Tatuajes: Piel e Identidad
Autor: Maite Sainz                                                          

Introducción

Escogí este tema por que me llama la atención como cada vez con más frecuencia encontramos gente que hace uso de los tatuajes para obtener alguna ganancia más allá que la pura decoración; es decir, gente que escoge un tatuaje por alguna razón específica, y se hace este en cierto momento por algo. Y es este “algo” lo que me llamó a investigar que hay más allá del solo arte de los tatuajes y la importancia de la piel en la inscripción de éstos.

Asimismo, veo como éste es un fenómeno que está sucediendo alrededor de todo el mundo, sin importar la clase social, la edad o la profesión; aunque las estadísticas nos hablan de que la edad más común para tatuarse es la adolescencia.

En este trabajo hablaré primero a grandes rasgos que es un tatuaje, para luego abordar algunas teorías sobre la importancia de la piel en la identidad del sujeto, para más tarde relacionar estas teorías con la función psíquica del tatuaje.

Los tatuajes

Un tatuaje es una modificación del color de la piel en el que se crea un dibujo, una figura o un texto con tinta o con algún otro pigmento bajo la epidermis.

Los tatuajes han desempeñado un papel en muchas culturas durante miles de años, que sirve como identificación, protección y decoración.

Como antecedente, en 1991 se encontró una momia neolítica dentro de un glaciar de los Alpes austro-italianos, con 57 tatuajes en la espalda. Esta momia es conocida como el Hombre del Hielo o como Ötzi, calculan para él unos 5,200 años de antigüedad.

A través de la historia, diferentes culturas han utilizado los tatuajes de distintas maneras. Por ejemplo, en Polinesia, además de un sentido estético, los tatuajes daban jerarquía y respeto comunal; en Egipto se le conferían funciones mágicas y protectoras; en América del Norte se usaban como parte de un ritual; en Japón se usaban para marcar a los delincuentes; etc.

Los tatuajes son una práctica cotidiana cada vez más frecuente alrededor del mundo. Para algunos una moda, para otros un arte; pero siempre posee un significado individual aún dentro de un contexto social o cultural.

“El tatuaje se vuelve un dibujo indeleble trazado en el cuerpo y siempre tiene un relato detrás. Relato que desde lo consciente, remite al momento en el que la persona decidió ser tatuada, pero que histórica e inconscientemente, para la vida del sujeto, va más allá”. (Cebolla María Julia, 2005)

La piel como superficie de inscripción

El tatuaje, como una inscripción en el cuerpo, posee siempre un significado y una función psíquica, siendo la piel una superficie o pantalla sobre la cual se puede proyectar una amplia gama de fantasías, afectos o situaciones conflictivas fundamentalmente inconscientes.

Frecuentemente en la clínica nos encontramos con pacientes cuya angustia es representada en sentirse no-contenidos por su propia piel. Algunos sustituyen esta piel faltante de diversas formas, como un abrigo, como un gran tatuaje.  .

La madre-piel es la primera gran envoltura que ofrece al niño un lugar en la vida; es la función materna el primer continente de las emociones del bebé. Son las palabras de la madre, las caricias, los cuidados, el contacto con su cuerpo  lo que inscribe la piel como superficie y como límite.

Didier Anzieu designa con el nombre de yo-piel esa “figuración de la que el niño se sirve, en las fases precoces de su desarrollo, para representarse a sí mismo como Yo que contiene los contenidos psíquicos a partir de su experiencia de superficie del cuerpo”. El yo-piel actúa como barrera y como filtro de las agresiones e intrusiones externas, marcando el límite entre el afuera y el adentro. Asimismo la piel genera una función continente que conserva en su interior las huellas de las experiencias. Los fallos en la construcción de la representación del yo-piel conlleva el riesgo de despersonalización y angustia de “vaciarse”; es decir, la envoltura existe, pero como no hubo una continuidad estable se la vive con agujeros, como un yo-piel colador.

De la misma forma, el yo-piel es un medio primario de comunicación con el otro, así como una superficie de inscripción de las huellas que uno mismo u otros pueden dejar.

Por otro lado, Esther Bick habla de la función psíquica de contención, la cual se remonta a la temprana relación del bebé con su madre; y designa el concepto de “segunda piel” para explicar lo que sucede cuando hay una falla en esta función, que puede deberse a que la madre no pudo contener las ansiedades del bebé de manera adecuada. Esta segunda piel es un recurso que encuentra el sujeto para defenderse y poder contener las partes del yo, mediante el funcionamiento de la piel como un límite, por medio de la introyección y la identificación con la función contenedora del objeto que hace de continente, “concretamente como una piel”. Las dificultades en esta fase llevan al empleo inapropiado de ciertas funciones de contención, así como a la búsqueda de aferrarse a una piel sustituta.

La función psíquica de los tatuajes

“todo tatuaje es un enigma o enmascara un enigma, y requiere de un trabajo interpretativo… si nació de fuerzas pulsionales desorganizadas… o impuesto por una situación… También hay que ver si permitió cierta simbolización o el despliegue de un acto singular creativo, ya sea individual o grupal. O si es producto de una combinación de fuerzas que seguramente son específicas para cada sujeto.” (Pelento Marilú 1997 en Lewin Marta)

Debido a que este es un tema muy complejo, existen muchas aportaciones teóricas para explicar los motivos conscientes e inconscientes de los tatuajes; a continuación hablaré de las que me parecen más importantes.

La imagen corporal es la representación mental que nos formamos de nuestro cuerpo. Esta imagen se constituye a partir de cómo nos percibimos frente a los demás, y cómo estos nos perciben; además de que por medio de ésta se construyen la autovaloración y el sentimiento de identidad. Por lo tanto, se puede pensar en  los tatuajes no solamente como una modificación en la imagen corporal sino, como una incidencia directa en la propia identidad del sujeto.

Por otro lado, se puede pensar al tatuaje como el medio más efectivo de recordar y/o elaborar lo que se ha vivido en un momento significativo. Cuando  existe un déficit en la capacidad de lograr una representación psíquica, el cuerpo elaborará estos conflictos y afectos; es decir, por medio del tatuaje y de la piel se posibilita la simbolización. De esta forma también se pueden elaborar duelos.

Retomando a Bick y su concepto de “segunda piel”, podemos pensar como la piel asume un papel de sostén y contención de las proyecciones, organizándolas de alguna manera por medio de los tatuajes. Así, el sujeto al ver sus tatuajes recibe una versión menos aterradora y más controlada de sus angustias primarias, es decir, usa la piel como un espacio que ayuda a contener sus pensamientos, afectos y fantasías, como una poderosa defensa ante peores situaciones como podría ser la fragmentación. Así, en este caso la función psíquica de la segunda piel ayuda al sujeto a contenerse.

Asimismo, otro punto muy importante es la relación que el sujeto establece con el tatuador, (en especial en casos de personas sobre tatuadas), en dónde se busca recrear un vínculo de ser mirado, tocado, atendido, erotizado y cuidado; es decir, buscando aquello que faltó en el vínculo temprano con la madre. Asimismo, la persona tatuada cuidará de su piel, como si fuera una herida que una vez sanada, dejará una huella especial.

Es interesante hablar de estas personas sobre tatuadas, en cómo algunos van inscribiendo en la piel una historia, es decir, van plasmando vivencias significativas para poder recordar nuevamente alguna época y momento, como si de esta manera no fueran a olvidar y el recuerdo perpetúa. Esta necesidad permanente de llevar consigo las vivencias y evocarlas nos habla de la idea de Anzieu del yo-piel colador, es decir, la persona, por medio de una envoltura, debe fijar ciertos recuerdos y afectos que de otro modo se “colarían”.

Por otra parte, encontramos el elemento del dolor físico que causa el tatuaje, y cómo este puede ser vivido como placentero para ciertas personas.

Por otro lado, los tatuajes ayudan a algunas personas a pertenecer a un determinado grupo, por medio de la identificación y la búsqueda de la identidad en el grupo social, donde encuentran una manera de sentirse queridos, aceptados y reafirmados en su identidad.

Finalmente encuentro muy importante comentar como el mirar otros tatuajes y ser mirado remite no solo al placer de ver y exhibirse, sino a la búsqueda de aquello que permita la construcción de una identidad.

Conclusiones

Pienso que cada tatuaje es único y que cada tatuaje debe ser interpretado individualmente de acuerdo a la historia y a la subjetividad de cada individuo; ya que además creo que hay una diferencia abismal entre alguien que se hizo un tatuaje por alguna situación y alguien que está completamente tatuado; por lo que me parece importante analizar la historia, la personalidad y la psicodinamia en cada caso.

Asimismo, pienso que en la mayoría de los casos está muy presente la búsqueda y la construcción de la identidad.

Por otro lado, me llama la atención como el tatuaje en muchos casos funciona como una defensa para el sujeto; la piel como un espacio de reconocimiento y simbolización.

Al final, después de hacer este trabajo me quedan muchas interrogantes como las consecuencias emocionales a largo plazo que puede experimentar alguien después de haberse hecho un tatuaje, o las fantasías que puede generar un cambio tan permanente en la imagen corporal y en la psique del sujeto.

Pienso que el tema de los tatuajes y sobre todo de la función de la piel, nos deja mucho campo para futuras investigaciones.

Bibliografía

  • Cebolla María Julia (2005) El lugar del tatuaje en la construcción de la subjetividad. Revista El sigma.
  • Lewin, Martha et. Al. (2001) Las marcas en la construcción de la subjetividad: su relación con los tatuajes y el juego en el análisis de niños y adolescentes.  Revista Devenir.
  • Morosini Irma (2008) Identificación Adhesiva. Revista Psicoanálisis e Intersubjetividad N° 4.
  • Reisfeld Silvia (2004), El cuerpo tatuado: una mirada sobre los adolescentes con tatuajes múltiples. Ed. Revista de Psicoanálisis, LVI, 2.
  • Saiz Josefina (2006) Observación de lactantes .Conocimiento del psiquismo temprano. Séptimo congreso virtual de psiquiatría.
  • Sammartino María Elena (1999) La representación psíquica de la piel. Revista Tres al Cuarto, Actualidad, Psicoanálisis y Cultura, Barcelona, tercer semestre.
  • Sánchez Mario (2006) Los tatuajes: una inscripción en la piel de los objetos internos. Primer Congreso Interno “El Psicoanálisis Hoy, a 150 años del Natalicio de S. Freud”