Colaboración de Eugenia Narro Álvarez para la revista Diario con tu bebé.
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A la edad de un año, los niños comienzan a caminar y a lograr cierta separación de su madre. También empiezan a diferenciar a su mamá de sí mismos y a interactuar con el mundo que los rodea.
El juego comienza y se centra en su propio cuerpo y en lo que va descubriendo, a esta edad son capaces de manipular objetos y de provocar reacciones en las demás personas. Pero aún no son capaces de ver al otro en su totalidad.
El juego solitario es indispensable para su desarrollo y lo normal es que quieran los objetos sólo para ellos; así, es común que no quieran compartir, pues ven a los objetos como parte de sí mismos y su aparato mental está enfocado en descubrir, todavía no está listo para interactuar socialmente como en ocasiones los adultos esperan.
YO Y LOS OTROS
Poco a poco, con la socialización y a través de la imitación, irán aprendiendo a compartir. Llegando a la edad escolar integrará a su mundo el juego, a ver que éste se comparte con los demás y empezará a contemplar al otro como individuo para poder interactuar de diferente manera.
El obligar a los niños a prestar sus juguetes no es recomendable. Hay que aprender a respetar sus decisiones y dejar que ellos decidan si quieren o no compartir lo que les pertenece, ya que se trata de un comportamiento social que será aprendido a través de la imitación y el ejemplo de los propios padres. Asimismo, es importante ponerles límites cuando otro niño no quiera compartirles su juguete y explicarles que no es de él y tienen que respetar.
Recuerda que las conductas y respuestas de los padres o tutores ante las necesidades de los niños son fundamentales para su desarrollo emocional.