El Trastorno de la Personalidad Límite, Fronterizo o Borderline, se refiere al patrón de comportamiento y experiencia interna, permanente e inflexible que manifiesta una persona adulta en sus relaciones interpersonales, el afecto y su autoimagen, y que va en contra de las expectativas de su cultura y también del sujeto mismo.
 
Autor: Alicia Briceño Mendoza

Podemos decir, que el Borderline, vive la vida y a sí mismo, como un gran continente que se divide en regiones, es decir, que tiene dificultades en integrar en un todo sus experiencias, que vive en la frontera entre dos o más patologías, con cambios de humar muy contrastante, pasando de la calma al enojo o la agresión, sin que medie una razón que lo amerite.

Estas conductas, pensamientos y sentimientos, tienen diversas manifestaciones específicas, siendo la más notable, el temor permanente a ser abandonados, sea este abandono real o imaginario. Por ello, hacen esfuerzos enormes para evitarlo aunque la valoración de lo que la otra persona va a hacer, no sea muy realista. Sus reacciones son desproporcionadas, por ejemplo, que el otro llegue tarde, que le cobren mal la cuenta, que no sea exactamente lo que él pidió, le produce una frustración y enojo desmedido y reacciones fuera de proporción.

Sus relaciones interpersonales son inestables ya que, el paciente borderline, se encuentra inmerso en un estado permanente de ansiedad crónica, un estado paradójico de “inestabilidad estable”, es decir, permanentemente, está cambiando, como si fuera un televisor, de cuyo control remoto, no es poseedor. Sabemos que posee un sentimiento de ansiedad que se manifiesta día y noche y las condiciones más  banales entonces, pueden generarle angustia. Presenta una gran dificultad para pensar con claridad, siente que “no puede pensar”, que no sabe pensar y tiene dificultad para asociar algunos pensamientos, sobre todo si son abstractos. Como resultado, presenta una forma de pensamiento concreto. Para ellos, por ejemplo, si una persona los ayuda o los protege, se confunden y entonces, el otro se convierte, no sólo en algo así “como si fuera su madre”, sino que para ellos, es en concreto “la madre”. Por eso no acepta ni entiende que la ayuda sea parcial y condicionada, por ejemplo a un pago o a un esfuerzo de parte de ellos, espera de la otra persona, una ayuda total e incondicional.

Tiende a la idealización o a la devaluación, es decir, se mueve hacia los polos en el juicio de una persona. El otro, es el héroe o el salvador cuando  los acompañan y cumplen sus deseos o necesidades, pero si no es así, se convierten en los villanos y son automáticamente excluidos de su esquema.

Además de la ansiedad crónica, hay un estado de angustia que lo invade con frecuencia y cualquier pequeño cambio, lo vive como una amenaza ya que permanentemente se siente frágil. Por la noche es igual, generalmente, tiene pesadillas que lo aterrorizan y que no consigue poner en palabras y que vive en una confusión con los recuerdos de su niñez. “Imagínate lo que es despertarte con terror, pasar así todo el día, acostarte con miedo de soñar, y luego: igual. Y así, un día tras otro”

Tiene también, miedo a hundirse en la depresión, en el caos, como parte de la fragilidad de su YO.

En momentos de excesivo estrés, pueden sufrir alucinaciones y un sentimiento de despersonalización, de perder sus fronteras físicas.

Se sienten malos pues son conscientes de las explosiones de carácter que pueden llegar a tener, ya que no se mantiene estable su afecto y sus reacciones son exageradas, con demostraciones de gran irritabilidad, ansiedad, enojo y tristeza.

Hay una alteración en su autoimagen, por ejemplo, consideran que si cambiaron de peinado o forma de vestir, cambian totalmente y la gente no los va a reconocer

Presentan actos impulsivos también contra ellos mismos, que van desde el abuso a sustancias, problemas con la alimentación de tipo bulimia o anorexia, conducir peligrosamente, exponerse a situaciones peligrosas, gastar desproporcionadamente,  realizar sexo no seguro.

Podemos encontrarnos que también se automutilen o que presenten intentos suicidas recurrentes. Esto sucede porque son conscientes de lo que ocasionan en los demás, sólo que no pueden evitarlo y buscan formas de expiación. Por lo general, son situaciones así, las que los hacen buscar ayuda.

Tiene un sentimiento crónico de vacío, como si dentro de él no hubiera nada, por ello no tolera estar con él mismo ni estar aburrido. Espera en el fondo, que su pareja o con quien esté, le proporcione el bienestar que necesita, incluyendo la diversión. En ocasiones, el sentimiento es de ser invisibles a los demás, que no existe. Su desempeño escolar o laboral es deficiente.

Cuando nos habla de lo que la otra persona no tiene, por ejemplo, que él la considera aburrida o que no tiene conversación, en realidad nos está hablando de él mismo.

Constantemente se mete en peleas por cualquier motivo, que alguien lo rebase en la fila, que traiga un coche más bonito, que se cruce frente a él. Su ira es inapropiada e intensa, con un mal genio frecuente, agresivos, despóticos y devaluadores. Todo ello, refuerza la percepción de sí mismos de que son malos, aunada a una sensación de que en realidad, son los demás quienes quieren hacerles daño.

Utilizan de manera frecuente el sarcasmo extremo, teñida de una amargura persistente con explosiones verbales e ira desenfrenada.

Cuando están por lograr algo, los invade un sentimiento de ser pequeños e incapaces, que los lleva a fracasar.

Los motivos que pueden desencadenar su ira son varios: no ser atendido de inmediato, perder en un juego entre amigos, que no le sirvan la comida como él quería que lo hicieran, (aunque nunca lo haya pedido), que el hijo o la hija no contesten de inmediato o cualquier otra situación que desde fuera, sería completamente banal. Pueden, en un ataque de ira, golpear a los hijos, a los vecinos, los dependientes o quien esté cerca, incluyendo a veces, a los padres ya ancianos.

No hay manera de tenerlos contentos. Aparentemente, responden positivamente a la pareja cuando esta cumple o casi adivina, lo que él desea, pero la devalúan con mucha facilidad si falla o simplemente no cumple con las expectativas del sujeto. Pueden de entrada parecer empáticos con las necesidades del otro, pero es una respuesta dada a partir de lo que esperan obtener a cambio. Sus relaciones son utilitaristas, se sirve de los demás mientras cumplen el propósito de no dejarlo solo o mientras tiene el tiempo y la oportunidad de buscar una compañía diferente. La soledad le resulta sumamente angustiante.

Todas estas reacciones desproporcionadas que los llevan a sentirse malos, hacen que se coloquen en situaciones de peligro físicas que en ocasiones resultan desastrosas, incluyendo a sus familiares, quienes pagan también las consecuencias. Estas mismas acciones, los llevan a cambiar constantemente de trabajo, de pareja, a tener varios matrimonios, a no concluir sus estudios, a sufrir accidentes.

¿Qué los llevó a esta situación?

Este tipo de personas, sufrieron maltrato físico y/o sexual en la infancia, con diferentes formas de negligencia en su cuidado, abandono de los padres, abusos o tal vez muchos cambios, de tal manera, que no lograron proporcionarle a la niña o al niño, un ambiente protector, estable y predecible.

Es importante señalar, que a todo este dolor que sufre quien padece el Trastorno de Personalidad Borderline y para quienes son víctimas de las consecuencias de las conductas del fronterizo, hay formas de solución, es posible aprender a tolerar la frustración, a controlar la ira; se puede aprender a pensar antes de actuar.

Es posible ofrecer a los pacientes y a las familias de éstos, espacios donde aprendan a contener todas estas manifestaciones, que hacen sentir a quien lo padece como un monstruo, aprendiendo a colocar al monstruo fuera de él.