Psicoanálisis en tiempos de inmediatez

Autora: Raquel Mussali

 

A plena luz del siglo XXI nos enfrentamos constantemente a la demanda por soluciones rápidas y eficaces. Me he podido dar cuenta de que esto sucede en la vida cotidiana por observarlo en mi entorno social o familiar y también he notado que se da con mucha frecuencia en el consultorio.

En muchas ocasiones nos llegan pacientes con motivos de consulta que quieren resolver de forma urgente, el problema está en que cuando eso se resuelve o se apacigua y se comienzan a tocar temas de mayor profundidad es cuando comienzan a salir las resistencias y estos pacientes terminan por irse ya que la capacidad de espera y tolerancia a la frustración es baja o nula.

Cuántas veces no hemos escuchado pacientes que llegan diciendo cosas como: “me urge solucionar esto”, “¿cuánto tiempo tengo que venir?”, “¿Diván? ¿eres ortodoxa?”, “¿tú me puedes recetar algo que me haga sentir mejor?” o los pacientes que dejan de venir y te mandan un mensaje para despedirse sin aceptar una sesión de cierre. ¿Será que el mundo nos ha ido acostumbrando a que las emociones también son inmediatas y su vigencia no debe ser muy larga? Estamos viviendo en los tiempos de la inmediatez, de las redes sociales, de buscar en internet y tener las respuestas necesarias al alcance de nuestras manos en cuestión de segundos. Transitamos la cultura de lo instantáneo, de la poca tolerancia, incapacidad para esperar y consumismo de productos que nos venden ideales imposibles de alcanzar.

Bauman (2006) se refiere a la vida líquida como “una vida precaria y que es vivida en situaciones de incertidumbre constante.” refiriéndose con esto a lo precario en diferentes instancias de la vida como lo son el trabajo, las relaciones amorosas y el valor de las cosas materiales.

El paso del estado sólido a líquido se puede ver con cosas contundentes como el simple hecho de que antes se veían con mayor claridad los principios, las expectativas de vida, valores trascendentes, matrimonios que se regían por la meta de llegar juntos hasta el final de la vida, entre otros. Hoy en día vivimos bajo el régimen de aceptar todo lo contrario, trabajos desechables, relaciones reemplazables, compramos ropa que proviene del famoso “fast fashion”, e incluso cuesta trabajo adaptarse a un estilo de vida en el que cuidemos el tirar basura por proteger nuestro planeta, consumiendo cosas y productos desechables como si este también lo fuera.

Al reflexionar sobre esto y tratar de darme una respuesta a porqué esta situación ha estado tan presente en la actualidad, escuchando las críticas que mucha gente le hace al psicoanálisis diciendo que éste ya perdió vigencia, me pregunto: ¿Qué lugar tiene un proceso psicoanalítico en una época para la que el tiempo no existe, para la que todo es inmediato? Primeramente me gustaría abordar el proceso que vivimos como candidatos a psicoanalistas, a mi parecer, creo que lo más importante que este proceso conlleva es aprender a tolerar la frustración, la formación dura 6 años, y me he puesto a pensar como existen muchas cosas a nivel personal que van cambiando a lo largo del tiempo y como 6 años es un periodo en demasía largo en el que pueden ocurrir muchos cambios. Es cierto que para esto tenemos nuestro propio análisis al que llamamos “análisis didáctico” pero este implica que como pacientes también tenemos que aprender a tolerar de manera que podamos disfrutar el proceso.

Es verdad que nos identificamos con nuestros analistas de manera que la parte vivencial nos hace entender el psicoanálisis e introyectarlo de una forma más clara, y de igual manera al momento de nosotros empezar a recibir pacientes que al principio implica también aprender a tolerar que algunos no llegan, nos dejan plantados y cobramos poco, nos convertimos en una figura de identificación para ellos al demostrarles tolerancia ante sus conflictos y poder llevar a cabo el proceso psicoanalítico de acuerdo al timing que cada uno de ellos conforme a su historia de vida y problemática nos exigen. De esta forma terminamos por ser una especie de “guía” que los va acompañando para aprender a tolerar su propio proceso y tiempo.

“Organizar el tiempo es organizar la vida, de ahí que sea tan relevante para la existencia desarrollar el sentido de la oportunidad y ser conscientes de los mecanismos que rodean a un recurso humano no renovable: el tiempo.” (El timing: el arte de elegir el momento preciso para cada cosa, 2008).

Recuerdo a una paciente que llegó a consulta porque quería encontrar trabajo. Estudió una carrera y se acababa de graduar, ya había tenido un trabajo al cual renunció porque no se sentía cómoda con el ambiente laboral y llevaba 3 meses buscando otro. Le llegaban ofertas, sin embargo, a todas les ponía pretextos. “Está muy lejos”, “me van a pagar poco”, “no es lo que estoy buscando”, “preferiría que fuera otra área”.

Esta paciente dejó su análisis cuando llevaba 3 meses y seguía sin encontrar trabajo, después de una sesión en la que le interpreté que no toleraba que probablemente no iba a tener el trabajo de sus sueños de principio y que no estaba de acuerdo con aceptar que tener trabajo probablemente implicaría cosas displacenteras, por mínimas que estas fueran. Queda claro que ésta paciente no pudo tolerar el displacer ni en el tema de que no encontraba trabajo y tampoco en que yo le dijera algo que no le gustó escuchar.

Por un lado, existen pacientes como ella, desesperados por resolver inmediatamente, pero me gustaría hablar también sobre los pacientes depresivos que se vuelven intolerantes al proceso psicoanalítico en la medida en que se dan cuenta que éste implica sentir aún más dolor, y sentir dolor, es displacentero.

Roudinesco (2000) habla sobre la sociedad depresiva y afirma que el padecimiento principal de sufrimiento psíquico en la actualidad es la depresión, tristeza y búsqueda de identidad que se presentan ante la serie de libertades a las que el ser humano se enfrenta en la actualidad, pero de las cuales no hace el uso adecuado.

Los pacientes depresivos son pacientes muy resistenciales y en ocasiones, son incluso los que piden fármacos, debido al dolor intolerable que sienten. Al estar en análisis y darse cuenta de que hablar de su dolor se vuelve aún más insoportable, viven el proceso psicoanalítico como re-traumatizante, sin darse cuenta que es todo lo contrario. “El hombre depresivo ya no cree en la validez de ninguna terapia. No obstante, antes de rechazar todos los tratamientos, busca desesperadamente vencer el vacío de su deseo. Así, pasa del psicoanálisis a la psicofarmacología y de la psicoterapia a la homeopatía sin tomarse tiempo para reflexionar acerca de su desdicha.” (Roudinesco, 2000, pág. 15).

Esto se puede relacionar con el deseo constante que los pacientes presentan por obtener claridad inmediata. “La información que más necesitan los practicantes de la vida moderna líquida, no es la de como empezar o inaugurar, si no la de como terminar o clausurar […] Para esto, lo que se enfatiza en todo momento es el olvidar, el borrar, el dejar y el reemplazar” (Bauman, 2006, pág. 10).

Tal como mencioné anteriormente, al no tener la claridad que demandan de forma instantánea, los pacientes suelen reemplazar y criticar al psicoanálisis cuando su deseo de gratificación prematura no es del todo favorecido.

Por otra parte, esto me lleva a pensar, qué pasa cuando el paciente se encuentra en un proceso de duelo en estos tiempos, convirtiéndose así en “un individuo depresivo que huye de su inconsciente y que está preocupado por suprimir en él la esencia de cualquier conflicto” (Roudinesco, 2000, pág. 19). Freud en “Duelo y Melancolía” (1917, pág. 241) define al duelo como “la reacción frente a la pérdida de una persona amada o de una abstracción que haga sus veces, como la patria, la libertad, un ideal, etc.”

Más adelante explica que el trabajo de duelo consiste en que el examen de realidad nos hace ver que el objeto amado ya no existe y por lo tanto se debe quitar la carga libidinal del mismo. Enfatizando que el trabajo de duelo es ejecutado pieza por pieza y que éste implica un gran gasto de tiempo y de energía investida y que a su vez es un proceso que implica dolor. “A pesar de que el duelo trae consigo graves desviaciones de la conducta normal en la vida, nunca se nos ocurre considerarlo un estado patológico ni remitirlo al médico para su tratamiento. Confiamos en que pasado cierto tiempo se lo superará, y juzgamos inoportuno y aun dañino perturbarlo.” (Freud, 1917, p. 242)

A mi parecer el concepto de duelo vivido en la época de la inmediatez se basa en pasar la página, porque, la poca tolerancia que existe aplica también cuando se trata de emociones “negativas” y con todo lo ya mencionado queda claro que cualquier cosa que implique invertir tiempo, energía y sentir dolor no van de la mano con lo que se exige en la actualidad y no me sorprende que falten herramientas para tolerar lo doloroso y llevar a cabo un proceso de duelo pero, mi pregunta es: ¿si se limita la vivencia del proceso de duelo, no surgen complicaciones? 

Vamik, Volkan (1990) señalan que el rechazo de una emoción después de una pérdida, implica la presencia de ciertas complicaciones en las etapas del duelo. A pesar de que la persona se percate de la realidad de la pérdida existe la posibilidad de negar la parte emocional y esto puede generar que se lleve a cabo una fijación en alguna de las etapas del proceso de duelo.

Lo anterior puede ocasionar ya sea una depresión reactiva o un duelo patológico establecido, cuando esto ocurre “la resolución de otros conflictos psíquicos no puede seguir adelante hasta que el paciente haya sido liberado de las complicaciones en el trabajo de duelo.” (Vamik, Volkan. 1990)

Las situaciones de pérdida y fracasos nos producen tristeza y dolor inevitablemente, por lo tanto, lo ideal en estos casos sería que se lleve a cabo la “elaboración del duelo” que es lo que permite la superación del mismo, ya que sin esta, el duelo se reprime y se reactiva cuando nos enfrentamos a situaciones dolorosas en algún otro momento. Ya lo decía Freud dándole siempre peso a la infancia y a los duelos no elaborados de la misma, sin embargo, hoy en día, esto se lleva a cabo de forma distinta y nos enfrentamos a estados de duelo permanentes que se llevan a cabo debido a las condiciones en las que vivimos ya que además de querer tener la solución en un abrir y cerrar de ojos existe una tendencia a comparar la vivencia propia con la de otros que se muestran “mejor” o utilizan defensas para hacer creer que lo están.

Cuando hablamos de la “madre suficientemente buena” nos referimos a la madre que es capaz de satisfacer las necesidades en la medida de lo posible pero también en ocasiones llega a frustrar, enseñándole al bebé a tolerar esta frustración poco a poco. Se habla de que las fijaciones y por lo tanto , las patologías, se dan cuando se frustra o se gratifica en exceso. 

La sociedad y cultura de la inmediatez nos brindan excesiva satisfacción y al respecto, cuando se nos presentan frustraciones es casi imposible ser tolerantes a ellas lo que me hace pensar que actualmente, la cultura y la sociedad son en gran medida las principales causas por las cuales la gente sufre psíquicamente.

Para finalizar me gustaría responder cuál es el lugar que tiene el proceso psicoanalítico en la actualidad, ¿Por qué el psicoanálisis?

Es verdad que como profesionales nos enfrentamos a un mercado de promesas de cura inmediata con el cual no es del todo fácil competir. Así como también es una realidad que los sujetos en tiempos modernos (con todo lo que esto implica) están más expuestos al dolor que antes, pero también cuentan con menos herramientas para aprender a tolerarlo y a lidiar con él.

A mi parecer, el psicoanálisis brinda un espacio que el mundo externo no es capaz de dar en el que se enseña la validez de las emociones simplemente porque hay un analista que las escucha y les da su lugar. Un analista con el que se forma un vínculo de larga duración al momento en el que el paciente deposita su confianza y se deja llevar por el curso del análisis y también un espacio en el que se nos enseña a tolerar emociones, frustraciones y procesos que el mundo nos ha creado la idea errónea de que no son tolerables y se tienen que extinguir.

El psicoanálisis brinda un espacio en el que el sujeto puede, aunque sea por un momento, dejar de correr, poner los pies en la tierra, detenerse, aprender a pensarse y por medio de la relación con otro ser humano, en este caso, con el analista, construir su manera de estar en el mundo y de compartirlo. (Villar, 2016).

Y al final, si se logra tolerar el conjunto de procesos que se requiere sobrepasar para llegar a la terminación del análisis, la gratificación de haber llegado a esa meta va a ser mucho mayor al sacrificio que implicó haber tolerado.

El psicoanálisis es tan válido como lo ha sido siempre, ya que a pesar de vivir en tiempos de inmediatez, la vida no es inmediata, la vida por sí misma no se puede acelerar y en la medida en que aprendemos que para la vida hay que esperar, el análisis nos prepara para tener mejores herramientas que nos ayuden a enfrentarnos a los desafíos que van acorde al tiempo de la vida. Estos desafíos siempre han sido los mismos, sin importar la prisa con la que el mundo quiere que vivamos.

 

Bibliografía

  • Bauman, Z. (2006). Vida Líquida, España, Editorial PAIDÓS.
  • El timing: el arte de elegir el momento preciso para cada cosa. (2008, octubre 24). Recuperado de: https://ecumenico.org/el-timing-el-arte-de-elegir-el-momento-preciso-par/
  • Freud, S. (1917 [1915]) Duelo y Melancolía, Tomo 9. Obras Completas. Buenos Aires: Amorrortu, 2017.
  • Roudinesco, E. (2000). ¿Por qué el psicoanálisis?, Argentina, Editorial PAIDÓS.
  • Vamik, D. Volkan, M.D. (1990) Duelo complicado. Gradiva vol. IV no. 1.
  • Villar Boullosa, Patricia. (2016). El psicoanálisis como alternativa en la hipermodernidad. Psicología, Conocimiento y Sociedad, 6(2), 243-258. Recuperado en 01 de febrero de 2020, de http://www.scielo.edu.uy/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1688-70262016000200013&lng=es&tlng=es.