Sexualidad y Religión
Autor: Elena Cañizo
 
Cuando hablamos de sexualidad y de religión, nos enfrentamos a múltiples mitos e ideas que han contaminado ambos campos. A pesar de esto, el psicoanálisis, ha sido un medio desde el cual se ha intentado comprender la relación que mantienen.
El objetivo de este trabajo es hacer una revisión acerca de la relación de religión y sexualidad, ejemplificando con una investigación la relación que apreciamos desde el psicoanálisis.
Michel Foucault (1977) considera que para conocer la historia de la sexualidad y sus implicaciones dentro de la sociedad, es necesario estudiar los discursos al respecto de la misma, ya que no se trata de inventar nuevos placeres o descubrir aberraciones sexuales, si no de revisar la definición de las reglas para el juego de los poderes y placeres.
A través de los discursos acerca de la vida sexual, se reprodujeron condenas desde distintas trincheras, Foucault refiere que hasta finales del siglo XVIII, los tres grandes códigos explícitos que regulaban la vida sexual eran el derecho canónico, la pastoral cristiana y la ley civil. Posteriormente los discursos se fueron multiplicando y las desviaciones o prácticas consideradas perversas se anexaron a las enfermedades mentales. Va quedando claro que la vida sexual a pesar de pertenecer al ámbito privado de las personas, está estrechamente vinculada a la regulación social y cultural.
 
Pero ¿qué es la religión?
Durkheim (1915) señala que las religiones están constituidas por instituciones religiosas, ritos, creencias, prácticas, etc. que están encuadrados dentro de la sociedad a la que pertenecen. Estas creencias, prácticas y preceptos constituyen un momento del espíritu objetivo, que es lo social, independientemente – y a diferencia- de lo que puede ser el espíritu individual de cada uno de los miembros de esa sociedad. Lo religioso sería la institucionalidad religiosa. Se dice que ese espíritu objetivo, lo mismo en el orden de la religión que en los demás hechos sociales, se impone a todos los individuos. No solamente flota por encima de ellos, si no que tiene en cierto modo ese carácter de presión coercitiva sobre cada uno de los individuos que en esa sociedad viven, pero no en función de la autoridad, si no como un hecho social. Esta presión social, institucionalizada, constituiría, si no la religión o lo religioso, sí por lo menos uno de sus aspectos esenciales.
Xavier Zubiri (1993), considera que lo anterior dicho por Durkheim, no contempla lo esencial de la religión. Para él, la institucionalización es la forma del espíritu objetivo, pero no es la esencia de lo religioso en cuanto tal. Lo religioso es anterior a lo social, la presión social es religiosa porque tiene carácter religioso, pero no es religiosa porque tenga carácter de presión social. Por lo que el objeto específicamente religioso es lo calificado de sagrado.
Después de conocer estas dos posturas podemos ver que la religión va más allá de la institución religiosa. Por lo que al hablar de la influencia de la religión en la sexualidad, nos referimos más a las instituciones que no necesariamente coincide con el cuerpo dogmático de la religión en sí. Al realizar este trabajo comencé a investigar qué es lo que realmente opina la religión católica de la sexualidad y entrevistando a un conocedor de teología, me encontré que desde la religión católica no se condena la sexualidad tal como yo creía. La religión católica considera a la sexualidad como sagrada por lo tanto debe de ser tratada como tal, lo que implicaría un compromiso en la pareja. Aquí se dejan fuera parte de aquella información que todos hemos oído de que el sexo prematrimonial es prohibido, que se condena la sexualidad si no contempla la reproducción, que es algo sucio, etc.
A pesar de esto la mayoría de nosotros nos hemos visto influidos por lo que las instituciones religiosas han dictado y nos han transmitido de lo que es la religión. Dependiendo el contexto social y momento histórico esto ha sido más claro.
Freud menciona que la función capital de la cultura, su verdadera razón de ser, es defendernos de la naturaleza. Al principio consistió en humanizar a la naturaleza, al destino, de esta manera podemos intentar apaciguarlos. El hombre no transforma las fuerzas de la naturaleza en seres humanos a los que pueda tratar de igual a igual, sino que las reviste de un carácter paternal y las convierte en dioses, conforme a un prototipo infantil. A los dioses se les confiere una triple función: espantar los terrores de la naturaleza, conciliar al hombre con la crueldad del destino, especialmente con la muerte, y compensarle de los dolores y las privaciones que la vida civilizada en común le impone la religión sería la neurosis obsesiva de la colectividad humana y lo mismo que la del niño, provendría del complejo de Edipo en la relación con el padre.
El origen de la religión parece estar basada en la renuncia a determinados impulsos instintivos; más no se trata, como en la neurosis, exclusivamente de componentes sexuales, sino de instintos egoístas, antisociales, aunque también estos entrañen, por lo general, elementos sexuales. La conciencia de culpabilidad consecutiva a una tentación inextinguible y la angustia expectante bajo la forma de temor al castigo divino se nos ha dado a conocer mucho antes en los dominios religiosos que en la neurosis. Quizá a causa de los componentes sexuales entremezclados o acaso a consecuencia de cualidades generales de los instintos, también en la vida religiosa resulta insuficiente y nunca perfecta represión de los instintos. (Freud, 1996)
De acuerdo a Freud, los dos puntos capitales del programa pedagógico de su tiempo eran el retraso de la evolución sexual y el adelanto de la influencia religiosa. Propone la inteligencia como el único medio que poseemos para dominar nuestros instintos, considera que la prohibición religiosa impone al pensamiento restricciones.
Freud supone que el abandono de la religión se cumplirá con toda la inexorable fatalidad de un proceso de crecimiento y que en la actualidad nos encontramos ya dentro de esta fase evolución. Una de las características de nuestra evolución, consiste en la transformación paulatina de la coerción externa en coerción interna por la acción de una especial instancia psíquica del hombre, el súper-yo, que va acogiendo la coerción externa entres sus mandamientos.
Como sabemos ya no se necesita de un agente externo regule nuestro comportamiento, ya que el súper-yo se encargará de esto. Pero el superyó de cada uno de nosotros se ha ido forjando con la educación que hemos recibido y en este punto entran nuestras concepciones religiosas.
¿Actualmente cuanto nos influirán estas ideas religiosas en nuestra vivencia sexual? ¿Será cierto que ha disminuido la influencia religiosa en nuestra vida sexual?
En el 2008 realicé con un amigo, un investigación en la que estudiamos las conductas sexuales y la permisividad sexual de 850 jóvenes universitarios de la ciudad de México, de distintas universidades privadas, públicas, laicas y religiosas. Específicamente me referiré a los resultados que encontramos por religión, hay que aclarar que ellos escribían la religión a la que pertenecían y no había opciones en el cuestionario.
Esta primera gráfica muestra los resultados de permisividad. Permisividad fue definida como una actitud flexible ante las diversas prácticas sexuales, en presencia o ausencia de vinculación afectiva, cuya finalidad es la satisfacción. (Cañizo & Salinas, 2010)

 
Esta segunda gráfica muestra los resultados de conductas sexuales:

¿Cómo podemos interpretar estos resultados? Para mí resulta claro lo expuesto por Freud, donde se aprecia como es el superyó el que modula nuestra percepción de nuestro actuar.
Es interesante que en la gráfica de permisividad se aprecien diferencias significativas en la gráfica, siendo similar la permisividad que tienen los que se denominaron ateos y católicos no practicantes, es decir aquellas personas que no se reconocen pertenecientes a una religión (ateos) o los que pertenecen a una religión pero no están comprometidos con ella (católicos no practicantes).
De ahí vemos variaciones dependiendo de cada religión, siendo más restrictivas algunas como la cristiana.
Es muy interesante ahora ver que en la gráfica de conductas sexuales, no existe una diferencia tan marcada entre los participantes. ¿Qué quiere decir esto? Podemos pensar que se reconocen como menos permisivos pero aún así realizan las conductas sexuales, esto también se apega a nuestra concepción psicoanalítica, en la cual el súper-yo puede considerarlo como negativo, pero el ello y el yo se alían en la consecución de la descarga pulsional. Lo que podríamos deducir que genere culpa en los participantes, que vivan su sexualidad como fuera de las normas dictadas por el súper-yó y podemos suponer que no terminan por disfrutar totalmente de su sexualidad, lo que sería causa de neurosis.
Como vemos la sexualidad sigue siendo influida por las concepciones religiosas que nos inculcaron, que no necesariamente son las correctas pero si las más difundidas. Y que se limita la percepción del propio actuar más que la acción en sí.
 
Bibliografía

  • Cañizo, E. & F. Salinas (2010) “Conductas sexuales alternas y permisividad en jóvenes universitarios” en Enseñanza e investigación en Psicología, vol. 15, num.2: 285-309 Julio-Diciembre, 2010.
  • Durkheim, Cf. E. (1912) Les formes élémentaires de la vie religieuse, Paris.
  • Foucault, M. (1977) Historia de la sexualidad, la voluntad de saber. Siglo XXI, México.
  • Freud, S. (1996) los actos obsesivos y las prácticas religiosas en Obras completas de Sigmund Freud, traducción de Luis López-Ballesteros y De Torres, Tomo 2, Madrid, Biblioteca nueva.
  • Freud, S. (1996) el porvenir de una ilusión en Obras completas de Sigmund Freud, traducción de Luis López-Ballesteros y De Torres, Tomo 2, Madrid, Biblioteca nueva.
  • Freud, S. (1996) La moral sexual cultural y la nerviosidad moderna en Obras completas de Sigmund Freud, traducción de Luis López-Ballesteros y De Torres, Tomo 2, Madrid, Biblioteca nueva.
  • Zubiri, X. (1993) El problema filosófico de la historia de las religiones, Madrid, Alianza Editorial.