Pareja, tipos de vínculo y narcisismo

Autor: Monserrat López

Primero que nada, debemos preguntarnos ¿qué es una Pareja? Según Orlandini (1998) la pareja es un conjunto de dos personas, usualmente del sexo contrario, que han establecido un lazo intenso y duradero, que se proveen de sexo y ternura, y que han decidido acompañarse por un lapso de tiempo definido o indefinido. Sin embargo, si miramos más de cerca, vemos que no todas las parejas son del sexo contrario, no todas tienen un lazo intenso y algunas duran unos pocos días o incluso horas. Hay parejas que no se proveen de sexo y otras que tampoco poseen ternura en su relación, e incluso hay las que tampoco han decidido estar juntas sino que más bien lo están por mutua conveniencia o estatus social.

 

Dimensiones de pareja

Por eso mismo, es que las parejas en sí, pasan por distintas dimensiones. No es lo mismo lo que tienen al principio de la relación que al final. La primera dimensión es la del Eros. En ella existe un cortejo inicial cuando apenas se conocen o se ven por primera vez. Siendo precisos, es la forma romántica del amor, pues es cuando surge el enamoramiento que se siente durante el noviazgo y recién casados (los primeros seis años). Se experimentan los deseos sexuales y los celos, pues es una etapa de exclusividad. Es cierto que puede haber infidelidades durante esta etapa, pero se trata de aparentar que no es así ni sucederá.

La segunda dimensión es la de la Empatía. Se caracteriza por un profundo sentimiento de separabilidad en que empiezan a descubrir diferencias irreconciliables entre ellos. Algunas todavía con remedio pero causan los primeros conflictos fuertes. Por eso mismo, ésta etapa comprende la compasión, aprecio y tolerancia del otro. Se da el aprecio de la expresión única de masculinidad y feminidad. Principalmente ocurre entre los seis y doce años de casados, obviamente esto sólo es un estimado de tiempo.

La tercera dimensión incluye principalmente a la Amistad.  Se busca incrementar los intereses comunes, comienzan a hacer actividades en conjunto. Es una búsqueda de nuevos intereses que puedan compenetrarlos. Estos nuevos intereses por algún deporte o pasatiempo, son presenciados por la pareja ahora desde el comienzo, no desde antes de conocerse, y muchas veces dependen de su consentimiento y apoyo. Hay una ampliación en la identidad de cada uno, manteniendo la intimidad. Es decir, se le comienza a considerar al otro automáticamente en todas las decisiones. Cada vez es menos común la individualidad.  Aparece entre los trece y los veinte años de casados.

Por último, está la dimensión del agape (atención). En ella el amor ya no requiere motivación. Es un amor propio de la madurez que ayuda y alimenta, pues ya son tantos los años vividos y los recuerdos experimentados.  Es una dimensión propia de la etapa de la generatividad, como diría el psicoanalista Erik Erikson (1902-1994). La clave está en aceptar y alentar los intereses de cada uno y sentir alegría por los logros del otro. Buscar no una relación competitiva, sino cooperativa.

 

Narcisismo y relaciones amorosas

En 1914 Sigmund Freud escribió Introducción al narcisismo. En dicho escrito trata de dar explicación respecto a cuál es el origen de la personalidad narcisista. Para eso, menciona que sirven para estudiar al narcisismo: la enfermedad orgánica, la hipocondría y la vida amorosa. Es justamente este último el que nos servirá para comprender la relación que existe entre las relaciones amorosas de pareja y el narcisismo que es tan común hoy en día. Freud menciona que el lactante tiene dos caminos de elección de objeto, es importante señalar que son caminos y no tipos que excluyen uno al otro, pues a fuerzas todos pasamos por ellas. El primero es el Amor Narcisista. Con él se enviste al Yo, y al mismo tiempo: lo que uno es, lo que uno fue, lo que uno quisiera ser y a la persona que fue parte de uno mismo. Es un tipo de amor inicial, que sucede después del autoerotismo. El autoerotismo vienen siendo las primeras etapas psicosexuales de Freud (oral y anal), en que la libido está fijada en una zona corporal y todavía no existe un Yo. Claro que según otros autores como Melanie Klein, ya existe un yo rudimentario, pero en la línea que sigue Freud todavía no lo hay. Una vez que ya hay un Yo y la libido está puesta en él, podemos hablar de un Narcisismo Primario.

El narcisismo primario significa: me amo a mí a través del cuerpo del otro (que viene siendo en realidad la madre. Hay una gran omnipotencia de ideas (megalomanía) y fantasía paranoica (en la auto percepción). Dicho narcisismo primario es necesario y obligatorio para todos, pues gracias a él podemos sobrevivir e incluso mucho del pensamiento mágico de la infancia viene de ese estadio. Luego viene la siguiente etapa llamada Amor por Apuntalamiento. Aquí ya existe un objeto completo, el cuerpo de la madre ya no es parte de uno. Por lo tanto, se enviste al objeto. Normalmente son las figuras primarias del lactante. Es decir, la madre, que toma un rol como figura nutricia y el padre, que funge como protector. Es así que ahora puedo afirmar que “amo a mis padres y a sus sustitutos”. Recordemos que aunque el amor durante nuestro desarrollo se vea expresado en una tía, profesor, novia o esposo, siempre evocarán a las figuras primarias (madre y padre). También el objeto se vuelve contingente (puede o no estar) aunque los objetos primarios siempre estarán. Por último, es importante señalar que cuando uno ama, la libido al otro se idealiza y se resta de ti. Por eso vemos esa misma sensación de “falta” tan característica del neurótico, y esa aparente muestra de “tenerlo todo” del narcisista. Si una persona no logra integrar a los objetos y tiene relaciones parciales, podremos decir que ha hecho una regresión a la primera fase narcisista. Sólo que en este caso se llamará Narcisismo Secundario y esta vez será patológico.

Ahora, regresando a los dos tipos de amor, Freud señala que se puede ejemplificar muy bien en el hombre y la mujer. En el hombre, es común ver un amor por apuntalamiento cuando hay un amor completo al objeto, en que el objeto tiene una sobreestimación sexual que permite el enamoramiento. Los hombres como han renunciado a su narcisismo aman más a la otra persona. Empobrecen su yo a favor del objeto. En cambio, en ciertas mujeres es muy evidente un amor narcisista. Sobretodo menciona que en aquellas que son bellas físicamente, son aquellas que sólo se aman a sí mismas. A diferencia del hombre, sus órganos sexuales latentes tienen un acrecentamiento que aumenta su narcisismo originario. Siendo inalcanzables, alejan todo lo que pueda empequeñecer su yo. Para muchas de ellas la solución a este conflicto puede ser tener un hijo, pero para otras por el contrario, un hijo será visto como una prolongación narcisista de ellas. Sin embargo, es importante señalar que hay muchas mujeres que aman según el modelo masculino. Este es sólo un ejemplo planteado de manera simple por Freud para ser mejor entendido.

 

Ciclos de Pareja

Existen muchos tipos de pareja, y dependerán de los ciclos que vayan teniendo. Normalmente comienzan con el noviazgo que suele suceder durante la adolescencia, aunque los romances existen desde niños, aquí ya hay capacidad del acto sexual y elección de orientación. Recordemos que durante esta etapa hay una reedición de la infancia, por eso mismo es común que exista narcisismo en los jóvenes. Idealizan a su pareja y piensan que estarán para siempre con ellos, su identidad aún está difusa y suelen ponerla en su entorno y su círculo de pares (amigos y pareja). Por eso mismo, son tan intensos los primeros noviazgos y el primer amor.

Luego viene el matrimonio o la conformación de una pareja estable. Intentan establecer o consolidar acuerdos previos sobre como entienden la relación y sus expectativas. Piensan que su matrimonio será distinto al de sus padres. Son muchos los que hoy en día evitan esta etapa por miedo al reengolfamiento, es decir miedo al compromiso. Luego viene el nacimiento de los hijos, pueden surgir en esta etapa nuevos celos, en especial de parte del varón por la relación con la madre. Se revive la tríada Edípica. Después sigue un ciclo de mitad de vida. Los hijos adolescentes son fuente de ansiedad y desacuerdo, aunque comienzan a tener más tiempo libre. Las actitudes que la pareja había resuelto en situaciones anteriores, se han rigidizado y la solución de los conflictos suele ser más difícil. El divorcio o infidelidad puede aparecer como posibilidad (crisis).

Después sigue el ciclo de “nido vacío”, en el que los hijos parten de casa. Puede producirse un conflicto debido al rol que ese hijo desempeñaba, por ejemplo, como parte de la comunicación entre los padres, el haber necesitado de un cuidado especial o simplemente ser el último en irse; lo que dejará al matrimonio solo después de tantos años. Por lo tanto se acaba la tríada, las alianzas y hay un reencuentro con la pareja. Más tarde sigue el retiro de la vida activa de ambos. Hay una jubilación de uno de ellos o ambos, y comienzan a convivir más. Lo mejor es cuando lo hacen de manera armónica, teniendo los recursos suficientes. Al final, el último ciclo viene siendo la muerte de uno de los cónyuges que da fin a la pareja. Aunque existen caos donde el sobreviviente mantiene fidelidad al difunto no rehaciendo y ni siquiera considerando la posibilidad de una nueva unión. También puede haber un duelo complicado. En otros casos resulta una verdadera liberación a la que por diversas razones no hubiera podido llegar a través de la separación o el divorcio. Igualmente, la muerte de la pareja es una herida narcisista ante la venida de la muerte.

Es importante señalar que todos estos ciclos pueden ser en distinto orden y la muerte de uno de ellos puede venir antes, o el matrimonio ser después de los hijos. Existen muchas variantes de parejas que se casan varias veces. En fin, los ciclos pueden variar.

 

Tipos de Vínculo

Ahora, el tema principal que buscamos abordar son los tipos de vínculo que existen. Hay psicoanalistas que plantean distintos tipos, llamados Vínculos Morbosos. En muchos de ellos podemos ver al narcisismo implicado. Están:

  • Manipulador y manipulado: en donde A es un narcisista que no ama y B es ingenuo y sí ama por apuntalamiento. Múltiples veces B pensará que A puede cambiar, mientras que A sólo busca satisfacerse a sí mismo por medio de un amor narcisista.
  • Con inhibición sexual: aquellos que tienen trastornos de la identidad sexual (disfunción sexual, por ejemplo), muchos de ellos con sentimientos de aversión y rechazo hacia el sexo opuesto por miedo al incesto y a revivir el Edipo infantil.
  • De inmaduros:        son aquellos adolescentes tardíos, cada vez más comunes en la actualidad. Todavía dependen de los padres y tienen una relación de dependencia con los demás. Su comportamiento es infantil, aún sin identidad y no están listos para el compromiso.
  • Que viven para sus hijos: muy común en las mujeres narcisistas, que viven a sus hijos como si fueran una extensión de ellas. Tratan de cumplir sueños y expectativas en ellos. No hay una individuación- separación según Margaret Mahler (1897-1985).
  • Que excluye a los hijos: ambos padres (Ay B) son inmaduros y narcisistas. Ven a los hijos como un estorbo, una exigencia, un robo, una señal de envejecimiento, etc. Surge la envidia hacia la juventud de los hijos.
  • Con aislamiento social: de tipo fóbico. Tienen mala percepción de los demás y del exterior. Prefieren hacerlo todo en la casa sin salir o socializar con los demás. Carecen de amigos.
  • No pueden estar a solas: carecen de comunicación y confianza. Tienen mucho miedo a la intimidad, por eso prefieren estar con otras personas para no sentirse sometidos por la pareja.
  • Siamesa o fusionada: son los conocidos como “mueganito”. Están de acuerdo en todo y bloquean todas sus diferencias. Suelen ser muy fieles y monogámicos, pero no tienen individualidad ni identidad.Viven en la simbiosis de la que también habla Mahler.
  • De polos opuestos: hay fuertes límites entre A y B, pero gran apertura al exterior. Tienen gustos e intereses dispares, suelen estar en desacuerdo y comparten poco. Las  relaciones sexuales son espontáneas y suele haber infidelidad.
  • De enemigos: hay desconfianza, peleas y reproches.No comparten proyectos de vida. Suelen ser monogámicos pero con constantes amenazas de infidelidad hacia el otro. Existe mucha ambivalencia entre los dos.
  • La fría: la convivencia es a distancia. Hay mucho aislamiento entre ellos, prefieren estar a solas que juntos. Su proyecto de vida es sólo la sobrevivencia. Tienen relaciones sexuales escasas por miedo a la intimidad y al contacto.
  • Dependiente-hipocondríaca: están juntos para defenderse de una realidad hostil. Sienten desilusión de no satisfacer las demandas del otro, por lo que hay frustración y reproches. Su existencia está basada en cuidados mutuos. Son fieles y monogámicas pero suelen fantasear con un tercer saciador. Su comunicación es siempre con referencias hipocondriacas que llaman la atención del otro.
  • Celosa: pretenden ser el uno para el otro pero se sospecha de un tercero todo el tiempo.

Hay reclamos permanentes y angustia de abandono, por lo que es común la búsqueda de un amante o un apego morboso a un hijo. Muchas veces es en realidad la proyección de querer estar con otro.

  • Infiel: son sujetos dependientes a su matrimonio pero que temen ser “devorados” por la relación. Una tercera persona les da la ilusión de recobrar la identidad y autonomía perdidas. Sienten mayor excitación hacia su amante que hacia su esposo (a).
  • No avenida que no se separa: viven en la constante creencia de que se recuperará el amor o tratan de volver a sentirse como al principio de la relación. Les da miedo separarse por miedo a vivir sin cariño y a afrontar la soledad. Tampoco se separan para mantener su status social o porque sienten que sería una herida narcisista separarse. Otras no se separan por masoquismo en la relación de pareja, así tienen algo de qué quejarse.

 

Existe otra clasificación hecha por el psicoanalista Tordjman (1986) que habla de cuatro tipos de pareja. Están:

  • Pareja madre-hijo: de parte de ella hay una necesidad de protección. Normalmente sus parejas son hombres inmaduros. Puede ser por edad cronológica o simplemente la forma en que se relacionan. Se ha encontrado que suele haber eyaculación precoz debido al incesto que revive la relación. En el caso de las que sí son mayores en edad a ellos (hoy en día popularmente llamadas “cougars”) suele haber rebelión por parte de su pareja ante el envejecimiento de ella. De ahí que las abandonen por alguien más joven.
  • Pareja padre–hija: ellas suelen tener una imagen idealizada del padre. Su relación no es simétrica pero buscan la protección del otro. También es común que haya una disolución ante la madurez de ella.
  • Pareja amo-sirvienta: él suele ser machista y ella masoquista. Ella tiene como única tarea las labores del hogar y obedecer todas las órdenes de su marido. Incluso en las relaciones sexuales suelen fingir con tal de halagarlo a él y hacerlo sentir sexualmente potente. También existe el contrario de esta pareja, en los ya conocidos como “mandilones”.
  • Pareja oblativo-demandante: uno de ellos trabaja para consentir las exigencias de su pareja demandante. Sobre todo en el plano económico, tratan de satisfacer todos los deseos de su pareja, con tal de que no haya una disolución.

 

Todos estos son distintos tipos de pareja con los que nos podemos encontrar. Ninguno entra exactamente en una categoría sino que se complementan uno con otro. Es fácil que nos identifiquemos en varias características que tienen. Ahora, regresando a Sigmund Freud de nuevo. Él también habla de distintos tipos de pareja que puede haber en la elección de amor. Por ejemplo, el hombre puede buscar una relación de:

  • Tercero perjudicado: aquél que busca relaciones de tres, en dónde piensa: “quiero eso porque es de otro”. Para ellos es como revivir la tríada del Edipo.
  • Mujeres fáciles: ellos ponen lo sexual sobre lo tierno. Hacen una inclusión de “la madre” y “la prostituta”. Está muy relacionado con la escena primaria, piensa que sólo las mujeres fáciles tienen relaciones sexuales; y por lo tanto si su madre y esposa las tienen, ellas también lo son. Es por eso que degrada a la mujer.
  • Supremo valor:ellos ponen lo tierno sobre lo sexual. Es la típica escisión del obsesivo en donde la madre está idealizada y trata de pensar que es “virgen”. Por lo tanto, la meta sexual está inhibida y no sienten deseo sexual hacia su pareja porque la identifican como su madre.
  • Rescatador: busca también a mujeres fáciles pero en lugar de degradarlas trata de “rescatarlas”. Quiere otorgarle aquello que le falta para convertirla en una “mujer buena”. Paga con su vida el rescate, ya sea sacrificándose siempre por ella por ejemplo, con dinero.

Lo mismo sucede con las mujeres, según Freud ellas también tienen distintos tipos de elección de amor:

  • Inhibición: ellas piensan que la mujer debe ser asexuada. Renuncia a ser mujer u hombre, pues se siente defraudada de ambas figuras y no se identifica con ninguna. Suelen ser las monjas o las amas de casa asexuadas.
  • Complejo de masculinidad: aparentan que la castración nunca sucedió. Suelen ser homosexuales y en otros casos prefieren que sea la madre la que se quedé con todos los hombres, para no tener que competir con ella.
  • Femineidad: es una elección de objeto que busca un sustituto del padre. Implica la resolución del Edipo femenino en dónde buscan tener hijos con otro que se parezca pero no sea su padre.

 

Melanie Klein es otra psicoanalista que también habla de las relaciones amorosas en su escrito de Amor, culpa y reparación (1937). En él, aborda que en la mujer hay un odio hacia el pene del padre que no le da hijos y a su madre sí, por lo que comienza a tener fantasías agresivas. Estas fantasías ven a los órganos como peligrosos y dañinos, y son neutralizadas por deseo de reparar. Cuando tienen una relación satisfactoria en donde el hombre que las gratifica sexualmente y las ama,  se debilitan las fantasías agresivas que tuvo en su infancia y la protegen de la culpa. El hombre por otra parte, siente frustración de no dar gratificación a su madre, lo que le hacer sentir deseos sádicos contra ella y su padre. Comienza a tener miedo de que su pene sea agresivo. Por eso, siente agradecimiento hacia la mujer que se siente amada y gratificada, pues se siente tranquilizado e identificado con el padre, ya que piensa que su pene tiene un poder curativo.

 

“Amar es dar lo que no se tiene a quién no es”, mencionaba Jaques Lacan (1960). ¿Esto qué significa? Lo que Lacan plantea es que normalmente nos sentimos en falta, por lo que pensamos que otra persona puede tenerlo y nos lo puede dar. Sin embargo, esto es una premisa falsa, pues en realidad lo que buscamos es algo mucho más interno y no podemos conocer a una persona totalmente, sólo la percepción que tenemos de esa persona. Es parecido a algo que planteaba el filósofo Immanuel Kant (1704-1804), decía en una metáfora que todos tenemos unas gafas colores. Dependiendo el color de dichos lentes, viene siendo como conocemos al mundo. Sólo somos capaces de conocer nuestro entorno según el fenómeno, a través de nuestros sentidos que nos engañan; mientras que lo que viene siendo el noúmeno, la verdad en sí, nunca la conoceremos. Pues bien, a tu pareja aunque la conozcas por años, nunca la conocerás perfectamente como es, sino como piensas que es; por eso muchas veces el conflicto reside en pensar que alguien es de una forma cuando no es así. Pero no es para desanimarse eso pues es normal en cualquier pareja y relación de objeto. Recordemos como Klein hablaba acerca de la identificación proyectiva.

Regresando al tema, para Lacan el fenómeno viene siendo lo que él llamó como Imaginario, decir: “yo lo/a amo”. El noúmeno que viene siendo todo lo indescriptible es lo que él llama Real. Y esta falta que sentimos (el hueco) y que pensamos que el otro va a llenar, es el Objeto A, que lo llama Simbólico. El Objeto A es una atribución de lo que crees que te falta, por lo tanto, es una ilusión, idealización y causa de deseo. Se podría decir que en realidad es el deseo original hacia la madre, pero incluso en el incesto el Objeto A termina por caerse o bien es causa de fuerte angustia.

Podemos ver el Objeto A en distintas formas según la personalidad del sujeto. Por ejemplo, en la histérica vemos que ella está en constante búsqueda del objeto A (castración). El obsesivo que suele ser hombre, cree tener el objeto A. En la psicosis simplemente no hay objeto A. La fobia por otro lado, no le teme al hueco sino que desplaza su miedo a un objeto (por ejemplo, araña, serpientes, etc.), pues este le recuerda su falta de objeto A. Por último, en la perversión, especialmente el fetiche, él sí le teme al hueco y trata de poner un objeto (por ejemplo, zapato, trenzas, etc.) para completarlo. Es la forma que tiene para sostener al falo materno y negar la castración.

¿Existe el psicoanálisis de pareja?

Bueno, por último queda preguntarnos entonces como analistas qué será necesario explorar en nuestros pacientes y sus problemas de pareja. Es importante por ejemplo, analizar cuáles son sus motivaciones, si acaso es por erotismo, ternura, ganancia económica o convivencias sociales. También si podemos clasificar a la pareja como simétrica o asimétrica (con mismos intereses o distintos). Explorar sus metas de ambos a largo, corto o mediano plazo, sus deseos y ambiciones. Igualmente, influye mucho cuáles son las expectativas que se tiene de la pareja, si son tan altas que pueden traer decepción y culpa, si son bajas y tienden al negativismo, o sin ninguna expectativa al respecto. Es importante averiguar la naturaleza del amor, es decir, que significa el amor para cada individuo y si es una definición racional del amor. Si la relación es tradicional (obligación y seguridad),  hedonista (manipulación y diversión) o actualizante (entrega y crecimiento)

Es importante recordar que el mismo psicoanálisis nos plantea la importancia de los primeros años de vida. Mucho determinará de sus relaciones posteriores la convivencia que hubo entre sus padres, su desarrollo durante las primeras etapas y sobre todo en los neuróticos, el complejo de Edipo. Lo mismo influye la formalidad del vínculo, vivienda, estado civil, edad, sexo, homogeneidad, duración, etc.

Debemos comprender que NO existe como tal un “psicoanálisis de pareja”. Esto debido a que ya no se estaría trabajando con un individuo, sino una relación. En todo caso es posible referir a una intervención de pareja psicodinámicamente orientada donde el objeto de estudio sea la relación, no el individuo. Sólo es posible conocer a la otra pareja por medio de la transferencia y la historia clínica. Para nosotros no es posible salvar un matrimonio o disolverlo, sólo explorar con el paciente sus relaciones afectivas.  Y es importante tener cuidado y estar alerta en las distintas resistencias que pueden surgir como lo son el amor de transferencia y la transferencia erótica.

 

Bibliografía

  • Lacan, J. (1960-1961) Seminario 8: La transferencia.
  • Orlandini, A. (1998) El enamoramiento y el mar de amores.
  • Klein, M (1937) Amor, culpa y reparación.
  • Tordjman, G. (1986) La aventura de vivir en pareja.
  • Freud, S. (1910) Sobre un tipo particular de elección de objeto en el hombre.
  • Freud, S. (1912) Sobre la más generalizada degradación de la vida amorosa.
  • Freud, S. (1918) El tabú de la virginidad.
  • Freud, S. (1914) Introducción al narcisismo.

Imagen: sxc / coloniera2