados o se les apoda “grinchs”, haciendo alusión a un cuento de Dr. Seuss, en donde un personaje de color verde se roba la navidad para que nadie pueda disfrutarla, pues sufrió mucho cuando era pequeño.
Hay personas que, al igual que “el grinch”, sufrieron algún evento traumático que relacionan directamente con estas fechas, ya sean abandonos o privaciones materiales cuando eran niños, lo que les hace reducir su capacidad de conmoverse y expresar su deseo y necesidad de ser amados. O tal vez sólo son personas que carecen de la capacidad de disfrutar en general de eventos que impliquen socializar.
Estas personas, en verdad, no la pasan bien en esta época. Puede ser a causa de situaciones dolorosas que ocurrieron en su vida y sienten, por ejemplo, nostalgia de momentos navideños agradables con personas que fallecieron en estas fechas, familiares que se encuentran lejos de casa, rupturas o rencillas familiares, enfermedades, traumas infantiles, el estar pasando por una mala racha económica, etc.
Todas estas situaciones son motivo de estrés y se incrementan con la presión social y mediática, misma que cada vez nos invade más mediante promocionales, espectaculares y anuncios de todos los aparadores, comerciales, restaurantes, etc.
En estos anuncios con imágenes y sonidos, aparecen plasmadas escenas irreales de personas viviendo una navidad de ensueño y la abundancia al alcance de todos. Quisiera detenerme y subrayar la palabra irreal. Las familias reales no lucen como si fueran de ensueño y, seguramente, son otro tipo de cosas lejos de la abundancia material las que la hacen una familia. Asimismo, además de la imposición social, existe una presión por celebrar y hacer lo que todo el mundo hace, aspecto que puede irritar mucho a algunos.
Sin hacerlos amargados, estos individuos simplemente no disfrutan con lo que los demás disfrutan, pero lo cierto es que viven en una sociedad que no les permite expresar su descontento frente a un tema tan masivamente aceptado y propiciado.
Si sientes un rechazo a estas fechas, es mejor que las vivas como mejor te plazca y celebra que terminas un año mas. Si no tienes con quién pasarla, cocina algo rico para ti, lee un libro, reflexiona acerca de los aspectos de tu vida que quisieras mejorar.
Si eres de las personas que no disfruta la navidad porque la sienten como una imposición o una vivencia hipócrita ¿Qué tal que este año en lugar de dar regalos damos diversión y “apapacho”?
Por ejemplo jugar algunos juegos con la familia o amigos, rentar un karaoke o cocinarles algo rico que te salga bien, sin que sea necesariamente un plato navideño o carísimo. Propicia el reconocimiento, muestras de afecto, espacios de conversación honesta y madura, en donde se puedan reconocer los logros del año, mejoras y los errores que pudieron haber lastimado a nuestros seres queridos.
Reconocer la propia soberbia, envidia, apatía, intolerancia o poca tolerancia a la frustración pudiera ser no sólo un gran regalo para nuestros seres queridos, sino también un regalo a nosotros mismos.
Uno de los motivos de que la navidad nos produzca un sentimiento de angustia (provocando ponernos maniacos, comprar y comer en demasía, beber en exceso …) está ligado a que a todos, por igual, esta época nos significa un “corte de caja”; es decir, un fin de ciclo en donde, invariablemente, nos preguntamos cómo nos fue y qué esperamos del año que viene; muchas veces presionándonos demasiado y poniéndonos metas, de nueva cuenta, inalcanzables.
Mucha gente se deprime y esto pudiera ser porque sus expectativas son muy altas y son muy exigentes con ellos mismos, tanto que pierden de vista su realidad, lo que han logrado o, incluso, los buenos recuerdos que, seguramente, han podido acumular gracias al propio esfuerzo.
Por otro lado, si bien es muy agradable tanto recibir regalos como hacerlos, muchas veces el dar y recibir, más que un gusto real, se convierte en una tradición y algo que se “tiene que” hacer. Recordemos que en esta temporada las compras “pánico” o compulsivas se incrementan, generándonos muchas presiones y estrés de cara al año que entra, a causa de las deudas adquiridas.
Si estamos en contra de las imposiciones sociales podemos disfrutar en secreto de esta época tan popular. Si nos quedamos añorando lo que no tenemos o bien sólo se trata de lo material, dejamos de lado muchísimas otras posibilidades, a nivel afectivo, que impliquen un buen cierre de año, que nos lleve a la reflexión y satisfacción por el año que dejamos atrás.