Aportación de Mariana Vergara para  Revistapharmanews.com.mx
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La dismorfia corporal es un trastorno que genera una percepción errónea del cuerpo, o de una parte de éste. Es decir, existe una percepción sobredimensionada sobre ciertas partes de nuestro cuerpo, por ejemplo: nariz, pómulos, cadera, panza, nalgas, pechos, labios, piernas, entre otras.
La persona que padece el trastorno de dismorfia corporal refiere no sentirse conforme con su cuerpo o una parte de éste, ya que puede decirse que no ve a su cuerpo realmente como es; no tiene una percepción real de él sino que lo percibe de una forma distinta, generalmente, como se mencionó al principio, de una manera deformada, desproporcionada o más grande, en pocas palabras, se percibe de una forma negativa.
Esto puede llevar a la persona a tener preocupaciones intensas con respecto al tema. Comúnmente estas personas pasan gran parte del tiempo viéndose al espejo, lamentándose, comparándose con otros, y teniendo ideas obsesivas en relación a ello y a cómo esconder o disimular su “defecto”, tanto a corto, como a largo plazo.
Debido a que dichas preocupaciones y lamentaciones se fundan en preceptos deformados y falsos, además de provenir de un problema de percepción en la persona con dismorfia corporal, para los familiares resulta muy difícil entender la situación. Las personas alrededor de quien sufre este padecimiento suelen ver la queja del enfermo como algo irracional o exagerado, pues ellos sólo observan lo real y consideran que es algo que está dentro de los límites de la normalidad.
Se piensa que este trastorno aparece con mayor frecuencia en mujeres, debido en gran medida al  estereotipo de belleza femenina, por lo que la mujer actual puede sentirse presionada y sufrir este padecimiento, sin embargo, este trastorno se puede presentar tanto en mujeres como en hombres, generalmente en personas en las que el juicio de realidad está alterado; es por ello que hay una deformación en la percepción del enfermo.
Finalmente, es de vital importancia que dicho trastorno se trate con la ayuda de un psicólogo clínico y, en algunos casos, incluso del psiquiatra. Si el trastorno no se atiende a tiempo, las consecuencias pueden ser muy graves, ya que los enfermos pueden sufrir de severos daños físicos, al someterse a excesivos tratamientos, cirugías, toma de sustancias o productos para “solucionar” su problema, sin darse cuenta de lo nocivo que puede ser para su cuerpo, todo lo anterior.