Sebastián Ortega 

¿Cuáles son las características que le permiten a una cultura desarrollar la mitología moderna vertida en los superhéroes? Es el objetivo de este escrito profundizar en los elementos culturales y psicoanalíticos que le dan forma a las figuras heroicas de los cómics, así como a las diferencias nodales que existen entre el superhéroe clásico de Estados Unidos y la figura del superhéroe mexicano.

Paulina Antón (2015) menciona en su escrito “Superhéroes y desarrollo” que los personajes presentes en los cómics, son una representación moderna de los mitos y que “contienen elementos inconscientes que promueven las identificaciones, ayudan a elaborar angustias, rivalidades y temores propios de cada etapa de desarrollo, de ahí que existan superhéroes con elementos propios de cada una.” Además, señala que estos superhéroes atraviesan el camino del héroe, en el cuál, como última instancia, culminan con el arquetipo de descubrir su origen y cumplir su destino heroico como fundadores de pueblos o naciones; pensado de otra forma, es que alcanzan la potencialidad de devenir la figura del padre, a manera de representación ideal, dentro de una sociedad. Dicho punto, permitiría pensar a las representaciones heroicas como un significante contextual del Estado, a “papá gobierno” por decirlo así, reflejando el estatus de la sociedad en ese momento. 

Es por eso, que las características de estos héroes se han ido modificando con el pasar de los años. Se han visto cambios en los poderes, en las historias de origen y sobre todo en los arcos narrativos. Es como lo pueden llegar a decir tanto los dramaturgos como los comediantes, quienes aclaran constantemente que sus obras e interpretaciones en el escenario son un reflejo de la sociedad actual. Lo mismo sucede con los cómics, series y películas que tratan acerca de los súper héroes, terminan siendo un espejo de las conflictivas y temas culturales que se encuentren en boga en ese momento. Me voy a permitir remitirme al ejemplo más claro en el que puedo pensar: Capitán América no. 1 de 1941 (Simon & Kirby, 1941), donde en la portada aparece “El Cap” noqueando de un puñetazo a Adolf Hitler, dos años después de haber estallado la segunda guerra mundial. 

Qué superhéroe tan más curioso, “Capitán América” uno se podría preguntar “Oh, pero ¿qué representará? ¿Por qué luchará? ¿Cuáles son sus ideales? “Pero no hay lugar para esa pregunta, pues Joe Simon y Jack Kirby nos embarran en la cara las barras y estrellas de la bandera norteamericana, volviendo a Steve Rogers el ideal del patriota encarnado. 

Y se mantuvo de esta manera hasta el año 2006 donde Mark Millar en el arco de Civil War (Millar, 2006) termina preguntándose si lo correcto y lo “realmente americano y patriótico” es darle un poder absoluto de observación y conocimiento al Estado, colocando al Cap del lado de los rebeldes poniéndose en contra de la “Ley de Registro de Superhéroes” este arco creado sólo 5 años después que se aprobara su contraparte en el mundo real, la “Ley patriota” (que le daba más poder al gobierno de EEUU para fortalecer las agencias de seguridad y vigilancia con un fin antiterrorista). 

Sin embargo, el Capitán américa, no es ni el primero, ni el héroe patriótico estadounidense por antonomasia, esta posición le corresponde a aquel que es más rápido que una bala, más fuerte que una locomotora; el que pelea una lucha interminable por la verdad, la justicia y el modo de vida americano. Este superhéroe que es receptáculo de las características idealizadas de la fuerza del Estado, del “padre” encarnado en la cultura norteamericana: El hombre de acero,  el que es literalmente indestructible, todopoderoso y que lo único que le impide esclavizarnos a todos es su crianza humilde campesina al estilo Kansas. Superman tiene el poder de hacer lo que sea (durante la época de oro del cómic literalmente le inventaban poderes con cada nuevo número de la serie) pero los valores tan arraigados son lo que guían su camino por la senda del bien. En un menor grado, pero también representando otras figuras identificatorias con características idealizadas tenemos a personajes como Batman y Iron man, que cuentan con el súper poder del súper dinero, enfatizando el modo capitalista del esfuerzo y la inteligencia como la vía regia hacia el éxito (y una que otra herencia que no está de más). 

A medida que ha avanzado el tiempo, estos personajes super heroicos han dejado de ser perfectos y confiables, de la misma manera en que ha cambiado la forma de ver al Estado y sus diferentes ramificaciones, se ha vuelto un estado hostil en contra de movimientos como Black Lives Matter, al son del ACAB, un Estado represivo e híper vigilante; con ello en el espejo superheroico estamos teniendo obras que encarnan sátiras violentas, sin control y amorales de la figura del superhéroe perfecto, de Superman. Figuras como son Homelander en el comic The Boys (Ennis, 2006) y Omniman en el comic de Invincible (Kirkman & Walker, 2003); así como el videojuego, luego comic de la serie de Injustice, que representa a una iteración de Superman que decide tomar por fuerza la ley en sus manos y se declara a sí mismo el dictador de la tierra,

Viendo las características de estas figuras todopoderosas me permito citar a Freud, en Tótem y Tabú, cuando habla del tabú del soberano:

“Adorado hoy como un dios, puede ser muerto mañana como un criminal” (Freud, 1913), o en otras palabras “Muere como un héroe o vive lo suficiente para convertirte en villano” (Nolan, 2008)

En esta frase, señala cómo la identificación con el superhéroe sólo se mantiene mientras que éste asuma la posición idealizada, de protector todopoderoso. Y no sólo debe el superhéroe mantener esta posición, sino que en su cuasi-omnipotencia, carga con un peso mayor, y cito: 

“Son personajes privilegiados, tienen derecho a hacer lo que a los demás les está prohibido y a gozar de aquello que para los demás es inaccesible; pero la misma libertad que se les reconoce se halla limitada por otros tabús que no pesan sobre los individuos ordinarios. Tenemos, pues, aquí una oposición, casi una contradicción, entre una mayor libertad y una mayor restricción relativas a las mismas personas.” (Freud, 1913). Es decir, “un gran poder, conlleva una gran responsabilidad” (Raimi, 2002)

Esta posición del superhéroe norteamericano de poder sobre los hijos nos habla de un padre al que se le respeta, que tiene acceso a la madre y que tiene características que son deseables; por lo que se coloca como un padre edípico, que por un lado castra y se impone como ley, pero que por otro lado es un ejemplo a imitar para poder eventualmente devenir padre.

A la figura del superhéroe se le terminan atribuyendo características de un ideal del yo. 

Laplanche (2004) lo define como “Término utilizado por Freud en su segunda teoría del aparato psíquico: instancia de la personalidad que resulta de la convergencia del narcisismo (idealización del yo) y de las identificaciones con los padres, con sus substitutos y con los ideales colectivos. Como instancia diferenciada, el ideal del yo constituye un modelo al que el sujeto intenta adecuarse”

Durante un estudio de 1946 para el Journal of Educational Research (Havinghurst, Robinson & Dorr, 1946) se les pidió a un conjunto de niños y adolescentes que escribieran un ensayo describiendo a la persona como la que quisieran ser de grandes. A la conclusión a la que se llegó es que lo niños más pequeños tenían una mayor identificación con los aspectos positivos de sus padres, lo que les permitía colocarlos a manera de un ideal del yo al cual poder aspirar, sin embargo, a medida de que van creciendo esa figura idealizada va saliendo del seno familiar, se va colocando en figuras de adultos glamourosos, o figuras más cercanas que sean atractivas o exitosas para luego poder avanzar a depositar este ideal en figuras imaginarias compuestas, es decir, que tengan características de más de una persona, real o imaginaria; o incluso personajes que puedan encarnar estas características admirables. O como lo dice Blos  (1979) quien plantea que durante la adolescencia se presenta una “segunda etapa de individuación” en la que las figuras de amor y odio internalizadas dentro del núcleo familiar pierden fuerza, mientras que aquellas ajenas a la familia empiezan a colocarse como las nuevas figuras identificatorias con las que el adolescente va a permitirse la identificación y a la que va a aspirar.

De esto podemos notar cómo en un niño el padre forma parte del ideal del yo al cuál se aspira, pero al crecer, esta figura migra a un contexto social más amplio fuera del seno familiar, donde podemos encontrar a los personajes de los cómics, así como las instancias del Estado que fungen como los aspectos superyoicos castigantes y castrantes de la figura del padre.

Eso de ese lado de la frontera, pero ¿y de este lado? ¿Cuáles son las figuras heroicas que recuerdan y que sean propiamente mexicanas? Sí allá está aquél que es como la locomotora y como la bala, aquí tenemos al que es más rápido que una tortuga, más fuerte que un ratón, más noble que una lechuga, y que su escudo es un corazón. Además de que su característica más definida es que no contemos con su astucia.

En México no existe una figura heroica absoluta e infalible como los héroes norteamericanos que son basados en una figura del padre todopoderoso que puede castigar, sino que son figuras que en vez de su fuerza tienen que recurrir a la astucia y a la inteligencia para sobrellevar las vicisitudes que atraviesan, héroes que al final suelen adquirir un tono cómico más que heroico. Tal es el caso de la figura del Chapulín Colorado, que en la actualidad es el superhéroe más representativo de México, y eso que es un personaje sacado del “programa humorístico número uno de la televisión mexicana”, armado con pastillas que lo hacen encogerse y un mazo que hace mucho ruido y pocas nueces. O tenemos al Santo, luchador de las arenas de barrio de día, pero súper-espía de noche, siempre aceitoso, siempre enmascarado (aún para dormir) enfrentando criaturas mitológicas del folclore nacional, nunca un supervillano fijo. O tenemos a Kalimán que en su trama no es mexicano, sino descendiente de faraones egipcios y que sus poderes no son para combatir, sino para burlar y superar al enemigo mentalmente, porque “El que domina la mente lo domina todo”.

¿Cómo es posible que allá existan héroes que con un golpe pueden destruir un planeta, pero aquí el ataque más fuerte es un pierrotazo o una hurracarrana?  Pues porque en la cultura mexicana no ha sobrevivido el más fuerte, sino el más listo, el que se pone “trucha”, el que se “baila a los demás”; se idolatra la astucia, no la fuerza bruta. Esto se debe a que en la cultura mexicana la figura del padre carece de fuerza, porque o es ausente o es un chiste. Las características del padre mexicano arraigado en la cultura no son las del astuto que lo baila, sino del “que se va por cigarros” -El INEGI plantea en su censo del 2010 que cuatro de cada diez familias tienen un padre ausente (Milenio Digital, 2017)- o el que sólo llega en la noche a repartir trancazos porque la madre amenazó con un “vas a ver cuando llegué tu papá” que no forma parte de la dinámica educativa, pero vaya que tiene el cinturón en mano para la parte “correctiva”. En la casa es la madre a la que se le respeta, no al padre; castiga, pero no ejerce la ley, no plantea las reglas. Esto cuando está presente, pero incluso puede llegar a ser un padre castrado, reflejado en la cultura mexicana al observar no a los superhéroes, pero a los héroes históricos, siempre caudillos o castrados. Tenemos por un lado a Miguel Hidalgo, un cura, que carga con la imagen de la Virgen que es quien le da la fuerza; o a los niños héroes, niños que mueren por la madre patria, niños… no hombres. 

No es de sorprender que en un lugar donde la figura del padre falla, no hay ley que se sostenga, por lo tanto, no haya una figura ideal de un héroe y que al que se termina idolatrando en estos tiempos es al “villano”, al narco. Ese que en muchas zonas del país termina siendo la figura con la que se puede identificar, porque es aquél que tiene los poderes. Aquél que sí es lo suficientemente fuerte para defender un territorio y protegerlo, aquél que impone su propia ley y que hace que se respete. Ana María Nito (2019), Indica en su escrito “Tres escenas de conducta Antisocial y Sociopatía en México” que la movilización de los padres fuera del núcleo familiar además de la ausencia propia del padre, genera movimientos en la madre que ocasionan una capacidad disminuida de cubrir las necesidades emocionales de sus hijos, y que al presentar esta deprivación, los objetos familiares no los pueden contener, por lo que los buscan en la sociedad. Teniendo este punto en cuenta podemos sumarle que si esta sociedad tiene objetos idealizados, relacionados con el crimen y la violencia de forma normalizada se va a delinquir en un intento de llamar a la ley. Si a todo esto le añadimos la presencia de un Estado fallido, “un papá gobierno impotente” que tampoco lo va a contener, la conducta delictiva se vuelve la norma. Por lo que a falta de padre, al que se termina idealizando, es al rebelde que se le opone y que sí tiene.

En conclusión, la mayor diferencia que existe entre los superhéroes estadounidenses y mexicanos es que la figura simbólica del padre de donde salen las características del ideal del yo en uno se encuentran suficientemente fuertes como para llamar a una identificación, mientras que en el otro, es una figura que no ejerce la ley y que termina siendo fallida.

Por lo que cierro con esta pregunta: ¿Y ahora quién podrá defendernos… de este padre fallido?

Bibliografía

  • Antón, P. (2015) Superhéroes y el desarrollo. Recuperado de: https://spm.mx/superheroes-y-el-desarrollo/
  • Blos, P. (1967) La transición adolescente. Amorrortu, Argentina.
  • Freud, S. (1913) Tótem y tabú. Algunas concordancias en la vida anímica de los salvajes y de los neuróticos, Tomo XIII, Amorrortu, Argentina.
  • Havinghurst, R. J., Robinson, M. Z., Dorr, M. (1946) The Development of the Ideal Self in Childhood and Adolescence, The Journal of Educational Research, Vol. 40, No. 4 (Dec., 1946), pp. 241-257
  • Kirkman, R. & Walker, K. (2003). Invincible, Image Comics
  • Ennis, G.  (2006). The Boys, Wildstorm 
  • Laplanche, D; Pontialis, J. (2004). Diccionario de Psicoanálisis (Lagache, D., Trad.). Paidós. (Obra original publicada en 1967)
  • Milenio Digital. (17/06&2017). El padre ausente en 4 de cada 10 hogares mexicanos. Milenio.
  • Milar, M. (2006) Civil war #1. Marvel. Recuperado de: https://www.marvel.com/comics/issue/4216/civil_war_2006_1
  • Nito, A. M. (2019) Tres escenas de conducta Antisocial y Sociopatía en México. Recuperado de: https://spm.mx/tres-escenas-de-conducta-antisocial-y-sociopatia-en-mexico/
  • Nolan, C (Director). (2008). Batman: The Dark Knight [Película] Legendary Pictures
  • Raimie, S (Director). (2002). Spiderman [Película] Sony Pictures
  • Simon, J; Kirby, J. (1941) Captain America Comics #1, Marvel. Recuperado de: https://www.marvel.com/comics/issue/7849/captain_america_comics_1941_1