Tres escenas de conducta Antisocial y Sociopatía en México.

Autora: Ana María Nito

 

Últimamente, me encuentro pensando o discutiendo acerca de lo que pasa en nuestro país, donde el quebranto de las reglas como sociedad sucede en todos los niveles sin importar condición socioeconómica o nivel de educación. Vemos día a día actos de transgresión que van desde robos de millones y corrupción, pasando por homicidios, desapariciones, abuso sexual, feminicidios, asaltos, construcciones que no cumplen los requerimientos para que después un edificio nuevo o una escuela se hagan pedazos con un temblor, hasta el acto más sencillo de pasarse un alto.

Es por lo anterior que consideré relevante el reforzar la comprensión de la tendencia antisocial, como la llamó Winnicott (1956) en su momento y buscar aterrizar algunas perspectivas psicoanalíticas completadas con aproximaciones que aborden el contexto social que puedan dar luz al entendimiento de casos concretos que suceden en nuestro país. Cabe mencionar que hablo de perspectivas, plural, porque resulta complicado el llegar a una sola explicación detrás de todo comportamiento sociopático mexicano como si hubiese una especie de condición exclusiva de nuestro carácter como sociedad cuando el espectro es tan grande como lo reflejan los diferentes ejemplos de trasgresiones que mencioné anteriormente. Por esta razón acotaré el presente trabajo a tres escenarios donde se despliega la tendencia antisocial o la psicopatía bajo la lectura de tres ponentes del psicoanálisis.

Empezaré con la aproximación propuesta por Winnicott en la recopilación de su obra “Deprivación y Delincuencia” donde el autor aclara a manera de introducción al tema que la tendencia antisocial “No es un diagnóstico, ni admite comparación directa con otros términos de diagnóstico tales como neurosis y psicosis. Se la puede encontrar en un individuo normal o una persona neurótica o psicótica” (Winnicott, 1956, 2016, p 146) y puede aparecer a cualquier edad.

La migración y las fuerzas básicas del crimen organizado.

Winnicot (1959) retomando autores como Bolwby, refuerza la relación entre la tendencia antisocial y la deprivación, manifestando que el niño deprivado es aquel al que se le “depriva de ciertas características esenciales de la vida hogareña”. (Winnicot,1959, 2016, p 146). El autor sostiene que esta deprivación es de carácter emocional y en los casos más típicos se da generalmente entre el año y los dos años de vida. Para este psicoanalista la deprivación consiste más a detalle en que “el niño ha perdido algo bueno que, hasta una fecha determinada, ejerció un efecto positivo sobre su experiencia y que le ha sido quitado; el despojo ha sido persistido por un lapso tan prolongado, que el niño ya no puede mantener vivo el recuerdo de la experiencia vivida” (Winnicot, 1956, 2016, p 148). Cuando se lee el titular “Rumbo al primer trimestre más violento de la historia de México” (El Universal, 2019) y partiendo de la premisa del factor crítico de la deprivación surge mi primera pregunta sobre qué fenómenos socioculturales han sucedido o pudieran estar sucediendo en el devenir del México moderno en los que podamos identificar un caldo de cultivo propicio para la deprivación emocional? Ya otros autores como Samuel Ramos y Octavio Paz han puesto la historia de México, y el factor conquista por ejemplo, como la base de un inconsciente colectivo, que explica el comportamiento del mexicano; sin embargo ¿Qué hipótesis podemos poner sobre la mesa para este despunte de violencia en el México actual?

Gutiérrez, Díaz y Reyes (2014) en su artículo “El concepto de familia en México: una revisión desde la mirada antropológica y demográfica” hacen un recuento de las transformaciones que ha tenido la familia en nuestro país en el último siglo como respuesta a las transformaciones sociales. La primera que retoman los autores, sucede a partir de la Revolución de 1910 y la crisis de 1929 donde la situación económica nacional generó el escenario migratorio el cual sigue vigente. Lo anterior se sumó a la ola de industrialización ocurrida entre 1910 y 1930 misma que favoreció el empleo masculino. La familia de provincia, sostienen los autores, sufrió cambios en su estructura “como el establecimiento de los roles familiares debido a la ausencia del padre”. Al leer estas líneas vino a mi mente el caso de una niña de aproximadamente 2 o 3 años que atendí como parte de mis prácticas profesionales al inicio de mi carrera. En ella observaba un juego patológico que denotaba carencias importantes; sin embargo, la madre refería estar dedicada a ella de tiempo completo. En entrevista pude identificar que, su esposo había emigrado a EUA durante el primer año de vida de la hija y se apreciaba en la madre síntomas de depresión. En este caso la ausencia del padre había detonado un proceso en la madre, que a su vez reflejaba una ausencia emocional hacia su hija ¿Podrá haber sido esto un ejemplo de deprivación que estableciera bases para una tendencia?

De acuerdo con datos del Censo de Población y Vivienda del 2010 del INEGI, los cinco estados con mayor emigración a EUA eran Guanajuato, Michoacán, Jalisco, Estado de México, y Puebla; siendo Guanajuato el de mayor emigración (ADNPolítico, 2013). Para principios del 2018 estos cinco estados formaban parte de la lista de los diez más violentos de México, encabezados por Guanajuato con 1004 homicidios en el primer trimestre de ese año (Newsweek México, 2018). Si bien, todos estamos sensibles al papel del narco en la violencia ¿Qué papel habrán jugado las deprivaciones por las ausencias emocionales para facilitar la incorporación de niños y jóvenes a las filas del narcotráfico y bandas delictivas?

Dos aspectos relevantes que manifiesta Winnicot sobre la tendencia antisocial son: Primero que ésta se caracteriza por “contener un elemento que compele al ambiente” con esto, el autor refiere que mediante impulsos inconscientes forza a otros a que se ocupen de su manejo. El niño busca primero en el entorno inmediato, es decir la familia, y después en la sociedad. Un segundo punto que está entrelazado es que la tendencia antisocial, en palabras de Winnicot, “implica una esperanza”, manifestando que el niño deprivado tiene como característica básica la falta de ella y que el acto antisocial es la expresión de un periodo esperanzado. Lo anterior me hace reflexionar sobre qué pasa con estos niños y jóvenes de las localidades donde los actos antisociales iniciales, que son un grito silencioso por contención, se topan con entornos con estado de gobierno fallido, donde lejos de tener la respuesta anhelada inconsciente de apelar a que el otro lo contenga, se encuentra con escenarios sin consecuencias donde su grito no tiene eco y por el contrario, delinquir es la norma.

Los Porkys y Greenacre, una historia de psicopatía

En su texto “La conciencia en el psicópata” Greenacre describe a estas personalidades como aquellos “pacientes que manifiestan reiteradas evidencias de conducta antisocial, sin síntomas que corresponden a los clásicos cuadros clínicos neuróticos”. Ahonda en que su comportamiento se caracteriza por “impulsividad y marcada irresponsabilidad, estados emocionales intensos pero lábiles y relaciones amorosas románticas y superficiales” “Parecen vivir en el momento con gran intensidad, actuando sin plan y aparentemente sin preocuparse por las consecuencias” (Greenacre, 1960 p.173). De acuerdo a la autora, el psicópata se comporta como si las consecuencias de sus acciones fueran a afectar a otra persona y no a él, como si fuera a ser “eximido o salvado milagrosamente” (Greenacre, 1960 p.173). Con base en los hallazgos de su práctica privada la autora identificó una configuración familiar recurrente en sus casos:

El padre o el abuelo han sido hombres prominentes o respetados en su comunidad, personas con autoridad pública. El padre generalmente es “severo, respetado y a menudo obsesivo, que en relación a sus hijos es remoto, preocupado o inspira temor”. (Greenacre, 1960 p.176). Describe también una madre indulgente que frecuentemente desprecia la importancia de su esposo. De acuerdo con la autora hay un contraste relevante “entre la bella fachada que se presenta al mundo y el conflicto y la miseria que hay detrás de ella” (Greenacre, 1960 p.176). Identifica que los dos padres son narcisistas y dependen en gran medida de la aprobación o admiración. Existe una relación pobre entre padres e hijo donde el orgullo o en su caso la vergüenza desempeñan un papel muy importante y sustituyen o falsifican el amor.

De acuerdo a la autora, la madre tiene por lo general un apego narcisista más profundo con el hijo, a quien concibe como todavía una parte de ella. Lo anterior hace que el proceso de separación e individuación se demore y en consecuencia puede darse un fortalecimiento de la fase introyectivo- proyectiva y con ello una intensificación de las figuras punitivas externalizadas. Greenacre sostiene que mientras mayor sea el tiempo que el niño sea tratado como parte del progenitor, mayor será la agresión contra él y más exageradas las figuras paternas inspiradoras de temor. Las conductas típicas del padre de severidad tienen a confirmar las figuras internalizadas. Otro factor relevante es que se trata a los niños como si no deberían equivocarse, y las fallas son “negadas, ocultadas o explicadas” por lo que se les priva de una adecuada verificación de la realidad, es por ello que “lo que parece ser se valora más que lo que es”. (Greenacre, 1960, p.177).

Apoyándonos en lo propuesto por Greenacre considero que podemos hacer una lectura de la historia de este grupo llamada los Porkys, conformado por cuatro jóvenes de Veracruz, quienes en 2015 participaron o fueron cómplices del abuso sexual de una adolescente de 17 años. De acuerdo con notas periodísticas, formaban parte de familias de empresarios y políticos del estado. (Excelsior, 2017). Cabe resaltar que años anteriores se habían visto involucrados en otros incidentes menores en antros sin consecuencias legales, y uno de ellos en 2013 había sido acusado de la muerte de un corredor por atropellamiento; Sin embargo, no se presentaron cargos, la familia del fallecido comentó más adelante que al insistir por la atención del caso por las autoridades recibió amenazas de muerte. (El Universal, 2016).

La historia se detona cuando el padre de la víctima hace públicos los hechos en redes sociales y hace tres peticiones a los acusados:

  • Grabar una disculpa para su hija (debía ser en video, debido a que la menor expresó temor a encontrarse con ellos cara a cara).
  • Mantenerse alejados de la menor
  • Que los implicados en la agresión sexual tomaran terapia.

Al parecer el padre de la víctima estaba respondiendo a la demanda de contención reflejada en el acto antisocial mencionada anteriormente. Sin embargo, hay algo más en juego y esto es la posibilidad de reparación; para Winnicott la preocupación por el otro surge cuando “el bebé adquiere la capacidad de preocuparse, de asumir la responsabilidad por sus impulsos instintivos” (1962, p126) haciendo referencia a sus fantasías de sadismo oral dirigidas hacia la madre. De acuerdo a Winnicott, esto se da cuando confía que tendrá la oportunidad de contribuir con algo, darle algo a la madre. “La presencia confiable de la madre-ambiente es lo que le da la confianza de dar y reparar” (Winnicot,1962, p 126).

Para estos jóvenes el padre de la víctima les ofrece la oportunidad de reparar e intentan tomarla accediendo a grabar los videos donde piden disculpas. Sin embargo, más adelante, los padres les quitan la posibilidad de reparación a partir de una serie de acciones: Como respuesta a los videos, uno de los padres, exalcalde de un municipio de Veracruz compartió imágenes en redes sociales de la chica subiéndose “voluntariamente” al vehículo donde se dio parte del abuso, los padres de los jóvenes les permiten la fuga a otros estados o países e incluso uno de ellos se mantuvo escondido en casa. En abril de 2016 la madre de uno de los acusados, quién no realizó una acción directa pero no detuvo el abuso, pública una carta donde expresa lo siguiente:

“¿Por qué no esperaron? ¿Qué hay detrás de todo este linchamiento mediático, en contra de mi hijo? Hoy la autoridad competente determinó que mi hijo no tuvo participación en los hechos de aquel enero de 2015 –Si es que verdaderamente existieron – sin embargo para todos ustedes, es y no dejará de ser, culpable” (El Universal, 2016).

Un mes después, de la carta, se publica la nota “Los padres de los Porkys dicen que el caso de violación fue fabricado”. Todo lo anterior nos recuerda varias de las ideas propuestas por Greenacre (1960) acerca de esta configuración particular de la familia del psicópata, donde encontramos la indulgencia de los padres, la certeza de los hijos de que serán “eximidos milagrosamente” y otro tendrá las consecuencias, el valor que se le da a la admiración o la vergüenza pública y la importancia de lo que se ve por encima de lo que se es, manifestada en la carta de la madre y finalmente, el escenario donde las fallas de los hijos son ocultadas, negadas o explicadas por la identificación narcisista de los padres hacia ellos. Es así como estos padres fracasan en dar la oportunidad a sus hijos de reparar y erosionan su capacidad de preocupación por el otro.

Si recordamos, la postura de que el acto antisocial surge en un periodo esperanzador, y apela primero a la familia y luego al entorno, podemos caer en la cuenta de que éste también falla en su función de contener. Al igual que en la primera historia de jóvenes en ciudades sin estado de derecho, los porkys se topan con un entorno que asemeja la configuración de la familia del psicópata, donde “lo que parece ser se valora más que lo que es”. Y finalmente se da el jaquemate a la oportunidad de reparar, un juez otorga un amparo a uno de los acusados argumentando que las acciones en contra de la joven no fueron lascivas y que un roce no puede ser considerado violación, al explicar que los dedos en la vagina de la víctima no fueron una penetración si no existió la intensión lasciva y si no expresó el objetivo de copular.

Feminicidios y la envidia del monstruo de Ecatepec.

Durante el primer cuatrimestre de 2019, se registraron 311 feminicidios a lo largo del país (Expansión Política, 2019). Diana Russel una de las principales ponentes del tema, junto con Jane Caputi, definió el término femicidio en 1990 como el “asesinato de mujeres realizado por hombres motivado por odio, desprecio, placer o un sentimiento de propiedad de las mujeres” (Russell & Harmes, 2006, p 77). Dos años más tarde Russell lo abreviaría definiéndolo como “el asesinato misógino de mujeres por hombres” (Russell & Harmes, 2006, p 77) y más adelante ampliaría su alcance sobre la línea de asesinatos sexistas que incluyen motivos adicionales al odio como “sentido de tener derecho a ello o superioridad sobre las mujeres, por el placer o deseos sádicos hacia ellas, o por la suposición de propiedad sobre las mujeres”. (Russell & Harmes, 2006, p 77).

Sin ser psicoanalista, parece que la última referencia de Russell, trae a la mesa elementos que podemos vincular con los postulados de Melanie Klein sobre la envidia. Para la autora, el primer objeto envidiado es el pecho nutricio, el bebé siente que éste posee todo lo que él desea y que contiene tanto leche como amor ilimitados que son retenidos por el objeto para su propia satisfacción, e incluso señala que cuando estos sentimientos de envidia son excesivos los rasgos paranoides y esquizoides son anormalmente fuertes y el niño puede ser considerado enfermo (Klein, 1957).

Para Klein la defensa contra la envidia frecuentemente toma la forma de desvalorización del objeto sosteniendo que “arruinar y desvalorizar se hallan en la esencia de la envidia” (Klein, 1957, pp 222), debido a que el objeto desvalorizado ya no requiere ser envidiado. De esta forma, los ataques sádicos contra el pecho que son derivados de los impulsos destructivos son reforzados por la envidia. Es en este punto donde podemos hacer un puente con Russell donde sostiene que la superioridad juega un papel importante en los crímenes sexistas.

Asimismo podemos entrelazar el motor de suposición de propiedad sobre las mujeres a otra de las defensas contra la envidia propuestas por Klein, relacionada con la voracidad: “Internalizando el pecho de forma muy voraz de modo que en la mente del niño quede por entero como su posesión y sujeto al control, éste siente que será suyo todo lo bueno que atribuye al pecho” Klein, 1957 p. 223). En su ensayo Sobre la Criminalidad, Klein sostiene que “en los casos en que, como resultado de un fuerte sadismo y una angustia abrumadora, el círculo vicioso entre el odio, la angustia y las tendencias destructivas no puede romperse” (Klein, 1933, 265 ). La autora señala que si el miedo al superyó sobrepasa ciertos límites “El individuo puede sentirse compelido a destruir gente, y esta compulsión puede formar la base del desarrollo de un tipo de conducta criminal o de una psicosis”. (Klein, 1933, p265). El caso de “Monstruo de Ecatepec”, nos da la oportunidad de ejemplificar algunos de los elementos anteriores. Este asesino mexicano confesó haber matado y destazado a más de 20 mujeres incluyendo en su declaración “Mil veces que coman los perritos y las ratas a que ellas sigan caminando por ahí…No creo salir de ésta, pero si salgo, de una vez les digo patrones, voy a seguir matando mujeres” “Yo estoy bien, estoy bien, lo que hago está bien patrón porque estoy limpiando el mundo nada más de porquería” (El Universal, 2018), En su declaración también relata que el inicio de los asesinatos se da después de que su pareja lo abandona “Yo dije, si no fui feliz en este momento, nadie lo va a ser (…) y mientras yo siga aquí en la Tierra, voy a hacer todo el daño que yo pueda”. (El Universal, 2018). En estas declaraciones podríamos suponer la reedición de la envidia por la ruptura en donde el objeto le niega los contenidos que lo satisfacen y la respuesta de devaluación del objeto, así como los ataques sádicos que se actúan para destruirlo y terminar con la envidia.

Hasta ahora he abordado el femicidio; Sin embargo, el salto al término feminicidio lo acuña la antropóloga Marcela Largarde y lo define como “el acto de matar a una mujer solo por el hecho de su pertenencia al sexo femenino, confiriéndole también un significado político con el propósito de denunciar la falta de respuesta del Estado en estos casos y el incumplimiento de sus obligaciones de garantía” (gob.mx, 2016). Es aquí donde nuevamente la patología individual encuentra terreno fértil para potencializarse en nuestro país. De acuerdo con Largarde “Los crímenes contra niñas y mujeres se cometen en sociedades o en círculos sociales cuyas características patriarcales y la violación de los derechos humanos se concentran y agudizan de manera crítica […) Son el producto de una organización social basada en la dominación de hombres sobre mujeres, caracterizada por formas agudas de opresión de las mujeres con sus constantes mecanismos de desvalorización, exclusión, discriminación y explotación a las que son sometidas las mujeres por el sólo hecho de serlo”. (Largarde, 2005).

Desafortunadamente, no puedo acotar los casos de conducta antisocial o sociopatía en México a estos tres escenarios, porque las transgresiones parecen ser parte de nuestra vida cotidiana, ni tampoco puedo sostener que este intento de elaboración es completo porque estos fenómenos sin duda son multicausales; sin embargo si puede ser una invitación a la reflexión sobre cómo interactúan algunos de los factores. Al visitar estos tres casos encuentro un hilo conductor en donde una dinámica individual, que pudiera ser observada tanto en México como en otros países, ya que los autores que estudian el tema provienen de diferentes rincones del planeta, se enfatiza por nuestro contexto como país. Si retomamos la idea de Winnicott sobre el acto antisocial como una petición de la persona a ser contenida por el ambiente como su último recurso, el entorno cobra un lugar primordial, lamentablemente este elemento en nuestro país, fracasa ante la solicitud de auxilio y en lugar de fungir como contenedor actúa ayudando a perpetuar el acto antisocial.

 

 

Bibliografía

Disponible en: http://m.adnpolitico.com/gobierno/2013/04/02/algunos-estados-llevan-mano-en-acuerdo-migratorio-temporal

  • Newsweek México (2018, mayo) Los estados más violentos.

Disponible en: https://newsweekespanol.com/2018/05/los-estados-mas-violentos-2/

  • Excelsior (2017, marzo) Cronología: El caso de Los ‘Porkys’, presuntos violadores.

Disponible en: https://www.excelsior.com.mx/nacional/2017/03/29/1140391

  • El País (2016, mayo). Los padres de los Porkys dicen que el caso de violación fue fabricado.

Disponible en: https://elpais.com/internacional/2016/05/04/mexico/1462383983_662288.html

  • El universal (2016, abril). Dahpne responde a carta de mamá de uno de los porkys

Disponible en: https://www.eluniversal.com.mx/articulo/estados/2016/04/16/daphne-responde-carta-de-mama-de-uno-de-los-porkys

  • El Universal (2016, mayo) ¿Quiénes son “Los Porkys” y de qué se les acusa?

Disponible en: https://www.eluniversal.com.mx/articulo/estados/2016/05/12/quienes-son-los-porkys-y-de-que-se-les-acusa

  • Expansión política (2019, mayo) Pese a las alertas de género, los feminicidios en México van en aumento.

Disponible en: https://politica.expansion.mx/mexico/2019/05/22/pese-a-las-alertas-de-genero-los-feminicidios-en-mexico-van-en-aumento

  • Klein, M. (1957). Envidia y Gratitud. En Melanie K. Las obras completas 3 (pp. 189-240). México, Paidos.
  • El Universal (2018, octubre) La confesión del asesino serial de Ecatepec.

Disponible en: https://www.eluniversal.com.mx/columna/hector-de-mauleon/nacion/la-confesion-del-asesino-serial-de-ecatepec

  • mx (2016, octubre). ¿Cuál es el origen del concepto de feminicidio y por qué hay que distinguirlo de homicidio?

Disponible en: https://www.gob.mx/mujeressinviolencia/articulos/cual-es-el-origen-del-concepto-de-feminicidio-y-por-que-hay-que-distinguirlo-de-homicidio

  • Lagarde, M. (2004). ¿A qué llamamos feminicidio”

Disponible en: https://xenero.webs.uvigo.es/profesorado/marcela_lagarde/feminicidio.pdf

  • Russell, D (2006). Definición de feminicidio y conceptos relacionados Russell. En D & Harmes, R. Feminicidio: una perspectiva global (pp. 73-96). México, UNAM.
  • Winnicot, D. (1956). La Tendencia Antisocial. En Winnicot C, Shepherd R, y Davis, M. . Deprivación y Delincuencia (pp. 144 y 145). México, Ediciones Culturales Paidós.
  • Winnicot, D. (1963). El desarrollo de la capacidad de preocuparse por el otro. En Winnicot C, Shepherd R, y Davis, M. . Deprivación y Delincuencia (pp. 144 y 145). México, Ediciones Culturales Paidós.