Fuera del acostumbrado comentario a algún libro quisiera compartir con ustedes mi sentir sobre el discurso que la más reciente ganadora al premio Cervantes, la cuarta mujer en la historia ganadora de ese galardón, dio ese memorable día, y memorable no solo para ella sino para nosotros los mexicanos ya que si bien es cierto que una golondrina no hace verano, una noticia al mundo en la que México sea visto a través de la producción literaria de una emigrada polaca que ama profundamente al país que le abrió los brazos, no deja de ser un hito. Para algunos se trató de una serie de ideas melancólicas ensartadas con impecable sintaxis  y pero que la fuente de inspiración básica fueron los habitantes más pobres dedicados a humildes oficios como el cartero, el afilador de cuchillos, las mujeres del servicio doméstico, los indios caminando descalzos por las calles del Distrito Federal todavía a principio de los cuarentas, etcétera, a algunos les pudo parecer tema poco digno de mencionar ante tan selecto público y menos ante el mundo entero.

Quizá se tenga razón en que no fue un discurso para el público de todas las edades sino para sus contemporáneos. Quizá ni siquiera algunos  lectores de mediana edad sepan qué  quería decirse con la frase “hasta no verte Jesús mío”,  que era de uso corriente, más allá de que se trata del título de una de sus novelas más conocida en la que nos presenta a la protagonista, Jesusa Palancares de la siguiente manera […] vivía a la orilla del precipicio, por lo tanto el cielo estrellado en su ventana era un milagro que intentaba descifrar. Quería comprender por qué había venido a la Tierra, para qué era todo eso que la rodeaba y cuál podría ser el sentido último de lo que veía. Al creer en la reencarnación estaba segura de que muchos años antes había nacido como un hombre malo que desgració a muchas mujeres y ahora tenía que pagar sus culpas entre abrojos y espinas. Terrible conclusión  en la que no hay salida en la está idea, que a la fecha subsiste, de que ser mujer es de por sí una desventaja y para alguna, una maldición.

Y continuó diciendo […] Mi madre nunca supo qué país me había regalado cuando llegamos a México en 1942, en el Marqués de Comillas, el barco con el que Gilberto Bosques salvó la vida de tantos republicanos que se refugiaron en México durante el gobierno del general Lázaro Cárdenas. […] Mi hermana Kitzia y yo fuimos niñas francesas con un apellido polaco. Llegamos “a la inmensa vida de México” —como diría José Emilio Pacheco—, al pueblo del sol. Desde entonces vivimos transfiguradas y nos envuelve entre otras encantaciones, la ilusión de convertir fondas en castillos con rejas doradas. […] Recuerdo mi asombro cuando oí por primera vez la palabra “gracias” y pensé que su sonido era más profundo que el “merci” francés. […] ¿Cómo iba yo a transitar de la palabra París a la palabra Parangaricutirimicuaro? Me gustó poder pronunciar Xochitlquetzal, Nezahualcóyotl o Cuauhtémoc y me pregunté si los conquistadores se habían dado cuenta quiénes eran sus conquistados. […] Quienes me dieron la llave para abrir a México fueron los mexicanos que andan en la calle.

 La virtud de la Poniatowska para mi, amén de su calidad y capacidad de escritora y reportera,  es que todo lo que hizo y donde quiera que pasó la recuerdan por su calidez  y “candidez” que sumadas le abrían las puertas y los corazones de quienes la rodeaban. Compartió su vida con su pareja, el ilustre astrónomo Guillermo Haro y con sus hijos así como con numerosas amistades tanto del ámbito político como del literario y del arte en general.

A nivel anécdota personal me platicaba una persona muy cercana a ella que viviendo su hijo y sus nietos muy pequeños en la ciudad de Mérida, un 24 de diciembre ella contrató una carreta y disfrazada de Santa Claus pasó un par de veces frente a su casa para que los niños supieran que los regalos ya estaban por llegar.

Termino invitándoles a leer el discurso completo y si por su juventud no les trae ningún recuerdo quizá puedan enterarse de que “había una vez mexicanos que se sentían orgullosos de serlo”.

Para leer el discurso íntegro, favor de dar click en este enlace.