Millenials

Autor: Monserrat López

“La cuestión con ustedes los jóvenes, es que son insensibles. Me alegra haber crecido en mi generación porque sus padres fueron demasiado perfectos con esas canciones de ‘Baby Mozart’ y de Dan Zanes. Ustedes son demasiado honestos y se interesan tanto en todas las cosas. Tienen una confianza aterradora. Todos tienen Déficit de Atención y Síndrome de Túnel Carpiano. No tienen ni idea de la agorafobia, y eso los hace crueles. Le dicen con aire despreocupado cosas a alguien como yo, que soy mayor y más inteligente. Me aterran todos ustedes. Espero morir antes que encontrármelos en una entrevista de trabajo”.

 (Baumbach, 2010)

 

Los Millenials son también conocidos como Generación Y, Generación Google, Generación Light, The Me Generation o Chicos Wiki (debido a la invención de Wikipedia) entre otros nombres. Son todas aquellas personas que nacieron entre 1980 y el año 2000. Es un rango de edad muy grande para una generación, pero está relacionado con el aumento de años en la adolescencia. Es decir, a los 13 o incluso hasta los 33 años, las personas inician o mantienen todavía un estilo de vida adolescente o adulto joven.

En México, según el INEGI, la edad mediana es 26 años. Casi 40 millones entran en este rango de edad de los 120 millones de habitantes en México.

Generaciones

Para entender a los Millenials, es necesario comprender a las dos generaciones que los anteceden, debido a que ambas son las que los criaron y desarrollaron, es decir, sus padres.

Baby Boomers

Abarca en promedio a los nacidos entre 1944 y 1960. Se les llama así debido a que nacieron durante tiempos de guerra. Por lo tanto, el sinónimo de éxito para esta generación es la estabilidad y seguridad. Buscan mantener un estilo de vida simple. Las reglas y las jerarquías durante esa época eran claras. El rol de género pone a la mujer como ama de casa y al hombre como proveedor.

El trabajo tenía un horario fijo para un puesto definido con tareas establecidas. La vestimenta era formal; usar saco y corbata eran sinónimo de estatus. Había mayor confianza hacia las instituciones (empresas, gobierno, iglesia, etc.).  Elegir una carrera profesional era una decisión para toda la vida. Aquellos que tuvieran mayor experiencia o mayor tiempo en un puesto enseñaban a los más jóvenes.

Un estatus social que demostraba que habías logrado “el sueño americano” era tener casa, empleo, esposa e hijos. Un nuevo cambio que surgió en esta generación fue el control natal y la introducción de métodos anticonceptivos. Se dieron cuenta que al tener menos hijos podían tener mayor dinero y atención para cada uno. El discurso de la mayoría de los padres en esta generación fue: “le voy a dar a mis hijos todo lo que yo no tuve”. Dieron mucha atención en dar una buena autoestima a los hijos Millenials para obtener trabajos y amigos pero no exactamente para conservarlos.

Un buen ejemplo es la serie de Bewitched (1964-1972), donde una bruja tiene que ocultar sus poderes mágicos para ser una ama de casa en los suburbios y entrar en los estatutos convencionales. Su esposo sale diario a trabajar esperando que la cena esté lista cuando él regrese, y ante cualquier inconveniente que haga que su esposa utilice magia, mostrará desaprobación. Otro ejemplo es la película de The Graduate (1967), donde Dustin Hoffman después de terminar de estudiar sabe que tiene que conseguir un empleo, casarse y tener hijos. Cuando cuestiona este rol y se rebela a continuar con lo establecido, manteniendo un romance con una mujer mayor, todo su entorno reprueba su rebeldía que muestra una búsqueda de identidad.

Generación X

Empieza a aparecer una nueva generación mucho más competitiva nacida entre 1961 y 1980. El nuevo concepto de éxito es tener dinero lo más joven posible. Para eso es necesario no sólo tener una carrera universitaria, sino también un MBA o estudiar en el extranjero. Ahora el traje sastre no es sólo para puestos gerenciales, comienza a verse en preparatorias con jóvenes entusiastas a crecer. La moda durante los años ochenta incluye sacos con hombrereras, chalecos, sombreros, vestidos de encaje, mucho maquillaje y joyería que antes era considerada para edades mayores.

Ser “workaholic” o adicto al trabajo se convirtió en signo de admiración, lo mismo que portar tarjetas de presentación con el puesto de trabajo designado. La gente ya no sale de trabajar a un horario fijo, se pueden quedar toda la noche. “El dinero no duerme” dice una famosa frase de la película Wall Street (1987), donde un joven pasante busca hacerse de un buen puesto y ganar mucho dinero por medio de la bolsa de valores. El mismo ejemplo sucede con Risky Business (1983) cuando Tom Cruise averigua una nueva forma de negocio que puede hacerle ganar miles de dólares en un sólo fin de semana.

Hay mayor apertura sexual en series como Beverly Hills 90210 (1990-2000) y Melrose Place (1992-1999). Los jóvenes ya no llegan vírgenes al matrimonio con la misma frecuencia. Se aborda temas como embarazo adolescente, aborto, drogas, alcoholismo y drogadicción. A pesar de la mayor apertura, sigue existiendo homofobia ante la aparición del SIDA y la poca información que hay al respecto.

Así mismo, aparecen nuevas figuras idealizadas como Bill Gates o Michael Jordan, ambos jóvenes, ricos y famosos. La pared con la que esta generación se encuentra, es que no todos pueden ocupar lugares de alto rango ni ser el primer lugar, cada vez la competencia es más difícil conforme la tecnología y educación aumenta. La mayoría termina conformándose con un puesto que le permite formar una familia o establecerse.

Millenials

La nueva definición de éxito radica en el placer, es decir, es una generación hedonista. Lo importante ya no consiste en dar a tus hijos aquello que no tuviste o ser millonario en el futuro, lo significativo consiste en ser feliz en el presente y disfrutar todo lo que haces, o mejor dicho, hacer todo lo que disfrutes.

Trabajo y estudios

Las carreras laborales ya no son una elección de por vida, no importa lo que diga tu orientación vocacional. Existen cada vez más opciones, incluso nuevas carreras y trabajos que antes no existían. Puedes ser un diseñador que se convierte en chef o un publicista que estudió administración de empresas. Ya no es el más capacitado el que obtiene un buen puesto de trabajo, sino aquél que “conoce a alguien que conoce a alguien”. Se sabe que al día de hoy, un 20% consiguió trabajo por medio de redes sociales. Gracias a la tecnología, ahora es posible llevar el trabajo a todas partes, con Skype puedes estar en una junta en la comodidad de tu casa o mandar un mail a tu jefe desde tu celular en el cine.

Ya no existe el mismo respeto a la autoridad ni las jerarquías son tan marcadas como antes. Los directores comienzan a utilizar vestimenta informal, a salir con subordinados fuera del trabajo e incluso agregarlos a Facebook. 65% de los jóvenes creen que ellos deberían orientar a los mayores en conocimientos de tecnología, incluidos sus jefes.

En 2013 salió The Internship, una comedia acerca de dos amigos cuarentones que compiten contra un grupo de Millenials por un puesto en Google. A pesar de las malas críticas que ha tenido esta película, hay dos puntos interesantes en este filme. Primero, el poco respeto con que los jóvenes tratan a ambos amigos. Ninguno quiere tenerlos en su equipo, se desesperan cuando tienen que explicarles algo y son crueles cuando se burlan enfrente de ellos. Por otra parte, no son chicos genios, son jóvenes estimulados desde pequeños con altos conocimientos. Sin embargo, cuando tienen que socializar y vender su producto, no les resulta tan fácil como enfrente de una computadora.

Según encuestas, más del 50% de los Millenials prefieren no tener empleo a estar en un oficio que odien. Nace un nuevo grupo conocido en México como “ninis”, aquellos que “ni” trabajan “ni” estudian”. Algo muy distinto a las generaciones anteriores que agradecían tener una ocupación en tiempos de recesión económica. Podría ser esa la causa, sin embargo, la recesión continúa hasta el día de hoy.

Matrimonio e hijos

Existe un mayor crecimiento de expectativa de vida gracias a los avances en salud y seguridad. La esperanza de vida es de 70 años en México. Por lo tanto, los matrimonios ahora tienen que durar más tiempo. Así mismo, el género femenino tiene que aplazar tener hijos si quiere continuar estudiando y/o trabajando. Hoy en día es posible embarazarse después de los 40 años, algo que antes era visto como un tabú por los peligros que implicaba. A partir de 2011, la edad promedio para casarse en mujeres es de 26.5 años.

Surge un nuevo grupo de estilo de vida, llamado “dinks” que viene de las siglas “double income no kids” (doble sueldo sin hijos). Son matrimonios jóvenes que por decisión propia eligen no tener hijos y dedicar la mayor parte del dinero de ambos empleos a ellos mismos. De esta manera, únicamente tienen que responsabilizarse de sus decisiones con su pareja. Pueden viajar cuando deseen, salir a divertirse con mayor libertad y ahorrar en un mejor auto, lo que originalmente estaría destinado a una colegiatura. Este grupo es cada vez más común en Europa y ha ido migrando hacia Estados Unidos.

Mirta Goldstein (Francos, 2013), psicoanalista de la Asociación Psicoanalítica Argentina y directora de la publicación La Época, menciona al respecto: “Lo más importante es que venimos de una cultura religiosa monoteísta que desde el Génesis nos dice reproducíos y multiplicaos. Tenemos esa impronta cultural como una huella casi imborrable hasta tal punto que a esa demanda se la consideró natural e instintiva. Hoy ya varios hombres y mujeres por igual no quieren tener hijos. Hay algunos que piensan que esto es un síntoma”.

Una de las series más exitosas en la actualidad y ganadora de varios premios, es Modern Family (2009- ). Narra la historia de una familia estadounidense en donde el padre se encuentra divorciado y vuelto a casar con una mujer latina mucho más joven que él. Uno de sus hijos es gay y se casa con un hombre con el que adopta un bebé asiático. Los Millenials son más abiertos a aceptar diferencias, el color de piel  y la orientación sexual ya no son un tema tabú. Hay un cambio de época respecto a nuevos núcleos familiares ensamblados, de convivencia alterna.

Redes sociales y “YOLO”

Si Facebook fuera un país sería el tercero del mundo por su población. A pesar de que ha habido una disminución en el número de jóvenes que utilizan esta red social, principalmente porque sus padres y familiares ya se encuentran en ella, sigue siendo la más popular. Estudios demuestran que se presenta dopamina, el mismo neurotransmisor que actúa en sustancias adictivas, cada vez que alguien recibe un “like” (me gusta) en una publicación o foto.

Existe un nuevo término llamado “fomo” que viene de las siglas “fear of missing out” (miedo a perderse algo), que describe la angustia que uno puede llegar a sentir por perder algún evento o noticia relevante en internet. Es decir, una vida alterna en línea. Nuestra capacidad para estar constantemente conectados con otros, crea temor de ser impopulares o no ser amados. La búsqueda de perfección es común en los Millenials.

Una nueva red social que se ha vuelto popular es Snapchat, en donde puedes sacar una foto que durará sólo unos segundos y luego será eliminada sin dejar rastro, de esta esta manera no queda ningún registro de algo de lo que más tarde te puedas arrepentir. Esta búsqueda constante de aprobación, según expertos hace que los Millenials no sean una cultura que se rebela. “Es difícil hacer una contracultura si no hay una cultura”.

Obsesionados con la fama, se han vuelto populares reality shows como Keeping Up With The Kardashians (2007- ), en donde una familia italoamericana muestra su vida sin hacer un oficio en específico. Sólo muestran sus fabulosas vidas vacacionando, disfrutando fiestas privadas o pasando la mañana en el spa. Lo mismo que Paris Hilton hizo en su momento. Ya no son familias perfectas o empresarios millonarios los roles a seguir.

No tiene mucho tiempo que salió en las noticias que un grupo de jóvenes millonarios en Hollywood, autonombrados “The Bling Ring”, entraban a casas de famosos a robarles prendas y joyería. Lo llamativo de eso es que no eran chicos que tuvieran necesidades económicas, buscaban parecerse a los artistas que admiraban, entre ellos, Lindsey Lohan. El nuevo slogan se convierte en “yolo” de “you only live once” (Sólo se vive una vez).

Los Millenias viven en el presente sin objetivos a futuro que impliquen sacrificios actuales, lo que los vuelve flojos e impacientes. Utilizan todo su sueldo en viajar, ir a restaurantes caros, buenos autos, ropa de marca en internet, etc. Lo anterior ya no es exclusivo de la clase de alta y personas de edad madura. Tienen 111% más poder de compra que sus padres, compran para conocerse a sí mismos. Han pasado gran parte de su existencia disfrutando de los mayores niveles de bienestar, pero ahora viven un duro despertar. En EUA hay más personas entre los 18 y 29 años que viven con sus padres que solos o con pareja.

Narcisismo

De acuerdo con un artículo titulado (The Me Me Me Generation) de la revista Time publicada en mayo de 2013, el reportero Joel Stein se queja de que los jóvenes cada vez son más flojos y narcisistas. Confiesa que en cada generación se ha dicho lo mismo pero que él tiene estadísticas. Según el National Institutes of Health, el trastorno de personalidad narcisista en veinteañeros ha crecido tres veces más. Universidades que utilizan pruebas psicométricas han detectado de este trastorno un aumento del 58% desde 1982.

Hay que recordar que el término “narcisismo” es retomado desde el punto de vista del DSM-IV, un manual diagnóstico y estadístico de trastornos mentales que vemos descrito abajo:

 

Trastorno Narcisista de la Personalidad: Un patrón general de grandiosidad (en la imaginación o en el comportamiento), una necesidad de admiración y una falta de empatía, que empiezan al principio de la edad adulta y que se dan en diversos contextos como lo indican cinco (o más):

  1. Tiene un grandioso sentido de autoimportancia (p. ej., exagera los logros y capacidades, espera ser reconocido como superior, sin unos logros proporcionados).
  2. Está preocupado por fantasías de éxito ilimitado, poder, brillantez, belleza o amor imaginarios.
  3. Cree que es “especial” y único y que sólo puede ser comprendido por, o sólo puede relacionarse con otras personas (o instituciones) que son especiales o de alto status.
  4. Exige una admiración excesiva.
  5. Es muy pretencioso, por ejemplo, expectativas irrazonables de recibir un trato de favor especial o de que se cumplan automáticamente sus expectativas.
  6. Es interpersonalmente explotador, por ejemplo, saca provecho de los demás para alcanzar sus propias metas.
  7. Carece de empatía: es reacio a reconocer o identificarse con los sentimientos y necesidades de los demás.
  8. Frecuentemente envidia a los demás o cree que los demás le envidian a él.
  9. Presenta comportamientos o actitudes arrogantes o son soberbios.

 

En EUA recientemente se volvió viral el video de un discurso que da un decano a sus alumnos el día de su graduación. “You’re not special” (“No eres especial”) dice el título. Lo que señala este profesor a sus ex discípulos es que hay una realidad allá afuera en donde ellos no son el centro de atención. “Tu planeta no es el centro del sistema solar, tu sistema solar no es el centro de la galaxia y tu galaxia no es el centro del universo. De hecho, astrofísicos dicen que no existe centro del Universo. Por lo tanto, tú no puedes serlo”, dice David McCullough Jr. “Han sido consentidos, mimados, adorados, protegidos y envueltos en plástico de burbujas por sus padres”, finaliza.

Caso Regina

Ella fue una paciente de 16 años que sólo vi una vez. Su madre me localizó porque buscaba terapia para su única hija, cuyo padre nunca se hizo responsable. No voy ahondar en el motivo de consulta por razones de la confidencialidad y debido a que no resulta relevante en esta ocasión. Sólo diré que tenía que ver con la sospecha de a madre a que su hija mentía para obtener lo que deseaba. Me confesó que su hija era muy caprichosa, la consintió demasiado debido a que ella trabajaba y se sentía culpable de dejarla en casa.

Decidió llevar a Regina con una psicóloga, quién le aplicó evaluaciones proyectivas pero descubrió que ya había hecho antes las mismas evaluaciones con su prima, que en ese entonces estudiaba psicología, por lo que los resultados estaban manipulados.

Lo más interesante con Regina fue nuestra primera y única sesión. La noté algo confundida cuando llegó acompañada por su abuelo, después me confesó que no sabía exactamente porqué estaba en mi consultorio. Le habían dicho que acompañara a su abuelo al supermercado y al final la trajeron conmigo. Su madre no le había contado nada de lo que ella y yo ya habíamos platicado. Le expliqué la sesión que tuve con su mamá y de qué trataba la psicoterapia.

Regina fue cooperativa y amable, sin embargo, había algo en su forma de ser que contratransferencialmente intimidaba. Demostraba un exceso de seguridad en su forma de hablar y sentarse, con una actitud soberbia y un poco retadora. Al descubrir que estaba en un consultorio, no se mostró asustada ni preocupada sino más bien aburrida o desinteresada. Me habló de su escuela, de sus amigas y de su novio, que era 10 años mayor que ella. Su madre ya me había contado esto último, y de hecho me comentó que le había ofrecido a su hija que si un día decidía tener relaciones sexuales con él, le avisara antes para llevarla con el ginecólogo o a comprar condones en la farmacia.

La paciente no quiso hablar del motivo de consulta por el que acudió su madre a buscarme. Al final me dijo que estaba de acuerdo con iniciar la terapia, fijamos un horario y se fue como si se despidiera de una amiga o compañera de la escuela.

Su madre más tarde me llamó con un tono de voz muy asustado, me confesó que en efecto, no le había dicho nada de la terapia a su hija por miedo a que ella se enojara. También me dijo que la próxima semana había olvidado que no había nadie que pudiera llevarla a su sesión, pero la siguiente sí podría ir. Le pedí que por favor para cualquier cancelación fuera Regina misma la que me llamara. A pesar de eso, una semana después volvió a llamar la mamá y me comentó que su hija saldría de viaje con sus primas, por lo que no podría asistir las próximas dos semanas. En ese momento, supe que esa había sido mi primera y última sesión con Regina.

La actitud de Regina puede parecer normal en cualquier adolescente, pero lo notable para mí de esta única sesión, fue el miedo de la mamá para hablar con su propia hija, ante la posibilidad de hacerla enojar o decirle “no”. Regina no parecía ser peligrosa pero ciertamente había en ella una actitud presuntuosa y confiada que me hizo empatizar con la madre, supuse que era fácil para la paciente intimidar a varios que le rebasamos en edad y experiencia. La manera en que utilizó a su mamá para zafarse de la terapia, al mismo tiempo, dando a todos a entender que sí le interesaba iniciarla, me demostró que era fácil para ella manipular a los demás. Su mamá por otra parte, deseaba una amistad con su hija, y temía verse como una figura parental dictatorial obligándola a quedarse en el tratamiento.

Perspectiva Psicoanalítica

El psicoanalista Daniel Schmuckler especialista en adolescentes y miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina, en el artículo “Millennials: la generación del futuro” (Naranjo, 2008), describe: “En cierto sentido, es una generación que creció en una especie de burbuja. No juegan en la calle a la pelota porque es peligroso, juegan al fútbol en el Playstation. Son chicos con agenda completa, sobreestimulados y sobreprotegidos por sus padres, que se involucran mucho en sus actividades para compensar el poco tiempo que disponen para estar con ellos. Tal vez el problema principal de esta generación es la falta de límites. A los padres les cuesta cada vez más decirles que no a sus hijos”.

Maurice Apprey (2006) menciona que es requerido un cambio para analizar a estos nuevos pacientes de la generación Y. El parricidio, por ejemplo, menciona que ya no tiene el mismo peso que antes aunque siga existiendo. Es sólo que la cultura ha generado cambios en la dinámica. Uno de los problemas que ha aumentado es la falta de miedo hacia estos padres que a veces sintieron que no tenían mucho que dar a sus hijos. Se sienten sobrepasados por ellos. Este sentimiento de falla es lo que no les dio capacidad de guiar a sus hijos.

Se ha visto un ensimismamiento y sensación de pérdida en los Baby Boomers e incomprensión hacia cómo relacionarse con sus hijos. Estos cambios que desde generaciones anteriores han existido, como tatuajes, piercings, raves, drogas; y que han ido en aumento, son muestra de búsqueda de límites del cuerpo. Apprey lo nombra “selfexperimentation” debido a que tratan de diseñar su propio self para definirse una identidad. Algo normal en adolescentes pero que prevalece en persona de más de 30 años. La consecuencia de esto, es la falta de fantasía y creatividad para solucionar problemas y el aumento de actings.

Los Millenials se sienten ex comulgados de su identidad de origen y discurso familiar. Hay cada vez más motivos de consulta donde el paciente siente que su vida es un fraude. Existe un estilo de vida llamado “bobos” que viene de las palabras: “burgueses y bohemios”, en donde gente con poder adquisitivo compra caros productos orgánicos o exclusivas viviendas ecológicas. Son personas interesadas en salvar el medio ambiente pero al mismo tiempo envueltas en un narcisismo de consumo. Salvar al planeta va relacionado con una imagen.

Storolow (1987, citado por Apprey, 2006) hablaba de quienes en su discurso tratan de dar sentido a su contradictorio estilo de vida. El analista aquí deberá dar sentido afectivo, a esto él le nombra “cristalización”. Menciona que son pacientes sin figura paterna. Algunos sólo buscan que el analista remarque su valor (narcisismo, reversión de la perspectiva,  impasse, etc.). Sin embargo, otros sí necesitan de alguien que ponga disciplina y una figura de autoridad que les dé una personalidad y ayude a crecer, a ser adultos y superar la adolescencia. Señala que hoy es necesario un nuevo vocabulario y ser innovadores en la técnica con los pacientes.

 

Uno de los aspectos que permite reconocer la condición postmoderna es el peso que adquiere el cuerpo con sus representaciones y discursos, hasta ocupar un lugar preponderante y definitorio en la subjetividad actual. Se vive la época de la reivindicación de la sensación corporal como fuente de placer, como instrumento para socializar, incluso, como reemplazo a la misma identidad. Jaques Lacan mencionaba que el deseo es sin demora. Un ejemplo de ello pueden ser los centros comerciales o las tarjetas de crédito. El deseo, el saber, las formas de satisfacer la pulsión pueden ser procesados digitalmente, codificados, almacenados y utilizados, según estándares informáticos.

Lacan  decía: “el hombre no es libre sino de su deseo de libertad”, porque debe someterse no sólo a la colectividad, sino también a su goce. Por eso podemos decir, como psicoanalistas, que la angustia es proporcional, no al deseo, sino a la relación del ser respecto al goce del objeto. Vemos que él no fue ajeno a la época. Presenta el discurso capitalista como aquél que, en lugar de suscitar un acotamiento del goce, provoca su desregulación, animando al sujeto desde un imperativo categórico: ¡Goza! Este discurso conlleva al fracaso de la identificación al Padre y promueve la ruptura del lazo social por el privilegio del goce propio y el odio a lo ajeno.

Roberto M. Goldstein, psicoanalista didacta en España, durante un congreso en el 2006, habló de una crisis en la generación actual. Toma tres aspectos que percibe como repetitivos en esta última década, sin descartar que pueda haber otros puntos significativos:

  1. 1.    Inmediatez

La premura, la vemos en este momento en gente que llega al consultorio para resolver su problemática confundiendo la prisa con la rapidez. Donde la capacidad de espera y tolerancia a la frustración es baja o nula y está estimulada por la sociedad de rápido y fácil consumo. Los pacientes no quieren tomarse tiempo en reflexionar y buscan un cambio brusco que los dé de alta. Incluso se han puesto de moda terapias donde por una enorme cantidad de dinero aseguran poder “curarte” en un mes o incluso una sola sesión.

Las nuevas tecnologías que pueden sin duda ser muy útiles para el conocimiento, también, estimulan el no esperar. Las compañías informáticas ofrecen cada vez más rápida conexión a internet y por lo tanto, el analizando también se vuelve impaciente en conectar consigo mismo. Según Estela Bichi (1998), “nos hallamos en una era en que la acción, la velocidad y la imagen son privilegiadas por sobre la reflexión y la palabra.”

  1. 2.    Efectividad-Afectividad

En las demandas de ayuda que recibimos, abunda más el cómo aumentar la efectividad para ser exitoso, un mayor interés por el triunfo laboral que en el modo de superar las dificultades afectivas. Vemos también una tendencia creciente a retardar la maternidad por exigencias laborales.

Goldstein menciona que no es de extrañar el éxito de la serie dramática Dr. House (2004-2012). “A este médico, no le gusta visitar pacientes y cuando lo hace suele maltratarlos hasta niveles de sadismo, pero se valora en él su capacidad diagnóstica, es muy efectivo. Lo presentan como el médico que no cura enfermos, cura enfermedades”. Es todo lo contrario a lo que aprendimos como indicado en la relación médico-paciente: afecto, escucha, comprensión y transferencia.

  1. 3.    Comunicación-Incomunicación

Sin duda tenemos la información de todo lo que pasa en el mundo en tiempo real, así como con las personas que nos interesan. Pero también, este tipo de comunicación trae un alejamiento afectivo del mundo y de los otros.

Surgen nuevas patologías, relaciones de amistad y hasta relaciones sexuales a través de Internet. Ya no se busca pareja por medio de amigos, salidas, etc.: está el Messenger, Facebook y otros canales. Antes, un paciente que quería dejar la terapia como máximo lo podía comunicar por teléfono, ahora gente que quiere interrumpir su análisis, lo comunica fríamente por mail, mensaje de texto o Whatsapp. Lo que nos deja desarmados para cualquier tipo de intervención e interpretación.

Berta Mantykow de Sola (2007) menciona que el tuteo entre analista y paciente es cada vez más común, lo mismo que, factores como las vacaciones, padres que viven lejos, e-mails y celulares durante sesión. Kuras de Mauer, S., Moscona, S., y Resnizky, S. en su trabajo “La angustia en la cultura del malestar” (2003) señalan que hoy en día se vive mucha soledad, vacío, aislamiento y desamparo en el sujeto actual debido a la precariedad de recursos simbólicos. “Se vive en el presente sin pensar en el futuro”. No hay anclajes. Es un desafío establecer vínculos emocionales de intimidad.

Paula Sibila (1996, citada por Velásquez, 2013) al respecto menciona: “sólo los paranoicos sobreviven.” Describe que aquellos individuos que demuestran una capacidad inusual para adaptarse a los cambios constantemente exigidos por el capitalismo post-industrial de los flujos globales tienen capacidad de desarrollarse.

La demanda que hace el supermercado de goces, va indicando al sujeto aquello que le falta. En ellos la demanda del sujeto toma formas compulsivas, inaplazables, que comprometen cualquier estabilidad libidinal, económica, familiar, etc. El sujeto queda alienado al objeto fetiche de goce que le ofrece el mercado, y así queda cubierta la castración.

José Fernando Velásquez, ganador del premio Bleger (2013), dice que el posmodernismo acentúa el individualismo egoísta sin trascendencia. Menciona que esta es una verdadera era de narcisismo. Impera la novedad y lo efímero. La inconstancia de placeres inmediatos, el hedonismo y la exaltación del cuerpo con las que se pretende seducir e impresionar. El adulto no quiere asumirse como tal. “Los jóvenes actuales no sustentan los ideales románticos, no se comprometen, no se escandalizan, no hay drama y no se interesan en cambiar al mundo.”

Crítica

Sin embargo, existen otros enfoques que no están de acuerdo con este punto de vista acerca del narcisismo en el posmodernismo, o bien, en la generación Millenial. Pablo Grinfield (1994)menciona que no hay que ser pesimistas ni tampoco generalizar. Cita a Umberto Eco para señalarnos que tendemos a antropomorfizar los siglos. Lo que paradójicamente Stein menciona al inicio de su artículo.

Grinfield menciona que el problema es cuando falta el acto creativo en el psicoanalista. Lo que en el caso de Regina tal vez hubiera requerido mayor perspicacia de mi parte o un mejor manejo tal vez  de la contratransferencia. Lo que tampoco podemos llegar a negar es que si bien el narcisismo ha existido desde generaciones anteriores, existen nuevas variables que la hacen más evidente.

Conclusiones

  • No podemos negar un aumento de hedonismo en la generación Millenial.
  • Sin embargo, la subjetividad de cada paciente no hace relevante si existe un aumento de narcisismo en la cultura, pero sí tiene importancia filogenética si está directamente relacionado con su self.
  • No hay que olvidar que de ese mismo aumento vienen nuevas generaciones cuyo carácter está determinado por los primeros años de desarrollo y figuras primarias introyectadas, lo que sugiere tal vez un futuro cambio adaptativo en la técnica, no necesariamente la teoría. Aunque tampoco podemos descartar esta última.
  • Hay que cuestionarnos también lo que sucederá con las nuevas generaciones de analistas, y lo necesario que es un análisis didacta.

 

 “¿Cómo harán las nuevas generaciones para convivir en el mismo espacio, estando cada uno segregado según su goce?”

(J. Lacan).

Bibliografía

 

  • Apprey, M. (2006). The designed self: Psychoanalysis and contemporary identities by Carlo Strenger Hillsdale. International Journal of Psycho-Analysis, 900-904.
  • Baumbach, N. (Dirección). (2010). Greenberg [Película].
  • Bichi, E. (1998). El desafío de la actitud post- moderna. Apuntes sobre la clínica psicoanalítica en el ámbito de la cultura actual. Actas del XXVII Congreso de FEPAL.
  • Francos, M. L. (08 de Septiembre de 2013). La vida sin hijos. La Nación.
  • Grinfeld, P. (1994). Posmodernismo y diversidad psicoanalítica. Psicoanálisis APdeBA, 473-486.
  • Kuras De Mauer, S., Moscona, S., & Resnizky, S. (2003). La Angustia en la Cultura de Malestar. Trabajo presentado en el Simposio de APdeBA.
  • Mantykow de Sola, B. (2007). En torno a la situación analítica y su construcción en la “situación” actual., (págs. 313-340). Buenos Aires.
  • Naranjo, M. (15 de Junio de 2008). Millennials: la generación del futuro. La Nación.
  • Stein, J. (2013). The Me Me Me Generation. Time Magazine.
  • Velásquez V., J. F. (30 de Marzo de 2013). Lo urbano y lo subjetivo.
Imagen: Morguefile/Xenia