Autor: Alejandro Nagy

Hay un punto donde psicoanálisis y la ecología se cruzan. El lugar del encuentro es aquel reservado para aquellas cosas que siempre estuvieron frente a nosotros y que nadie había querido ver hasta que resultó imposible seguir negándolas. El psicoanálisis y la ecología son dos ciencias que enfrentan la negación cada una desde su propia perspectiva.

Sigmund Freud, dedicó su vida al estudio y a la investigación del psiquismo humano. Y en una teorización audaz para la época victoriana que lo enmarcaba, develó la sexualidad infantil que había sido negada hasta entonces. Desexualizar la infancia ha sido un síntoma típico de la sociedad humana.

Sin importar la evidencia de la sexualidad en los niños, se negó sistemáticamente su búsqueda de placer, se negó el cuerpo erogenizado del bebé por el contacto con el otro. Se negó el complejo Edípico, los deseos  hacia los progenitores y las fantasías de muerte. La sexualidad infantil estuvo siempre presente aunque evidentemente negada.

¿Cómo podemos entonces encontrar paralelismos entre el psicoanálisis y la ecología? La ecología, es decir, la consciencia de las relaciones entre los seres vivos y su ambiente, y las consecuencias, también ha sido negada a través del tiempo. Aun hoy, cuando ya rozamos el estado de alerta que el planeta nos arroja, se siguen negando las evidencias.

Recuperar la conciencia de la sexualidad, es reconocernos como especie, avanzar en la conciencia ecológica nos permitirá sobrevivir como especie en su relación con el entorno mediante el reconocimiento de que el hombre es parte de la naturaleza y no está separado ni aislado de ella.

Para comenzar a vivir debemos dejar de sobrevivir …