La Identidad Seudónima de Rey.

Autor: Lorena Fenton

Uno de mis libros favoritos titulado Monsieur Venus, desenvuelve la historia de una mujer de la nobleza. No cualquier mujer, esta peculiar personalidad pormenoriza un contenido psíquico perverso evidenciado con ademanes túrbidos y vidriosos. Obsequiándonos la oportunidad de explorar las áreas perversas de la sexualidad humana. Sumando a la riqueza del texto, la historia de la autora Rachilde; una mujer con una capacidad extraordinaria para llevar el acto de la sublimación a las palabras más nítidas y gráficas y la problemática de su entorno familiar así como las injusticias sociales de su época.

La protagonista de la novela, Raoule es una mujer joven de la nobleza. Sus padres mueren cuando ella es pequeña y a raíz de este suceso, es la tía quien se hace cargo de la niña. Al pasar los años, Raoule parece estar cansada de la sociedad que la rodea e insatisfecha con su vida. La protagonista, pormenorizada sin saberlo, con una estructura perversa; pareciera que es sacado de un texto directamente del significado de tal. [“Drenada, agotada de inversión libidinal; todo lo que exista fuera de ese interminable y reiterada creación fantasiosa del perverso, se experimenta como aburrido, inútil, e incomprensible” (Joyce McDougall, 1992.)]

Conoce a Jacques, un infortunado florista, de quien cae perdidamente encaprichada y fascinada desde el día que se percata de su existencia. Comienzan una especie de amorío perverso, ella se trasvierte como hombre y comienza a desplumar a Jacques de sus atributos masculinos, convirtiéndolo cada vez más femenino, hasta llegar al punto de tratarlo como su mujer. Lo viste con prendas femeninas, le atribuye el género femenino, lo sodomiza. Eventualmente su vínculo evoluciona a un matrimonio. Al marchar el tiempo, Jacques esta tan confundido de su propio género, que intenta seducir a un hombre. Raoule al sentir tal traición, lo envía a un duelo con espadas y este muere. Sin embargo, utiliza sus uñas, su pelo y sus dientes para hacer un muñeco de cera idéntico a este, conteniendo en su interior un mecanismo que hacia mover su boca para besarlo. Y es así como termina el libro. Lo perplejo del asunto, sin embargo, no es el travestismo, ni el muñeco de cera. Es la pasión con la cual Raoule y Jacques portan su relación. Es la falta de esas catectizaciones libidinales que supone una vida en pareja. Una unión sin sexo que los defina, una bisexualidad mutua en fantasía. Una relación repleta de perversión.

Janine Chasseguet-Smirgel plantea que hay un núcleo perverso latente en el interior de todos los humanos, capaz de ser activado bajo ciertas circunstancias. “La perversión como una dimensión de la psique en general, una tentación dentro nuestras mentes.” (Chasseguet-Smirgel, 1985.)

Quisiera ahora presentar la vida de la autora, en los próximos datos de su biografía podrán encontrar similitudes y conexiones entre los sucesos reales y aquellos redactados en la novela en cuestión. Lo sustancial que busco recalcar en estas comparaciones, es inicialmente las semejanzas entre Rachilde y Raoul. La afinidad entre protagonista y autor, se encuentra al equiparar historias, un parentesco difuminado y ligeramente dispar.

Da la impresión que Rachilde y Raoul son una misma persona, siamesas con una psique análoga. Como también, es una autora capaz de elaborar ese núcleo perverso dentro de sí y convertirlo en una historia paralelamente similar a la suya. Imaginando un mundo, donde esa parte de sí, incapaz de huir de las limitantes que dictaminan y sugestionan su mundo interno, puede relucir naturalmente sin persecución y sin las prohibiciones que fueron circunscritas en su infancia, y posteriormente recalcadas y solidificadas en su adultez.

Rachilde fue el seudónimo de Marguerite Eymery Vallette. [Seudónimo seleccionado personalmente, que significaba “hombre de letras”] Escritora francesa y distinguida autora de la época decadente. Una figura literaria considerada como una de las más complejas y polémicas de su tiempo. Hija única de un matrimonio “infeliz” y voraz lectora desde pequeña. A falta de supervisión pudo acceder a gran cantidad de libros de la biblioteca de su abuelo. Su padre deseaba tener un hijo y se lo hacía saber. Comenzando la adultez temprana su padre la comprometió con un hombre mayor que ella, se llamaba Jacques. Rachilde se muda a París a los 20, con su madre, para perseguir su carrera como escritora, en oposición a la ideología de su padre. Es en París donde comienza a vestirse como hombre, y donde tiene amoríos con mujeres. Aunque negaba ser homosexual, la sociedad la reconocía como una mujer bisexual. En apariencia era andrógina y no se identificaba con el movimiento feminista de aquel tiempo.

No puedo hablar con certeza en cuanto a la estructura psíquica de la autora, pero creo que hay ciertos elementos claves dentro de sus obras que me permitieron asomarme a una pequeña parcela de ventana. Donde encuentro que gran parte de su mundo interno, está ocupado e indudablemente arraigado a un tema de narcisismo. Freud menciona en su ensayo de Leonardo da Vinci en 1910, “la perversión no es simplemente una descarga sin reprimir de los impulsos, sino algo indisolublemente ligado al problema del narcisismo.” Para el pequeño Leonardo, habitaba en su pensar, una fantasía de una madre fálica y la ausencia de un padre. La creencia de una madre fálica comprueba cómo el niño perverso polimorfo busca erradicar las diferencias anatómicas. “En un nivel simbólico, la perversión se define como la escisión del Yo y la renegación de la castración.” (Freud, 1927.)

Para Rachilde nacer en los tiempos del “fin du siècle”, tuvo un fuerte impacto en su manera de percibir las líneas que delimitan el género. Aunado a la desigualdad y la desventaja que tenían las mujeres para votar, trabajar, expresarse y vestirse. Pareciera que su deseo de burlarse y tentar a la ley universal iba equidistantemente a provocarla y herirla de tal forma que buscara autonomía y diferenciación de ese control social que ejercía sobre ella y las mujeres de su tiempo.

Su libro ocasionó gran controversia porque destruye los típicos roles de género preestablecidos. Y además, Raoule puede decir y actuar de manera rebelde. Rompiendo abiertamente con el arnés emocional que ideológicamente existía.

Dentro de la semiología de la historia, se refleja la necesidad de la autora de difuminar las líneas del género, a tal grado de convertir a los protagonistas en dos seres andróginos. Raoule viste como hombre y acota el rol del varón, [socialmente hablando en los tiempos de “fin du siècle”] lo cuida, lo domina, lo mantiene, lo controla. Mientras que Jacques se traviste como mujer, y se comporta como una dama; se deja cortejar, se dedica a hacer arreglos florales, es vulnerable, moldeable, sensible, con facciones femeninas, atributos de belleza sutiles, es influenciable, etc. Equiparo tal suceso con “Como el innovador sexual, deseaba imponer sobre el otro su invento, esperando inspirar con su visión personal, impregnar con su ilusión de realidad.” (McDougall, 1992.)

Se puede presenciar en esta gama de ideas del texto, “el placer conectado con la transgresión sostenido por la fantasía”. (Chasseguet-Smirgel, 1984.)

Al comenzar el libro, expresa casi instantáneamente que los padres de Raoule han muerto. [Me parece un intento inconsciente de buscar protección de las imagos terribles y arcaicas de los propios padres de la autora]. McDougall habla de “imagos primitivas y destructivas creadas a partir de las fantasías anales de la madre que controla y devora su hija.” (McDougall, 1992.)

Se describe predominantemente la masculinidad de Raoule. [Retomo la teoría que esta masculinidad, expresada por la autora en su protagonista y en su vida real; es una forma de defensa hacia estas imagos amenazantes. Donde la pequeña erige una “barrera fálica” contra estos.] (McDougall, 1992.)

Existe en Raoule la necesidad de convertir a su “amado” en una mujer. Después de algunos capítulos, el texto se vuelve confuso. Puesto que no es fácil distinguir cual género es el que está siendo revertido. Si el tema es, una mujer amando a un hombre, o un hombre a una mujer, o el amor de una mujer por otra mujer, o el amor de un hombre hacia sí mismo. Comienza lo que McDougall menciona como un “jeux amoureux”. Debido a que su finalidad es el dominio de la castración y las ansiedades desintegrantes. (McDougall, 1992.)

El trueque de género entre los protagonistas distorsiona y se torna en un juego interminable de espejos. De hecho, en el libro nunca queda claro si consumen su matrimonio, creo que es una entrada a suponer que de esa manera no tenían que enfrentar la diferenciación sexual. En un pasaje del libro, en un momento cuando están en la cama y Raoule se desviste, Jacques grita. Y uno como lector, no sabe si asumir, si esto es por excitación sexual o un breve infarto al evidenciar que su amada carece de un pene.

“¡Raoule! Exclamó Jacques, su cara torcida, sus dientes apretados sobre su

                boca, brazos extendidos como si le hubiesen crucificado en un espasmo de

              placer; Raoule, ¿tú no eres un hombre? ¿tú no puedes ser hombre? Y un

                    llanto de ilusiones perdidas, por siempre muertas, relució desde sus

                                lumbares hasta su garganta.” (Rachilde, Monsieur Venus. Capítulo 3.)

Siendo que la disociación del Yo es el mecanismo básico para la desmentida, ambos sujetos intentan separar y esconder sus aspectos anatómicos. Queda entredicho en la novela que existe una admiración mutua entre estos dos. En la pareja perversa que forman, interviene la necesidad de convertir al otro, casi con plena certeza como un ser bisexual, libre de la castración simbólica. Y la necesidad de ser percibidos el uno a otro, como un ser grandioso, andrógino, siendo entonces que celebran la unión de dos sexos en uno solo. Una encarnación dual, coincide a su vez con la unión hijo/madre y la falta de separación de parte de un tercero que instaure la ley del padre. Se podría considerar, que la autora está expresando su fantasía de poseer aquello que dispensa al varón de poder. Se expresa estridentemente en el próximo párrafo del libro, en una situación cuando están bailando frente a muchas personas.

            “Con ojos soñadores, los observó bailar el vals. El babuino bailaba bien, y su

          cuerpo suple con ondulaciones femeninas parecía hecho para este elegante

                   movimiento. Él no se las ingenió para apoyar a su compañero, pero con ella

                        no era más que una forma única, una figura única, un ser único. Al verlos

                  cerca, volviéndose y fundiéndose en un abrazo donde la carne, la ropa a un

                  lado, se unía a la carne, uno podía imaginarse la divinidad sin límites del

                 amor en dos entidades, el individuo completo del que se habla en los

                        fabulosos cuentos de los brahmanes, dos sexos distintos en un solo

                          monstruo.” (Rachilde, 1992, p108.)

El ideal hermafrodita es mencionado por Joyce McDougall en su libro Alegato por una cierta anormalidad; en donde habla de la fantasía perenne en poseer “la magia blanca y negra de ambos sexos”. Piensa que esta fantasía viene de las raíces de la ilusión de fusionarse el niño con el pecho primordial de la madre.  

Al terminar el libro cierra con el próximo pasaje; “En el sofá en forma de concha custodiado por un mármol eros, se encuentra un maniquí de cera cubierto con una piel de caucho transparente. Su pelo rojo, sus pestañas rubias, el dorado sobre su pecho son naturales; los dientes que adornan su boca, las uñas de sus manos y pies han sido arrancadas de un cadáver. Sus ojos de esmalte tienen un aspecto adorable en ellos. Un resorte ubicado dentro de la parte inferior del cuerpo está conectado a la boca y lo hace moverse.” (Rachilde, Monsieur du Venus.)

            “El desviado sexual tiene poco deseo de escapar ese reino erótico donde él es rey.”

            Joyce McDougall, 1992.

Hasta después de la muerte de su “amado”, entrecomillo la palabra porque me parece relevante aludir al tema, puesto que en mi opinión, Raoule no amaba a Jacques. Él era para ella un invento, un intento a curarse y de lidiar con la ansiedad inmensa que le ocasionaba su modelo interno de la relación sexual. [Raoule sufría de ataques de ansiedad, previo a conocer a Jacques.] Y el descubrirlo, este descubrimiento erótico, se convierte en una parte esencial de su equilibrio psíquico. Y el dolor que siente por su traición, me parece básicamente una amenaza a su identidad narcisista. Continuando con que, inclusive después de la muerte de Jacques, ella crea a un muñeco de cera, resembrando a su “amado”. Y así como “en el reino de la perversión se crea un objeto narcisista externo para que ocupe el lugar de aquella imago paterna dañada, como un intento de reparar aquella carencia simbólica fundamental en su mundo interno.” (McDougall, 1992.) Raoule busca, al engendrar aquel muñeco, cristalizar eternamente esa identificación con el falo idealizado. Su propio objeto fetiche, producido como respuesta de “las hemorragias psíquicas de su imagen del self.” (McDougall, 1992.) Ya que el ideal del yo, se proyectaba hacia el exterior. Tomando a Jacques como su presa, y como una identificación con este.

El acto fetichista reprime el afecto el horror a la castración y desmiente la representación, en cuanto conserva y descarta la castración. (Freud, 1940.)

“Lacan 1956, sostiene que el fetichista ha pasado por la castración pero la desmiente. Reconoce la castración pero [presentificando] la imago del pene femenino, imagina que no existe. La [presentificación] es la otra cara de lo renegado. El fetiche, dice Lacan plásticamente, presenta (encarna) y vela al mismo tiempo el pene femenino.” (Etchegoyen.)

Previo a la muerte de Jacques, quien muere en un duelo de espadas, Raoule descubre la infidelidad de su amado; destrozada por la traición organiza el duelo entre Jacques y su tutor. Sabiendo que en el duelo, el moriría. Debido a la constante feminización de Jacques, el olvida y se vuelve incapaz de pelear. Se podría considerar que Raoule lo asesina de manera colateral. “El asesinato, es en esencia parte del universo de lo sacrilegio [profanación]; todo lo que se considera tabú, prohibido o sagrado se devora en el tracto intestinal, una enorme máquina que desintegra moléculas de masa, reduciendo todo a excremento.” (Chasseguet-Smirgel, 1984.) Como menciona Chasseguet-Smirgel en su libro perversión y creatividad, el perverso se posiciona en una fantasía demiúrgica, en una posición de Dios, y se convierte mediante la destrucción, en el creador de una nueva realidad. Cuando Rachilde menciona Eros, igualando a la muerte, reduce el universo a heces, eliminando así el universo de las diferencias. Y alcanzando finalmente, poniendo en escena, su fantasía de creadora, destructora. Obteniendo por fin, el control total de Jacques y de la mano su muerte. Pues es “la destrucción que representa la creación de una nueva dimensión.” (Chasseguet-Smirgel, 1984.)

La perversión se consideraba el negativo de la neurosis, una forma de huir de la locura y de renunciar a las raíces ideológicas. El punto de partida se encuentra en la organización genital infantil, frente a la primera impresión ante la falta del pene de la mujer. El niño como reacción desmiente [verleugnung] y cree haber visto un pene. Da la impresión que la perversión en mujeres, acota de maneras hermenéuticas un malestar social en la época actual. Así como se consideraba el gusano en la manzana como una ley universal que castraba al ser y lo neurotizaba. Quizá se han visto cambios, ya que el cambio es la única constante, en el desarrollo y comprensión del fenómeno socio-cultural. En donde la confrontación entre psique y género ocasiona confusiones frecuentes que igualan latentemente los conflictos intra e inter-personales. Ocasionando la colusión perversa como la defensa a esas limitaciones externas. Rachilde siendo un ejemplo de una mujer, nacida con un set de limitaciones adicionales a las de cualquier hombre. Decide tomar el mando de su dolor psíquico y convertirlo en una búsqueda implacable de compensación narcisista. Cambia las reglas del juego. En el contraste que existe en la periferia de un mundo psíquico en oposición de un mundo real, se observan comportamientos y expresiones que nos transportan indirectamente a sus raíces ínter-subjetivas. Donde podemos conectar los puntos del porque y del cómo. Y meticulosamente inminente nos encontramos con aspectos teóricos de la perversión que se imbrican con sus historias ficticias y con ciertas conductas en donde se entiende que Rachilde está buscando reivindicar a esa pequeña mujer que desde que conecto con el mundo se sintió injustamente condicionada. Frente al resto del mundo ella era una mujer rebelde, intransigente, bi-sexual, travesti. Pero en los rincones subrepticios de sus fantasías, estaba buscando pertenecer de la única manera que le permitía conservar cierto valor narcisista. Y esto era, vistiendo como un hombre, pues esto le otorgaba poder, le permitía sentirse a la par con el resto de los escritores decadentes. Haciendo lo que los hombres hacían [en ese entonces el escribir atribuía cierto estatus social]; teniendo relaciones con mujeres, reuniéndose meramente y específicamente con puros hombres para hablar de negocios, etc.

Hay un dilema en cuestión, ya que muchos autores separan los reinos inconscientes de aquellos sociales. Ya que es complejo unir fenómenos ínter-subjetivos, creo que hay uniones y puntos de enlace con cuestiones de etiología y el impacto social. Ejemplifico en este trabajo, dos mujeres, que de alguna manera expresan una coexistencia dual; siendo entonces que esos nexos perversos que existen en el interior dictan soluciones a aquello que daño el narcisismo. Sin embargo lo afecta de manera secundaria, creo que es un impacto al narcisismo secundario del hombre [mujer], que refuerza la necesidad de forjar creaciones perversas. McDougall, trabaja bajo la línea teórica que “las perversiones surgen a raíz de estrés edípico y que tal impasse es también una solución a los problemas de identidad y otredad. No debe ser solamente a la luz de la ansiedad de castración, ni para salvaguardar la sexualidad pre-genital.” A mi manera de comprender este fenómeno, en este caso, considerando que la autora no era perversa, sino que sus creaciones tenían tantos tintes caleidoscópicos de perversión. Que al escribir, proyectaba libremente toda esa energía y tensión psíquica que la drenaba al vivir como una mujer en el siglo XIX. Escribir le permitía lidiar con peligros contra su narcisismo más profundos. Tales como las imagos paternas y maternas, el rol simbólico del padre, sus identificaciones primarias y todas esas desviaciones a la organización “normal” del Edipo.

A veces teóricamente es insuperable atar el mundo interno con el mundo de lo social [lo externo]. Pero me parece que en cuestiones de la perversión femenina hay una constante. La mujer perversa busca, además de lo anteriormente mencionado, a nivel superficial igualar su sexo al significado de poder. Y no necesariamente mediante el acto sexual perverso.

Es de alguna manera, el quedar como un fetiche inerte. Esa fantasía que existe detrás de Rachilde, distanciar su género, su identificación con el sexo debilitado y convertirlo en un conmovedor intento de mantener su frágil identidad y estabilizar su economía psíquica, creando en su nueva realidad el equivalente al poder. La autora escribió tantos libros, y son tan parecidos entre sí, que lo considero como un manifesto de los ecos de aquello que internalizó de la cultura y un intento de decir “No” a lo que se esperaba que fuera. Considerando las leyes universales, sociales, culturales, paternales, como un eslabón más en el encadenamiento de nuestras acciones anímicas. Sé que existe un escepticismo en relacionar defensas inconscientes con normas exteriores, sin embargo aunque sea una polémica teórica, me cuestiono si no serán esas intromisiones de las leyes culturales factores precipitantes de aquello que llamamos “perversión”.

 

Bibliografía:

  • Lukacher, Maryline. (1994). Maternal Fictions. Durham and London: Duke University Press.
  • Finn, Michael R. (July 1, 2009). Hysteria, Hypnotism, the Spirits, and Pornography. University of Delaware Press : Ryerson University.
  • Chasseguet-Smirgel, Janine. (1985). Creativity and perversion. London: Free Association Books.
  • Lokis-Adkins, Julie. (2013). Deadly Desires. New York: Karmic Books Ltd.
  • Freud, Sigmund. Obras completas de Sigmund Freud. Volumen VII – Tres ensayos de teoría sexual, y otras obras (1901-1905)
  • McDougall, Joyce. (1992). Plea for a Measure of Abnormality. New York: Brunner/Mazel Publishers.