ADIOS A LOS PADRES

Héctor Aguilar Camín. 2014

Editorial Literatura Random House. ISBN: 9786073126892

Si entre su familia o entre sus amistades hay alguien que ande frisando los 60 años, este libro puede ser un magnífico obsequio. Probablemente esa persona haya sostenido en el transcurso de su vida, más de una batalla para el logro de sus objetivos; quizá, alguna de estas, fueron libadas en contra de sus propios impulsos y deseos conscientes, pero muchas otras fueron parte de los retos que el mundo externo les presentó. Es frecuente que, las que se ganaron, se sintieran como resultado lógico del propio esfuerzo y se vincularon a sentimientos de carácter positivo. Mientras que, las batallas perdidas, pudieron tomarse como resultado inexplicable, injusto; quizá hasta como producto de traición de alguien en particular, o de algo indefinible como el destino. Las huellas que dejan estas últimas son cicatrices dolorosas, marcas difíciles de borrar, recuerdos que atormentan. Además, a estas alturas del partido, ya se han sufrido pérdidas de seres con los que convivieron en las etapas fundamentales de su desarrollo, es decir, familiares cercanos y en ocasiones hasta de los padres. Estas experiencias de vida hará que el ejemplar le sea grato ya que los personajes viven todo esto, pero no de forma trágica, sino siempre aceptando que la vida está compuesta de todo eso.

Héctor Aguilar inició el acopio de material que nos entrega el 16 de abril 1991, cuando les pidió, a su tía-padre y a su madre, hermanas entre sí, que le permitieran grabar las conversaciones que sostenían entre ellas y con la familia, cuyo contenido permanente eran las accidentadas vidas tanto, de los abuelos Camín como de los abuelos Aguilar, desde que salieron de España para llegar a América buscando una vida mejor y después los eventos, no menos accidentados, de los hijos y los nietos. Además, Aguilar Camín, una vez iniciada su “investigación” se da a la tarea de tomar notas y observar los sucesos cotidianos con el experto ojo del periodista que es.

El autor nos da cuenta del inmenso espacio que ocupaban, y ocupan, en su mundo interno una madre omnipresente, dedicada, valiente, amorosa y un padre ausente, por lo que al morir ambos, le queda un hueco que quizá intenta aliviar al escribir esta, diría yo, novela íntima.

En nuestro hoy, estamos rodeados de expresiones físicas y verbales de agresión dirigida a destruir y ofender, incluso nuestro lenguaje cotidiano ha perdido amabilidad para tornarse brusco y por momentos, escatológico, por lo que se agradece que el texto que nos entrega Aguilar Camín, esté redactado en un tono de respeto y comprensión. No hay expresiones de odio, ni deseos de venganza, ni reclamos; se trata de una reconciliación y un reconocimiento con su mundo y con los personajes que lo habitaron. Es una historia conmovedora, amable, dulce, amorosa, llena de comprensión; todo esto sin llegar a lo melifluo, es decir, sin que le escurra la melcocha.

Como detalle que nos puede despertar curiosidad a los que asistimos regularmente a Avenida México número 37, es que el relator pasó buena parte de su vida en Avenida México 15, cuando esta bella casona fue convertida por su madre, en una casa de huéspedes y taller de costura.

Cuando dije que esta recomendación sería buena opción como obsequio para aquellos que andan por ahí de los sesentas, no significa que los psicoanalistas jóvenes no se puedan interesar en una obra que está plena de relatos en los que podemos identificar los mecanismos de defensa que se utilizan en la infancia y en la adolescencia, para poder superar las ausencias y adaptarse a los cambios. Como un ejemplo les cuento que en el adolescente Hectorín se despierta un poderoso interés por el box y específicamente por un combate que un mexicano sostendrá contra un extranjero. Es tanto su anhelo de que el mexicano triunfe, que la noche en que se realizaría el combate, al no poderlo escucharlo en casa, ya que se carecía de radio y de televisión, casi no duerme, solo espera que llegue la madrugada para salir a buscar un “puesto” de periódicos abierto para conocer el desenlace, no encuentra ninguno, pero sí a un hombre que está abriendo su panadería al que ansiosamente le pregunta, quién fue el ganador, el hombre contesta, “¡Ay hijo, el combate es esta noche!”; finalmente esa noche, el mexicano pierde ante el extranjero. El dolor y desilusión que sufre lo cimbra al punto de las lágrimas y le deja un sabor de boca de vergüenza. Coincide este evento con el hecho de que su padre, una vez más, pierde un fabuloso negocio con una compañía extranjera.

Como dije líneas arriba, la primera grabación la hizo Aguilar en el primer semestre de 1991, en 2011 se dio a la tarea de escribirlo y finalmente es publicado este noviembre. En estos 23 años de maduración, el autor vivió encuentros insospechados y sufrió pérdidas que no por esperadas y sabidas fueron menos sorprendentes y dolorosas.

Vaya pues esta recomendación junto con mi deseo de que tengan felices fiestas y correlativas vacaciones.