TICS

Autor: Sharon Arakindji

Los tics son movimientos o sonidos involuntarios -en general breves, rápidos y bruscos-, que tienden a ser repetitivos, arrítmicos, estereotipados, sin propósito y que ocurren fuera de la actividad normal. Se experimenta como irresistible, pero puede suprimirse durante periodos de tiempo variables.

Se dividen en motores (simples: involucran un solo grupo muscular (guiñar el ojo realizar muescas faciales, sacudidas de cabeza, movimientos de hombros, generalmente son movimientos que asientan en la cabeza o en el cuello), complejos: implican la participación coordinada de varios grupos musculares, fónicos y sensoriales como girar, saltar, oler repetitivamente un objeto, cuando el tic significa imitar el gesto de la persona se llama ecopraxia y realizar gestos obscenos copropraxia.

Fónicos (simples: se producen con la nariz, labios, boca y garganta en forma de aspiraciones nadsales, chasquidos de labios, carraspera, etc, que no siempre son identificados como tales. Los tics fónicos complejos incluyen emisión de sílabas, palabras o frases. La coprolalia es la emisión de palabras o frases con contenido sexual u obsceno.

Es frecuente que las personas que padecen tics relaten que sienten tensión en alguna parte del cuerpo y tener el tic les ayuda a relajarse. Esta tensión aumenta con la ansiedad, excitación, estrés, miedo y fatiga y así mismo la presencia de los tics disminuyen con concentración moderada (armar rompecabezas, pintar) con actividades placentaras y a la hora de dormir

 

-clasificación de los trastornos de los tics:

tics transitorios: se denominan a aquellos  que se resuelven espontaneamente en un plazo menor al año, se encuentran en un 5% de los niños en edad escolar, aunque para algunos autores sería incluso mayor llegando al 20%.

Tics crónicos: constituyen el elemento principal del sindrome de tourette: incluyen  presencia de tics motores y fónicos, comienzo en la infancia, fluctuaciones en tipo y severidad y duración de al menos un año.

Tics secundarios se presentan en un individuo que padece otros movimientos involuntarios u otra anomalías neurológicas (enfermedad de Wilson, trauma, intoxicación, infarto cerebral, infecciones del SNC, etc)

 

Síndrome de Taurette:

Es un trastorno neuropsiquiatrico de incidencia familiar, caracterizado por la presencia de tics motories y fónicos de inicio en la infancia. Descrito en 1885 como una enfermedad rara y discapacitante por sir giles de la tourete hoy se sabe que es mucho mas frecuente y menos severo en la mayoria de los individos que los pensando originalmente. Se define como un trastorno neuropsiquiátrico debido a las implicancias tanto de tics como de comportamiento. Dentro de las manifestaciones del comportamiento hay dos que son las mas frecuentes y que incluso pueden anteceder a la aparición de los tics: el trastorno por deficit de atención (ADHD) y los trastornos obsesivo compulsivo.

Aunque muchos años se pensó que el origen era psicosomático los estudios en la actualidad arrojan la prevalencia de un origen hereditario; sin embargo no ha bastado la base genética para explicar todo el síndrome de taurette, así que se ha propuesto un modelo donde coexistan los factores genéticos, neurobiológicos, ambientales y psicológicos en la producción de los diferentes tipos.

El ADHD ocurre en el 60 o 70% de la pobla- Ferenczi, S., (1921a) Reflexiones Psicoanalíticas sobre los Tics. Obras Completas. Psicoanalisis III. Tr. Fco. J. Aguirre Ed. Espasa Calpe. Madrid, 1981, pp. 101-132.ción de Torurette

La edad media de inicio tanto de los tics transitorios simples como los del síndrome de Taurette es de la etapa de la latencia entre los 6 y los 7 años.

 

*****Es de vital importancia hacer el diagnóstico diferencial con las estereotipas; la relación con los movimientos voluntarios es esencial para su distinción. Los tics raramente ocurren cuando se está ejecutando una acción voluntaria, por lo cual las personas con tics no van a ver interferidas las actividades de su vida cotidiana, es por ello que raramente llega a consulta una persona que quiera dejar de tener determinado tic. Este aspecto del los tics es facilmente demostrable en consula cuando se le pide al paciente que tiene un tic en la mano que realice la prueba indice-nariz, el tic estará abolido durante la actividad de la misma o los tics fónicos o de parpadeo se aboliran cuando se le pide al paciente que lea de manera fluida. Así comprobamos que la voluntad o la distracción pueden detener los tics temporalmente.

No es raro que la verguenza o el sentimiento de culpabilidad acompañen al tic, sentimiento que puede verse reforzado por la actitud del entorno.

“Es frecuente la conjunción de tics y de rasgos obsesivos, al principio el tic puede ser una simple conducta motriz reactiva a una situación de ansiedad pasajera (con ocasión de una enferemdad, separación etc.) Expresa, sin embargo la facilidad con que algunos niños traspasan al ámbito motriz los afectos, conflictos y tensiones psíquicas. Su asociación con la inestabiliadad es, por demás, frecuente. Ante esta facilidad se concibe que el tic pueda convertirse en una vía privilegiada de descarga tensional.” (Ajuriaguerra, Marcelli)

Es frecuente la conjunción de tics con los rasgos obsesivos, en donde el tic adquiere una significación directamente agresiva, mediante una tosca simbolización o autopunitiva, volcando la agresión contra si mismo. En otros casos, el tic alcanza un significado más directo de conversión histérica. Se observa sobre todo en niños mayores o adolescentes.

Sea cual sea el significado psicodinámico para el propio niño, la respuesta del medio y sobre todo de los padres ante las primeras manifestaciones de los tics, puede determinar su evolución, siendo estas asociadas a las imágenes paternas libidinales o agresivas. “El tic sirve a la vez para reforzar el conflicto y para descargar la tensión pulsional permitiendo evacuar el retorno a lo reprimido” (Ajuriaguerra, Marcelli).

Tal como lo mostraron Ferenzi y Mahler el autoerotismo está estrechamente ligado a los tics, Ferenzi afirma que los tics son síntomas narcisistas, susceptibles de producir una fijación de la libido sobre ciertos órganos ante ciertas amenazas como: un peligro de muerte o traumatismo, una lesión de una parte del cuerpo fuertemente bloqueada con anterioridad por la libido, es decir, de una zona erógena y un narcisismo constitucional de tal clase que la más mínima lesión de una parte del cuerpo afecte a todo el yo.

“La hipersensibilidad de las personas afectadas por tics, su incapacidad de soportar una excitación sin reacción defensiva, podría constituir el motivo de sus manifestaciones motrices, o sea, de las estereotipias y de los propios tics; mientras que la hiperestesia, que puede ser localizada o generalizada, no sería más que la expresión del narcisismo, de la vinculación profunda de la libido al propio sujeto, al propio cuerpo o a una de sus partes, por ejemplo, la «estasis de la libido orgánica». En este sentido, la opinión de Freud sobre la naturaleza «orgánica» de los tics se hallaba justificada, incluso si hubiera que dejar pendiente de momento la cuestión de si la libido estaba unida al propio órgano o a su representante psíquico.” (Ferenzi)

Trosseauu define los tics como “este grito, este golpe de voz, este gruñido, verdaderas coreas laríngeas o diafragmáticas, pueden constituir todo el tic. Se trata de una singular tendencia a repetir siempre la misma palabra, la misma exclamación, y el propio individuo profiere en voz alta palabras que desearía callar.»

“El punto de partida de un tic puede ser una observación hipocondríaca de sí mismo. «Cierto día sentí un crujido en la nuca», refiere un paciente de Meige y Feindel. «Deduje de inmediato que me había roto algo; para comprobarlo volví a realizar el movimiento tres veces sin que el crujido se reprodujera, realicé mil variaciones y lo repetí de forma cada vez más fuerte; por último, volví a sentir el crujido, lo cual me proporcionó un verdadero placer…. placer que pronto se redujo ante el temor de haber provocado una lesión. Actualmente no puedo resistir el deseo de reproducir este crujido y no consigo vencer un sentimiento de inquietud cuando he logrado mi objetivo» El carácter unas veces voluptuoso y otras ansiógeno de estas sensaciones nos permite considerarlas sin ninguna duda como una manifestación patológica de la sexualidad del paciente, fundamentalmente de su narcisismo hipocondríaco” Ferenzi

Hay razones para suponer que la función secundaria, si no principal, de toda una serie de tics y de estereotipias es la de permitir al sujeto sentir u observar de momento determinadas partes de su cuerpo: de este modo, ocurre en los ejemplos mencionados: alisarse la ropa, sacar y ordenar los vestidos, alargar el cuello, adelantar el pecho (en las mujeres), lamerse o morderse los labios, y en cierto modo deformar el rostro mediante las muecas, hurgarse los dientes, etc. Podría tratarse de casos en los que el tic proviene del narcisismo constitucional y donde simples e inevitables excitaciones bastan para provocar el síntoma motriz.

La histeria es una neurosis de transferencia en la que la relación libidinosa con el objeto (la persona) ha sido rechazada y retorna de alguna manera en el síntoma de conversión bajo la forma de simbolización autoerótica del cuerpo propio. En el tic, por el contrario, no parece existir una relación de objeto disimulada tras el síntoma, y en consecuencia es el recuerdo del traumatismo orgánico propiamente tal el que en este caso tiene un efecto patógeno.

El sujeto afectado por un tic tiene una reacción desproporcionada porque está sobrecargado de excitaciones impulsivas internas; y no es imposible que éste sea más o menos el caso de los «temperamentos» aludidos. Sea de ello lo que fuere, hay que situar a los tics dentro del conjunto de casos en los que la motilidad y la afectividad, dominadas normalmente por el Pcs, están sometidas en gran parte a fuerzas impulsivas no intencionales, en cierto modo inconscientes y, según nuestra hipótesis, «órgano-eróticas»; lo cual, como se sabe, sólo se presenta de modo habitual en la psicosis. Es una razón más que hace verosímil el fundamento común (narcisista) para los tics y para la mayoría de las psicosis.

La enfermedad de los tics se produce de modo más frecuente en los niños durante el período de latencia sexual, época en la que tienen cierta tendencia a presentar otras perturbaciones psicomotrices (por ejemplo, la corea). La enfermedad puede tener diversos síntomas: aparte de las remisiones, el estado estacionario o la degeneración progresiva en el síndrome de Gilles de la Tourette. A juzgar por un caso del que pude hacer la investigación analítica, la hiperexcitabilidad motriz puede ser compensada más tarde por una inhibición excesiva. Es el caso de algunos neuróticos cuya apariencia y gestos están acompasados, como teñidos de prudencia y ponderación.

Meige y Feindel se deciden finalmente por la definición siguiente del tic: “No es suficiente con que el gesto sea intempestivo en el instante de su ejecución: debe ocurrir que en ese instante no se halle unido a la idea que, en el pasado, le dio origen. Si, además, este acto se destaca por su demasiado frecuente repetición, su constante inoportunidad, la imperiosidad de su ejecución, la dificultad de su represión y la satisfacción que conlleva, se trata de un tic”. En un único lugar afirman: “Nos encontramos sobre el peligroso terreno del inconsciente”, y se guardan muy bien de penetrar en este campo tan difícil.

A menudo es preciso un análisis de varias semanas antes de conseguirlo. De este modo los tics han servido durante mucho tiempo como tapadera para los estados neuróticos más heterogéneos.

La mayoría de los tics tienen como sede la cabeza y las diferentes portes del rostro, que son los lugares privilegiados de la figuración simbólica de los procesos genitales. La necesidad que tienen los pacientes de tics, de masticar y disimular sus gesticulaciones recuerda vivamente la manera en que los niños se esfuerzan en ocultar sus succiones y placeres derivados de chupar, que ya fue descrita en 1879 por el pediatra Lindner de Budapest. No es del todo imposible que el “eremitismo”, la tendencia a vivir sin emociones en el aislamiento, provenga del onanismo.

Remitimos sobre esto a las observaciones de Gowers y de Bernhard, quienes muestran que los tics resultan más acentuados generalmente en los inicios de la pubertad, en el embarazo y en el parto, o sea, en los períodos de fuerte excitación de la región genital. Por último, si consideramos la copro1alia, esa oleada de obscenidades erótico-anales que padecen numerosos pacientes de tics, así como la tendencia a la enuresis (nocturna o diurna) subrayada por von Oppenheim, parece que debemos conceder gran importancia respecto a la formación de tics al “desplazamiento de abajo arriba” que, aunque esté particularmente marcado en los neuróticos, no debe despreciarse en el desarrollo sexual normal.

Podría atribuirse este desplazamiento a la hipótesis, que ha dominado hasta ahora nuestras reflexiones, según la cual el tic se debe a un aumento del narcisismo. De este modo, en el “tic neuropático” la parte del cuerpo (o su representante psíquico) que ha sufrido una lesión o una excitación se halla intensamente dominada por la libido y el interés. La enorme cantidad de energía requerida para tal efecto se toma de la gran reserva de libido situada en la sexualidad genital, lo que necesariamente va acompañado de perturbaciones más o menos graves de la potencia o de sensaciones genitales normales. En este desplazamiento no sólo se desvía de abajo hacia arriba un determinado quantum de energía, sino también la cualidad de esta energía (su modo de inervación), de donde se deriva la “genitalización” de las partes afectadas por el tic (hiperestesia, tendencia al frotamiento rítmico y. en muchos casos, verdadero orgasmo). En el tic del “narcisista constitucional», la primacía de la zona genital no parece por lo general firmemente establecida, de manera que las excitaciones ordinarias o las inevitables perturbaciones bastan para provocar tal desplazamiento. El onanismo sería entonces una actividad sexual todavía semi-narcisista, a partir de la cual el paso a la satisfacción normal con otro objeto sería tan posible como el retorno al autoerotismo.

Comparemos, por último, las expresiones motrices de los actos compulsivos y el tic. Freud nos ha enseñado que tales actos son medidas psíquicas de defensa que tienen por objeto impedir el retorno de determinados pensamientos penosos; son los “sustitutos por desplazamiento” somáticos de los pensamientos obsesivos. Los actos compulsivos se distinguen generalmente de los tics y de las estereotipias por su mayor complejidad; son ciertamente actos que tratan de modificar el mundo exterior (lo más a menudo en sentido ambivalente) y en los cuales el narcisismo sólo juega un papel secundario e incluso nulo.

El diagnóstico diferencial de estos síntomas motores sólo resulta posible, a menudo, tras un largo psicoanálisis.

En cuanto al tratamiento terapéutico, la mayoría de los medicamentos psicotropos no resultan o son muy poco eficaces. En el plano familiar, es necesario que la ansiedad frente a dicho síntoma y las distintas reacciones que suscita puedan ser comprendidas, reconocidas, apaciguadas. En cuanto a los niños, el enfoque terapéutico depende de los trastornos psicopatológicos asociados y del papel que los tics sigan jugando, podemos proponer:

 

– Terapia psicomotriz o relajación cuando el tic tien un significado menor, cuando funciona de manera reactiva ante alguna torpoeza.

– Psicoterapia psicoanalítica: si el síntoma se da en el seno de una organización neurótico o psicótica, que le confiere significación inconsciente.

– Ayuda psiquiátrica principalmente si los tics tienen un orígen genético-orgánico.

 

CONCLUSIONES

A pesar de que los tics tienen una prevalencia en la sociedad, actualmente no se les ha prestado mayor interés, no hay muchos psicoanalistas que hayan abordado el tema extensamente. Mucho se sabe de los orígenes genéticos y neurológicos, pero poco sobre el funcionamiento psíquico en el plano inconsciente de estos.

Creo que en cuanto al tratamiento se deben de considerar los tics como cualquier síntoma en tanto desmenusarlo en su génesis, en sus implicancias psíquicas como medio de descarga de una pulsión sexual o agresiva reprimida y en el ambiente social en el cual se rodea el individuo.

 

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