four-hands-on-belly-1477692Por: Paulina Antón
Maternidad y sexualidad, dos conceptos relacionados intrínsecamente, y separados -en nuestra mente- por todos los mecanismos que nuestro yo tiene a su alcance, tales como la escisión, negación, racionalización, desplazamiento, etc. De tal suerte que se viven como dos ideas totalmente distintas y sin relación aparente.
 
La pregunta principal es ¿Por qué habríamos de separarlos?,¿Qué esconden ambos conceptos que puedan ser tan terroríficos para el inconsciente y de ahí la necesidad de fragmentarlos, dividirlos, pensar uno sin el otro?, si bien este artículo no pretende ser una respuesta contundente a estas preguntas, si es su finalidad intentar explorar ambos conceptos para lograr una explicación aunque sea parcial de dicho fenómeno.
 
Marie Langer (1972) en su libro: Maternidad y sexo -título en el que me inspire para este trabajo- hace una revisión histórica, social sobre el papel de la mujer. Para ella, el gran cambio de la mujer perteneciente a la clase media y alta se dio durante la Primera Guerra Mundial. Para la mujer proveniente de la clase trabajadora, el trabajo duro ha estado presente desde mucho tiempo atrás: el campo, las fábricas, los talleres, los telares, etc. han sido escenarios en los que se ha desempeñado, y no lo ha hecho como una rivalidad hacia el hombre, sino como un medio, quizá el único, para poder sobrevivir.
 
Las mujeres de clase media y alta, se toparon con el trabajo ante lo inminente, eran tiempos difíciles, el mundo estaba dividido y en guerra, y mientras los hombres salían al campo de batalla, la mujer descubrió que podía aportar algo a su país, entro a un mundo que antes le pertenecía al sexo opuesto, entro a este mundo para nunca más salir. (Langer, 1972)
 
La mujer de la posguerra ya no trabaja por su país, lo hace por rebeldía, y esta rebeldía ocupa gran parte del escenario. La moda, el pelo corto, la música, la publicidad son una evidencia de ello, la mujer se siente capaz y está dispuesta a demostrarlo. (Langer, 1972)
 
La siguiente generación se encuentra con un medio que ya no rechaza, sino que de alguna u otra manera pide su presencia, este mujer ya no encuentra oposición, y lo que antes era rebeldía, poco a poco se fue volviendo una costumbre, la mujer ahora trabaja y cuida a los hijos, y su ingreso juega un papel fundamental en la economía de la familia. (Langer, 1972)
Por ejemplo en un artículo publicado por el IPADE Estadísticas sobre mujeres y empresarias mencionan que “En México mujeres destinan más del 70% de sus ganancias a la comunidad y a su familia, en tanto que los hombres sólo inyectan entre 30 y 40% de sus recursos para dichos fines”. (Asociación Mexicana de Mujeres Empresarias Ammje,2013).
Hoy en día las mujeres trabajan a la par de los hombres, y llevan -la mayoría de las veces- la responsabilidad del hogar, esto ha hecho, que la mujer pierda un poco su “femineidad”, que desde el punto de vista de Marie Langer (1972) queda evidenciado en el número -cada vez menor- de hijos que hoy en día las mujeres tienen, y la postura -cada vez más frecuente- sobre la decisión de no ser mamás.
 
María Bergmann (1985) en su artículo el efecto del rol reversible en el retraso del matrimonio y la maternidad, hace mención a la cantidad de mujeres que llegan al consultorio, con un motivo de consulta claro: querer embarazarse, la mayoría de estas pacientes están cerca del final de su ciclo reproductivo, y casi todas tienen un patrón similar:
 

  • Son mujeres que han retrasado su maternidad, a cambio de oportunidades profesionales y sociales.
  • Tienen libertad sexual y económica, así como múltiples grados, y una vida que permite ser independiente de los hombres.
  • Sus relaciones son con hombres más grandes, o más jóvenes, casi nunca de su edad.
  • Casi todas es su segundo tratamiento, su primero había sido con hombres psicoanalistas con los que existe casi siempre una transferencia erotizada, la cual rara vez fue analizada, para su segundo análisis realizan una búsqueda minuciosa, y procuran elegir a una mujer que sea madre, y a la vez psicoanalista.
  • Han tenido uno o varios abortos.

 
A diferencia de Freud, el cual creía que el deseo de tener un pene se suplía con la concepción de un hijo hombre, Maria Bergmann (1985) piensa que no se suplen, desde su experiencia clínica, la mayoría de sus pacientes gozan de una sexualidad activa y aparentemente satisfactoria, pero no pueden concebir la idea de ser mamás. Es como si ambas ideas estuvieran peleadas.
 
Para su inconsciente tanto el matrimonio como la maternidad son pérdidas y son duelos que no están dispuestas a sufrir. (Bergmann, 1985)
 
Lo que antes era “femenino” y propio de la mujer, hoy se cuestiona y se pone en duda, pero la pregunta principal es ¿tener hijos, y ser ama de casa, así como tener una sexualidad activa son características propias de una mujer? Marie Langer propone una revisión antropológica de varias investigaciones sobre distintas tribus, y distintos pueblos para entender el papel de lo “femenino” y la mujer. 
 
Habitantes islas marquesas
 
Las islas marquesas son un archipiélago en la Polinesia Francesa. Los habitantes de las islas marquesas son una sociedad observada por Kardiner, la cuál es descrita como fuerte, de carácter violento y orgullosos. Los hombres son antropófagos lo que implica que comen carne u otros tejidos humanos como parte de su dieta. (Langer, 1972)
 
Existe una desproporción de hombres y mujeres, habiendo dos veces y media más hombres que mujeres, lo que ha provocado una poliandría (mujeres que están casadas con más de un hombre). Es común que exista un marido principal y dos o tres “segundones”. Todos los hombres tienen derecho sexual sobre las mujeres. Aparentemente no existen los celos. El jefe de la familia intenta tener una mujer hermosa para atraer mas hombres que trabajen en su comunidad. (Langer, 1972)
 
La mujer trabaja poco y con favores sexuales domina tanto al jefe de la familia como a los otros maridos. La mujer puede llegar a ser la jefa de la tribu, pero nunca una sacerdote oficiante. (Langer, 1972)
 
Aunque la mujer parece contar con muchos privilegios, no se le permite tener a sus hijos más de 4 meses, una vez cumplido este periodo el hijo pasa al cuidado de los maridos segundones o es dado en adopción a otra familia. Es común entre los jefes de las familias que se establezcan alianzas regalando a sus hijos; no hacerlo implicaría una gran ofensa. (Langer, 1972)
 
Existe un abierto rechazo al embarazo, es muy común el uso de prácticas anticonceptivas y abortos, durante el alumbramiento muchas mujeres mueren, y en general la natalidad es muy baja. (Langer, 1972)
 
En el folklor de esta tribu existen dos figuras míticas, llamadas las “fanauas” y las “vehinihai”. Ambas son criaturas femeninas y son enviadas de mujer a mujer para que maten tanto al feto, se lo roben o se lo coman durante el embarazo, o en el parto, y maten a la mujer durante el trabajo de parto. (Langer, 1972)
 
En esta tribu todos los habitantes sufrieron durante su niñez la privación de la madre y sus cuidados, los hombres no puede amar íntegramente a su mujer y aunque la tratan bien, la figura de la mujer es amada y odiada. Los celos están reprimidos y solo aparecen en las borracheras. (Langer, 1972)
 
Una práctica común entre los hombres es el sexo oral, Langer (1972) lo interpretó como una manera que tienen los hombres de cuidarse y nutrirse entre sí, equiparando el semen con la leche materna; asimismo es de llamar la atención que son los hombres quienes cuidan a los hijos y se dedican a realizar artesanías y trabajos creativos, objetos que suelen tener una gran valía dentro de la tribu.
 
Mundugumor (estudiados por Margaret Mead)
 
Pueblo ubicado en Nueva Guinea. Se consideran así mismos como un pueblo salvaje y arrogante, son caníbales y cazadores de cabezas.
 
Tanto los hombres como las mujeres son independientes, y con temperamentos “viriles”. El embarazo y la educación de los hijos son considerados una molestia. (Langer, 1972)
 
 
Tschambuli (estudiados por Margaret Mead)
 
En esta tribu ubicada en Nueva Guinea los hombres se dedican a actividades artísticas; confeccionan artículos y adornos, y ponen gran empeño en la creación, y enseñanza de bailes ceremoniales y representaciones teatrales. Asimismo son los hombres los que se peinan con grandes tocados, en esta sociedad los hombres que nosotros consideramos masculinos son inadaptados.
 
Las mujeres se rapan la cabeza, son aguerridas y trabajan arduamente. Se consideran con necesidades sexuales indomables, ellas eligen marido, y son la base de la economía.
 
En las tres tribus hay varias similutudes, la mujer es sexualmente activa, es dominante y audaz, la maternidad esta casi negada y las creaciones artísticas están dedicadas exclusivamente a los hombres, quizá como un intento del hombre de apoderarse de lo que la naturaleza lo privo; de crear y dar vida.
 
Envidia del pene y envidia a la maternidad
 
Así como Freud (1905) propone la envidia del pene, hay psicoanalistas tales como Winnicot y Castañeda, por mencionar algunos, que proponen como contraparte, la envidia a la feminidad y a la maternidad.
 
Esta envidia no sólo queda clara en las tribus revisadas, sino en muchos de los cuentos y el folklore de la cultura actual, el psicoanalista Robert Bentomen en su artículo la maternidad masculina, plantea algunos ejemplos:
 
El doctor Frankenstein usurpa la capacidad de la mujer de crear un ser humano, y hace su propia creación, en la película entrevista él con vampiro, los vampiros crean vampiros, transformando a los humanos y conviertiéndolos en su propia especie, terminan con una vida, para volverla superior. Dentro de la raza vampírica no hay mujeres, para Bentom no sólo usurparon el poder de la mujer, sino que en su fantasía narcisista lo sobrepasaron. Al quitarle su activo más importante desecharon a la mujer.
 
Esta envidia a la maternidad se manifiesta en un abierto rechazo a todo lo “femenino”, de tal suerte que en muchas sociedades el hombre ocupa una mejor posición social y económica, por ejemplo, sin irnos más lejos en México según el INEGI las mujeres ganan 12% menos que los hombres.
 
Lo que queda claro después del recorrido histórico, cultural y folklorico, es como la capacidad de maternaje y la sexualidad son características que aunque “femeninas” no se privilegian juntas, y cuando se privilegia una, se desacredita la otra. También llama la atención como la capacidad creativa es un gran deseo en la mente del hombre, de ahí su necesidad de encontrar un medio para poder expresarla.
 
Marie Langer propone que está división o fragmentación de las características femeninas son una forma de quitarle poder a la mujer, para esta autora desde la infancia, el ser humano no soporta depender de manera total y absoluta de la madre, y ante el miedo a ser devorado o engolfado por ella, le ha quitado parte de su esencia; tanto la sexualidad como la maternidad.
 
Este miedo a la madre y por ende a la mujer, queda plasmado en mitos y en cuentos, citare algunos ejemplos del libro maternidad y sexo
 
Marie Bonaparte, menciona un “mito de guerra”, este mito se dio durante la 2ª guerra mundial, tuvo una rápida difusión oral, y tenía una característica muy peculiar, todo mundo conocía a alguien que conocía a alguien implicado, y todo mundo aseguraba que alguien lo había leído en el periódico, aunque nadie lo había visto de primera mano.
 
Era junio de 1949. Un joven matrimonio toma una sirvienta, estando la esposa cerca del final de su embarazo. Nace la criatura. Algunas semanas después marido y mujer salen de noche para ir al cine, dejando al niño al cuidado de la sirvienta, que hasta ese momento ha merecido su confianza. Al regresar los recibe muy ceremoniosamente, vestida con un traje de novia perteneciente a la dueña de la casa, y les dice que ha preparado una gran sorpresa para ellos. Los invita a pasar al comedor para servirles una comida especial. Al entrar se encuentran, con un espectáculo horrible: en medio de la mesa, puesto con sumo cuidado, ven en una gran fuente a su hijo, asado y rodeado de papas. La infeliz madre enloquece en el acto pierde el habla y nadie le ha oído pronunciar desde entonces una sola palabra. El padre, quien, según varias versiones es militar, extrae su revolver y mata a la sirvienta. Después huye y no vuelve a tenerse noticias de él.
 
La sirvienta había escapado de un manicomio.
 
Para Marie Bonaparte los mitos de guerra funcionan igual que los cuentos o los mitos en sí, y así como en el mito de guerra, la sirvienta –un desplazamiento de la madre- es la que cocina y está lista para devorar al hijo, es la madrastra de blancanieves –en el cuento original- la que quería comer el corazón de su hijastra, la madrastra de Hansel y Gretel la que convence al padre de que abandone a sus hijos en el bosque, y es la bruja del bosque la que se los quería comer, es la llorona –leyenda mexicana- la que mata a sus hijos y ahora su alma pena con dolor y sufrimiento pena con dolor y sufr
men ue la mujer ocupe puestos “opa con algo que no le permite ascender, pero que es invisible y di, es Coatlicue, diosa prehispánica la que mata a sus hijos.
 
Llama la atención que haya tantas historias sobre mujeres que matan, devoran, o se comen –o quieren hacerlo- a sus hijos. Tal parece que no se le puede nombrar directamente, sino de manera disfrazada; bruja, hechicera, diosa, llorona, madrastra, fanauas o vehinihai pero no deja de producir un escalofrío por la espalda al oír nombrarla, pero siempre de quién se habla es de una mujer; la madre.
 
La llorona –mito importantísimo en nuestro país- simboliza la vida, la muerte, la pena eterna, el arrepentimiento, el infinito, lo siniestro para ser breves. Es una madre que mata a sus hijos, puede matarlos por que es ella la que les dio vida, y así como se las dio, se las puede quitar, de ahí que no haya llorones, ni siquiera Cronos quien devora a sus hijos, les quita la vida, ya que estos –cuenta el mito- son escupidos gracias a una poción que Zeus le da.
 
Monserrat Lugo en su artículo el misterio en la mujer cita a Karen Horney “los hombres no se han cansado de idear expresiones de fuerzas violentas que los atraen hacia a la mujer, y, juntamente con este anhelo, del miedo que ella le arrastre a la muerte y la perdición. Es por eso que el hombre pugna por liberarse de su miedo a la mujer objetivándolo. Dice: “no es que yo le tenga miedo, es que es un ser maligno capaz de cualquier crimen (….) Es la personificación misma de lo siniestro””.
 
“Freud se asombraba de que el auditorio, al ver la obra de Sófocles, aplaudiera, sin advertir que se narraba la historia de cada uno. Nosotros experimentamos exactamente la misma sensación al ver que se canta y se cuenta la llorona una y mil veces, sin advertir el drama que encierra. La llorona ha sido olvidada por el psicoanálisis, merced a negaciones y represiones puesto que encierra mucho más horror y nos es más familiar que el mito de Edipo Rey, quien al final de cuentas no es atacado de muerte por Yocasta, su propia madre, sino mantenido en vida, aunque maldito por su matrimonio con ella. El mito de Edipo Rey es, pues, la contrapartida del mito más siniestro; la llorona” cita del psicoanalista Barajas y Villareal (2003).
 
Conclusiones
 
La hipótesis central de esta trabajo es que ante la dependencia –total durante la infancia- hacia la madre, ésta es vivida de manera escindida; idealizada y temida, el ser humano sabe que la madre es “poderosa”, tan poderosa que es capaz de dar y quitar la vida, cualidades que intente plasmar a lo largo del trabajo a través de mitos, cuentos y leyendas populares.
 
Quizá como un mecanismo compensatorio se le ha intentado quitar parte de éste “poder” a la mujer, dividiendo la parte maternal de la sexual. No importa le época, o pueblo que se revise, a la mujer solo se la ha privilegiado una de éstas características. Hoy en día sigue siendo la misma disyuntiva, las mujeres no saben si dedicarse al hogar, o trabajar y ejercer “funciones masculinas”. Mabel Burín (2008) menciona las trabas con las que se encuentra la mujer de hoy, trabas por intentar entrar a un mundo que no le corresponde, ella acuña un término llamado “techo de cristal”, en el que menciona los límites con los que se topa la mujer en el mundo laboral, límites que obedecen a cuestiones sociales, de género, culturales, educativos, etc.
 
Podríamos concluir diciendo que la envidia a la maternidad y a la feminidad es constitutiva y de ahí, al igual que el Edipo rigen mucho del funcionamiento estructural de la sociedad, y por lo tanto de las construcciones imaginarias en las cuales se estructura gran parte del pensamiento.
 
 
Bibliografía
 

  • Burín, M (2008). Las fronteras de cristal en la carrera laboral de las mujeres. Género, subjetividad y globalización. Anuario de psicología. Vol. 39 No 1. Universidad de Barcelona. Consultado en: (http://www.google.com.mx/url?sa=t&rct=j&q=&esrc=s&source=web&cd=1&ved=0ahUKEwi-3ujx76DKAhUMeD4KHSbIAAsQFggaMAA&url=http%3A%2F%2Fwww.raco.cat%2Findex.php%2FAnuarioPsicologia%2Farticle%2Fdownload%2F99355%2F159762&usg=AFQjCNFdLZ2mtQMTb1QD_08wQDXpkQrWFg&bvm=bv.111396085,d.cWw)
  • Bergmann, M.V. (1985). The Effect of Role Reversal on Delayed Marriage and Maternity. St. Child, 40:197-219
  • Diamond, M. J. (2004). The shaping of masculinity: Revisioning boys turning away from their mothers to construct male gender identity. International Journal of Psycho-Analysis   85: (2) 359-380
  • Goldberger, M., Gillman, R., Levinson, N., Notman, M., Seelig, B. and Shaw, R. (2003). On Supervising the Pregnant Psychoanalytic Candidate.
  • http://www.ipade.mx/
  • Lugo Monserrat. El misterio en la mujer. 2014
  • Q., 72:439-463
  • Langer, M. Maternidad y sexo, 1976
  • Robert J. Benton, Ph.D. 1995 Male Maternity: Junior

Foto:  FreeImages.com/ Elliot McFadden
 
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