Nudo Borromeo del asesino: Madre fálica, maltrato emocional, fusión sexualidad con agresión

Autora: Lorena Fentón

 

Edmund Kemper es uno de los asesinos en serie más reconocidos de Estados Unidos. No necesariamente por destacar en cantidad de víctimas, sino por dar muchos testimonios. En donde expresa con gran nitidez y elocuencia sus emociones desde niño y expresa firmemente como estas emociones negativas fueron evolucionando hasta convertirlo en un asesino. Esto proporciono una gran ventaja al campo de estudios de psicología criminal, y creo que nos permite evidenciar que no hay cura para esta patología.

Es muy poco frecuente que los asesinos puedan llegar a tener las herramientas intelectuales para hacer introspecciones. Muchas veces cuando hablan de los homicidios, lo hacen de manera egocéntrica buscando alagarse y un reconocimiento social por sus acciones. A mi parecer, Edmund Kemper es un hombre que tiene esta característica que muchos carecen, la introspección. No quito de lado que, al hablar de sus crímenes y de su historia tenga ciertos aires de grandeza y que reciba ganancias secundarias al hacerlo.

En todo caso, me parece que el material que proporciona a lo largo de sus entrevistas es valioso (si lo consideramos verdad), porque hay gran cantidad de material analítico. Comenzando por los relatos de su infancia y terminando en un recorrido por el “carril de la memoria”. [Trip down memory lane]

El propósito de este trabajo es relacionar los aspectos del mundo interno de Kemper con él teorema Kleiniano. Destacare particularmente los artículos “Tendencias Criminales en Niños Normales” y la “Madre Fálica” de André Green.

Al investigar el caso, es evidente que hay un alto número de coincidencias entre patologías de este tenor y la presencia de una madre fálica. La presencia de una madre castrante y dominante que suele emascular a sus hijos esta imperecederamente presente.

Un poco de biografía…

Kemper fue criado por una madre inestable y agresiva. “Era una mujer temible, amenazadora y castrante.”[1] [Se sospecha padecía de un trastorno limítrofe.]

Un padre ausente, veterano de guerra que solía decir; “estar en la guerra no es nada comparado con estar con tu madre”.

Cuando su padre se muda a otra ciudad, Ed permanece en casa con su madre y sus dos hermanas. Su estancia durante esos años no le agradaba. La madre le repetía constantemente que tanto “el como su padre, eran unos bichos raros” y que “ninguna mujer lo amaría”. La madre comenzó a tomar alcohol cada vez en mayores cantidades y su comportamiento [siempre] era agresivo y destructivo hacia su hijo.

André Green habla acerca de la “madre fálica”. Dice que tras constituirse las nociones de la diferencia sexual, el niño necesita que su madre le comparta el deseo de identificarse con los atributos de su padre. “Y de este modo se hará resaltar la falta en la madre.” (Green, A)

No obstante, no fue este el caso. La madre favorecía a sus hijas, las defendía y les daba la razón. Les otorgaba mayores beneficios, como dormir en la parte de arriba de casa, mientras que al niño lo mandaban a dormir al sótano. Además la madre cerraba el sótano con seguro mientras su hijo dormía, temiendo que Edmund fuese a hacerles daño a sus hijas. Edmund pensaba “el mundo entero esta en contra de mi”.

Con una infancia así de confusa, agresiva, peligrosa. Imaginemos toda la frustración y los sentimientos negativos que pudieron haber suscitado en un ambiente familiar así. Aunque evidentemente no pondré todos los ejemplos ni todos los detalles, pero es posible aseverar que el mundo interno de este hombre, estaba plagado de agresión y de hostilidad.

El simple hecho de vivir con una madre, que te resiente por ser hombre y te lo hace saber constantemente y que además padecía una enfermedad mental, exacerba la agresión dirigida hacia sus objetos y es el antecedente a un súper-yo severo y punitivo. Y a decir de Melanie Klein, “no es la falta de conciencia lo que determina la conducta de un acto criminal, sino la abrumadora severidad del súper-yo”.

“Mi madre estaba para humillarme y golpearme” (Edmund Kemper)

La imago materna es introyectada como una madre fálica y persecutoria, castrante y “{degolladora”}. Entrecomillo esta palabra, porque el acto de degollar deambulaba en las fantasías de Kemper desde los 8 años. Lo que el sujeto describe como una serie de “fantasías morbosas”.

Tiene un recuerdo asociado a estas; un día asistió a un espectáculo de magia, donde el mago estaba preparando el truco de la <<guillotina falsa>> en donde un voluntario metía la cabeza en el hoyo de la guillotina y al soltar la cuchilla, se rebana una “papa”; quedando la cabeza del voluntario intacta. En ese momento lo envuelve una sensación que describe como << “me sentía descontrolado, pierdo el contacto con la realidad. Estaba fascinado con aquella idea de la decapitación. Era excitante para mí, y la idea me acoso durante semanas”. >> Pareciera que proyecta en el truco de magia, su agresión e ira.

Además la persona que suben al escenario, era por supuesto una mujer.

Las fantasías mórbidas y sangrientas ya pendoneaban sus ideas, y verlo puesto en escena hizo más vivida y posible la idea. No solamente de que su madre pudiese hacerle lo mismo, sino proyectando aquella angustia primitiva de aniquilación sobre la “guillotina” y se identifica con el agresor que inflige la castración. Viviendo en su interior, un espectáculo bordeado de sadismo, excitado y angustiado al mirar; internalizando estas imágenes y así protegiendo a su “Yo” de aquella imagen fantástica y distorsionada que había introyectado de su madre. “Redoblando en su imaginación” sus ataques contra su madre y contra sus hermanas. Fue “esa misma angustia que lo llevo a destruir a sus objetos, lleva consigo un incremento de la propia angustia”. (Klein, M. 1934.)

Asimismo, es la primera evidencia que tenemos de la fusión que existe entre la sexualidad y la agresión; al decir que se siente excitado ante tal acontecimiento. Inclusive en muchas entrevistas él lo menciona como una “fascinación ante la decapitación”.

Habla de tres momentos en su infancia donde el acto de decapitar esta presente.
El primer recuerdo: cuando mutila la muñeca de su hermana por romper su pistola.
El segundo: asesina al gato de la familia, “le corta la cabeza y la exhibe en su cuarto como trofeo.”El tercero: un recuerdo de su padre decapitando a dos gallinas, (las cuales consideraba sus mascotas); y en seguida la madre lo presiona a que se coma las cabezas de estas gallinas.

Las fantasías sádicas estaban presentes desde el comienzo, solo con el tiempo y con la influencia de estímulos y la realidad exterior, estas fueron germinando en una fantasía más espigada y floreciendo en un panorama atestado de vivencias y fantasías más personalizadas. Eran las raíces psicológicas que estaban desarrollando tanto su paranoia como su criminalidad.

Me parece que Kemper sufre de miedos persecutorios qué provienen desde la infancia, desde aquellos impulsos sádicos de quitarle a la madre lo bueno que es suyo. De destruir el interior de la madre. Cuando Kemper dice que “asesino a esas colegialas porque, sé que para mi madre eran importantes”; es una representación de aquel sentimiento de atacar a la madre. Características pertenecientes al a posición esquizo-paranoide. Es como si Kemper nunca hubiese avanzado más allá del periodo temprano que Klein llama la “Fase Persecutoria”, al ser tan potentes los miedos persecutorios se vio imposibilitado a moverse hacia la “posición depresiva” y a su vez ocasionando “una regresión que refuerza los miedos persecutorios y fortalecer la fijación para su patología.” (Klein, Envidia Y Gratitud. 1946-1963. Capítulo 1.)

Una gran porcentaje de asesinos, suelen guardar un “trofeo”. Para él, era preservar las cabezas de sus víctimas, y las guardaba en su recamara durante un par de días. Dice, que colocaba las cabezas desmembradas en un mueble y las admiraba.

Las patologías más severas; como la esquizofrenia y la perversión, no logran introyectar al objeto completo, el objeto permanece escindido y dividido a lo largo de sus vidas. Inclusive suelen desplazar los contenidos <<malos>> a ciertas partes del cuerpo. Cómo Van Gogh que desplazo su locura a su oreja y decide amputarla. Kemper había catequizado la cabeza con lo escindido malo.

Consideraba la cabeza de sus víctimas la parte más peligrosa y la parte mas valiosa del cuerpo.

La fantasía de <<cortar la cabeza, decapitar>> existe en mitos y leyendas desde la prehistoria. Él mismo Freud habla sobre el mito de Medusa. La relación que tiene a la mujer que aterroriza con la castración, con los genitales rodeados de vello de la mujer adulta y los horríficos genitales de la madre. Así mismo la única manera de poder terminar con la vida de Medusa, era al degollarla.

Ahora, no es solamente la cabeza la parte del cuerpo que se encuentra llena de significantes destructivos; la boca también ha sido investida de fantasías infantiles. La boca devora y destruye, la boca recibe el alimento tóxico, y esta cargada de fijación. Desde el momento de alimentarse del pecho malo, la boca se ha contagiado. El impulso destructivo fue proyectado hacia afuera, y ahora representa la cadena asociativa entre la representación palabra <<boca>> y la representación cosa <<nocivo, maligno, cruel>>.
“Sin embargo, aunque el persecutor sea proyectado, la ansiedad de ser destruido por dentro, sigue operando” (Klein, 1946. Cap.1)

De la boca salen las palabras. Aquellas palabras destructivas que su madre hablaba destempladamente, con intensión de dañar, fomentando aún más aquella parte del cuerpo como lo siniestro de aquella madre. Logrando que las ansiedades se estancaran y que desencadenara un impulso a destruir con aquello que lo persigue. De destruir antes de ser destruido, aniquilar como una defensa paranoide. La boca, estaba ya catectizada de una mescolanza de odio, resentimiento, enojo, coraje, ya la fijación oral toma una representación física, la que yo relaciono por medio de los paralelos semánticos inconscientes que pueden existir. Los coinémas complejos de la palabra <<boca>>.

El asesino, fantasea durante muchos años antes de cometer el delito; fantasea hasta que no le es suficiente y necesita experimentarlo en carne propia.
Sin embargo yo me cuestiono. Qué tanto es una fantasía y qué tanto es el incremente de tensión al miedo a la retaliación del objeto?

No será que el miedo a la retaliación va en aumento. Cada fantasía de destrucción va alimentando al monstruo/peligro y cada vez se vuelve más temeroso y vengativo.

No por nada, después de varios asesinatos, Kemper decide ponerle un alto a las matanzas, y acabar con el problema desde la raíz. Así como otros asesinos buscan ser atrapados y dejan pistas y cometen errores porque el deseo inconsciente es de terminar con la angustia y encontrar un límite que los contenga.

Kemper decide que asesinar a su madre es la única opción.

El asesinato de la madre, sucede de la siguiente manera: “A las 4 de la madrugada, entra a su habitación, y le corta la cabeza con un hacha. Después usa la cabeza para simular el acto de sexo oral, y tiene fellatio con aquella parte del cuerpo que le causaba el mayor disturbio. Su “boca”.

Muchas veces las fantasías pre-edípicas y tempranas están repletas de rasgos primitivos y arcaicos. Por ejemplo; el <semen> representa también las <heces> y las heces se utilizan como un modo de destrucción, inconscientemente ese “Yo” precario estaba destruyendo a la madre con su semen directamente en la boca, y pareciera que el mensaje era darle aquella <<leche>> envenenada y podrida como venganza de aquella misma leche putrefacta que había recibido él como bebé. Poniendo en ese acto de <<fellatio>> un paralelo de haber mamado exterminio.

Melanie Klein hace un énfasis en lo importante que es la conexión entre las fantasías sádicas y la sexualidad. Ya que en el inconsciente permanecen los efectos de aquellas perturbaciones sexuales, en el momento que se afianzan fantasías para comprender el coito entre los padres, se fortalecen aquellas fantasías y se reproducen como plaga. Intentando buscar una respuesta a todo el temor y confusión que les despierta él presenciar las relaciones sexuales entre sus padres. Si el niño además, está completamente dominado por sus impulsos, aquellas inventivas de su imaginación determinaran el rumbo de sus futuros pensamientos y eventualmente de sus acciones. Se puede pesquisar que entre más atormentan las fantasías del niño, mayor es su necesidad de expresarlo; gracias al juego estas alteraciones emocionales encuentran una válvula de escape y con la repetición y la interpretación analítica hallan la resignificación de esas impresiones traumáticas que los dejaron inquiriendo respuestas.

Algunos niños, tienen la suerte o la ventaja de descubrir la solución, ya sea mediante mecanismos de defensa que establecen y mantienen una economía psíquica o gracias a que las condiciones ambientales fomentaron y reforzaron lo positivo que apacigua aquellas ideas agresivas y sádicas.

Sin embargo en ambientes familiares que están plagados de patología, y donde las psiquis paternas no encontraron un balance y solución; son los sucesores los herederos de toda esa inmundicia emocional.

Es observable que un gran porcentaje de asesinos en serie han sido despojados y reciben los sedimentos de lo desagradable y repugnante que se ha atrofiado en la dinámica familiar. Y que promueve y alimenta el impulso destructivo y simultáneamente el acto de exterminio, porque la fantasía ya no es suficiente, y ha perdido la capacidad de servir como remedio.

El impulso busca otra salida.

Kemper comenzó imaginando que la guillotina del mago se descomponía y degollaba a la mujer. Con el tiempo dejo de ser suficiente imaginarlo, y la fantasía que estaba ya fusionada con un impulso destructivo encontró una nueva <<película mental>>. Y así fue durante años, hasta que las <<películas mentales>> eran insuficientes.

Su sexualidad estaba ligada a los impulsos destructivos, el primer asesinato lo comete en la entrada a su adolescencia, mismo tiempo (relativamente) donde comienza el acto masturbatorio de los adolescentes. Transitan del juego a la masturbación. Pero en Kemper, la masturbación ya había tomado el significado de <<asesinar-destruir-aniquilar>>.

Ya ha sido aclarado que existen ciertos factores que subyacen el desarrollo social o criminal. “Eran quienes más temían una cruel represalia de sus padres como castigo de sus fantasías agresivas dirigidas contra estos mismos padres. Niños que inconscientemente esperaban ser cortados en pedazos, decapitados, devorados, etc. Se sentían compelidos a portarse mal y hacerse castigar, porque el castigo real, por severo que fuera, reaseguraba en comparación con los ataques asesinos que esperaban continuamente de sus padres fantásticamente crueles. ” (Klein, M. 1934.)

“El amor no esta ausente en el criminal, sino que esta escondido y enterrado en forma tal que solamente el análisis puede traerlo a luz”. (Klein, M. 1934.) <> Si llega a sentir un poco, ese sentimiento se convierte en envidia y en dolor, no pueden entrar a la posición depresiva.

“Cuando el análisis llega a los mas profundos conflictos de los que brotan la angustia y el odio, también se encuentra el amor.” (Klein, M. 1934.) [Decía Melanie Klein] Sin embargo esta frase me parece adecuada solamente, si se trata de casos infantiles. Donde ya ha sido solidificada la instancia yoica.

En los recovecos de la posición esquizo-paranoide existe una imposibilidad del sociópata (esquizo-paranoide) de avanzar a la posición depresiva. Me parece certero que la calidad del objeto externo y la carga de instinto de muerte del bebe dependerá de la calidad del objeto interno. Desde el inicio el ser tiene una relación con el objeto que se vuelve la plataforma de proyección del mismo; en el yo arcaico predomina el enojo y la agresión y si esta no es disuelta con la ayuda de las experiencias positivas, el súper-yo temprano y punitivo imperará el mundo interno. Y su única visión y percepción del mundo externo será como resultado de sus proyecciones, un mundo peligroso distorsionado por los impulsos sádicos y canablísticos que derivaron de esos impulsos pre-genitales. Es por esto, que aunque el sociópata intente repetidas veces relacionarse de manera total y buscar una solución, en el momento que exista la más mínima sensación de relacionarse; sobresale la envidia y la destrucción. Porque la sensación aventajada será siempre envidiosa, ya que nunca podrá poseer aquellos atributos que tiene el objeto.

 

Bibliografía

  • Juan Ignacio Blanco & Francisco Murcia. (Desconocido). El Gigante De Santa Cruz. 13 De Marzo 2019, de Criminalia Sitio web: https://criminalia.es/asesino/edmund-kemper/
  • Klein, M.. (1921-1945). Obras Completas Melanie Klein. Amor, Culpa Y Reparacion. Mexico.: Paidos.
  • Green, A. (1977). La Madre Fálica. En Practicas Psicoanalíticas Comparadas(62-107). Buenos Aires.: Paidós.
  • Stéphane Bourgoin. (Desconocido). El Gigante de Santa Cruz. 26 Abril 2019, de Criminalia Sitio web: https://criminalia.es/asesino/edmund-kemper/

[1] Andre Green. “Sobre la madre falica”.