Compartimos un trabajo de Guitl Steimberg que forma parte de nuestra Antología Gradiva, el cual fue leído en el VII Congreso de la Sociedad Psicoanalítica de México, A. C., efectuado el 23 y 24 de septiembre de 1989, en la ciudad de México, en conmemoración del cincuenta aniversario de la muerte de Sigmund Freud.

Hablar de la  vida y la obra de Sigmund Freud representa una tarea difícil de llevar a cabo. Su grandiosa producción literaria, su vida ejemplar y su lucha por entender la naturaleza humana le llevaron a legarnos su herencia más preciada: el descubrimiento del psicoanálisis, que a cincuenta años de su muerte, un día como hoy, sigue vigente y es motivo del homenaje que se le rinde.
Como dijo Schiller: “Lo que está destinado a vivir eternamente en los cantos, debe, antes, perecer en la existencia”.
Las obras literarias, creaciones humanas que se presentan con espontaneidad, dan la oportunidad de conocer el fondo inconsciente de sus autores por sus manifestaciones; con esta intención vamos a revisar someramente su vida y su obra.
El 6 de mayo de 1856, nace en Freiberg (hoy Pribor), Checoslovaquia, Sigmund Freud. Sus padres, Amalie y Jacob, de origen judío, habían contraído matrimonio a los 21 y 41 años, respectivamente, siendo éste el tercer enlace de Jacob. Al nacer Freud, tenía dos hermanos de 22 y 18 años: Emanuel y Philipp. No había cumplido un año, cuando llegó al mundo otro varón que murió ocho meses después. Posteriormente, nacieron cinco mujeres: Rosa, Anna, Paula, Dolfi y Marie, por lo que Sigmund, de hecho, fue hijo varón único, en una familia judía durante diez años, momento en que nace su hermano Alexander.
Desde muy joven adoptó en su vida una actitud no religiosa, sin embargo, nunca perdió su profundo sentimiento de identidad judía.
Las dificultades económicas del negocio de lanas del padre obligaron  la familia a trasladarse a Viena en 1860.
Freud decide estudiar medicina, matriculándose en 1873 en la Universidad de Viena. Debido a que la investigación llenaba su tiempo, se gradúa en 1881. Durante sus estudios, la familia padeció apremios económicos, pues el padre había perdido su fortuna nuevamente en la crisis financiera de 1873.
Freud fue ayudante en el laboratorio de fisiología en Ernest Brüke, por espacio de seis años. De este período son sus trabajos neurohistológicos, que abandonó, ya que al conocer y enamorarse de Martha Bernays, las motivaciones económicas tomaron prioridad.
Entra como interno en el Hospital General de Viena y ejerce en la sala Psiquiatría bajo las órdenes del profesor Meynert. Los estudios de neurología llevan a Freud a ensayar las propiedades analgésicas de la cocaína; los experimentos que realiza muestran que el verdadero valor de este tóxico está en sus efectos anestésicos, como lo había de descubrir ese mismo año Koller, que inicia el uso de la anestesia local. Freud empeñado en aquel entonces en conquistar rápidamente prestigio para poder contraer matrimonio y liberar a su familia del apremio económico, vio pasar de largo el triunfo…
Es nombrado profesor auxiliar en 1885 y obtiene una beca para estudiar con Charcot, famoso médico francés, director del Asilo de la Salpetriére en París. Sus nuevos métodos para el análisis y la curación de la histeria: el hipnotismo y la sugestión, hacen gran impresión en Freud. Podemos decir que ahí, bajo su influencia, descubrió el aspecto psicológico de la neuropatología, cuya exploración pronto se convertiría en su interés casi exclusivo.
Sin embargo, cuando informó acerca de las teorías de Charcot a la sociedad de medicina, en una conferencia titulada “La histeria en los hombres”, en 1886, se encontró con un rechazo absoluto.
Abrió entonces su consultorio privado en Rathausstrasse y seis meses más tarde se casó con Martha Bernays. El matrimonio marcó el final de una etapa decisiva de su vida.
Al principio, el consultorio le aportó ingresos por encima de sus expectativas. Durante más de una año y medio utilizó los métodos terapéuticos aceptados en general en esa época para tales males: la electroterapia, los masajes y los baños curativos; pero no logró los resultados esperados por lo que recurrió a la hipnosis. Como no todos los casos respondían, decidió ir a Nancy, en 1889, a fin de perfeccionar su capacidad como hipnoterapeuta, junto a Liebeáult y su famoso discípulo Bernheim. Pero a pesar de esto, parecía inútil sugerir al paciente hipnotizado que estaba sano, cuando al despertar, persistía en creerse enfermo.
Freud conoce a Breuer, prestigiado especialista en enfermedades internas y clínica general, con quien más tarde publica los estudios Sobre la histeria, en 1895. En esta obra, Breuer describe el famoso caso de histeria de “Ana O”, Bertha Pappenheim, que comenzó a tratar en 1880 y cuya terapia fue el precedente inmediato del psicoanálisis. Breuer había observado que cuando en estado de hipnosis la paciente recordaba con todos los detalles la situación original en la que habíanse manifestado los síntomas de la histeria y daba expresión a la emoción, en aquel momento reprimida, esos síntomas desaparecían. Freud resolvió informar a Charcot sobre estos descubrimientos, pero el maestro no demostró interés alguno.
Por mediación de su amigo Breuer, conoce al médico otorrinolaringólogo Wilhelm Fliess, cuya amistad y correspondencia centrará la vida de Freud hasta el año 1900. Fliess será para él un confidente y un verdadero doble de sí mismo que, según Freud, hará posible su autoanálisis.
Freud pudo observar, al usar el método catártico de Breuer, que los traumas originales conducentes a la formación de síntomas psiconeuróticos se relacionan por lo general con la sexualidad adulta; más tarde lo aplicaría a sus conceptos de la sexualidad infantil. Educado en una familia estrictamente burguesa, de la clase media, Freud debe haber tenido que vencer grandes resistencias interiores antes de poder aceptar los contenidos de lo reprimido en forma íntegra. Por esos días, nada se sabía de la dinámica y la estructura de la neurosis, tuvo por lo tanto que encontrar y definir conceptos básicos como represión y proyección.
En 1899 publica La interpretación de los sueños, donde expone que éstos facilitan el descanso del durmiente y son la vía regia al inconsciente.
Desde hacía mucho tiempo sabía que debería explorar su propio inconsciente si deseaba entender a sus pacientes.
Fue alejándose de la técnica de la catarsis y de la influencia ejercida sobre el paciente hipnotizado y se volvió hacia el método por él desarrollado de la asociación libre. Con ésta técnica, el paciente plenamente consciente, trata de no juzgar sus procesos mentales; se deja llevar sin autocríticas por el curso de sus pensamientos que comunica con la mayor veracidad posible al analista.
En 1901 aparece Psicopatología de la vida cotidiana, obra en la que demuestra la existencia del  inconsciente en todos los seres humanos, al explicar fenómenos menores que indican la emergencia del inconsciente, los pequeños tropiezos que cometemos continuamente, olvidos, lapsus, pérdidas de objetos, etc., que son el vivo y molesto testimonio de la pugna entre lo que querríamos inconscientemente decir u omitir y lo que nos vemos obligados a ejecutar.
Por ésa época, nos dice Freud, terminó el “espléndido aislamiento” a que fue sometido por espacio de diez años.
Empezaban a reunirse en su casa, los miércoles por las noches, entre otros, Adler, Stekel y Federn, quien más tarde, en su carácter de presidente de la Sociedad Psicoanalítica Vienesa, representó a Freud y realizó muy importantes contribuciones a  la psicología de grupo y a problemas educacionales.
Por esa época, Freud publica Tres ensayos sobre una teoría sexual, su obra más revolucionaria y la que provocó mayor escándalo. La tesis central es que la sexualidad no es un instinto unitario que sólo aparece con la pubertad y en exclusiva referencia a la procreación, sino que hay una sexualidad infantil, polimórfica, cuyo desarrollo puede sufrir irregularidades y detenciones, a las que cabe atribuir las denominadas perversiones, cuya manifestación  más elaborada se encuentra en el complejo de Edipo. La represión de tales formas transitorias de la sexualidad es la causa de la neurosis.
A los pocos meses, publica El chiste y su relación con el inconsciente. El chiste hace reír porque ahorra energía y a la vez desahoga tensiones inconscientes que logran escapar a la represión.
Ese mismo año, 1905, aparece el Fragmento del análisis de una histeria  (caso Dora), que es el primero de sus cinco historiales clínicos.
En 1907 publica El delirio y los sueños en la Gradiva de Fensen, primer comentario sobre una obra literaria. Los sueños del protagonista van aclarando los motivos de su extraña admiración por la figura representada en bajo relieve romano.
Más tarde se integraron al grupo Hitzchman y Rank. Sachs desempeñó un papel decisivo en la fundación de la revista Imago, especializada en la publicación de trabajos sobre la aplicación del psicoanálisis a las humanidades.
En 1908, el grupo de Viena ya contaba con 22 miembros. Se integraron a ellos Ferenczi, líder del psicoanálisis en Hungría, Brill, psicoanalista americano, Jones, de origen inglés y Jekels, que fomentó el psicoanálisis en Polonia.
Abraham se encontró con Freud por primera vez en 1907, antes de abrir su consultorio en Berlín, donde fundó en 1910 la Asociación Psicoanalítica. Más tarde se encargó de los asuntos administrativos del movimiento psicoanalítico. También Bleuler y Jung manifestaron hacia el psicoanálisis una actitud favorable.
Freud es invitado a América a la Clark University, en Massachusettes, donde da cinco conferencias que le otorgan el título de doctor honoris causa.
En 1910, se fundó Nurember la Asociación Psicoanalítica Internacional, y se creó también el primer periódico psicoanalítico; su publicación se suspendió al estallar la Primera Guerra Mundial.
Lou Andreas-Salomé, una de las escritoras más famosas de habla germana, se convierte en discípula de Freud desde 1911. Su amistad sincera y afectuosa hacia él persistió durante toda su vida.
En 1911 y 1913, en el seno del movimiento psicoanalítico, se producen deserciones importantes. Se separan Adler, Stekel y Jung para formar sus propias escuelas. Por ese tiempo, Jones concibió la idea de formar un pequeño grupo de analistas en el que Freud pudiera confiar, se le llamó “El Comité”, integrado originalmente por Abraham, Jones, Rank y Sachs, y en 1919 fue admitido Eltingon, siendo el único del grupo que disponía de considerables medios económicos. Aportó para abrir el Instituto y Ambulatorio de Berlín en 1920. Finalmente, el grupo se desintegró, como suele ocurrir con las sociedades de este tipo.
El hecho de que sus discípulos y colaboradores abandonaran su círculo le valió a Freud fama de persona autoritaria e intransigente, pero la lectura de los documentos y cartas que se han conservado nos permiten formarnos una impresión distinta.
Su trabajo titulado Historia del movimiento psicoanalítico fue más una defensa que un ataque. Continúa con su trabajo y publica El Moisés de Miguel Ángel, Tótem y tabú e Introducción al narcisismo. Para entonces su teoría empezaba a consolidarse.
En 1915 escribió  Contribuciones fundamentales a la metapsicología, donde analizaba la estructura de las pulsiones o energía que mueven a las funciones anímicas. Finalmente, en 1920, en su obra Más allá del principio del placer propone la revolucionaria tesis de los dos instintos primarios: Eros, instinto de vida y Tánatos, el instinto de muerte; producto seguramente del análisis de las causas de la Primera Guerra Mundial, y se decide a publicarlo, cuando éste tema adquiere nuevamente importancia en él, al recibir la noticia de la muerte de su amigo y paciente Freund, la de su hija Sophie y del hijo menor de la misma, con quien Freud se había encariñado profundamente.
Debido a su adicción por el tabaco, a los 67 años se le extirpó un tumor precanceroso en el maxilar superior, que lo llevó a un prolongado y torturante período de padecimientos que no concluiría sino 16 años más tarde con su muerte, pero que no impidió al genio del psicoanálisis continuar con su obra.
En 1926 aparece Inhibición, síntoma y angustia y en 1927  El porvenir de una ilusión, donde compara el valor de la ciencia y de la fe como posibles orientaciones de la conducta, resultado probablemente ya de sus propias fantasías de muerte.
En 1929 sale a la luz pública El malestar de la cultura, como manifestación de la civilización actual y la técnica moderna. ¿Tendría alguna relación con su estado de ánimo, luego de haber pasado por tantas operaciones (33 hasta el final de sus días)?
Rumbo a la inmortalidad, en 1930, la ciudad de Frankfurt concede a Freud el premio Goethe. Y en 1932, muere su madre a la edad de 95  años.
En Berlín, los nazis queman públicamente sus obras y en 1938 huye de Viena y emigra a Londres acompañado de su hija Anna.
Se publica su obra Moisés y el monoteísmo, revisión histórica de los orígenes de judaísmo y de su guía fundador, y una recapitulación interna de su actitud frente a la religión, la cual fue ambivalente hasta el final.
Cuando en una emisión de radio alguien anunció que la Segunda Guerra Mundial iba a ser la última que hubiese, le preguntaron a Freud si lo creía, a lo que él contestó “De todos modos, es la última guerra para mí”.
Un día después, moría el padre del psicoanálisis, en el día de Yom Kipur, tenemos que suponer, que criado como judío, por lo menos inconscientemente, sabía que se acercaba el “Día de la expiación”. Morir en esta fecha se considera un privilegio, ya que se pasa a la categoría de un santo; no es aventurado inferir, siguiendo la enseñanza de Freud, que éste solicitó de su médico. Max Schur, la inyección de morfina que acabaría con sus dolores, exactamente en ese día. Así, en la fantasía inconsciente, se aseguraba una “vía regia” más hacia la inmortalidad. El doctor Freud puede descansar en paz, ya que actualmente su herencia más preciada, el psicoanálisis sigue vivo; toda una nación lo redescubre diariamente en algo cuya importancia inconsciente fue descrita por él y de lo cual, en alguna época, careció: “el dinero”. Pues como ustedes pueden ver, a cincuenta años de su  muerte, Austria mantiene en circulación un billete de cincuenta schillings con la efigie de Sigmun Freud…
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