El siguiente texto es un comentario de Guilt Steimberg al artículo “La música y el inconsciente” escrito por el Lic. Alejandro Radchik, publicado en Gradiva, Vol. IV, núm. 3, 1990-91, y leído en la Universidad Femenina de México el 5 de junio de 1991.
El comentario fue publicado también en la revista Gradiva en el volúmen V Num. 1, año 1991
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Yo soy la música

Yo soy la música, la más antigua de todas las artes. Aún antes de que la vida empezara sobre la faz de la tierra, yo estaba en los vientos y en las olas. Cuando los primeros árboles, flores y hierba aparecieron, yo estaba entre ellos. Y cuando el Hombre llegó, de pronto me convertí en la más delicada, profunda y poderosa manera que el ser humano tiene de expresar sus emociones.

Yo le he enseñado al Hombre la existencia de la gentileza y la paz y lo he llevado más allá de los actos heroicos. De una forma sutil y casi imperceptible, me interno en lo más profundo del alma de cada ser humano. Reconforto la soledad y armonizo la discordia de multitudes. Yo existo y existiré eternamente en cada espacio del Universo.

                                                                                                                                                              I Ching

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Cuando el hombre creó la música, suponía todavía que tenía origen sobrenatural y que no era su obra. El sonido debe haber sido para el hombre primitivo algo incomprensible y por consiguiente misterioso y mágico.
Naturalmente, el hombre ha dado a la música los poderes que atribuía a los dioses. De acuerdo con él, el empleo de cantos mágicos es uno de los hechos más antiguos en la historia del hombre y tiene una importancia única en la Historia de la Civilización.
Tribus primitivas de Nueva Guinea creen que la voz de los espíritus puede ser oída a través de las flautas, los tambores y el bramido del toro.
También el hombre a menudo ha creído que la música podía ayudar a los malos espíritus a conducirlo a su perdición espiritual o física. Como ejemplo de esto, en la Historia de Lorelei, se dice “…cuyos cantos provocaban una melancolía irresistible e inducía a  los hombre a arrojarse al Rhin; Odiseo, que hablaba del canto de las sirenas que hechizaban a los marineros, quienes no podían resistir su seducción e iban a naufragar contra las rocas”. La leyenda del Flautista de Hamelin, quien se ofrece a limpiar la ciudad de la peste toca la flauta, y las ratas lo siguen hasta el río que él vadea y allí se ahogan; los habitantes se niegan a pagarle por sus servicios, él nada dice, pero al tocar otra vez su flauta, los niños los siguen y desaparecen con él, para no volver más.
Los efectos de la música sobre la mente o el cuerpo enfermo mantienen, desde tiempo inmemorial, notables semejanzas. Se han utilizado como procesos curativos los que se relacionan con la magia, con la religión y con el pensamiento racional.
El curador que emplea la música ha sido, a través de los tiempos, primero un mago, después un monje y por último un médico o un especialista en música, los ritos, los cantos y las danzas, desempeñaban un papel vital en los ritos curativos mágicos, que eran secretos.
El sonido y la música por su origen mágico, eran empleados para comunicarse directamente con el espíritu. Los cantos primitivos, a pesar de ser monótonos, recorrían diferentes modalidades emocionales, a que procuraba persuadir, lisonjear, adular o amenazar al espíritu del mal y con esto obtener la cura del enfermo. Más tarde, la música y aun los instrumentos musicales estaban conceptuados como dones de los dioses, los griegos los usaba n para dirigirse a ellos y para propiciarlos, en la esperanza de que los escucharan y de que ellos quisieran responder, entonces la música había llegado a ser un medio de comunicación humana con la deidad, ya no un medio de amenazar, de obligar ni de dominar a las fuerzas sobrenaturales. Ahora el hombre las usaba como un instrumento de persuasión, que debía ser grato a la deidad como al hombre,  sensible a la armonía y a la belleza. La música que acompañaba los ritos curativos antiguos debió haber puesto indirectamente al paciente, en una actitud de descanso, de esperanza y de receptividad.
Las orgías y otros ritos paganos muy conocidos, que incluían danzas y mucha música, no llevaban los propósitos curativos directos, pero brindaban una vía de escape psicológica y física muy grande, que no podría ser ignorada en una estudio de los medios musicales terapéuticos..
La música instrumental y coral era utilizada durante las ceremonias, según un ritual adecuado para la ocasión.
Ya en la era cristiana, surgieron nuevos conceptos éticos, desconocidos en el mundo primitivo y en el antiguo, de un Dios amante, de compasión y caridad hacia el débil, el enfermo y el pobre. La actitud hacia la enfermedad era de humildad y santa obediencia al sufrimiento, que podía ayudar al hombre a ganar la bienaventuranza eterna, las obras maestras del arte y de la música, encomendadas por la iglesia para ornar las catedrales y exaltar el efecto de los oficios religiosos, no sólo fueron ofrecidas en la gloria de Dios también llevaban el propósito de acercar al creyente a Dios mediante la belleza y la expresión de sonidos y pinturas, para ponerlo en un estado receptivo y espiritual.
San Bernardo de Claraval (1090-1153) daba estas instrucciones a sus monjes. “…que el canto esté lleno de gravidez… que sea dulce, pero sin trivialidad y que mientras halague al oído, conmueva al corazón. Debe aliviar la pena y calmar el espíritu encolerizado…” Así, la música fue parte de una experiencia religiosa colectiva que afectaba a cada uno de los participantes, tal y como ha sido siempre.
Los griegos procuraron encontrar razón y lógica intelectual en el mundo que los rodeaba y en el propio ser humano. El hombre no era para ellos una parte, sino el centro de la armonía universal. La música era parte integrante de la vida griega. Aristóteles da a la música un valor médico definido, cuando afirma que la gente que sufre de emociones no dominables “…después de oír melodías que elevan el alma hasta el éxtasis, retornan a su estado normal, como si hubieran experimentado un tratamiento médico o depurativo…”
Esculapio, famoso médico, había prescrito música y armonía a personas de emocionalidad perturbada. Se atribuye a Pitágoras el físico matemático, el empleo de la música para pacientes mentales; a esto llamaba él “medicina musical”. Había desarrollado una “mística” de numerología, que expresaba en términos musicales.
Posteriormente, el Renacimiento fue uno de los períodos más dinámicos y recreativos de la historia humana.
La música y todas las artes habían llegado a ser proyecciones individuales de las experiencias emocionales del hombre y medio de comunicación entre un hombre y otro en un nivel humano. Muchos médicos  amantes de la música eran investigadores y observaban los efectos de la música sobre el hombre, probablemente sobre ellos mismos y aun sobre animales.
El médico Phillip Barrough decía de sus pacientes mentales: “… dejadlos que estén alegres tanto como puedan y que tengan instrumentos musicales…”
Ya en el siglo XVIII,  encontramos cierto  material de investigación sobre los efectos puramente fisiológicos de la música sobre la respiración, sobre la presión sanguínea y la digestión.
A través de la historia, las respuestas del hombre a la música han sido fundamentalmente similares e influídas por los mismos factores; es decir, la receptividad física del hombre al sonido, su sensibilidad innata o adquirida a la música y su estado mental.
El hombre responde a la música de su civilización, que tiene para él un significado y una emoción.
El Lic. Radchik, en su trabajo sobre la música y el Psicoanálisis, cita la importancia que tiene la creatividad, como una medio de poder solucionar conflictos inconscientes, llevando al individuo hacia la salud mental.
De acuerdo a Freud, la persona creativa experiencia la necesidad de representar sus conflictos a sus deseos insatisfechos, a través del trabajo artístico. Creía que la creatividad se originaba en la curiosidad y frustración del infante, por querer descubrir aspectos sexuales que comenzaban hacia el tercer año de vida. Esta curiosidad sexual era finalmente sublimada hacia la creatividad.
Cita el Lic. Radchik las relaciones objetales y el proceso de separación individuación y cómo el sujeto puede recurrir a la música, como un objeto intermedio, que le permite a nivel simbólico permanecer en lo familiar y,  través de la melodía, vivenciar  a la madre, evitando así la angustia de separación, que le llevaría a sentirse perdido en una soledad infinita y aniquilante.
Muchas veces, el niño utiliza la creatividad, con el propósito de corregir una realidad insatisfactoria.
Greenacre dice que los niños dotados con las características de la creatividad son más sensibles a reaccionar al pecho de la madre, con sensaciones hacia el olor, la suavidad, la textura y la visión de la forma redonda de éste, con mayor intensidad de armonizar la relación con el objeto internalizado y el mundo externo. Situación que le lleva a amar al mundo y esto trae consigo el desarrollo adecuado para que se dé el proceso creativo.
Desde el punto de vista de Arieti, el proceso artístico se da a través de una relación con la madre, con la “buena” madre, acompañada por la idea de que el hijo vale la pena y será un individuo creativo, lo cual lleva a introyectar este concepto y a aceptar esta profecía, probando que su madre estaba en lo cierto. Freud fue un ejemplo de esto, “siempre fue el consentido de su madre”.
La música sería en todo caso esa madre “buena” que es comentada por el Lic. Radchik, como un contenedor. Y que en la relación terapéutica es desplazada al analista, que contiene la angustia del paciente sin angustiarse.
En la música, continúa diciendo, puede observarse el predominio de la agresión.  Pero también puede ésta ponerse al servicio de la resolución del proceso de duelo. La música, con todos sus contenidos inconscientes, llevaría al sujeto a poder elaborar la pérdida de sus seres queridos.
El arte, la literatura y la música son esenciales para lograr un nivel espiritual de la vida, en el cual es menos probable que ocurran la discordia y el odio.
El Lic. Radchik nos aclara cómo a través de los contenidos  inconscientes las obras musicales comunican desafíos, experiencias y conflictos de los compositores, con los que los intérpretes y escuchas se identifican.
Este es sólo un breve comentario, de un artículo, que a través de la creatividad del autor nos permite profundizar en los conceptos apasionantes de la música y el psicoanálisis.