Este texto pertenece al Gradiva Volúmen V, Num. 2, Año 1991-92
Escrito por Anni Bergman, profesora de Psicología Clínica en la Ciudad de Nueva York, Analista Didáctica de la Sociedad Freudiana de Nueva York, Miembro del I.P.A. Autora de numerosos artículos junto con Pine y Mahler.
Traducción de Ana María Zellhuber, supervisada por Avelino Gaitán. Trabajo publicado en el libro  Parental Influences in Health and Disease, Antony & Pollock, ed. Little, Brown and Company, Boston.

Ellie, una pequeña niña autista, empezó su tratamiento a la edad de 3 años. Se encontraba profundamente retraída, sin habla y evitaba cualquier contacto visual. Era linda y con una gran inteligencia evidente, poseía talentos musicales sobresalientes los cuales, posteriormente, se convirtieron en creatividad que se extendió en diversos campos.
Su tratamiento duró 16 años. Cuando reflexionó sobre este largo período de tiempo que cubrió su infancia temprana, sus años de latencia y finalmente su adolescencia, me sobrecoge el sentimiento de dolor que predominó durante su vida.
El aislamiento autista y posteriormente sus preocupaciones sicóticas era las armas con las que se defendía de la vulnerabilidad en la que se encontraba frente a sus impulsos sin control que la abrumaban, de la dolorosa relación con su madre y eventualmente, de sus propios sentimientos de estar dañada y ser inferior. Temía nunca ser apta para llevar una vida normal, no ser capaz de dar o recibir amor y no poder encontrar ningún atractivo en el mundo que la rodeaba.
En esta presentación me concretaré a plasmar los aspectos concernientes a la historia y tratamiento de Ellie, a saber:

  1. El período de su tratamiento que considero es su nacimiento psicológico, el cuál culmina con la capacidad para utilizar el lenguaje y la comunicación simbólica.
  2. El período de sus obsesiones psicóticas.
  3. Su adultez temprana y principalmente su maternidad.

 
En la medida en que contemplo el proceso de separación-individuación de Ellie tal como se dio dentro del tratamiento, me centraré en describir los puntos de transición o cambios de una subfase a la siguiente. Cada uno de estos cambios puede ser visto como una crisis potencial o en miniatura que permite una medición de la pérdida de objeto, y todos en conjunto van dirigiéndose sucesivamente hacia la separación-individuación. Sin embargo, concomitante al incremento en la diferenciación y la separación, se da un desarrollo hacia la autonomía y la unión efectiva con el objeto amado.
Los puntos que en un desarrollo normal equivaldrían a crisis en miniatura, se convierten en crisis de gran magnitud en el nacimiento psicológico de un niño psicótico. A continuación consideraré dos puntos transicionales de gran importancia: el paso de la fase de simbiosis a las de diferenciación y práctica;  y el paso del rapprochment (1)  hacia una cierto grado de constancia objetal y del sí mismo.
Como diría Winnicott:
“…primero está el establecimiento de la relación con el objeto; al final, la necesidad de éste, sin embargo entre estas dos se encuentra lo que quizá sea el aspecto más difícil del desarrollo humano, o la más fastidiosa de todas las fallas tempranas que llegan a ser enmendadas. Esto que se encuentra entre el establecimiento de la relación y la necesidad del objeto es la acción por parte del sujeto de colocar el objeto fuera de su propio control omnipotente, es decir, que el sujeto percibe al objeto como un fenómeno externo y no como una entidad proyectada. De hecho es reconocerlo como una entidad por derecho propio (p. 89)”.
La resolución de la crisis de rapprochment  se da en el desarrollo normal mediante la internalización e identificación que tienen como resultado el establecimiento de la estructura intrapsíquica y la diferenciación  de sí mismo – otro. En este punto se hacen posibles tanto el lenguaje como el juego simbólico y de ahí en adelante  permanecen como herramientas importantes para lidiar con el conflicto intrapsíquico, así como las situaciones traumáticas que se presenten en el desarrollo subsecuente.
Estas ideas acerca de la vida mental temprana, sirvieron como base para la descripción del tratamiento de un niño psicótico y su madre. Para poder comprender el largo y azaroso camino que se debe recorrer en el tratamiento de un niño cuyas etapas iniciales  de desarrollo de la relación objetal no se dieron de manera natural, es necesario tener en mente los puntos clave en el desarrollo hacia el nacimiento psicológico, hacia la constancia del sí mismo y del objeto; y hacia la capacidad para amar y tolerar la ambivalencia.
 
HISTORIA TEMPRANA
Ellie tenía casi tres años de edad cuando inició el tratamiento. Era la hija única de dos jóvenes artistas. Nació a término, de parto normal, sin problemas perinatales pero lloró permanentemente alrededor de una hora. De recién nacida era inquieta y a lo largo de todo su período de lactancia lloraba con frecuencia, lo hacía cuando tenía hambre, esta mojada, tenía sueño y en algunas ocasiones sin razón aparente. Fue amamantada 7 meses sin presentar dificultades en al ablactación. La Sra. E. estaba muy feliz con su bebé.
Ellie empezó a gatear y caminar a la edad normal, pero no desarrolló su lenguaje más allá de unas cuantas palabras. Desde el inicio se presentaron desordenes en el dormir y su madre recuerda que la niña desde muy pequeña despertaba repentinamente sobresaltada.
Durante el primer año de vida, la madre de Ellie sufrió la pérdida de varios parientes cercanos, lo que la deprimió considerablemente. Recuerda que en ese tiempo había períodos en los que ignoraba prácticamente todo lo que había a su alrededor, dedicándose exclusivamente a satisfacer las necesidades físicas de su bebé.
La Sra. E. reporta que Ellie era desde muy pequeña un bebé indómito y destructivo. Requería de una supervisión constante por lo que, cuando su madre necesitaba estar sola para tocar el piano o trabajar en el hogar, ponía a Ellie en su cuarto, a lo que ella respondía con tremendo berrinche.
Ellie poseía habilidades musicales poco usuales. Cuando inició el tratamiento a la edad de 3 años ya era capaz de tocar el piano imitando las piezas que había escuchado tocar a sus padres. Al encontrarse frente al piano, quedaba en trance y no podía ser interrumpida. El piano era considerado como el fetiche psicótico de Ellie.  El hecho de que este instrumento era tanto una ligadura con sus padres como un rival en la atención de éstos hacia la niña fue de suma importancia a lo largo de toda su vida.
Para cumplir con el propósito de este trabajo me he limitado a describir el tratamiento de las primeras cuatro fases y el estudio de seguimiento.
 
PRIMERA FASE: Del Autismo a la Simbiosis (3 a 6 años).
Durante la etapa inicial del tratamiento el desafío terapéutico consistió en alterar el balance autista entre la madre y la niña. Como terapeuta, lo primero que hice fue atraer lentamente a la niña fuera de su concha autista, intenté entonces tender un  puente entre su madre y ella. En el caso de Ellie esta fase duró alrededor de 4 años, durante este tiempo no pronunció palabra.
A pesar de que no hablaba, entendía lo que se le decía y comunicaba sus pensamientos y sentimientos a través del piano. Muchas sesiones tuvieron lugar en el piano, cuando no se encontraba frente a él,  tendía a ser destructiva, rayaba las paredes y los muebles con crayolas, desprendía el enlucido de las paredes y me atacaba físicamente. Uno de los primeros mansajes importantes que recibió Ellie dentro de sus sesiones, fue que en ellas no se iba a responder con enojo a su rabia.
Lentamente se fue desarrollando entre y ella y yo una relación cercana, así como entre Ellie y su madre. Había ocasiones en las que el apego a su madre era muy específico, entonces sólo podía ser atendida y reconfortada por la Sra. E.
Ellie reaccionaba a la ansiedad tornándose hiperactiva y corriendo veloz como centella por el consultorio, el patio de juegos y el edificio. Como era de esperarse, durante la fase simbiótica de su desarrollo se tornó cada vez más difícil cuidar de ella. Era destructiva e intratable, sin embargo empezaron a darse momentos de ternura tanto hacia la madre como hacía mí. La música y tocar el piano eran sus únicas fuentes de placer, pero por el otro lado otro lado también trataba el piano de manera destructiva. Exploraba el interior de éste como lo hubiera hecho un niño normal con el cuerpo de su madre. Brincaba y golpeaba el piano agresivamente, parecía importante permitirle realizar esta exploración protegiendo sin embargo, al piano de sus agresiones. Esto me llevó a colocar un segundo piano en el cuarto de juegos, a cuál Ellie no tenía autorización para atacar agresivamente. Frecuentemente las comunicaciones a través del piano tenían una especificidad y acerbo exquisitos. Muy a menudo Ellie se mantenía extasiada ante el piano.
Desafortunadamente a la mitad de este período simbiótico parcialmente tierno pero frecuentemente cargado de rabia, la madre de Ellie se enfermó y fue hospitalizada una semana. Ellie reaccionó violentamente a lo que ella vivió como un abandono por parte de su madre. Su reacción consistió en destruir instantáneamente el piano que se le había permitido explorar libremente. Fue sumamente difícil y doloroso estar junto a ella observando la destrucción del objeto amado. Este fue el inicio de un patrón que duró una gran parte de su tratamiento. Me parece que este patrón se puede comprender mejor utilizando la conceptualización de Winnicott (5) acerca del uso del objeto, en donde sugiere que el objeto debe ser destruido y sobrevivir a dicha destrucción antes de que pueda ser utilizado como algo real y separado.
Ellie no controlaba esfínteres lo que era cada vez más intolerable para la madre. Sin embargo, empezó a señalar su necesidad de evacuar cuando se encontraba en el piano donde deseaba realizar esta función.
El separarse de mí durante el verano provocaba un gran dolor en la madre de Ellie que llegaba a ser insoportable, ya que lidiar con la niña sin el apoyo terapéutico se convirtió en una tarea demasiado difícil para ella y para la familia. Con el propósito de salvaguardar el tratamiento, se hizo necesario que Ellie pasara los meses de verano lejos de casa para proporcionar un respiro a sus padres.
 
SEGUNDA FASE: El surgimiento de la Simbiosis y de las Palabras (6-9 años).
Cuando Ellie regresó de su campamento de verano, ya había adquirido el control de esfínteres, el que aparentemente se había conseguido con facilidad al hacerlo junto con los demás niños. Una vez más parecía más serena en la superficie pero pronto se hizo evidente que esta serenidad era una forma de repetición de su anterior retraimiento autista. Su apariencia era de mayor autosuficiencia y había adquirido algunas habilidades de autoayuda además del control de esfínteres, pero parecía haber perdido su contacto emocional. Sin embargo, lo más dramático fue el hecho que Ellie ya no tocaba el piano. Aun cuando durante el verano tuvo a su alcance un piano, nunca lo tocó. De ahí en adelante, Ellie jamás tocó el piano de nuevo y perdió la habilidad para utilizarlo como un vehículo tanto de contacto placentero como de comunicación. En las sesiones terapéuticas prevaleció durante un tiempo una especie de sensación de desesperanza.
En una sesión que se dio en la tarde y su madre no estaba presente, Ellie se dirigió hacia la ventana mientras obscurecía afuera, poniéndose repentinamente muy angustiada. Tanto ella como yo estábamos exhaustas tras una larga sesión en la cual ella se había mostrado muy renuente a establecer contacto conmigo, llegando incluso a no tocar un objeto o un juguete que yo hubiera tocado previamente.
Ellie encontró unas tijeras y empezó a cortar cosas, trató de cortar su pelo, en lo que a mí respecta se encontraba totalmente desvinculada. No fue sino al día siguiente que comprendí su ansiedad y me percaté de que la obscuridad debió recordarle el estar lejos en el campamento, estar lejos pasando la noche fuera por muchas noches. Ver que obscurecía la hizo sentir que sus padres nunca iban a regresar a ella.
Al día siguiente, Ellie fue capaz de jugar por primera vez desde el verano. Jugó con un carrito en la caja de arena, después con bloques construyó una autopista, miró hacia la ventana. Me imaginé que estaba pensando en la obscuridad, le recordé lo obscuro que había estado la última vez, como se había sentido preocupada porque su madre no había regresado a recogerla y como esto debió recordarle el verano durante el cual obscurecía y mamá no llegaba. En ese momento, sentí que Ellie estaba reestableciendo su conexión conmigo. Por primera vez después del verano, se mostró renuente a abandonar la sesión.
Dos días después durante una entrevista, la Sra. E. reportó que Ellie había tenido una noche terrible, se había despertado durante la noche y no quedó satisfecha cuando su madre intentó tranquilizarla acostándose con ella, en cambio estuvo insistiendo en levantarse.  Finalmente la madre ya furiosa apagó la luz y dijo: “Has lo que quieras, si has decidido que sea de día, pues haz que sea de día”.  A estas alturas la madre estaba llena de fantasías sádicas y asesinas, eventualmente se retiró y regreso a su cama dejando a Ellie sola para que se confortase por sus propios medios. Calladamente y para sí decidió que al día siguiente iba a mandar a Ellie lejos.
Conforme la madre  y yo  comentábamos este acontecimiento, pudo percatarse aunque lentamente y con renuencia, de que Ellie la había extrañado durante el verano. Prefería pensar que Ellie extrañaba ahora el campamento de verano con toda a libertad que éste le había brindado. La Sra. E. pensaba que debía haber sido un gran alivio para Ellie no tener cerca a la madre enojada. Simplemente, esto le recordó a la Sra. E. la única manera en la que ella podía obtener libertad siendo niña; vagando por  el campo.
Después de estos eventos y de mi comprensión e interpretación de los sentimientos de tristeza de Ellie debidos a la separación durante el verano y al temor de que aquello no tuviera fin, se produjo un marcado cambio en ella. A partir de ese momento, fue capaz de mirarme, sonreírme y permitirme tomar parte en sus juegos. Continuó construyendo autopistas, hizo un túnel y disfrutaba el que uniéramos nuestras manos dentro de éste. Encontró entonces unas tijeras y quiso de nuevo cortar su pelo y el de sus muñecas, aceptó como substituto cortar papel.
Finalmente recortó una casa muy alta con muchas ventanas, ésta fue su manera de decir que había extrañado su casa en Nueva York. Después jugó en la caja de arena; puso un muñeco bebé dentro de una tina y los enterró en la arena. Estaba determinada a que el bebé se quedara ahí, al enterrar al bebé en la arena, comunicaba los sentimientos de desesperación que experimentó en el campamento de verano, que había tenido lugar en la playa, cuando temía haber sido olvidada y enterrada en la arena. Había experimentado esta separación como una especie de muerte.
En este punto el juego de Ellie se había tornado más simbólico y sus comunicaciones eran menos frenéticas y más organizadas. En una sesión en la que la madre estaba presente, Ellie jugó a que una muñeca estaba teniendo una rabieta y pateaba la puerta como lo había hecho ella durante sus terribles berrinches. Entonces Salió con la muñeca imitando las veces en las que la madre le había pedido que se saliera después de que había tenido una rabieta, y arrojó la muñeca por las escaleras. Cuando la madre sugirió hacer las paces, la niña se mostró deseosa de reconciliarse con la muñeca. Esto pareció simbolizar la reconciliación que deseaba tener con su madre y conmigo.
Dentro de las comunicaciones más organizadas de Ellie, era capaz de utilizar el dibujo, por ejemplo, cuando quería salir al patio de juegos, dibujaba un columpio, una resbaladilla y un pasamanos, en vez de simplemente señalar y gritar. Con la muñeca continuó re-actuando las peleas tan características de la relación entre ella y su madre. Alimentaba a un muñeco bebé con una mamila para después arrojarlo por las escaleras, lo recuperaba o pedía que yo lo hiciera, sólo para volverlo a aventar. De esta manera, Ellie representaba con la muñeca partes de la ambivalencia que sentía hacia su madre y de la que sentía su madre hacía ella. En su vida cotidiana, las batallas con su madre se daban particularmente cuando Ellie insistía en montarse en el refrigerador siempre que sentía que su madre no le ponía atención. Para la Sra. E., esto era especialmente difícil de tolerar ya que ella misma siendo niña, solía ser  severamente castigada por extraer alimento sin permiso.
A pesar de los aspectos aparentemente irracionales y de difícil manejo de la conducta de Ellie, era evidente que lentamente estaba surgiendo para convertirse en un individuo más coherente y cohesivo. Empezó a interesarse por su cuerpo, así como por el mío y el de su madre. Su manera de mostrar este interés era muy similar al método utilizado por un bebé durante la subfase de diferenciación de los 5 a los 8 meses de edad; tocaba diferentes partes de su cuerpo y del de su madre y empezaba a decir las palabras correspondientes. Se interesaba particularmente  por las orejas, afectuosamente se acercaba a su madre, las tocaba y decía “orejitas” Su interés por los oídos era claramente multideterminado y eventualmente alcanzó proporciones obsesivas, con ternura y agresión ante la cercanía. También tocaba y jugaba con mis collares de cuentas, lo que es uno de los intereses favoritos de los bebés durante la diferenciación. El proceso de diferenciación corrió paralelo con fantasías orales de incorporación que emergieron en diferentes juegos.
Ellie jugó con algunas muñecas pequeñas e indicaba claramente la que representaba su persona, ésta era la más bonita, peinada con una colita de caballo. Creaba escenas en las que todas las muñecas se sentaban alrededor de una mesa a comer. El plato de la muñeca-Ellie estaba saturado de comida. Ellie tomó dulces y los comió todos de un bocado. En su juego con las muñecas, representó diversas escenas escolares en las que la muñeca-Ellie era siempre el centro de atención. La madre reportó que por las noches en l cama, Ellie se masturbaba de una manera gentil y afectuosa. Lo que demostró que estaba empezando a catectizar su cuerpo y el de su madre de una manera más libidinal. La Sra. E. reconoció el creciente apego entre ellas pero al mismo tiempo recalcaba la falta de confianza básica de Ellie, ésta siempre esperaba lo peor y no creía que su madre fuera capaz de satisfacer sus deseos hasta que finalmente lo hacía.
Conforme Ellie catectizaba y reconocía su propio cuerpo, reconocía las diferencias sexuales, empezó a dibujar niños con penes y niñas con hoyos, comenzó a preocuparse por las heridas y pedía interminablemente curitas. Ellie jugaba a llenar los pantalones de las muñecas con arena asegurándose de que hubiese arena tanto en el frente como en la parte posterior. Después, alimentaba y acostaba a la muñeca, revisando que tuviera todo (p.ej. comida, pene, evacuaciones). Una escena dramática ocurrida en casa fue reportada: Ellie puso arcilla dentro de sus pantalones, después se vistió con varios pares de pantalones, se envolvió en una cobija y se fue a la cama. Se consideró que esto era una actuación regresiva de su deseo de amalgamarse (2) con su madre. Posiblemente una fantasía del vientre (3) materno para establecer cercanía.
En otra ocasión, cuando la madre estaba enojada con ella, Ellie apagó las luces, se fue a la cama y jaló a la madre para recostarse cerca de ella. Por este tiempo más y más palabras emergieron; Ellie decía “hola”, “adiós” y finalmente “mamá”. Tanto al dirigirse a la madre como en el juego con la muñeca decía “mamá”. Se enfrentaba cada vez más a sus sentimientos ambivalentes y esto se hizo evidente en sus juegos con las muñecas como en la transferencia.
Brevemente describiré lo ocurrido en una sesión de la época en que empezó a decir “mamá”.
Ellie juega con las muñecas pequeñas al principio de la sesión, siendo nuevamente muy detallista. Cuando traje una taza de té, espontáneamente ella dijo “caliente”. Principalmente habló al inicio de la sesión mientras la madre estaba presente, esta última no participó y preguntó si podría irse para hacer sus compras. Ellie se instaló a jugar en el cajón de arena, me senté calladamente y durante este tiempo ella estuvo cerca de mí, apoyándose en mí y siendo por momentos bastante afectuosa. Hubo otros momentos durante este juego en los que se tornó agresiva; me golpeaba, rasguñaba y mordía pero suavemente. Su coraje hacia mí comenzó a aparecer conforme obscurecía, por lo que nuevamente conecté la obscuridad con la añoranza que sentía por la madre durante el verano, con su coraje hacia mí por haber sido enviada lejos en ese período y como esto la hacía pensar que podría ser responsable de las cosas malas que sucedían, especialmente cuando mamá la dejo. La tranquilice diciendo que podía enojarse conmigo y aún así amarme. Tomó una muñeca bebé y la trató con rudeza aventándola y mordiéndola para después ponerle un curita. Rápidamente se alejó de mí y después rió cuando fui tras ella para agarrarla.
Uno podría describir este período del tratamiento y del desarrollo de Ellie como una etapa de incubación caracterizada por un incremento en el narcisismo corporal, fantasía de incorporación y un cierto sentido de diferenciación que para ella incluía también las diferencias sexuales.
Tanto los mecanismos introyectivos como los proyectivos podían observarse claramente conforme Ellie luchaba por distinguir de alguna manera entre su persona y el objeto. Estados de ánimo cambiantes, batallas y reconciliaciones estaban a la orden del día. Como la terapeuta de Ellie o más bien dicho, como la terapeuta de la diada madre-hija, era mi función tolerar sus continuos cambios de ánimo y la destructividad que dirigían la una hacia a la otra, hacia mí y hacía el proceso terapéutico.
Ellie tuvo un importante progreso en el desarrollo del Yo, especialmente en la comunicación y la simbolización, también aparecieron los fenómenos relacionados a un período de práctica retardado. Ellie se volvió más curiosa e inquisitiva. Por ejemplo, quería ir a tocar el timbre de cada uno de los apartamentos del gran edificio en el que ella vivía. Le encantaba ir a dar paseos por el parque y subirse a los camiones a dar la vuelta. En muchas de estas excursiones un acompañante terapéutico iba con ella. Un importante aspecto de estas salidas era ponerse en peligro para que tuviera que ser rescatada. Esto representó una transición a su propia versión de los desafíos del rapprochement (4), versión que se encontraba coloreada por intensos miedos de abandono y por la mutua destructividad entre su madre y ella.
Como era de esperarse los desafíos del rapprochement4 eran intensos y tenían una cualidad de todo o nada. Dentro de sus sesiones a menudo esto se expresaba con escapes violentos, como por ejemplo subir corriendo veloz como centella cuatro pisos por la escalera de incendios, su versión psicótica del “salir disparado”5  de los niños normales durante el rapprochement.
El negativismo tomó la forma de rehusarse a permanecer en el cuarto de juegos puesto que la cercanía, en estos momentos, era demasiado peligrosa; a lo largo de un año continuaron presentándose violentos berrinches. Durante este período, a menudo parecía que el proceso terapéutico se había estancado inexorablemente. La situación en su vida cotidiana también era difícil ya que fue necesario cambiarla de escuela y una maestra a la que ella quería mucho tuvo que irse repentinamente. Las discusiones con su madre llegaron a ser de una cualidad más cauta ya que ella parecía estar más dispuesta a establecer compromisos y reconciliarse. Sin embargo, su demanda insaciable de comida y juguetes permaneció desenfrenada.
En ocasiones era capaz de utilizar el dibujo a manera de realización de deseos y podía sentirse satisfecha, por lo menos de vez en cuando, al dibujar las cosas que quería. Sin embargo el año del rapprochement (6) visto como un todo, fue extremadamente irritante y por momentos me hacía sentir como si me encontrara comprometida en una lucha sin esperanzas. No obstante, Ellie también estaba haciendo progresos especialmente en su desarrollo cognoscitivo y su capacidad para dibujar, escribir, decir más y más palabras, así como distinguir entre el pasado, el presente y el futuro.
La extenuación por el esfuerzo eventualmente llegó a una cúspide dramática. La madre tuvo un accidente en el cual se lastimó el pie teniendo que caminar con muletas, esto enfureció a la niña quien la torturaba llevándose las muletas. Poco tiempo después, mientras la madre de Ellie se encontraba en el cuarto contiguo practicando el piano, Ellie tuvo un serio accidente. Este accidente autoinflingio ocasionó una gran herida en la pierna de Ellie. Su madre fue capaz de responderle con ternura y cuidados, la elaboración (7) de esto duró varios meses ya que Ellie exigía que todos los detalles se revisaran una y otra vez, dibujándolos y escribiéndolos. Las causas de éste accidente  se encontraban claramente multideterminadas: la identificación con la madre herida; culpa y castigo; sentimientos de ser ella la responsable del sufrimiento de la madre y hacia mí por dejarla y no cuidar de ella; el recuerdo de tiempos de desesperanza pasados;  por último, quizá un intento de suicida que ya había surgido anteriormente en el juego de enterrar a la pequeña muñeca dentro de la tina en la arena.
Después del accidente el tratamiento de Ellie  pareció de nuevo progresar bajo la forma de re-actuar y reconstruir eventos pasados, principalmente a través del juego con las muñecas. El vocabulario se incrementó lentamente, las palabras más importantes que se añadieron fueron “si” y “porque”.
El tratamiento descrito hasta este punto, cubre el período del desarrollo que, en la normalidad, se presentaría aproximadamente durante los primeros dos años de vida. Desde el punto de vista psicosexual estas serían las fases oral y anal; y desde la perspectiva de las relaciones objetales y del desarrollo del yo, serían las fases de simbiosis u separación-individuación. Para Ellie, que ya contaba con 9 años de edad, implicaron 6 años de intenso tratamiento. Aún después de esto, de ninguna manera se podía considerar que el crecimiento de Ellie fuera una sana resolución del proceso de desarrollo temprano, pero considerando tanto su dotación constitucional como su ambiente materno, probablemente era la mejor solución que podía lograr. Para Ellie fue un triunfo ser capaz de emerger como un ser coherente que podía vivenciar sentimientos de tristeza y añoranza, tolerar la demora, anticipar y utilizar el juego y la imaginación. La escisión aunque seguía presente como mecanismo de defensa, ya no era constante y ella era capaz de tolerar la ambivalencia y las experiencias de amor y odio hacia el mismo objeto. También comenzaba a concebir al objeto de manera objetiva y no sólo subjetivamente. En su propio desarrollo el narcisismo secundario sólido empezaba a surgir, y aunque ella experimentaba un gran odio hacia sí misma, también se amaba. Lo más importante era que Ellie definitivamente había emergido de la situación autista y había establecido relaciones y experiencias emocionales significativas.
 
TERCERA FASE: El Surgimiento de Lenguaje Comunicativo (de 9 a 12 años).
Durante este período (9 a 12 años), hubo un macado cambio en Ellie, el lenguaje se desarrollo rápidamente y a pesar de que no siempre era fácil entenderla, lograba expresarse bien con palabras. Su dibujo mejoró considerablemente y fue para ella otra vertiente muy importante de su expresividad. Las fantasías se volvieron más y más elaboradas,  alcanzando un nivel edípico, muchas de ellas fueron actuadas con títeres. Ellie se volvió celosa de otra de mis pacientes del centro e hizo preguntas sobre ella. Desarrolló miedo a las tormentas y a la muerte, posteriormente mecanismos contrafóbicos para lidiar con esos temores, p. ej. Saltar desde trampolines. Empezó a pensar en el futuro: ¿Cómo sería ella?, ¿Encontraría un marido?, ¿Tendría bebés?  Empezó a preguntarle a su madre sobre su niñez y lo mismo hizo conmigo.
Desarrolló conflictos sobre la masturbación y preguntó si yo me había masturbado alguna vez. La rabia destructiva y la escisión disminuyeron marcadamente. Desarrolló capacidad para mostrar y dar amor a otros. Se volvió más femenina y quiso saber sobre el nacimiento de los bebés y la menstruación.
Mientras Ellie funcionó en un nivel mucho más alto en muchas formas, desarrollo una intensa preocupación psicótica hacia las autopistas muy transitadas. En parte esta preocupación era utilizada defensivamente cada vez que algo que se discutía les despertaba ansiedad, comenzaba entonces a concentrar toda su atención en pensar y en hablar de las autopistas transitadas. Al mismo tiempo las fantasías sobres éstas fueron condensaciones de preocupaciones pasadas y presentes.
Ahora, ocasionalmente, salía en viajes de fin de semana en compañía de un acompañante terapéutico y su esposo a quienes amaba intensamente. Ella se la pasaba bien durante estos fines de semana pero se preocupaba de que su madre en retaliación la dejara. Las fantasías de autopistas contenían  rastros del recuerdo de su maldad por la que había sido amenazada con el abandono. También tenía la fantasía de quedar atrapada en algún embotellamiento vehicular, estando inhabilitada para acudir al baño y por lo tanto teniendo que defecar en sus pantalones. Hablaba acerca de sus primeros recuerdos de estar en el campamento y de sus pensamientos relativos a las autopistas mientras estaba en cama por la noche. Los carros y las motocicletas se habían vuelto símbolos fálicos muy importantes; exigía a sus padres que compraran el carro más grande y reluciente, permaneciendo insatisfecha con el carro que poseían en ese momento.
 
CUARTA FASE: La Alianza Terapéutica y El Yo Observador (de los 12 a los 14 años).
Ellie había llegado a la etapa de comunicación verbal completa, ya no se interesaba en jugar, había desarrollado también un Yo observador y el deseo de trabajar en sus problemas decía: “me tienes que ayudar con estos rollos (8), ya no puedo soportarlos más”, manifestando así la decisión consciente de intentar liberarse de sus preocupaciones psicóticas. Trajo a sus sesiones material rico en sueños y fantasías.
Ahora, resultaba claro que Ellie había emergido para constituirse en persona, en un individuo separado y con su propia perspectiva, comenzó a ser torturada por dos aspectos de su vida: se percataba que no había tenido una infancia normal y no sabía si le sería posible tener algún futuro. Sus problemas ya no estaban directamente relacionados con la inmediata interacción entre ella y su familia, el conflicto se había internalizado conforme intentaba lidiar con su lugar en el mundo.
El darse cuenta de que no había tenido una infancia normal le resultó  tan doloroso que por una temporada no toleraba niños pequeños, le era particularmente molesto el verlos acompañados de sus madres y felices. Intentó manejar el problema mediante la externalización y la proyección, culpando a la madre por no haberla forzado a hablar, a ser normal y a tener amigos. También  la culpó por haberla alejado enviándola a aquél espantoso campamento de verano, el cual consideraba ahora, había sido la causa de todos sus problemas. Contaba elaboradas historias de haber sido forzada a hacer cosas que no había querido hacer y de haber sido castigada por evacuaciones accidentales. Al depositar la culpa en el campamento proteger a sus padres y a mí, al menos parcialmente de su agresión por ser los únicos responsables de su sufrimiento.
Al empezar a viajar por sí misma a diferentes sitios en la ciudad, incluyendo mi oficina, Ellie tuvo que confrontarse a sí misma en relación con el mundo a su alrededor, estaba profundamente apenada de sí y se sentía torpe e incapaz de iniciar o sostener contactos sociales. En el camión o en el metro advertía otros niños platicando y riendo, como no sabía cómo participar y puesto que no tenía amigos propios, se concentraba en mirar y tratar de leer la parte posterior de los diarios que cubrían a algunas personas en el camión. Desarrolló una preocupación psicótica con el “New York Times” y todo lo que era “adecuado para ser publicado”,  simultánea y subsecuentemente, también desarrolló una preocupación psicótica con el motín de la prisión de Attica. Pensaba en esto, se identificaba tanto con las víctimas como con los victimarios, sentía lástima por los pobres prisioneros y al mismo tiempo resultaba claro que se excitaba con las historias y dibujos grotescos y fuera de control que hizo sobre las torturas; por supuesto, el contenido latente de esta preocupación psicótica era su propio miedo a terminar en un institución. Se impresionaba cada vez más con lo que ella consideraba que había sido su propia locura e intentó entender de donde procedía, de qué se trataba. A este respecto se mostró muy interesada particularmente en el estudio de la vida de Helen Keller. Citaré parte de una sesión de ese período:
Ellie entró y se quejó de no saber de qué hablar, nuevamente estaba pensando en Attica, pero no quería hablar de ello porque sabía que yo debería estar aburrida del tema y ella también lo estaba, que ya no hablaba de esto excepto conmigo y en ocasiones en casa pero a su madre no le gustaba. Estuvo en silencio por un tiempo de después comentó que estaba nerviosa o inquieta. Le dije que ambas sabíamos que frecuentemente pensaba en Attica cuando había ocurrido algo que la preocupaba o la molestaba. Pensó un rato y dijo que la noche pasada su madre, por estar enferma, no había podido acompañarla para acostarse, que su padre tampoco tenía tiempo y pensó que la noche anterior debió haberse sentido sola, siendo probablemente eso lo que la hizo  pensar en la prisión. Entonces dijo: “Creo que aún estoy celosa de los niños pequeños de la escuela que nunca tuvieron problemas como los míos, que fueron capaces de hablar y que no tuvieron que ir al campamento”. Estuve de acuerdo con ella en que era difícil sobreponerse a los sentimientos de celos. Sabía que aún estaba preocupada por sí misma y que el otro día que me había preguntado  por los hospitales estatales, también le recordaban la prisión, me dijo entonces que una vez su padre había comentado que la gente loca iba a esos lugares, por ejemplo alguien que saliera a la calle sin sus ropas; dijo que ella nunca haría eso. Le señalé que había una gran diferencia entre pensar y actuar, entonces dijo que aún le gustaba tocarse y que pensó que esto podía ser un crimen o volverla loca.
Comentó que cuando pensaba en ello, todas las cosas terribles como prisiones, cárceles, cementerios, venían a su mente. Se preguntaba si alguien más lo haría y entonces dijo que era aún peor pensar que yo, sus amigos o sus padres hiciéramos algo así, lo consideraba repulsivo. Dijo que estaba pegajoso entre las piernas al igual que lo que salía de la nariz. Había visto a su madre secarse con una toalla y eso era repulsivo. Tenía sensaciones agradables en la noche cuando lo hacía, pero los sentimientos desagradables llegaban al día siguiente cuando lo recordaba y pensaba entonces en todas las cosas terribles y en los castigos. Le pregunte en qué pensaba mientras se tocaba y contestó que en esos momentos pensaba en ser una niña pequeña, sabía que no se puede ir a un hospital estatal hasta cumplir los 18, acoté que eso nos podía ayudar a entender porqué le preocupaba tanto crecer. Mencionó que tenía miedo de que si iba a un hospital estatal podría haber una revuelta, como en Attica y a ella la aprehendieran.
Ellie continuó con su antigua insaciabilidad pero cambió la comida por la ropa. Esperaba que encontrando las ropas correctas se convertiría en la persona adecuada. Insistía en que su madre al igual que otras personas la llevaran de compras en interminables viajes por Macy´s y hacía dibujos sin fin de niños en toda clase de atuendos.
Durante este período, pasó un verano en una hermosa playa, acompañada de sus padres y de la  familia paterna. Esto la hizo muy feliz, realizó muchos dibujos respecto a esta experiencia, la cual fue serena y hermosa. Hizo un libro sobre la felicidad y en él comunicó cosas como: “La felicidad es el sol en la playa temprano por la mañana; La felicidad es recolectar conchas; La felicidad es admirar la luna por la noche cerca del océano desde la ventana del ático”. Pintó un dibujo particularmente hermoso de una pequeña niña (que representaba su persona) mirando la luna por la ventana. Este dibujo fue especialmente significativo ya  que había sido el primer verano en muchos, muchos años que pasó con sus padres.
Valientemente Ellie intentó sobreponerse a sus obsesiones pero era sólo en escasas ocasiones que podía deshacerse de ellas. La herida narcisista producto de su enfermedad era demasiado profunda. Aparentemente dos aspectos de su personalidad la había salvado: uno de ellos era su belleza natural y atractivo junto con su profundo deseo de relaciones humanas, ahora presente; el otro aspecto era su habilidad artística que ayudó al proceso de sublimación. Pasó hora y horas dibujando y escribiendo, eventualmente escribió una autobiografía muy interesante en la que se entretejían realidad y fantasía. Era la historia de su vida y de su tratamiento.
 
DISCUSION DEL TRATAMIENTO.
Como lo mencioné, he descrito las primeras 4 fases del desarrollo de Ellie durante su tratamiento en la infancia, concentrándome en dos, estas son: La emergencia de la simbiosis y el momento en que ella se había constituido realmente en una persona separada, sufriendo agudamente por sus obsesiones que para entonces se habían convertido en verdaderos síntomas. Nos podríamos preguntar ¿cómo se las arregló Ellie para cambiar?, ¿cómo logró la transición de una fase a la siguiente?
Es notable que cada cambio fue precedido por una crisis, el cambio que se dio entre los 6 y los 8 años y que implicó su salida del cascarón autista y la simbiosis, sus primeras palabras el comienzo de la simbolización ocurrió tras haber sido separada de su familia en el campamento de verano. El cambio de una violenta crisis de rapprochement (9) al inicio de una constancia objetal hacia el surgimiento del lenguaje comunicativo que se dio a los 8 años fue precedido primero por el accidente de su madre y después por el propio. Finalmente el cambio hacia el establecimiento de la alianza terapéutica y del Yo observador, así como la elaboración inicial de sus obsesiones sucedieron a los 11 años cuando nuestro centro de tratamiento cerró y empezó a acudir a mi oficina para sus sesiones por sí sola.
Cada  uno de estos importantes pasos fueron entonces precedidos por un reto y una crisis y separados con la ayuda de su tratamiento, que le permitió utilizarlos de tal manera que produjeran un mayor crecimiento.
El punto de inflexión en el primer cambio pareció ser el reconocimiento de los sentimientos de desesperación que tuvo cuando estuvo en el campamento, vio cómo obscurecía y creyó que sus padres no regresarían nunca. La sensación de pérdida que experimentó fue expresada dramáticamente mediante la renuncia de su fetiche psicótico y su objeto de amor: el piano. El reconocimiento y la elaboración de su desesperación hicieron surgir el efecto real de tristeza y la acercaron tanto a mí como a su madre. El evento más importante del período subsecuente fue la emergencia de las palabras (la más importante “Mami”) y los simbolos.
En el desarrollo normal la crisis de rapprochement9  se resuelve por medio de la identificación y la internalización. Es dramático que en el caso de Ellie, la identificación se dio con la madre como víctima de un doloroso accidente del cual sin duda ella se sintió culpable. A través de su propio accidente y de la identificación con la madre pudo acceder a la reconciliación que en el siguiente período del tratamiento, se tornó en relaciones de un nivel mucho más alto conmigo y con ambos padres –su fase edípica- . En este tiempo muchas de las fantasías y preocupaciones de Ellie tenían que ver con grandiosidad y exhibicionismo narcisistas (por ej. Se veía a sí misma como una famosa intérprete de cello, al frente de un numeroso auditorio).
Finalmente, el cambio hacia una verdadera alianza terapéutica tuvo lugar cuando la madre de Ellie dejó de asistir a las sesiones. No obstante lo insidioso de sus obsesiones y cuán desesperanzado parecía el esfuerzo contra ellas, Ellie luchó valientemente para convertirse en una persona más independiente y para crear una vida propia.
Desde una perspectiva clínica se podría decir que el objetivo terapéutico en las dos primeras fases de cambio fue acercarla a su objeto amado, mientras que en la siguiente etapa el desafío consistió en ayudarla para lograr una mayor autonomía e individuación.
 
MATRIMONIO Y MATERNIDAD.
Tras una larga y difícil adolescencia durante la cual prosiguió la terapia, el tratamiento llegó a su fin cuando Ellie se graduó de la preparatoria. Se casó con un hombre al que había conocido en su último año, se fue a vivir con él a un país lejano, con una cultura extranjera donde tuvo que aprender un nuevo idioma. Una vez más era una extraña en el mundo en el que vivía, pero esta vez pudo sentirse legítimamente ajena ya que era fuereña. Pudo repetir activamente y por elección sus experiencias infantiles de no ser capaz de hablar, de entender más de lo que los otros pensaban, de ser diferente y de ser dependiente de sus cuidadores. Ellie pronto quedó embarazada.
El material que a continuación se presenta es producto en parte de sus largas, extensas e informativas cartas, así como de su estudio de seguimiento.
La primera carta que Ellie me envío fue escrita durante su primer embarazo y tenía por encabezado: “A un vieja amiga”. En esta carta expresó los temores que tenía acerca de si estaba o no lo suficientemente bien como para tener una vida normal, un esposo amoroso y un hijo. Se preocupaba por su capacidad para ser una buena madre y de si su marido llegaría algún día a desencantarse de ella y a rechazarla. Decía “Me siento terrible cuando lo molesto de alguna manera, incluso peor de cómo me sentía con mis padres en el pasado”.
Ellie atribuyó el malestar que sintió durante su embarazo a que el bebé rechazaba la comida que ella consumía. Este es el primer signo de uno de los temas que ha sido importante en la maternidad con su primer hijo, un niño; el temor a que él pudiera rechazarla a ella y a su necesidad de ser amada por él. Creía que el bebé en el seno materno tenía ya un gran control sobre ella al rechazar o aceptar los alimentos que ingería.
El nacimiento de su primer bebé, Jamie fue difícil. Hubo complicaciones que requirieron que el bebé permaneciera en el hospital unos días después de que Ellie había regresado a casa.
El amamantamiento no fue favorecido y por lo tanto pronto lo suspendió. La suegra de Ellie se encontraba lista y esperando para hacerse cargo del recién nacido, Ellie se sintió inferior e incompetente a su lado y cedió muchos de los cuidados tempranos del bebé a su suegra. Cuando ésta alimentaba al bebé los miraba con envidia y tristeza. Todas estas circunstancias, así como las dificultades y la inseguridad que emanaban de su interior, probablemente interfirieron con la expresión completa de su preocupación maternal primaria y aún más, con el total establecimiento de la mutualidad y reciprocidad durante la fase simbiótica del bebé.
Tras el nacimiento de este primer bebé, Ellie sufrió bastante por la añoranza de su hogar. Contemplo la idea de realizar un viaje a casa con su esposo dejando el bebé con su abuela, las razones para pensar en esto era que temía que su esposo y ella fuesen incompetentes para cuidar de él. Temía que el bebé fuera molesto y difícil, en este aspecto era como si fuera a regresar a casa de sus padres, teniendo que dejar atrás no sólo al bebé sino también la molesta, demandante y necesitada parte de sí misma. Después de pensarlo y con el aliento de sus padres de no dejar el bebé, decidió no realizar el viaje.
Ellie entonces se involucró profundamente con su bebé, realizó grandes esfuerzos para complacerlo y por recuperarlo de su suegra. No obstante, tenía  grandes temores de ser competente como madre, por lo que le permitía a su suegra realizar gran parte de los cuidados que consistían básicamente en alimentar al bebé y acostarlo. Ella escribió: “Bueno, mi bebé se pone más hermoso cada día y parece estar más feliz ahora que antes (espero tener razón), incluso se ríe en voz alta algunas veces cuando juego con sus manos. Cuando no estoy ocupada con él, le hago juguetes como muñecos de peluche o bloques”.
De esta manera Ellie comenzó a sentir gran placer con su bebé durante la fase simbiótica aunque no se identificaba plenamente con su rol materno. Conforme el bebé creció y comenzó a desplazarse, ella se convirtió en la fiel compañera de sus exploraciones.
Contrariamente a las costumbres de la cultura en que vivía, ella favoreció su libertad, su conducta locomotora, la exploración de los juguetes y el juego mismo. Le hablaba y le leía abundantemente pero continuaba dejando algunas de las funciones de cuidado básicas a su suegra. El vínculo afectivo primario de Jamie parecía ser con su abuela con quien compartía la cama, frecuentemente Ellie se sentía más como una hermana mayor que como una madre. Repitió algunos de los sentimientos que tuvo su madre para ella cuando era bebé, principalmente el sentir que no era competente ni capaz de brindar los cuidados básicos.
Recordando el aislamiento de su propia infancia, Ellie se sintió muy reconfortada y feliz cuando Jamie comenzó a relacionarse con otros niños. Temía a la agresividad de Jamie como a la propia, le preocupaba que la cultura en la que vivían fuera permisiva con la expresión muy abierta de la agresión de los niños, sentía que su esposo y su suegra tendían a ser indulgente con todos los caprichos y deseos de Jamie.
Algunos de los aspectos más patológicos en el desarrollo de la relación de Ellie con su hijo eran su gran necesidad de amor y aprobación por parte del niño hacia ella, así como su intensa actitud sobreprotectora debida a la angustia de que le pudiera sobrevenir algún daño. Aún cuando se encontraba muy unida a él y necesitaba de su cariño y aprobación, había ocasiones en las que no se mostraba sensible a las necesidades de éste pues se encontraba demasiado ocupada en las propias. Durante el período de la conflictiva de Jamie relacionada al rapprochement (10), Ellie se sintió infeliz ya que en ocasiones se percibía a sí misma como muy impaciente con él, se salía de sus casillas y luego imploraba su perdón. Cuando tuvo que hospitalizarse brevemente debido a una enfermedad física, se sentía complacida al saber que Jamie lloraba por ella, creía que esto probaba que la amaba y la extrañaba.
Al contar Jamie con dos años, Ellie volvió a embarazarse. Fue un embarazo planeado ya que quería que Jamie tuviera un hermanito con quien jugar; no quería que tuviera una infancia solitaria como la de ella. Decía querer tener una hija: “Quizá porque siento que me podría identificara con ella y estaría viviendo o reviviendo mi infancia de ensueño, una niñez normal, feliz y fácil como la que yo quisiera haber tenido. Hago lo posible por identificarme con Jamie pero es en vano ya que a pesar de mi misma no puedo evitar pensar que las cosas son distintas para un niño y que éstos son algo más fuertes”. Comentaba que se sentía perfectamente cómoda discutiendo sobre genitales masculinos con su hijo, pero el sólo imaginar que podría tener una hija y que tendría que hablar de genitales femeninos con ella la hacía ruborizar.
Disfrutó su embarazo, se confeccionó ropa de maternidad de aspecto romántico y parecía capaz de gozar su femineidad más que nunca. Al mismo tiempo decía que Jamie la necesitaba especialmente ahora que estaba embarazada, era muy sensible a los sentimientos de Jamie respecto a su embarazo y al hecho de que él podía sentirse excluido una vez que tuviera al bebé, planeó involucrarlo en el cuidado de éste lo más posible.
El segundo bebé de Ellie fue una saludable nena llamada Mimi, escribió: “Es el bebé más dulce en el mundo. A pesar de un trabajo de parto difícil, me sentí realmente dichosa cuando vi a Mimi por primera vez”.
La madre de Ellie fue a auxiliarla con motivo del nacimiento de su segundo hijo, quería ayudarla a atener la oportunidad de ser la principal encargada del bebé, alentó a que la amamantara y a que se afirmara como mamá ante su suegra y su marido. Ellie realmente agradeció la ayuda de su madre en esos momentos y se sintió triste cuando se fue para regresar a los E.U., deseaba que su madre hubiese podido quedarse más tiempo y dijo: “A los 23 continúo siendo una bebé en muchos aspectos”.
Le preocupaba el estar siendo más una madre para Mimi de lo que jamás había sido para Jamie y dijo: “Esto es debido a que le di pecho y a que me responsabilicé casi por completo de su cuidado, también porque es una niña lo que en sí mismo forma un lazo único entre las dos; ambas somos hembras”. Se sentía culpable con su hijo mayor y decía que iba a intentar no ver hacia el pasado sino verlo como es ahora, ayudarlo a convertirse en una persona segura, “Por lo menos a tener más seguridad en sí mismo de la que yo tuve cuando niña. Trato de pasar tiempo con él, de ser comprensiva ya que considero que eso es lo que Jamie necesita”.
Jamie se encontraba muy apegado a su padre y Ellie trató de promover que éste también fuera paciente con él. Comparaba la sensibilidad de su hijo con la suya en su infancia, pensaba que era muy parecido a como ella había sido. Aunque creía que se identificaba más fácilmente con su hija, de hecho se identificaba fuertemente con su primogénito. No resistía llevarlo al doctor porque decía: “Me trastorno cuando escucho llorar a los niños pequeños, de hecho me involucro tanto en el llanto del niño que frecuentemente estoy a punto de llorar”. Se cuidaba mucho de revivir algunos aspectos de sus recuerdos infantiles de tristeza y constantemente se preocupaba por dar a sus hijos una infancia más feliz.
Parecía que Ellie se veía reflejada en Jamie y percibía en él algunas de sus propias dificultades, sensibilidades y características desagradables (p. ej. Su temperamento explosivo). Por otro lado, Mimi parecía representar la niña ideal, la niña buena que ella no pudo ser. A través de Mimi, Ellie parecía haber encontrado, al menos por el momento, su infancia y su condición de buen bebé perdidas.
Hablaba amorosamente de su esposo y lo consideraba paciente y amable, sin embargo también tenía presente el hecho de que en ocasiones la trataba más como una niña que como a una pareja adulta, tendía a veces a confiar más en su madre que ella. Aún cuando Ellie todavía no podía hablar bien el idioma, entendía todo lo que decían  se daba cuenta de que su esposo a menudo discutía sobre cosas importantes más con su madre que con ella, lo cual la lastimaba.
Su reacción era ponerse aún más atenta a su propio conflicto interno al cual denominaba el conflicto entre la niña y la mujer dentro de ella; la niña era demandante explosiva y tendía a sentirse resentida; la mujer era agradecida, paciente, dadivosa y amable.
Tenía normas y reglas muy elevadas para sí y se culpaba por no ser capaz de alcanzarlas. Cuando Ellie era adolescente, veía su infancia como la enojosa razón que le servía de escape al hecho de darse cuenta de que no podía ser perfecta, ahora como madre, nuevamente trata vehementemente ser perfecta y sufre por las imperfecciones, vulnerabilidad y debilidad que percibe en sí misma. Es impresionante que en este momento ya no tenga que negar,  proyectar y evadirse para lidiar con estas imperfecciones .

Parece ser capaz de sentir por sus hijos amor y preocupación genuinas, su necesidad de ser amada por ellos es muy grande, así como su necesidad de amarlos. Parece que Ellie, en su papel de madre, alivia y repara su propia infancia, el sufrimiento de su niñez estará vivo por siempre en su mente. A través del nacimiento de su hija, Ellie parece haber podido experimentar una especie de renacimiento, al alimentar y cuidar de su bebé, vivenció probablemente por primera vez en su vida una alegría completa y una bendición. Conforme su hija ha entrado a la etapa de separación-individuación, Ellie en sí misma parece estar surgiendo como un adulto más completo, fuerte y un poco más rebelde. Habla de querer tener un mayor control sobre los cuidados de la casa, de ser más compañera para su esposo y en general de estar más el mando de su propia vida.
——–
NOTAS DE TRADUCCIÓN:
1 Rapprochment = reacercamiento.
2 Merge = amalgamar. Ocasionalmente traducido en la literatura psicológica y psicoanálitica como Fusión y que sin embargo debe ser diferenciado por utilizar para referirse a procesos de Diferente intensidad  y asociado a diferentes puntos de fijación. N.T.
3 Womb = Matriz.
4 Ibid pg. 1.
5 Darling away.
6 Ibid pg. 1.
7 Working Through = (Trabajando a través), ha sido traducido en la literature psicoanalítica como elaboración, proceso consistente en una transformación de la energía psíquica derivada de una situación traumática que permite su control, su derivación o que ésta sea ligada. N.T.
8 Hang – up:  modismo norteamericano que podría traducirse literalmente como estar colgando y que implica estar en una situación angustiante de duda y semiparálisis. N.T.
9 Ibid pg. 1.

10 Ibid pg. 1.
——–
BIBLIOGRAFÍA

  1. Emde, R., Gaensbauer, T., and Harmon, R. Emotional expression in infancy: A biobehavioral study. Psychological Issues, Monogrph Series, Vol. 10, Monograph No. 37. New York: International University Press, 1976.
  2. Mahler, M. S., Pine, F., and Bergman, A. The Psychological Birth of the Human Infants. New York: Basic Books, 1975.
  3. Resch. R. C. Hatching in the human infants as the beginning of separation-individuación: What is and what it looks like. Psychoanalytic Study of the Child 34:421, 1979.
  4. Winnicott, D. W.  Primary Maternal Preoccupation. In Collected Papers: Through Paediatrics to Psycho-analysis. New York: Basic BOOKS, 1958.
  5. Winnicott, D. W. The Use of an Objecto and Relating troungh Identifications, In Playing and Cretivity. London: Tavistock, 1971. Pp. 86-94.