Despertares

Oliver Sacks. 1973

Editorial: Anagrama. ISBN: 9788433974051


Por: Abigaíl Cobar
Cuando adquirí este libro desconocía la importancia del autor. Me llamó la atención porque, coincidentemente, hacía poco había visto en la televisión la película del mismo nombre, que me había hecho reflexionar sobre el tan extendido uso de los medicamentos psiquiátricos. No es que se trate de demeritar su eficacia en muchos casos, sin embargo, me parece que hay muchas otras situaciones en que sería mejor evitarlas y enfrentar, diría Bion, “la verdad” del mundo real, es decir, conocer nuestras fortalezas y debilidades; trabajar en el fortalecimiento del yo para resolver nuestras pérdidas y frustraciones, y no administrar, de entrada, un medicamento que proporcione una paz o una alegría artificial.
La película en cuestión lleva el mismo título del libro; actoralmente la encabezan dos muy conocidos actores, Robin Williams y Robert De Niro, y muestra la real y dolorosa experiencia que vivieron tanto los enfermos y sus familiares como el autor, al haber sentido una mejoría que los devolvió a la vida, para en aproximadamente un año, “volver al abismo” de la enfermedad.
Oliver Sacks se ha desarrollado de manera exitosa como médico neurólogo y psiquiatra y aunque es originario de Inglaterra, desde hace muchos años radica en la ciudad de Nueva York. Este miércoles 18 de febrero actual, Sacks envió al periódico The New York Times, un amplio artículo en el que se despide de la vida, de sus amigos y familiares, agradeciendo todo lo que ha disfrutado en sus 81 años de existencia, ya que se le ha diagnosticado un muy avanzado cáncer hepático que le deja pocos meses de vida.
Sacks es ampliamente conocido en el mundo de los libros por haber escrito, entre 1970 y 2012, doce de ellos, todos con amplia difusión y muy vendidos. El más popular de estos es El hombre que confundió a su mujer con un sombrero, aunque dentro del mundo médico, el más estudiado es el primero que escribió: Migraña, siendo muy consultado por personas que la padecen y aún por médicos. No está catalogado como literato, pero se le reconoce su capacidad descriptiva y su claridad.
Despertares es, como la mayoría de sus libros, un relato autobiográfico, ya que es una experiencia que el propio Sacks vivió, entre 1966 y 1969, cuando prestó sus servicios en un hospital en el que vivían 80 pacientes que padecían las terribles secuelas de la encefalitis letárgica o enfermedad del sueño. Esta experiencia fue radical en su vida; el autor comenta que, ante la inexistencia de medicamento que pudiera ayudarles a aliviar el sufrimiento, les administró el medicamento L-dopa, transmisor de la dopamina, que estaba dirigido a los enfermos de Parkinson, ya que, en ese momento, se consideraba que estos pacientes presentaban una forma más de esta enfermedad.
Con enorme satisfacción observó maravillado la casi mágica mejoría que mostraban sus pacientes, y con grandes esperanzas compartió a la comunidad médica este hallazgo, que cerraría definitivamente el ciclo de las secuelas de la enfermedad del sueño. Lamentablemente todo aquel despertar a la vida que habían disfrutado sus pacientes por unos cuántos meses, dolorosamente se fue diluyendo y los síntomas se apoderaron nuevamente de esos sufrientes seres humanos.
El autor nos informa que los primeros registros de este padecimiento se remontan a la ciudad de Londres, en la que se presentaron brotes aislados entre 1672-1673. Fue hasta 1916-1917 que reapareció repentinamente en Viena para, durante los siguientes tres años, extenderse hasta alcanzar niveles mundiales, causando la muerte de aproximadamente cinco millones de personas y dejando incapacitados de por vida a la mayoría de los sobrevivientes. “El mal desapareció de manera tan misteriosa como había aparecido”.
La enfermedad llegó a los Estados Unidos en la década de los años veintes, ocasionando miles de muertos y los sobrevivientes fueron internados únicamente para esperar su muerte, ya que, al no conocerse cura alguna, ni siquiera sus familiares los visitaban.
La encefalitis letárgica fue denominada así por el neurólogo Constantin Von Economo, quien en 1917 vio a un hombre que sufría un letargo que, a no ser por que sus demás funciones eran las de un ser vivo, parecía estar profundamente dormido o muerto; sin embargo este padecimiento se presentaba en cada enfermo con nuevos y diferentes síntomas. Von Economo encontró en el cerebro de los sujetos muertos, que el causante de este mal era un virus filtrable submicroscópico; no obstante el padecimiento seguía considerándose como una variable del Parkinson. En 1967, el Dr. Cotzias anunció un nuevo tratamiento para ese mal, que consistía en la administración de dosis masivas de L-dopa y fue a esto a lo que recurrió el Dr. Sacks.
Quiero pensar que tal determinación contenía su buena dosis de un furor curandis, pero para muchos, se trató de un riesgoso experimento, sostenido por un deseo de notoriedad, más que cuestionable.
En su momento, este mal ocupó a destacados médicos, psiquiatras y psicoanalistas, entre los que señala el autor a Charcot, quien tomó a la encefalitis letárgica como una neurosis por sus afinidades con la depresión, la catatonia y la histeria; Ferenczi la llamó cataclonia debido a los tics parecidos a los de orden parkinsoniano; Sacks la observó como adaptaciones compensatorias para atenuar déficits de la vida cotidiana, y por último, Freud le llamó una docilidad somática.
Me pareció digno de presentarles este libro no solo por la honestidad con la que este médico acepta su error y sus consecuencias, solicitando la comprensión de los enfermos y de sus familiares, por haberles dado una esperanza fallida, y quizá, haberles expuesto a males mayores; además, hace sinceras reflexiones sobre el hábito actual, de medicar sin medir consecuencias; como la ingesta de vitaminas (aminas, indispensables para la vida) o las aminas biógenas (aminas capaces de producir la vida), como la dopamina.
Termino con esta advertencia del autor:
“A lo largo de todo el libro subrayé un tema metafísico: la idea de que es insuficiente considerar a la enfermedad en términos puramente mecánicos o químicos, de que debe ser tomada en consideración asimismo, en términos biológicos o metafísicos, es decir, en términos de organización y diseño estructural.” (Pág. 8).
Debo comentar que los escasos datos biográficos que les proporcioné sobre Oliver Sacks, fueron tomados de las fuentes que Internet nos ofrece, de tal suerte que si ustedes sienten curiosidad por la vida profesional de este hombre o desean saber un poco más sobre esta terrible y misteriosa epidemia, podrán recurrir a la misma fuente. Por supuesto, para esto último, lo mejor es leer el libro.