Psicoanálisis y Deporte
Autor: Isabel Gutiérrez Peláez

El objetivo de este trabajo es exponer la relación que tiene el psicoanálisis con el deporte, específicamente, en el deportista de alto rendimiento; así como la forma en que el psicoanalista puede influenciar para un mejor desempeño. Para ello, me parece importante diferenciar el deporte sano y, su contraparte, disfuncional.

Actualmente existe una disciplina que se le conoce como psicología del deporte en donde, Díaz (2001) explica que “el principal supuesto de la psicología del deporte es que el éxito o el fracaso del rendimiento deportivo, puede ser dimensionado en función de la preparación psicológica del deportista. Dicha preparación se traduce en la incorporación de programas de entrenamiento psicológico que optimicen el comportamiento deportivo antes, durante y después de la competencia”. Al comprender esta disciplina y sus deseos de ayudar en la preparación y motivación del deportista me pregunto ¿cómo es que el psicoanálisis podría ayudar en dicha tarea? Y ¿cuál es el papel del psicoanalista frente a un deportista que busca un análisis? Para contestar estas preguntas me remitiré a un breve recorrido histórico-cultural, para entender la psicodinamia del deportista de alto rendimiento y dar respuesta al quehacer del psicoanalista frente a este tipo de personas.

Comenzaré linealmente a manera de listado. En la Prehistoria, el ejercicio era llevado a cabo en las actividades cotidianas, como por ejemplo: correr para alcanzar a una presa, nadar para desplazarse de un lugar a otro e incluso en la lucha contra sus propios enemigos. Pensemos así, tales actividades como supervivencia, no como lo que hoy entendemos por deporte.

Para la cultura grecolatina, eran los dioses los principales deportistas, como Hércules por ejemplo, quien al ser arrebatado de su inmortalidad, se vio en necesidad de someterse a un entrenamiento físico y que sin haber perdido el don de la fuerza, logró la destrucción de los titanes.

Por otro lado, el deporte para las culturas prehispánicas, era un ritual ceremonial dirigido al sacrificio, como era el caso del juego de pelota, donde ambas contrapartes se enfrentaban a muerte.

No es sino hasta los primeros Juegos Olímpicos, que tuvieron lugar en la antigua Grecia en el año 776 a.C., cuando se comienza a reconocer el deporte como tal, en donde eran pocos los deportes que se practicaban, en especial el atletismo.

Los primeros Juegos Olímpicos, realizados como los conocemos hoy en día tuvieron lugar en Olimpia, Grecia, en el año 1892, los cuales, desde entonces se llevan a cabo cada 4 años en una ciudad distinta. Los deportes Olímpicos se han ido expandiendo y han sido reconocidos por el mundo.

Comprender el significado alrededor de la historia del deporte, es lo que ha hecho que hoy en día, disciplinas como el psicoanálisis, estudien los potenciales de los deportistas y las necesidades psíquicas que requieren para tener un alto rendimiento.

Ahora bien, creo pertinente diferenciar entre las personas que practican un deporte y los atletas de alto rendimiento. Las primeras serían quienes ocasionalmente “juegan” o realizan un deporte frecuentemente, sin un entrenamiento determinado y sin miras a la competencia o al desarrollo del mismo en un nivel óptimo. Y por el otro lado, el atleta de alto rendimiento es aquel que practica el deporte “en un alto nivel de trabajo y desarrolla su capacidades morfológicas, funcionales-fisiológicas, bioquímicas y psicológicas” (Alonso, 2002). Así mismo, Rego (2003) explica que “el atleta de alto rendimiento nace y se hace”, lo que se entiende que lo genético, hereditario y ambiental tienen una amplia relación funcional para el deportista.

¿Cómo es la elección del deporte? ¿Por qué elegir un deporte en equipo o uno solitario? El desarrollo del superyo expuesto por Freud (1923) en el Yo y el Ello, nos habla de que “las elecciones futuras a hacer, irán dirigidas a cumplir con el ideal del yo”. A partir de esto, hablando de una conciencia moral, todo aquél que quiera vivir con armonía en sociedad, deberá seguir una serie de reglas aceptadas e introyectadas por los miembros de la misma. De tal forma, es que en los deportes, del tipo que sea, una persona incapaz de seguir reglas no logrará un buen desarrollo en el mismo. Esta es la primera característica del deporte, sea en equipo o no, se debe de seguir con las reglas establecidas y aceptadas.

Ahora bien, ¿cuál es el papel del psicoanálisis frente a los atletas de alto rendimiento? Para ello, creo que es importante ver que existe una gran gama de deportes, los de pelota, los de atletismo, los bélicos, etc. Para poder cerrar las opciones de descripción de los distintos deportes, los reduciré a dos grupos: los deportes en equipo y los individuales, a razón de hacer más sencilla la comprensión del tema, así cómo poder diferenciar lo que lleva a una persona elegir un tipo de deporte a otro.

Esta clasificación ayudará, a mi parecer, a entender la dinámica del deportista, ya que las reglas en un deporte personal, como podría ser un maratón, si bien son para darle estructura a la competencia, no serán internalizadas por el individuo de la misma forma que lo sería en un equipo, donde todo es colectivo; es decir, no es lo mismo un “faul” en fútbol, en donde se afecta con dicha falta a todo el equipo, que un atleta que en la prueba de Caminata o Marcha Olímpica corre algunos pasos y es descalificado, en este caso lo afecta únicamente él.

Por esto es importante ver que en caso de un deporte en equipo, todos son una unidad, al igual que el atleta individual, sin embargo, cada integrante del equipo tendrá su personalidad y saldrá a la luz a lo largo del entrenamiento y las competencias. “Los límites y las normas son mucho menos estrictas, por lo que a menudo se encuentra a merced de la audiencia donde la mortificación narcisista y entusiastas elogios son equilibradas en la peligrosa cuerda del gusto y del capricho. Los valores que se afirma en ganar por la normativa y su corolario en la forma en que desempeña el juego significa que un jugador que no ha estado a la altura de sus ideales de la victoria, siempre y cuando lo ha logrado en la reproducción por las normas y, por tanto, ha conservado su autoestima. Su conciencia está tranquila. Allí parece ser algo en lo familiar, adagios acerca del carácter en el deporte, para la defensa de los valores sociales a través de una adecuada introyección del superyo, que pueden rescatar el narcisismo de la doble derrota de perder y de trampas. Por lo tanto, existen buenas razones psicológicas para la aparente sobrevaloración de las normas en los acontecimientos deportivos” (Dervin, 1985)

Whitman (1969) ayuda a diferenciar de forma más analítica la elección de un deporte: “La cantidad de temor de lesiones corporales, ya sea en un nivel primitivo autoerótico, posterior a la ansiedad de castración, a menudo determina el tipo de deporte que el niño prefiere. Los deportes se pueden clasificar en una serie de daños potenciales (de carreras de coches) o en una serie de contacto con el cuerpo real (desde el fútbol hasta el golf) en el que existe amenaza de agresión”. Por lo que las vivencias de la primera infancia, los miedos y frustraciones son también un detonante en la elección del deporte a practicar.

Ahora bien, las habilidades para un deporte u otro, determinan en gran medida, la elección del mismo, ya que, por ejemplo, una persona que tenga problemas de nacimiento en el hombro jamás podrá batear bien, lo que lleva a que descarte el béisbol. Las diferentes habilidades que cada uno tiene, se van conociendo en cuanto se descubren y se hacen uso de ellas. Además, entra también aquí la parte social, de reconocimiento y de introyección del ideal del yo puesto por los padres: “es la entidad más alta, el ideal del yo o superyo, la agencia representante del vínculo paternal” (Freud, 1923). Por lo que, a modo de ejemplo, se puede expresar que, un padre que inscriba a su hijo a un equipo de fútbol, que además es el equipo de la liga (de niños) a quien el padre admira, le compra su uniforme, etc., estará colocando en el niño un mensaje muy claro de lo que “desea de él”, lo que hace que la elección pueda ser más por el deseo del padre que del niño propio.

Igualmente, puede suceder con el reproche de que elija un deporte que al padre o padres no les parezca, por lo que su elección no sea esa, aún siendo el deseo de quien lo elije. Debido a ello, toda selección de deporte dependerá no sólo de las reglas y habilidades físicas, sino de la impresión que se pretende dar a la aprobación de las figuras primarias. Con esto podríamos entender que el deportista puede percibir a los espectadores, al momento de la competencia, como figuras primarias que están esperando algo de ellos: ser los más rápidos, el primero en llegar a la meta, lograr un gol, etc.

La elección de la práctica de un deporte, en equipo o no, se encuentra estrechamente relacionada a dos cuestiones: a la capacidad de socialización que lleva a cabo el deportista, así como la competencia en dónde, a decir de Klein podríamos ver la envidia y los celos en su rival, esto llevando al miedo a la retaliación: “La envidia es una relación de dos partes en que el sujeto envidia al objeto por alguna posesión o cualidad. Los celos son necesariamente una relación del objeto total, mientras que la envidia se experiencia esencialmente en función de objetos parciales, aunque persista en relación del objeto total” (Segal, 2002).

A partir de aquí sería importante analizar si este punto tendrá que ver con el fracaso ante el éxito. Si bien en los diferentes deportes se menciona que un jugador “matará” o “aniquilará” a su oponente,  ¿qué tanto este “acabar” con el rival puede llevar al miedo a la retalición? Por lo que si el deportista se coloca en la posición depresiva para sanar al perseguidor, seguramente se encontrará con grandes posibilidades de derrota en su competencia. Whitman (1969) menciona que “en donde hay competencia hay culpa”, por lo tanto la culpa reparatoria, llevará muy probablemente a que el deportista se deje derrotar o que minimice sus capacidades: “es un gesto mágico en el que el jugador niega su fuerza y potencia. Dice, en efecto: ‘Mira, no soy muy fuerte, tal como parece, estoy débil, no me parece que pueda ganar, estoy perdiendo’. Mediante este gesto espera evitar la represalia, que inconscientemente, si él gana puede venir” de esta forma se deshace de la posible retaliación. “Los objetos destruidos son fuente de incesante persecución y posteriormente de culpa” (Segal, 2002). Y finalmente, como una forma de defensa, podría hacerse una transformación en lo contrario y comienza a admirar al oponente, por lo que no lo podría destruir.

Asimismo, es importante entender que la adolescencia es la etapa de la vida en que el ejercicio es más productivo, y en el que se convierte en el mecanismo de defensa más adaptativo para el ser humano: la sublimación. “Llamamos sublimación cierto tipo de modificaciones de fin y de cambio de objeto, en el cual entra en consideración nuestra valoración social” (Freud, 1932). Aquí me parece acertado diferenciar que no importa que el atleta de alto rendimiento sea olímpico o dispute en las mejores competencias, ya que como mencione anteriormente, los atletas de este tipo de competencias han practicado su deporte desde muy temprana edad. En cambio, los atletas de alto rendimiento, no amateur se forman en especial cuando encuentran el gusto por algún deporte en la adolescencia.

Hasta aquí he logrado una descripción de la dinámica de la elección del deporte. Ahora me dedicaré ha hacer la diferenciación entre lo que es una práctica deportiva sana y la que no. Lo más importante es conocer el objetivo consciente e inconsciente que lleva al individuo a practicar dicho deporte en su más alto desempeño. Razones las hay muchas, todo aquél que comienza a ejercitarse lo hace por algún fin, pero ¿qué pasa cuando el fin es algo disfuncional? Veo adecuado, por ello, realizar un diagnóstico diferencial alrededor de lo que son los trastornos de alimentación, ya que por definición la bulimia nervosa no purgativa es aquella que “durante el episodio de bulimia nervosa, el individuo empieza otras conductas compensatorias inapropiadas, como el ayuno y el ejercicio intenso, pero no recurre regularmente a provocarse el vómito ni usa laxantes” (DSM-V-TR).

De igual forma, uno de los criterios diagnosticos del CIE-10 para anorexia nervosa es que la pérdida de peso puede ser provocada por ejecicio excesivo. Incluso se podría hacer dicho diagnóstico diferencial con la Vigorexia, que si bien no ha sido reconocido médicamente como enfermedad, se puede observar una obsesión por poseer cuerpos con gran musculatura, aquí habría que diferenciarlo, por ejemplo, con el deporte olímpico de levantameniento de pesas.

Por todo ello, el trabajo del analista que se encuentra frente a un paciente que tiene deseos de convertirse en un atleta de alto rendimiento o ya lo es (por definición), es en un principio diferenciar si su elección ha sido sana: físicamente, por sus objetivos, por sus propios deseos o ideales; de no serlo, dar tratamiento a los síntomas, aquí lo escencial es trabajar lo que Freud describió en el Yo y el Ello: “mientras que el yo es esencialmente  representante del mundo exterior, de la realidad, el superyo se enfrenta como abogado del mundo del interior, del ello… Conflicto es que entre el yo y el ideal reflejarán, en último análisis, la oposición entre lo real y lo psíquico, el mundo exterior y el mundo interior”. Ante aquel deportista que se encuentra en sanidad ejercitándose, el analista deberá llevar el trabajo en direcciones de entendimiento y cumplimiento de metas, es decir, en una preparación de la fuerza psiquica del sujeto, de lograr que la energía psíquica se relacione directamente con la física, así como el cuidado que requiere el cuerpo para lograr sus objetivos, como las revisiones médicas, alimentación adecuada, dormir lo necesario y entenamiento adecuado.

Por lo tanto el trabajo con el atleta de alto rendimiento es multidisciplinario y el papel del analista es desarrollar contención para las frustraciones y habilidades psíquicas de concentración de la atención y especialmente en la motivación.

Bibliografía

  • Asociación Psiquiátrica Americana: Manual de Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (2002). Barcelona: Masson
  • Alonso, R., (2002, junio) ¿Multividas Deportivas?: Algunas reflexiones.
  • Beisser, A.R. (1961) Psychodynamic Observation of a Sport. Psychoanalytic Review 48A: (1) 69-76
  • Dervin, D. (1985) A Psychoanalysis of Sports. Psychoanalytic Review 72: (2) 277-299
  • Díaz Eyzaguirre, C. (2001)   Manual de Psicología Aplicada al Deporte. Instituto Nacional, Santiago, Chile. Lecturas: EF y Deportes. Revista Digital, No. 49, p. 1.
  • Freud, S. (1923) El Yo y el Ello. Vol. XIX. Argentina: Amorrortu
  • Freud, S. (1932) Nuevas Conferencias de Introducción al Psicoanálisis. Vol. XXIII. Argentina: Amorrortu
  • Organización Panamericana de la Salud (1995). Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades y Problemas Relacionados con la Salud. Washington, D.C.: La Organización; Organización Mundial de la Salud.
  • Segal, H.  (2002) Intoducción a la Obra de Melanie Klein. Buenos Aires: Paidós.
  • Rego, S., (2003,) Médicos Deportivos y de AP Deben Coordinarse. DiarioMédico.com. p. 1-2
  • Whitman, R.M. (1969). Psychoanalytic Speculations about Play: Tenis- The Duel. Psychoanalytic Review 56B: (2) 197-214