08_Pedofilia 612644Autor: Lorena Correa
Datos Alarmantes
En el 2013 se detectaron en México más de 12,300 cuentas personales en Internet desde las cuales se difunde pornografía infantil, lo que pone al país como el primer lugar mundial en emisión de este tipo de material ilegal.
La ONU estimó en el 2009 una cifra de 750,000 pedófilos en todo el mundo, cifra que se ha ido multiplicando en los últimos años.
Se han registrado 300 casos de pedofilia en el mundo cometidos por sacerdotes y religiosos en los últimos 50 años.
Pedofilia
Parece haber un miedo a la pedofilia o a hablar de ella, no sólo en la sociedad, también en los profesionales que se enfrentan con problemas derivados de esta manifestación patológica. En psicoanálisis, hay pocas referencias y estudios de este fenómeno. Se podrá pensar que esto se debe a que son pacientes difíciles de encontrar en la clínica, sin embargo, sabemos que otras patologías que tampoco acuden a terapia comúnmente, han sido ampliamente estudiadas.
¿Qué es la pedofilia?
El Diccionario de la Real Academia Española define la paedofilia como la “Atracción erótica o sexual que una persona adulta siente hacia niños o adolescentes”.
Al hablar de un pedófilo nos referimos a adultos e individuos jóvenes que experimentan una necesidad imperativa por tener comercio sexual con niños y actúan en consecuencia.
Socarides diferencia entre pedofilia clínica y pedofilia no clínica. Las formas “situacional” y “variable” de pedofilia se consideran formas no clínicas de perversión sexual. En cuanto a la pedofilia clínica, presenta una clasificación de la pedofilia basándose en el diagnóstico. Para él, la pedofilia se puede clasificar en: pedofilia edípica, pedofilia pre-edíica y esquizopedofilia. Así, la misma fenomenología puede tener diferentes estructuras en diferentes individuos.
Como dijimos, dentro de las formas no clínicas encontramos las formas situacional y variable.
La forma “situacional” se caracteriza por:

  1. Inaccesibilidad ambiental para tener una pareja adulta del sexo opuesto;
  2. Comportamiento motivado concientemente;
  3. Actos pedofílicos que no son inducidos por miedo, sino que surgen de una deliberación conciente y de una elección;
  4. Habilidad de funcionar con una pareja adulta del sexo opuesto; y
  5. Un patrón sexual flexible que permite a los individuos regresar a parejas adultas del sexo opuesto cuando están disponibles.

Las motivaciones subyacentes a la forma “variable” son tan variables como cualquier otra motivación humana. Es una conducta conciente y elegida, funcionan con personas del sexo opuesto, etc. Puede ocurrir en individuos que tratan de satisfacer el deseo alternando la excitación sexual, comúnmente por razones de impotencia.
En formas latentes de pedofilia el paciente podrá vivir sin ser conciente de esta condición, en su forma más leve. Formas latentes de esta perversión pueden convertirse en pedofilias edípicas, pre-edípicas o esquizopedofilias. Los impulsos sexuales fugaces hacia los niños al convivir con ellos son frecuentes y son reportados durante la terapia psicoanalítica. Dichas fantasías no necesariamente significan que el paciente esté sufriendo de una perversión pedofílica, comúnmente fantasías pedófilas periódicas y fugaces son reportadas por pacientes con un miedo intenso al sexo opuesto, junto con tendencias pedofílicas reprimidas. Dentro de este grupo se presenta la aparición repentina de perversión pedófila en ancianos o personas que se encuentran a finales de la mediana edad cuyos patrones sexuales han sido alterados por múltiples cambios psicológicos u orgánicos en el cerebro, que acompañan el envejecimiento, un trauma o una neoplasia.
A menudo individuos en el curso de hacer una transición de determinados estados psicóticos (generalmente paranoia) a sintomatología neurótica (o viceversa) pasan por una fase transicional de pedofilia u otras formaciones perversas e.g. exhibicionismo o vouyerismo.
Algunos adultos se han involucrado en contactos breves y aislados con niños en el contexto de un niño seductor y curioso y bajo la intoxicación por drogas. Esto puede representar una pérdida en el control de impulsos y una regresión derivada de la frustración.
El aumento en los últimos años de abuso sexual a menores nos lleva a pensar en una pedofilia no clínica facultativa o epidémica, similar a lo que se ha reportado respecto del aumento de promiscuidad sexual. Estas formas de comportamiento se cree que ocurren en tiempos de desequilibrio social y cuando no hay una prohibición autoritaria de la sociedad (Freud).
Forma Clínica
En contraste con lo anterior, el verdadero pedófilo es aquel que por necesidades internas, debe tener relaciones sexuales con un niño prepúber (antes del desarrollo de los caracteres sexuales secundarios) para lograr gratificación sexual y para obtener una descarga de sus conflictos inconscientes.
Literatura Psicoanalítica
Para Fenichel, este “amor” por los niños está basado en una elección narcisista de objeto. Eligen como objetos de amor a jóvenes o niños que, a su juicio, se parecen a ellos mismos, y los aman y tratan con la ternura que habían deseado recibir de su madre. Al actuar como si fuera su madre, está centrado emocionalmente en su objeto amoroso, disfrutando el goce de ser amado por sí mismo.
Freud, en Tres Ensayos de Teoría Sexual, establece que sólo por excepción son los niños objetos sexuales exclusivos; casi siempre llegan a desempeñar este papel cuando un individuo cobarde e impotente se procura semejante subrogado o cuando una pulsión urgente (que no admite dilación) no puede apropiarse en el momento de un objeto más apto. Destaca el hecho de que la pulsión sexual admita una variación tan grande y semejante rebaja en su objeto. Según Freud, el abuso sexual contra los niños se presenta con inquietante frecuencia en maestros y cuidadores, meramente porque se les ofrece mejor oportunidad para ello. Indica también que las mociones de la vida sexual se cuentan entre las menos dominadas por las actividades superiores del alma, aún en las personas normales.
Ferenczi, Shengold y Kramer han hablado de las consecuencias en los niños, como la identificación con el agresor, la introyección de la culpa, formación de defensas patológicas, entre otras. Sus contribuciones cobran importancia para el entendimiento de los pedófilos ya que muchos pedófilos han sido objeto de abuso sexual en su niñez.
Consideraciones teóricas
El mecanismo perverso para la descarga de conflictos inconscientes en los pedófilos existe en todos los niveles de fijación libidinal y desarrollo del yo, desde el más primitivo al más desarrollado nivel de organización.
La clasificación que sugiere Socárides diferencía:

  1. Motivación conciente o inconsciente.
  2. La etapa del desarrollo de la cual surge el conflicto nuclear.
  3. El grado de patología de las relaciones de objeto internalizadas en el paciente pedófilo perverso.

Pedofilia Edípica
La forma edípica es una forma diversa de comportamiento sexual desviado que se deriva de una regresión temporal, no representa una detención en el desarrollo y se puede tratar de la misma forma que una neurosis. Surge de un conflicto estructural- entre el ello, el yo y el superyó, es decir, entre los impulsos sexuales, agresivos u otros y sus propias prohibiciones e ideales.
El conflicto nuclear consiste en una renuncia al amor de la madre y un conflicto correspondiente con la mujer. Predominan los conflictos de la fase edípica de desarrollo y hay un desvío hacia niños prepubertos para la gratificación sexual. Esta regresión no implica una perturbación en las relaciones de objeto o en las funciones del yo.
Pedofilia Pre-edípica
La forma pre-edípica se debe a una fijación en el desarrollo de los 6 meses a los 3 años de edad. Su motivación es inconsciente y surge de la ansiedad. Presenta una severa perturbación en la identidad sexual del individuo. Hay una persistencia de la identidad femenina primaria, como consecuencia de la inhabilidad de superar la fase de individuación-separación y de desarrollar una identidad independiente de la de la madre. Hay una persistencia de mecanismos primitivos y arcaicos que provocan abundantes ansiedades incorporativas y proyectivas. La ansiedad se debe a temores de engolfamiento, disolución del yo, pérdida de los límites del self y el yo, fragmentación del self y/o angustia de separación, así como difusión de la identidad.
El paciente necesita actos perversos para asegurar la supervivencia de su yo y estabilizar transitoriamente el sentido de sí mismo. El síntoma perverso es egosíntonico. Los deseos agresivos y destructivos hacia la madre y el miedo a la retaliación o incorporación por parte de ella, junto con el temor de fusionarse con la madre, son evitados mediante la sustitución del cuerpo de la madre por el cuerpo de un niño prepuberto. Hay una disminución del miedo de castración mediante la identificación con el compañero.
La pedofilia pre-edípica se divide en dos subtipos, Tipo I y Tipo II. Los subtipos de la pedofilia pre-edípica: Tipo I y II se diferencian por el grado de patología de las relaciones de objeto internalizadas. La fijación podría ser en distintas fases del proceso de separación-individuación de Mahler. Es común que en ambas formas pre-edípicas se presente una grandiosidad patológica del self. La forma pre-edípica de pedofilia se asocia con trastornos narcisistas y limítrofes.
Forma Pre-edípica Tipo I
En la forma pre-edípica más leve (Tipo I) el conflicto edípico puede ocultar conflictos pre-edípicos más profundos y la regresión no involucra un deterioro grave en las relaciones de objeto y en otras funciones del yo. Ocurre durante una fase posterior del proceso de individuación-separación. La ansiedad predominante es normalmente una ansiedad de separación.
En los pacientes pre-edípicos tipo I, (i) el self está casi separado del objeto; (ii) hay algo de disociación del self y de las representaciones de objeto; y (iii) el enfoque del tratamiento se debe dirigir a la integración de los aspectos escindidos/disociados del self y de las representaciones de objeto.
Los mecanismos de defensa que prevalecen son introyección, proyección e identificación. El objeto sexual (niño) es normalmente “amado” de acuerdo con el modelo de amor narcisista. Estos pacientes experimentan ansiedad y culpa asociada con la separación debido al temor de perder al objeto maternal o a separarse de la madre. El miedo al engolfamiento de la madre los lleva a cometer actos perversos.
Forma Pre-edípica Tipo II
En la forma pre-edípica más severa (Tipo II) las fijaciones pre-edípicas son de una importancia primordial, dominando constantemente la vida psíquica del individuo en su búsqueda por una identidad y un self cohesionado. Usualmente se asocia a un trastorno de la personalidad narcisista de varios grados de severidad. La fijación se encuentra en una subfase previa -de diferenciación- del proceso de individuación-separación. La ansiedad predominante es de fragmentación relacionada a una representación del sí mismo en peligro.
Al no haber una estructuración suficiente del aparato psíquico, estos pacientes presentan una ausencia de conflicto interno. Su comportamiento no está regulado por un superyó identificado con el poder moral de los padres, ya que no han desarrollado un superyó ni un yo estructurado. Resuelven este conflicto temporalmente usando objetos externos (como niños prepubertos) cuya función es la de sustituir las estructuras faltantes y las funciones que desempeñan.
Las defensas de estos pacientes son las de etapas previas del desarrollo, y la escisión predomina sobre la represión. El uso patológico de la escisión se debe a una fijación en el proceso de desarrollo, interfiriendo con el sentido de identidad y el desarrollo de una constancia objetal. Se caracteriza por una escisión vertical (Kohut, 1972) que produce una disociación de los contenidos mentales, manteniendo primitivos impulsos grandiosos exhibicionistas disociados del funcionamiento con la realidad.
En estos pacientes: (i) hay un self autónomo emergiendo gradualmente; (ii) hay una escisión de objetos buenos y malos; y (iii) el enfoque del tratamiento es el promover un ambiente de contención con el paciente. Estos pacientes se caracterizan por una regresión y/o fijación escindida a la subfase de diferenciación, una escisión del self y de las representaciones de objeto en buenas y malas, un problema entre el verdadero y falso self y la ansiedad predominante es la tendencia a la difusión de la identidad.
Entonces, en el pedófilo pre-edípico tipo II:

  1. Prevalece el mecanismo de escisión;
  2. No muestra culpa pero podrá desarrollar vergüenza;
  3. Está sujeto a regresiones mayores;
  4. Busca objetos de su self idealizados (niños prebupertos) para representar su grandiosidad y responde con episodios de agresión en periodos de regresión si sus necesidades no son satisfechas;
  5. Sus relaciones de objeto son parciales (el niño representa a la madre en muchos casos);
  6. Tiene una imagen del cuerpo fragmentada y está sujeto a sentimientos de disolución y desaparición;
  7. Experimenta un sentido de grandiosidad y omnipotencia; y
  8. Sus actividades se llevan a cabo mediante ciertas idealizaciones. Cuando dichas idealizaciones fallan o el objeto idealizado (el niño prepuberto) le falla, puede ocasionar un comportamiento psicopático grave y una agresión intensa, incluso asesina.

Estos pacientes buscan la integridad de su ser a través de actos perversos, en el sentido de resolver una crisis de difusión del self a través de experiencias relajantes que busca insistentemente sin ninguna preocupación por las exigencias de la realidad.
El objeto sexual (el niño) es similar al objeto transicional del que habla Winnicott (1965). Debe mostrar disposición a cumplir, prestarse a la manipulación y ser usado, abusado, descartado, querido, simbólicamente identificado, pero no debe inmiscuirse con el pedófilo. Debe someterse al control omnipotente del pedófilo y le debe proveer algo (vitalidad y “realidad”), así como calidez y confort.
Esquizopedofilia
La esquizopedofilia se caracteriza por una fijación en la fase simbiótica y/o autística, con el fin de combatir el temor a la disolución de la autorepresentación a través del re-engolfamiento de la madre, así como un temor a la fusión psíquica con ella. Representa una coexistencia de perversión sexual y esquizofrenia.
Hay una intensa fijación a la madre, una ansiedad de fragmentación y separación intensa, una identificación femenina muy pronunciada, serias dificultades para relacionarse con el sexo opuesto, e intereses sexuales perversos desde la niñez. Los conflictos perversos y las elaboraciones delirantes son consecuencias del proceso esquizofrénico y no su causa. Los impulsos perversos y sexuales son intentos frenéticos para crear relaciones de objeto.
Hay una inhabilidad para neutralizar la agresión durante las actuaciones pedofílicas, alimentada por pensamientos delirantes de naturaleza paranoide, así como temores reales de posible detención y encarcelamiento.
Conclusiones
En nuestra labor como psicoanalistas, uno de los compromisos más importantes que tenemos para con nuestros pacientes es el de intentar entenderlos.
La clasificación propuesta me parece muy útil para fines didácticos, ya que podemos entender y diferenciar el grado de regresión, la fijación, los motivos inconcientes, las relaciones de objeto y el grado de estructuración de las instancias psíquicas, entre otros, de los pacientes pedófilos.
Lo anterior sin duda nos dará mejores herramientas no sólo para el tratamiento de estos pacientes, sino que también nos abre un panorama para el tratamiento de otro tipo de perversiones y formas de comportamiento sexual.
Bibliografía

  • Fenichel, O. (1945) “Teoría Psicoanalítica de las Neurosis”. México, D.F. Editorial Paidós.
  • Freud, S. (1923) “Tres ensayos sobre la teoría sexual”. En Obras completas, Tomo I, Madrid, Biblioteca Nueva.
  • Schinaia, C. (2011) “Pedofilia, pedofilias. El psicoanálisis y el mundo del pedófilo”.  Editorial Ediciones.
  • Socarides, Ch. y Loeb, L. (2004) The Mind of the Paedophile. London, NE, Editorial Karnac.

 
 
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