Niños independientes y autónomos
Autor: Monserrat López Lugo
Artículo publicado en el sitio Tu bebé y Tú
 
Múltiples libros e investigaciones señalan que los padres deben estar siempre al pendiente de sus hijos para que se desarrollen con confianza y autoestima. Otros mencionan que, por el contrario, el abuso de cercanía puede generar dependencia y aislamiento social. Pero ¿Hasta qué punto  es mucho  o poco?
Una importante psicoanalista que habla acerca de los primeros vínculos entre la madre y el bebé es Margaret Mahler. Ella señaló que al inicio, el bebé piensa que su mamá y él son una misma persona. El recién nacido despierta y cuando tiene hambre, llora para que le den de comer. Aún no tiene los suficientes conocimientos para saber quién lo está alimentando pero, poco más tarde, se va dando cuenta de la presencia de sus padres, aunque aún no tiene una perspectiva completa. Es decir, al principio, el bebé piensa que ellos están completamente para él y que sin ambos no podrá sobrevivir.  De ahí la importancia de que la mamá sepa identificar cuándo un bebé tiene hambre y cuándo no, lo mismo cuando está sucio o tiene sueño. Aunque es imposible acertar en todas las ocasiones, la relación constante con el bebé facilita que puedan identificar qué necesita y cuándo. A veces nos parece incluso “mágico” cómo ciertas madres con el solo hecho de oír a su bebé llorar, ya saben qué es lo que les están pidiendo. Pero esto no es mágico, en realidad, es algo que se va adquiriendo conforme se va haciendo un lazo afectivo con el bebé.
Cuando tus hijos son muy pequeños y perciben que su mamá se fue detrás de una pared, es común que comiencen a llorar. Para ellos desapareció completamente de la faz de la tierra. Lo saludable será que sepa identificar que no necesita que esté físicamente presente con él para sentirse seguro y confiado.
Hasta cierto punto, es bueno que el niño extrañe a su mamá; pero no debemos pasar por alto el hecho de que a un niño no le importe quedarse solo. Se puede confundir con que es un niño maduro que no necesita a su mamá las 24hrs del día pero, en realidad, demuestra, más bien, que no está lo suficientemente vinculado con ella. Después de todo, es un niño, no un pequeño adulto; y el patrón común es que deseen que esté ahí para mirarlos y cuidarlos, sin ser demasiado “sofocante”. Muchas veces de ahí vienen los berrinches de no querer que mamá se vaya, y tampoco soportan estar con personas extrañas. Cuando son bebés muestran curiosidad hacia las nuevas personas y cuando son niños comienzan a esconderse o les cuesta trabajo estar con extraños. Esta es una fase bastante común que, no obstante, el niño debe superar según vaya creciendo, ya que si no, se convertirá en un niño muy mimado que siempre quiere estar con mamá.
Por otro lado, algo interesante ocurre durante su desarrollo, cuando los niños se vuelven afectos a un juguete en especial, como un peluche o una cobija. Parece que no pueden salir de casa sin ellos, los cargan a todas partes durante el día y la noche. Esta es una etapa muy común, y significa que el niño, por fin, está pudiendo confiar en otros objetos aparte de su mamá o su papá, aunque sean objetos inanimados (recordemos que en su imaginación suelen darles vida). Es así que se siente seguro de que aunque no esté en ese momento su mamá con él, su juguete favorito le hace compañía mientras ella regresa. Más tarde el niño sabrá que su mamá va volver sin la necesidad del juguete.
Meses más tarde, vendrá la separación, una fase sumamente importante y es cuando  el bebé ya no depende completamente de su mamá. Puede sonar muy drástica la palabra “separación” pero es muy saludable y no tan definitiva. Sucede cuando ya puede alcanzar cosas estirando su propio cuerpo o mira hacia donde desee con sólo girar su cuello. Comienzan a gatear pero cuando se cansan buscan de nuevo a su mamá. Lo mismo cuando ya caminan. Se alejan de ella pero de nuevo buscan con el rostro que siga ahí atrás. Ésta es una fase muy importante porque, conforme los papás lo vayan dejando explorar, hará que se convierta en  una persona más abierta a la hora experimentar en la vida. Al mismo tiempo, si sus papás continúan ahí cuando quiera regresar, tendrá la confianza de que no lo abandonaran. Por eso es vital que se les permita caminar solos, salir a correr al parque y jugar con otros niños, vigilándolo desde lejos, y ayudándolo, únicamente, cuando él acuda a los papás. Ya no deben anteponerse todo el tiempo a lo que él necesita, a menos que sea indispensable. A futuro, esto generará que sea un adulto independiente y seguro, pues no temerá enfrentar nuevas situaciones él sólo, al igual que  se sentirá acompañado.
Tal vez es complicado que uno identifique cuándo su hijo ha permanecido demasiado tiempo en una etapa o aún no llega a otra. Es recomendable que consultes todas tus dudas con un profesional en el desarrollo de los niños o un psicólogo que te pueda auxiliar.
 
IMAGEN: sxc / mokra