Beatriz Ríos 

La soledad me carcome
También el tiempo
Solo con el pensamiento
Regreso a donde nací
Lejos en tierras extrañas
Vivo el tormento 
Lejos en tierras extrañas
Vivo el tormento
Cual si me tuvieran preso
Y no me puedo salir 

Teodoro Bello Jaimes

Líneas que se escriben y se cantan, líneas que dejan huellas a su paso, en ese vaivén de un viaje que no termina, es así como comienzo este escrito, con líneas cantadas, líneas ya dichas y repasadas una y otra vez, que hacen que la saliva pase lento y con ello el pensar y el sentimiento. Palabras que armonizan sin armonizar, palabras que no dejan aliento para un suspiro más, pero si para una lágrima, así escriben y cuentan esas personas que han tenido que dejar su lugar físico, un lugar que tiene sus raíces, se sufre a ratos, en otros se disfruta y se vive a veces sin vivir.

Según la Real Academia Española migración es el “desplazamiento de una persona o de un grupo de personas, bien a través de una frontera internacional (migración internacional), bien dentro del territorio de un Estado (migración interna)”. Se habla de un abandono del lugar en el que se reside para buscar mejores medios de vida, a veces para después volver, dicha experiencia va más allá de sólo moverse de un lugar a otro, de lo físico, implica un sinfín de movimientos internos de gran relevancia al vivir la incertidumbre de situaciones nuevas, duelos, angustias, etc. 

…La migración también es un cambio de un modo de funcionamiento a otro, de alguna forma se puede decir que cualquier cambio conlleva una experiencia migratoria…, por ejemplo la movilidad que algunas personas hacen para estudiar, el cambio de residencia, de escuela, un semestre nuevo, implica un movimiento interno que conlleva una desorganización y por ende un tiempo para su elaboración o reelaboración, …por tanto, desde el inicio de la vida extrauterina estamos experimentando el encuentro con lo desconocido y con todo lo que se moviliza en lo psíquico, en lo corporal y en la interacción con los Otros y en los Otros… (Marcano, 2020)

Por consiguiente la palabra migración es fuerte en su concepción, pero lo es aún más en las experiencias y vivencias que pueden ser únicas, en donde hay una mezcla de sentimientos, de esperanza, la ilusión y porque no la desilusión del presente y el futuro de las formas diversas de reconstruir esa vida. Algo que debemos considerar en esa reconstrucción es lo que Freud (1916-1917/1987) llamó las series complementarias, es decir lo filogenético, que contiene toda la historia de la especie humana, y lo ontogenético, que remite a las experiencias infantiles, configurando ambos los factores endógenos que producen las fijaciones, a lo que se suma lo que serían los factores exógenos, que configuran las situaciones actuales desencadenantes de las frustraciones y sus consecuencias, que pueden ser dolorosas y traumáticas, todo lo cual, mezclado en diversas proporciones de predominancia, alternancia y simultaneidad, va a desencadenar perturbaciones y sufrimientos en los seres humanos, con sus consecuencias en lo mental o en lo físico corporal, así como en sus interrelaciones con otros individuos y grupos. (Citado por Marcano, 2020, p. 115)

Con lo anterior podemos pensar en la importancia de los factores endógenos en estos procesos de migración y cómo estos se constituyen, puesto que su vivencia dependerá si las migraciones serán voluntarias u obligatorias, temporales y permanentes, causando efectos individuales y sociales trascendentales. Las migraciones obligatorias y permanentes hacen que la situación en sí haga mucho más complejo el proceso, puesto que se pone en juego la seguridad e integridad del sujeto migrante. 

Un ejemplo de lo anterior es el caso de Karol, quien vivió un evento traumático,  ya que fue secuestrada en el estado en el que residía, refiriendo que iba en su camioneta con su hijo de tan solo 6 años,  parapléjico e imposibilitado del habla. Relata con extremo dolor, miedo y un sentimiento desgarrador que una camioneta se le cerro en una calle, recuerda dos hombres bajándola de su auto a punta de pistola, obligándola a subir al auto de los sujetos, fue golpeada y maltratada física y psicológicamente, mientras su hijo se quedaba en el interior de su camioneta, por los golpes le dislocaron el hombro y le rompieron una costilla, escondió su teléfono de tal manera que nunca lo pudieron ver, dejando su ubicación siempre disponible, pasaron dos días y pudo ser localizada con vida, su familia aseguraba que su hijo estaba con ella, sin embargo no era así, ya que cuando dieron con la camioneta su hijo no estaba, pero los cinturones estaban cortados, aún lastimada fue con su familia a donde ocurrieron los hechos, preguntando a cuanta persona estaba alrededor si habían visto algo que los condujera al niño, al preguntar en un pequeño establecimiento la dueña la lleva a su casa y le dice que ella cuido de su hijo, cuando se la llevaron rápidamente se acercó a la camioneta cortando con un cuchillo los cinturones de seguridad, apresurada y con miedo se llevó al niño, algo le decía que los secuestradores podrían regresar. Karol tuvo que irse de ese estado puesto que ya no se sentía segura, se sentía desprotegida, abrumada e invadida de un miedo paralizante, fue un cambio radical pero que causo un poco de alivió, teniendo que dejar su patrimonio, su vida laboral y profesional, causando estragos hasta en los más mínimos detalles de su existencia, aunque con la gran certeza de que su hijo estaba bien y lo tenía a su lado. 

Sin duda lo que vivió Karol fue una vivencia “demasiado intensa” que estuvo “más allá de la capacidad de control”, ocurrieron hechos que no fueron anticipados, viviéndolos de manera violenta, tuvo un necesario bloqueo de algunas de las funciones del yo, por ejemplo al no percibir el dolor corporal, negándolo, puesto que constituye un recurso primitivo para el restablecimiento de esa protección, tuvo accesos de emoción incontrolables, principalmente de ansiedad y rabia, en sus sueños revivía la experiencia generando perturbaciones del dormir. (Fenichel, 2004). Lo anterior acompañado de lo que implicaba en ese momento la migración, una especie de huida del peligro que acechaba a su familia. Sin duda esta guerra o lucha, se va a reeditar en todos aquellos momentos en los cuales aparezcan nuevos aprendizajes que resignificaran las experiencias traumáticas previas.

Otros motivos de la migración son por mejora de la condición económica, por catástrofes naturales, por conflictos que pueden parecer irresolubles causados por el crimen organizado, dependiendo el motivo es que se puede dimensionar la facilidad o dificultad al adaptarse a los cambios que ello genera, además si se vive acompañado o no. Raúl me comenta que tras una oportunidad importante de trabajo en el extranjero tuvo que cambiar su lugar de origen por otro desconocido, su familia por personas también desconocidas, lugares nunca antes caminados, no sin el temor e incertidumbre que ocasionaba una pandemia que cambiaba todo el panorama, ya que se reavivaba la nostalgia de sentir que podría perder más que ganar, perder a todas esas personas que no alcanzaron un suspiro más, el temor de perder algún familiar estaba latente, refiriendo sentir un peso incalculable. La pérdida de ese sazón mexicano y de esos olores de casa, comida que no llena como lo hacía en su momento el compartirla, lo difícil de conseguir los insumos que sepan a casa, el idioma también fue barrera para conseguir esa adaptación, sintiendo que no es parte del lugar. 

Achotegui, 2009, menciona que algo que viene adherido es el duelo por la migración, cumpliendo así un duelo múltiple, ya que se pierde la posibilidad de cercanía con la familia y amigos, la propia lengua que da la posibilidad de contacto con el otro, la cultura, las costumbres, la religión, los propios valores, la tierra misma donde se creció, con ello los paisajes, los colores y olores, el estatus social que integran el trabajo, la vivienda, el contacto con el grupo étnico, prejuicios, racismo, los riesgos que pueden incluir la integridad física y dejar una sensación de indefensión. 

Por ende la migración puede producir sentimientos de falla de identidad, sobre todo si estos cambios fueron en la infancia y la adolescencia, lo anterior relacionado con el suministro afectivo en los vínculos con los objetos primarios significativos. Recordando que la identidad siempre lleva implícita la cualidad de la crisis, las crisis vitales, los procesos de identificación y de desidentificación que se suceden en forma constante a lo largo de la vida. Muchas personas migrantes coinciden en que existe la sensación de que ya no se es la misma persona que aquella que dejó el lugar de origen. Al migrar se convierten en extraños, a veces no solo para los demás, sino para ellos mismos, ya que uno no se reconoce de la misma manera en el nuevo lugar.

Según Fairnberg, (1985) “…la identificación necesariamente incluye en su estructura, elementos fundamentales de la historia interna de ese objeto. Las identificaciones tienen una causa y no la de simples datos iniciales que no requieren explicación. Por otra parte, comprendiendo la historia de las identificaciones éstas se hacen más significativas, más audibles. En esta clase de procesos identificatorios una historia está condensada, al menos parcialmente, no pertenecen a la generación del paciente. Esta condensación de tres generaciones es lo que he llamado telescopaje generacional. Se descubren en las identificaciones inconscientes reveladas en la transferencia”. 

Retomando, se sabe bien que se parte con una ilusión o con sueños de encontrar en esos lugares lejanos ese “paraíso” en donde se pueda alcanzar lo que tanto se busca, sin duda proyectado en un espacio geográfico receptivo de todas esas fantasías ligadas a una nueva vida, a cambio, a crecimiento, a ratos doloroso con mucho sufrimiento psíquico, a ratos con grandes satisfacciones personales que se comparten en la distancia, en la virtualidad. 

“El descubrimiento de América por parte de Colón estuvo desde el inicio acompañado de la utópica idea del Nuevo Mundo como paraíso terrenal. La idea de un lugar idílico existía incluso antes. Los antiguos griegos creían que al oeste de sus territorios se encontraban lugares más dichosos, como es el caso del jardín de las Hespérides. Estos fecundos mitos han servido en la construcción de otro mito más reciente, el mito capitalista del American Dream, que atrajo miles de personas al continente americano con la esperanza de encontrar una vida mejor.” (Zovko, 2010)

Sin duda podemos pensar que surge esa sensación de alejamiento, sentimientos de nostalgia de lo recorrido hasta ese día en el que se parte, partir a otros lugares y lastimando el interior produciendo así un malestar por el intento de alcanzar logros en lugares ajenos, transmitiendo sensibilidad. Por su parte, las migraciones forzadas, intentos de migraciones, fantasías de migrar, nostalgias, retornos, migraciones fracasadas y exitosas, recorren recuerdos de los que se fueron, algunos que nunca vuelven, algunos que lo hacen en la primer oportunidad que tienen, algunos que escriben como un intento de tramitar tantas experiencias de subidas y bajadas emocionales. 

Sara es una mujer joven, que tuvo que viajar a Estados Unidos, por una oportunidad laboral de su esposo, lo más difícil para ella fue despedirse de su familia y de su vida laboral, aunque era una migración voluntaria no dejó de tener estragos en los cambios que implicaba estar en un país desconocido. La incertidumbre no se hizo esperar, pues no tenía idea de lo que iba a pasar, al instalarse naturalmente sentía una casa ajena en donde las lágrimas no faltaron, sabía que era una excelente oportunidad para su esposo, intentaba estar para él y él para ella, sin embargo el dolor de la lejanía familiar pesaba cada día, además de los retos internos y externos que implicaban dicho cambio, llegar a una ciudad cara, con tradiciones y comidas diferentes, escuchando historias de personas que no han tenido la suerte de moverse en un país extranjero de manera legal, sino en la ilegalidad, generando un impacto de la experiencia con sentimientos recurrentes de desprotección, con la preocupación de perder su libertad. Lo que a Sara le permitió adaptarse y empezar a disfrutar fue el vínculo familiar, que pese no estar cerca de ellos la tecnología lo hizo posible, ya que podía hablar con los suyos cuando así lo necesitaba, fue una forma distinta de “seguir cultivando ese vínculo que siempre han tenido”, no sin añorar los cumpleaños y festejos perdidos, las navidades viviéndolas diferentes, resalta la estabilidad económica, sin embargo no lo suficiente para cambiarlo por el valor de la vida misma, los valores y la alegría característica de los mexicanos.

Grinberg y Grinberg, (1971) mencionan que la migración es una situación traumática múltiple que implica numerosos cambios de la realidad externa con la consiguiente repercusión de la realidad interna. La posesión de un vínculo con un buen “objeto interno, establecida en forma segura” da al yo la capacidad de tolerar y elaborar esos cambios externos e internos, y aún enriquecerse con ellos.

Por lo anterior, vale la pena considerar que la existencia de los factores de atracción y de rechazo no es condición suficiente para determinar una migración; para hacerlo hace falta discriminar entre lo que se necesita y lo que se rechaza y tolerar pasar por el duelo que implica una pérdida múltiple, ello puede incluir episodios de extrañamiento, con ansiedad catastrófica. (Vispo y Podruzny, 2002)

Es así como podemos enfatizar en esa disposición de conocer nuevas pautas culturales y lingüísticas, esto último es un factor imprescindible en dicho proceso migratorio,  ya que se da una apreciación distinta en las “diferentes formas de adquisición del lenguaje y de las fantasías que en ese proceso se implican. El pasaje por las etapas sádico-orales y la posibilidad de reelaboración de las mismas y el reconocimiento de los impulsos edípicos positivos y negativos configuran el sustento para la adquisición de la lengua de origen y de una nueva lengua y condiciona por lo tanto las posibilidades de migrar. Migrar significa salir de un ámbito que genera y en el que circulan mitos, los que implican formas de pensamiento y de expresión compartidos, y entrar en otro donde los mitos, con sus implicancias difieren.” (Schmideberg, 1947)

De modo que es un lenguaje propio en contra de otro que necesita aprenderse para que colabore a ese sentido de pertenencia, para darse a entender y entender lo que le quieren decir, por tanto podemos pensar que el cambio psíquico existe en todo proceso migratorio, que en el caso de que sea exitoso, permitirá así llevar al sujeto a una mejor situación y alcanzar las metas conscientes e inconscientes que impulsaron la migración. Cuando se habla de un fracaso o frustración en dicho proceso los cambios logrados son otros, es y será importante la decisión de que la migración se haga efectiva y asumir las condiciones, los beneficios e inconvenientes de entrar a otro país, por lo que invita a que sea una decisión pensada y analizada profundamente. 

Cabe resaltar que no solo es en una planificación realizada en forma consciente, sino que en la vida mental se tiene que acomodar, planear, afrontar y dar espacio a esa experiencia interna que se vuelve externa a la hora de la partida, “…cuando pueden ser elaborados llevan a la “capacidad de aventurarse” (Kazmierski J.I., 1991, citado en Vispo y Podruzny, 2002). 

Estos autores mencionan que “pueden ser satisfactoriamente elaborados en la medida que los aspectos persecutorios, hostiles y más rechazados del país o lugar de origen son complementados con el reconocimiento de los aspectos buenos, generosos y deseados que serán perdidos por la migración. Así como sean conocidos ciertos aspectos del país o lugar de destino con suficiente antelación como para que haya una preparación interna a su aceptación (costumbres, tradiciones, idioma, historia, geografía). Esto prevé tanto la idealización del lugar de origen como la del lugar de destino.”

Al no considerar dicha idealización, provocará la añoranza del país natal, llevando al migrante a elaborar una pseudoadaptación basada en concepciones ilusorias del lugar, acompañado de una intensa persecución y aislamiento de la realidad. 

Vispo y Podruzny (2002) mencionan que:

“…estos procesos guardan semejanzas con la posibilidad de separación del pecho materno, la deambulación en la infancia, la separación del hogar familiar en la adolescencia, la integración de una pareja en la adultez, así como con la recomposición personal y familiar ante pérdidas y separaciones. Por ello se considera que aunque son operaciones conscientes organizadoras de la tarea de la migración, requieren para que el sujeto pueda afrontarlas de una estructuración psíquica inconsciente que permita un adecuado interjuego de los factores intrasubjetivos, intersubjetivos y transubjetivos que surge en la posibilidad de madurez que se determina en la estructuración que abre la culminación del complejo de Edipo y que dará fundamento a que las nuevas identificaciones, las desidentificaciones y cambios que la migración requiere puedan ser afrontados.”

Por lo que es de suma importancia que al vivir dicha experiencia de migración se acompañe de la propia experiencia analítica, en el que se pueda trasladar el sinfín de emociones y sentimientos que despierta ese movimiento de los modos o territorios mentales establecidos en lo inconsciente de lo que se tiene poco conocimiento. Si se logra integrar la experiencia con esos aspectos buenos y malos, en donde necesariamente se tendrá que enfrentar los duelos presentes que activan de alguna manera los duelos pasados. Sin embargo la realidad es otra, muchos de los migrantes no tienen esa posibilidad, ese acompañamiento analítico, que colabore en dicha elaboración, por lo que se propone abrir espacios individuales y grupales que sirvan como contenedores de experiencias migratorias, puesto que hace falta para que haya una mejor integración de los aspectos mencionados anteriormente. Pensando que “… al llegar al “mundo nuevo”, distinto del conocido, puede encontrar fuertes obstáculos internos para su integración al medio, el aprendizaje del idioma, la incorporación de costumbres y normas, etc., con el peligro de caer en una confusión que le dificulta la comunicación con los demás y consigo mismo. (Grinberg y Grinberg, 1982, p. 8)

En conclusión, me parece que la vida misma es una migración desde que nacemos hasta que nos morimos, cada etapa trae consigo desafíos y retos importantes en los que sin lugar a dudas se tienen que derribar muros muy altos para pasar esas fronteras de lo que se desconoce y lo nuevo que está por conocer, cuando uno se siente fortalecido en ese camino es capaz de recordar lo difícil que ha sido el recorrido, cómo han forjado esas situaciones y se ha evolucionado, utilizando la creatividad para que de eso modo disminuyan  las ansiedades persecutorias ante lo desconocido y así también el sufrimiento.

Bibliografía

  • Diccionario de la Real Academia Española: consultado en: https://dle.rae.es/migraci%C3%B3n
  • Faimberg, H. (1985) “El telescopaje de generaciones – La Genealogía de ciertas identificaciones”, Revista de Psicoanálisis Volumen XLII, página 1043 a 1056, año 1985; publicado en inglés en 1988, “The Telescoping of generations – Genealogy of certain identifications”, Contemp. Psychoanal. 24: 99-117, 1988
  • Fenichel, O. (2002) “Teoría Psicoanalítica de las neurosis”. Paidós. Psicología profunda. P. 142
  • Grinberg, L.; Grinberg, R. (1984). Psicoanálisis de la migración y del exilio, Alianza Editorial, Madrid.
  • Grinberg. L. y Grinberg, R. (1971) “Identidad y cambio”. Paidós. Buenos Aires. (p. 163)
  • Marcano S. (2020) “Migración y trauma: Una visión desde el psicoanálisis y de la experiencia personal” recuperado en: Calibán, vol. 18, No. 1, Año: 2020, 113-122.
  • Schmideberg, M. (1947) “Learning to talk”, Psychoanalytic Review, XXIV, 3. 1947, pág. 296.
  • Vispo y Produzny, (2002) “Cambios de la estructuración psíquica en la migración” Psicoanálisis APdeBA – Vol. XXIV – Nº 1/2 – 2002
  • Zovko, M. (2010) “Mitología y religión en la narrativa de inmigración: la ilusión de el dorado en la literatura española contemporánea”. Verba hispanica: anuario del Departamento de la Lengua y Literatura Españolas de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Ljubljana, ISSN 0353-9660, Nº. 18, 2010, págs. 59-72.