“Terror y miedo: el engendro de la maternidad en el mundo cinematográfico”

Autor: Gloria Fernández

 

 

El cine de terror es un género cinematográfico en el que, constantemente, podemos ver a la figura masculina interpretando el papel del perseguidor, mientras que la mujer, representada como una víctima indefensa, tiene que correr por su vida. En el cine clásico, los grandes monstruos solían ser en su mayoría figuras masculinas: Drácula, Frankenstein, el hombre lobo y muchos otros personajes con facultades sobrenaturales y con el principal propósito de inspirar un temor tan amenazante que provocara pesadillas. A las mujeres, se les podía ver como derivados de estos personajes y como una creación secundaria, ejemplo de esto son: La novia de Frankenstein o la hija de Drácula.

¿Pero qué sucede cuando la mujer es representada como el personaje que debe ser temido? Una de las mayores representaciones terroríficas de la mujer en el mundo cinematográfico es “El exorcista” escrita por William Peter Blatty (1973) quien después de haber escuchado la historia sobre un joven que había sido poseído por el demonio, adaptó su historia utilizando a un personaje femenino. En esta novela, es una niña de once años quien es poseída por el demonio. La edad de este personaje coincide con la pubertad y el inicio de diversos cambios físicos que posteriormente derivarán en el alcance de la capacidad reproductiva, es decir, de la maternidad.

En el presente trabajo, me propongo plantear un cuestionamiento acerca de lo amenazante que puede ser vista la capacidad de la mujer para crear vida, existiendo cierta tendencia, en las historias y películas, de transformar a la madre y su capacidad de procrear, en algo temible o destructivo. Películas como “Alien” (Ridley Scott, 1979) o “La semilla del Diablo” (Roman Polánski, 1968) lo retratan desde una perspectiva en la que más que convertir a la mujer en el perseguidor temido, se transforma a la maternidad como fuente de algo terrorífico. En este sentido, el cuerpo es usado como vehículo portador de una semilla maligna que ha sido implantada por medios sobrenaturales, siendo objeto pasivo de un otro activo que lo ha fecundado.

La maternidad es vista por muchos como algo intrínseco de ser mujer. La madre es una figura cargada de valorización y representaciones, pero en un sentido estrictamente biológico, implica la procreación de otro ser humano a través de la reproducción sexual. Aun así, lo más representativo de la maternidad, parece encontrarse en la capacidad de ser madre, no en un sentido biológico, sino cumpliendo funciones con el pequeño ser que está bajo su cuidado.

Maquieira cita a Winnicott sobre la importancia de las funciones maternas:

“Holding o sostén significa tanto brazos que sostienen firmemente, como también el modo en que un niño es sostenido con la mirada, con ideales… Posteriormente, la estructura psíquica de ese infante consistirá en la interiorización de ese holding, la metaforización de los cuidados maternos, que serán la base necesaria para que el sujeto vaya desplegando su devenir en la cultura”. (Maquieira, 2007, p. 9)

Es tan entendible por qué la madre está cargada de fuertes representaciones, siendo la principal figura a la que se hace alusión como originaria de amor, cuidados y protección. En diferentes escenarios culturales, se repite su cualidad como figura merecedora de gran respeto y veneración, y así como en nuestro país existe una fecha en la que se celebra a la madre, en otros países podemos ver una similitud en este ritual.

La madre es descrita por Freud (1931) como primer objeto de amor, tanto en la niña como en el niño, cito:

“[…] en el caso del varoncito. La madre fue su primer objeto de amor; luego, con el refuerzo de sus aspiraciones enamoradas, lo sigue siendo, y a raíz de la intelección más profunda del vínculo entre la madre y el padre, este último no puede menos que devenir un rival. El caso es diverso para la niña pequeña. También la madre fue, por cierto, su primer objeto” (Freud, 1931, p. 227).

Ahora bien, no cabe duda de que sobre la maternidad puede recaer tanta idealización, así como también se expone a los ataques de una fuerte desvalorización.

 

De acuerdo con Freud (1912), en su escrito “Sobre la más generalizada degradación de la vida amorosa” existe una división del objeto de amor al que se le atribuye ternura, y por otro lado, un objeto al que se le atribuye el goce sensual. Explica que para evitar transgredir la barrera del incesto, se desviará la libido a otros objetos con los que se pueda llevar a cabo una vida sexual, así como establecer un enlace de la ternura con la sensualidad. Cuando este proceso fracasa, se puede ver que, en la impotencia psíquica, cierto monto de la corriente sensual se oculta tras la corriente tierna evitándola. Sólo se buscarán objetos que no recuerden a las personas incestuosas prohibidas, manteniendo lejos la sensualidad de los objetos amados. De ser así, la vida amorosa estará escindida utilizando como medio de protección la degradación psíquica del objeto sexual y la sobrestimación del objeto incestuoso.

 

Esta escisión amorosa puede verse claramente en la figura femenina. Por un lado representada como una mujer virginal, y por el otro, devaluando a la mujer que ejerce su sexualidad. Ejemplo de esto en nuestro país, es el “Guadalupanismo”, donde hay una proyección de la figura materna en un símbolo religioso en el que se concibe la representación de una madre idealizada, virginal y pura. Es así como se separa la maternidad de lo sensual, la contradicción existe en que la mujer para ser madre, debe ejercer su sexualidad.

Continuando con la teoría freudiana, Dolto se refiere al complejo de Edipo como el desencadenante de la angustia de castración en el niño surgida a partir del descubrimiento de la diferencia fálica según los sexos, el poder mágico atribuido a los adultos, y una inferioridad real ante los mismos. La niña, por su parte, al descubrir esta diferencia anatómica, se siente desfavorecida y surge la “envidia del pene” en la que atribuye a la madre su mutilación sexual y queda en una vehemente espera de que le crezca, es así que la envidia del pene se vuelve la trama principal de sus fantasías fálicas masturbatorias. (Dolto, 1991)

Por su parte, las autoras Bosch, Ferrer y Gilli describen un concepto desarrollado por Karen Horney, quien consideraba la envidia del pene como algo que pretendía contradecir y quitar valor a la maternidad, posiblemente, debido a un temor y envidia masculinas. Es así como Horney desarrolló el concepto de envidia a la maternidad, describiéndolo como “el foco esencial de la actitud de temor del hombre hacia las mujeres, que a su vez disfrazará y proyectará a éstas aduciendo esta envidia al famoso miembro masculino.” (Bosch, Ferrer, Gilli, 1999, p. 54)

Horney planteaba la envidia del pene como un suceso secundario en lugar de primario, surgido no por la fantasía de estar castrada, sino por una condición de “feminidad herida.” Sugiere que en condiciones normales, la niña pasaba felizmente a su padre en el contexto de la idea del pene como fuente de placer, motivada por una capacidad de placer clitoriana y vaginal. La envidia del pene sólo se mantenía por una grave desilusión en la niña, como podía serlo un rechazo por parte del padre. La niña, atrapada en la fantasía de que está siendo castrada, se identifica con su padre y no con la madre, regresando a la fase preedípica como autodefensa y volviendo a una posición masculina en relación con su madre. En cuanto a los hombres, señalaba que experimentan una profunda envidia del útero y que la pérdida de la identificación con la madre es algo de lo cual muchos no llegan a recuperarse por completo. Comenta que la envidia masculina y su deseo hacia las mujeres son tan fuertes que pueden reflejarse en numerosos mitos, leyendas, poemas y cuentos populares. (Minsky, 1998)

Un breve análisis sobre la maternidad en el cine de terror

Siguiendo la línea propuesta por Horney, me gustaría tomar como ejemplo una de las películas que parece más ad hoc al tema, incluyendo un breve resumen de la misma.

El mundo cinematográfico, es uno de los medios de entretenimiento más prolíficos hoy en día. En lo personal, me parece que, dentro de sus mayores atractivos, se encuentra la capacidad que brinda para crear historias en las que con frecuencia, se pueden proyectar desde fantasías y deseos, hasta las mayores ansiedades. Esto le ocurre tanto al espectador, como a cualquier otro involucrado en el proceso de creación de una cinta. Gran parte de las películas de terror son adaptaciones de libros creadas para la pantalla grande, sería interesante pensar cuales son las motivaciones que llevan a realizar estas adaptaciones.

Tomaré como ejemplo la película de Roman Polánski (1968) “Rosemary’s baby” que en español lleva por nombre “La semilla del Diablo”:

En esta película podemos ver la historia de Rosemary, una joven mujer, quien junto con su esposo, se encuentra en búsqueda de un nuevo hogar con la esperanza de iniciar una familia. Es así, como termina viviendo en un viejo edificio habitado en su mayoría por inquilinos pertenecientes a un culto satánico. Ignorando esto, Rosemary se instala con gran ilusión y comienza a relacionarse con sus nuevos vecinos. Eventualmente es drogada con ayuda de su esposo, un actor de poco renombre a quien prometen fama si se hace partícipe. Sin darse cuenta, Rosemary se vuelve parte de un ritual satánico en el que es preñada por el diablo, pero termina convencida de que todo había sido una pesadilla y de que en realidad tuvo relaciones íntimas con su esposo. La joven mujer recibe con ilusión la noticia de su embarazo para, finalmente, pasar por varios altibajos y terminar dándose cuenta de la verdad. Rosemary intenta huir desesperadamente, pero falla al ser descubierta volviéndose víctima de un oscuro destino. Finalmente, Rosemary da a luz mientras pierde el sentido y, al despertar, le informan que el bebé murió. Pronto descubre la mentira al escuchar un llanto y cuando llega al lugar de donde proviene, destapa la cuna encontrándose con una imagen tan atemorizante que sólo podemos imaginar debido a su gesto horrorizado. Al preguntar desesperadamente qué le hicieron a los ojos de su bebé, le responden que “tiene los ojos de su padre”. Dicha escena concede al espectador la posibilidad de evocar la imagen más terrorífica que se le pueda ocurrir y de evitar la angustia de tener que toparse con ella frente a sus ojos.

Esta película, realizada hace varias décadas, está basada en un libro homónimo de Ira Levin. Llama la atención cuantas películas existen con la temática de una mujer que engendra al hijo del demonio. Por mencionar algunas: “El heredero del diablo” (Bettinnelli, Gillet, 2014), “El fin de los días” (Hyams, 1999), “La profecía” (Moore, 2006),” entre otras. Un dato curioso es que, a excepción de “El heredero del diablo”, cada una de las películas mencionadas, fueron historias originales escritas, producidas, dirigidas y adaptadas por hombres. Es por ello que al repasar su contenido, tenemos la oportunidad de ver a la mujer a través de la mirada y el discurso masculino, en el que las fantasías de estos escritores son plasmadas con gran libertad.

“La semilla del diablo” (Polanski, 1968) es una de esas historias en la que podemos ver a una mujer tan ingenua y pasiva, que fácilmente recibe los ataques por parte de sus perpetradores. Es así como Rosemary –con el cuerpo de una mujer joven capaz de crear vida- se convierte en depositaria de toda la agresión y envidia de los miembros de la secta. Tanto de mujeres de edad avanzada que ya no pueden procrear ellas mismas, como de hombres que nunca han podido hacerlo. Se objetiviza su cuerpo como vehículo necesario para la creación y cumplimiento del deseo de los otros.

En lo planteado por Karen Horney, podemos vincularlo a su concepto de envidia a la maternidad, y desde Freud, podemos verlo desde algo edípico en el que existe un temor a que nazca un rival malvado. Sin embargo, creo que pueden existir muchas maneras de explicarlo dependiendo el caso.

 

Algunas ideas a considerar:

  • Marie Langer propone que la fragmentación de las características femeninas son una manera de retirarle cierto poder a la mujer, ya que a partir de la infancia, el niño no logra soportar la dependencia total y absoluta de la madre. Le quita parte de su esencia, tanto en lo referido a la sexualidad como la maternidad, por el temor a ser devorado o engolfado por ella. (Langer, 1980).

 

  • El deformar la maternidad puede ser un medio para castigar a la madre por ejercer su sexualidad con el padre, sufriendo de una desviación perversa de la feminidad y de un rebajamiento.

 

  • La mujer puede ser vista como perseguidora, pues siendo la madre quien otorga la vida se le concede el mismo derecho de quitarla, por ello es temida y despierta un deseo de destruirla antes de que ella sea quien destruya.

 

  • La bruja podría ser aquel personaje clásico de terror, principalmente asociado a la mujer, la cual con sus largos dedos, largas uñas, nariz picuda y una escoba entre sus piernas representan a la madre fálica.

 

 

  • En la creación de la novia de Frankenstein o la hija de Drácula (creadas a partir del hombre, como Eva fue creada a partir de Adán) podemos ver emulada la capacidad creadora de vida de la mujer.

 

  • Las películas permiten expresar gran contenido, en este caso, una agresión a través de fantasías construidas en lo imaginario sin tener que dañar al objeto en forma directa.

 

  • En cuanto a la mujer, vista como algo enigmático, Freud refiere que: “Casi podría decirse que la mujer es en un todo tabú y no lo es sólo en las situaciones particulares que derivan de su vida sexual -la menstruación, el embarazo, el parto, el puerperio-, sino que aun fuera de ellas el trato con la mujer está sometido a limitaciones.” (Freud, 1918, p.194) Esta misma condición enigmática puede ser causante de rechazo.

 

Conclusiones

Siendo que lo conocido o desconocido acerca del sexo opuesto está limitado por no poder experimentarse de primera mano, ni una mujer sabrá lo que es ser hombre, ni un hombre sabrá lo que es ser mujer. En ese sentido, también pueden existir grandes frustraciones que lleven a la devaluación del otro porque posee aquello que no se puede tener, sin embargo, esta diferencia también es parte de lo que nos da identidad.         

Bleichmar (2014) lo retrata de la siguiente manera: “Algo interesante en el planteo freudiano respecto a la constitución sexual anatómica es la noción de que la identidad no puede construirse sino sobre la base de la alteridad. Es decir, no hay posibilidad de que un ser humano devenga hombre o mujer si no es por diferencia.” (Bleichmar, 2014, p.16)

Además de esto, expone que: “tenemos que trabajar más a fondo la cuestión masculino-femenino sin quedar capturados por las cuestiones de género, pero teniendo en cuenta cómo […] ponen en debate los modos en que concebimos la problemática de la diferencia” (Bleichmar, 2014, p.17)

Respecto a los planteamientos teóricos antes mencionados, los propongo como ideas para pensar acerca de las posibles motivaciones que llevan a representar la maternidad desde un aspecto deformado y temido, pero no como una explicación absoluta o inamovible de por qué sucede. También habrá de ser tomado en cuenta que, la idea de que algo malo sale de la mujer, se puede expresar de muchas maneras de acuerdo a la patología o historia de cada individuo.

 

Bibliografía

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  • W. (productor) y Donelly, T. (director). (1973). “El exorcista” [cinta cinematográfica]. E.U: Warner Bros. Hoya Productions.
  • Bleichmar, S (2014). “Las teorías sexuales en psicoanálisis: Qué permanece de ellas en la práctica actual).” Buenos Aires: Paidós.
  • Bosch, E., Ferrer, V.,   Gilli, M. (1999). “Historia de la misoginia.” Barcelona: Anthropos Editorial. 1ª ed.
  • Carrol, G., Giler, D., Hill, W. (productores) y Scott, R. (director). (1979). “Alien” [cinta cinematográfica]. U: 20th Century Fox. Brandywine Productions
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  • Davis, J. (productor) y Bettinelli-Olpin, M., Gillet, T. (directores). (2014). “El heredero del Diablo” [cinta cinematográfica]. E.U: 20th Century Fox.
  • Dolto, F. (1991). “Psicoanálisis y pediatría.” Buenos Aires: Siglo XXI editores. Decimotercera edición.
  • Freud S. (1910). Obras completas de Sigmund Freud. Volumen XI – “Cinco conferencias sobre psicoanálisis. Un recuerdo infantil de Leonardo da Vinci y otras obras.” Buenos Aires: Amorrortu editores.
  • Freud,S. (1927 – 31). Obras completas de Sigmund Freud. Volumen XXI – “El porvenir de una ilusión, El malestar en la cultura y otras obras.” Buenos Aires: Amorrortu editores.
  • Langer, M. (1980). Maternidad y sexo. España: Paidós.
  • Maquieira, L.S. (2007). “El desarrollo emocional del niño pequeño. Observar, escuchar y comprender.” Buenos Aires: Novedades Educativas. 1ª ed.
  • Minsky, R. (1998). “Psicoanálisis y cultura”. Madrid: Ediciones Cátedra.
  • Williamsonn, G., Moore, J. (productores) y Moore, J. (director). (2006). “La profecía” [cinta cinematográfica]. E.U: 20th Century Fox.