Juan Carlos Botis

En el mes de enero del presente año, se presentaron una serie de sucesos que, por unos días, captaron la luz de los reflectores a nivel internacional. Gamestop Corp., uno de los principales distribuidores de videojuegos en Estados Unidos, se vio en el centro de una batalla campal entre dos facciones: un pequeño grupo de inversionistas pertenecientes al subforo wallstreetbets en Reddit, y una serie de fondos de inversión, encabezados por Melvin Capital (Gonzalez, O.; Priest, D. 2012). A continuación, la historia: un año antes, uno de los usuarios de dicho subforo, de nombre DeepFuckingValue, había hecho un análisis detallado acerca del estado financiero en el que se encontraba Gamestop, que había tenido un desempeño con tendencia a la baja, y mencionaba que podría resultar lucrativo invertir para crear una posición corta o short selling. Esta consiste en pedir prestadas acciones de la empresa a un accionista o corredor con dicho portafolio; ya que la predicción es que las acciones bajen de valor. De esta manera, el vendedor en corto apuesta por vender las acciones de inmediato para más tarde adquirirlas a un valor menor, devolviéndolas a su dueño y pagando una comisión (en la forma de intereses) por la venta para después quedarse con la ganancia obtenida de la diferencia resultante. Meses más tarde, a finales del 2020, los inversionistas del foro habían empezado a construir su posición, pero se percataron que no eran los únicos. Pronto hubo noticias que varios fondos de inversión estaban llevando a cabo la misma estrategia. 

De pronto varios miembros del foro se organizaron con una idea: si compraban acciones y las mantenían, el mismo efecto de la demanda ocasionaría un incremento en el valor de las acciones. Esta decisión terminó por meter a los fondos de inversión en aprietos, quienes, al estar comprometidos a regresar las acciones prestadas con sus respectivos intereses, empezaban a perder dinero. Para protegerse, crearon nuevas posiciones, lo cual sería el equivalente de apostar un doble o nada. Por absurdo que resulte, se habían vendido más acciones de las que existían. De pronto el internet empezó a sentir intriga por los rumores que corrían en la red. Elon Musk realizó una serie de tweets acerca de la situación. En tan sólo unas horas, esto se había viralizado. Había grupos de personas queriendo comprar acciones, veían en ello no sólo la posibilidad de ganar algo de dinero, sino de vengarse finalmente de algunos del tan odiado grupo de banqueros (aunque estos no son un colectivo). En cuestión de unos días, las acciones de GameStop se valuaban en 24,000 millones de dólares; su valor se había incrementado en 1700% (Phillips, M; Lorenz, T, 2021). Melvin Capital había sufrido pérdidas por casi 50% de su valor total. Por increíble y surrealista que pareciera, Wall Street llamaba al gobierno para regular y poner un alto a la situación. 

Pero la historia no acabaría ahí. Muchas de las personas que habían entrado al juego de forma independiente, podían realizarlo gracias a las aplicaciones desde su teléfono inteligente. Una de éstas, de nombre Robinhood, había sido fundada en 2013, y en pocos años se había convertido en la principal forma en la que la persona promedio podía realizar una inversión sin necesidad de contratar a un corredor de bolsa. La aplicación no tenía costo, y esta fue parte de la razón de su popularidad. Sin embargo, muchos de sus usuarios se toparon con la desagradable sorpresa, que tras el incremento exponencial en las acciones de GameStop, y con el pretexto de salvaguardar la integridad financiera de sus clientes, Robinhood no sólo había restringido la compra de acciones, sino que había vendido las posiciones de una gran parte de sus usuarios al valor más bajo del mercado. Esto terminó por causar furia e impotencia entre la gente. No sólo hubo personas que perdieron dinero, sino que esto ponía a los fondos de inversión en ventaja, quienes redoblaron sus posiciones, finalmente causando la caída súbita de las acciones en el curso de los primeros días de febrero. Tras diversos cuestionamientos, salió a la luz un hecho que daba sentido a lo que había ocurrido: entre los accionistas de Robinhood se encontraba Citadel Securities, un fondo de inversión que había desembolsado poco más de 3,000 millones de dólares para respaldar a Melvin Capital. La ironía es ineludible, Robinhood robaba a los pobres para dárselo a los ricos. Se pidió rendición de cuentas, pero como es costumbre con Wall Street, sólo quedó en indignación por parte del público y algunos políticos, quienes no perdieron tiempo para intentar capitalizar dicha situación. A manera de retiro de un velo, por unos instantes se revelaba un secreto a voces: el concepto de libre mercado existe, pero sólo para la élite privilegiada. 

Así pues, ¿Qué relación puede tener una situación que parece tan alejada de nuestra profesión y vida cotidiana? El objetivo que tiene el presente trabajo consta en realizar una reflexión sobre la violencia que pueden llegar a ejercer el sistema económico y político sobre el individuo. Es importante considerar que lo que aquí intento describir representa meramente un aspecto y no la totalidad de un fenómeno que acaba por ser complejo.

Una mirada desde Bion

Al explicar la teoría de Bion, León Grinberg (1991) menciona que existen dos mecanismos que intervienen en la formación del aparato para pensar pensamientos: el primero, conformado por la relación dinámica entre lo proyectado, un contenido, y un objeto que lo recibe y funciona como continente. El segundo es representado por la oscilación constante entre las posiciones esquizo-paranoide (Ps) y depresiva (D). 

La posición esquizo-paranoide, fue descrita por Melanie Klein como la situación en la que el bebé, expuesto al impacto de la realidad externa y a la angustia provocada por la pulsión de muerte, utiliza mecanismos tales como la escisión, negación, omnipotencia, idealización e identificación proyectiva como defensa. La consecuencia de este funcionamiento es una disociación de los objetos en idealizados y perseguidores. También puede ocurrir que estos mecanismos conduzcan a situaciones de dispersión y fragmentación del Yo y de los objetos. Por su parte, la posición depresiva, constituye el proceso de integración de lo anteriormente descrito, acompañado por la aparición de sentimientos de ambivalencia. Bion conceptualizaba una oscilación permanente entre ambas posiciones, en momentos de desintegración e integración. Tanto la relación de continente-contenido como la oscilación entre Ps y D participan en la formación y utilización de pensamientos. 

Sin embargo, ¿Cabría la posibilidad de que un factor ambiental pudiera provocar un obstáculo o entorpecimiento para dicho proceso? Tendería a pensar que puede ser el caso. Cuando pensamos en las posturas que predominan en el sistema capitalista, una de las principales referencias es Milton Friedman. En la década de los 1970s (Friedman, M., 1970), publicó un artículo donde acuñaba la frase “la responsabilidad social de un negocio es incrementar sus ganancias”. En este, Friedman explicaba que un director general tiene como principal objetivo servir los intereses de los accionistas apegándose al marco de la ley. Dedicar esfuerzos hacia causas sociales implicaba un problema en sí, pues ponía en riesgo los recursos de la empresa a la vez que tomaba roles que correspondían al gobierno, tales como la asignación de recursos para combatir ciertas problemáticas. 

Desde mi punto de vista, el problema radica en que dicho razonamiento es falaz. Al concentrarse en incrementar sus utilidades, las corporaciones utilizan dichos recursos para influenciar el aparato gubernamental (Stiglitz, 2013). Esto puede apreciarse en el fenómeno del cabildeo (lobbying), donde se apoya las campañas de los políticos a cambio de reformas a leyes o fallos que ayuden a este objetivo. La idea de crecimiento ilimitado por sí mismo expone defensas maníacas pertenecientes a la posición esquizo-paranoide, tales como lo son la negación (de la falta) y la omnipotencia. Al influenciar al aparato gubernamental, a su vez se da lugar a una relación de tipo perverso. 

Grinberg explica que uno de los hechos que intrigaban a Bion (en Grinberg, et. Al., 1991) era que los grupos que observaba parecían desarrollar actitudes y métodos que no parecían conducir al objetivo para el cual fue creado el grupo. Una de las manifestaciones era una falta de riqueza intelectual en las conversaciones llevadas a cabo, con disminución del juicio crítico y perturbaciones en la conducta racional de los integrantes. Dichas formas de proceder no necesariamente correspondían con la inteligencia o habilidad de los integrantes fuera de la situación grupal. Se creaba un clima emocional intenso y caótico en el cual los integrantes contribuían de forma parcial o total. No se mostraba una disposición por examinar dichas situaciones. 

Bion postulaba la hipótesis de la existencia de una mentalidad grupal, la cual derivaba del hecho que el grupo tiene un funcionamiento como una unidad, independientemente de si sus miembros no se lo propongan o tengan consciencia de ello. Esto se refiere a la actividad colectiva que se produce cuando las personas se reúnen en grupo. La mentalidad grupal está constituida por la voluntad, opinión o deseo unánimes del grupo en un momento específico. Cada integrante contribuye a ella de forma anónima o inconsciente, aún cuando pueda estar en conflicto con sus deseos, opiniones o pensamientos y cause molestia u otro tipo de reacciones. 

La organización grupal en un determinado momento puede ser concebida como resultado de la interrelación entre la mentalidad grupal y los deseos del individuo. Esto es conocido como cultura de grupo. Para dar mayor precisión al concepto de mentalidad grupal, Bion recurre al de supuesto básico: mientras que la mentalidad grupal funciona como continente de las contribuciones realizadas por los miembros del grupo, el supuesto básico da pista sobre el contenido. En este, se expresan fantasías grupales, de tipo omnipotente y mágico. 

Es así como en una corporación capitalista podrían llevarse a cabo dos supuestos básicos:

  1. Supuesto básico de dependencia- consiste en el sustento de la convicción de que el grupo está reunido para que alguien, de quien se depende de forma absoluta, provea la satisfacción de todas las necesidades y deseos. 
  2. Supuesto básico de ataque-fuga – consiste en la convicción de que existe un enemigo y que es necesario atacarlo o huir de él. 

Considero que este tipo de suposiciones no resultan tan descabelladas, después de todo, es común ver a los empleados u oficinistas con total devoción a la corporación para la que trabajan y de la cual dependen, al mismo tiempo que podemos observar las reacciones violentas que surgen en sociedad cuando se habla de modificaciones o transformaciones al sistema capitalista. 

De forma un tanto irónica, esta devoción hacia la corporación no es necesariamente correspondida, pues al predominar un funcionamiento esquizo-paranoide y teniendo una filosofía de maximizar ganancias y minimizar costos, es realmente sencillo reemplazar a la gente una vez que la idea de productividad y eficiencia van orientados hacia ese objetivo; control, triunfo y desprecio. Como ocurre en Rebelión en la Granja (Orwell, 1996), que, si bien es una alegoría del régimen soviético, también puede aplicarse a la postura contemporánea del capitalismo. En la historia, Boxer el caballo, responde con lealtad al movimiento del animalismo y trabaja arduamente, para ser recompensado con ser enviado a la fábrica de pegamento una vez que deja de ser útil. 

Considero que esto podría despertar angustias de tipo paranoide en ciertos individuos, aunque queda claro que esto va en función de las condiciones específicas tales como las series como factores constitucionales, desarrollo, historia de vida, condiciones ambientales, etc.

Terror Miedo y Persecución

En un trabajo presentado en el congreso de la Asociación Psicoanalítica Internacional de 1967 titulado “Terror, Persecución y Temor: Una Disección de las Angustias Paranoides”, Donald Meltzer (2018) hace una distinción entre distintos padecimientos psíquicos incluidos dentro de la denominación de angustias paranoides. 

El terror es equivalente a una parálisis, la cual no deja oportunidad para llevar a cabo la acción defensiva (no permite vía de acción) ya que es imposible huir del objeto del terror (un objeto muerto en la fantasía inconsciente). Quizás esto encontraría un equivalente en lo designado por Hannah Segal (en Meltzer, 2018) como angustia catastrófica. el bebé experimenta durante la posición esquizoparanoide; ésta consiste en que el yo del niño se siente amenazado por impulsos destructivos y autodestructivos que lo amenazan con la aniquilación.

En segundo lugar, la persecución se entiende como derivada de las relaciones con objetos malos y dañinos o de áreas dominadas de forma narcisista por partes malas del self. 

Por su parte, el temor es una experiencia con respecto a la parte mala y “tiránica” del self; se compone de un temor hacia la pérdida de una protección ilusoria que dicha parte puede proveer contra el terror, fuente de la fuerza detrás del temor y sometimiento. 

Considero que el ambiente entra en juego como uno de los factores fundamentales que pueden contribuir para establecer condiciones como las anteriormente descritas ¿Qué condiciones son las que hemos creado como sociedad para que un individuo tenga un temor constante o se sienta perseguido de tal manera que permita una relación de tipo tiránica? 

Esto quizás empiece por la desigualdad. En su libro, The Price of Inequality: How Today’s Society Endangers Our Future, Joseph Stiglitz (2013) habla de cómo sin un funcionamiento apropiado, los mercados promueven la concentración de la riqueza, el paso de los costos ambientales hacia la sociedad, y pueden llegar a abusar tanto a trabajadores como a consumidores. 

En un estudio realizado por el Observatorio de Salarios de la Universidad Iberoamericana (2018), se observaba como dos terceras partes de los jóvenes mexicanos entre 15 y 29 años que componían la población trabajadora asalariada en México sufrían de precariedad laboral; es decir, de sueldos bajos, carencias de prestaciones de ley y condiciones laborales adecuadas. El tercio restante padecía de carencia de prestaciones sociales y de salud, subcontratación, outsourcing y problemas relacionados a las jornadas laborales. A esto agregaría que en las últimas dos décadas la relación entre el grado de estudios y el nivel de ingreso ha disminuido, y que la sobrepoblación y la globalización también pueden tener un rol para brindar una posible explicación a esto. Las personas parecen aceptar condiciones precarias de trabajo impulsadas por la desesperación, lo que las llevaría a entablar una relación laboral permeada por el temor a perder dicha protección ilusoria,  El trato desigual puede apreciarse en solicitudes para trabajar horas extras sin remuneración, extralimitación de los roles, etc. Frases tan familiares en la vida cotidiana laboral como “ponte la camiseta” o “debemos estar agradecidos de tener un trabajo” pueden adquirir un tinte persecutorio y terrorífico cuando la pérdida del trabajo podría culminar en un aniquilamiento tanto de uno mismo como de los propios familiares. En última instancia esto podría dar lugar a mecanismos tales como el sometimiento hacia el agresor y posteriormente la identificación con éste. 

Incluso la misma oposición al sistema puede tener esa misma connotación y consecuencia, como lo vemos en el caso de la existencia de listas negras de trabajadores (De la Vega, 2009), que a pesar de ser ilegales existen. Un caso aún más extremo sería representado por el asesinato de Homero Gómez González (Aridjis, 2020), activista ambiental asesinado en Michoacán tras oponerse a la destrucción del hábitat natural de las mariposas monarca para dar paso a la siembra de aguacate.  

De acuerdo con Stiglitz (2013), la movilidad social es una ocurrencia rara, y el porvenir económico tiene una mayor relación con la riqueza acumulada por los padres que el mérito propio. Es así como se van derrumbando mitos tales como la idea de la meritocracia (“el pobre es pobre porque quiere”), que los ricos tienen más porque han trabajado más, que se toman tres generaciones para pasar de los harapos a las riquezas, etc.

Por otro lado, Meltzer (2018) llega a la conclusión de que la intolerancia a las ansiedades depresivas no basta por sí sola para crear la constelación adictiva de sometimiento al tirano. 

El temor experimentado en relación con el tirano es en esencia, un temor a perder la ilusoria protección contra el terror, y aparece en particular en momentos en que se ha iniciado una rebelión en alianza con objetos buenos que luego se sienten como inadecuados o inalcanzables. Me pregunto si en el caso específico de México, con una erosión gradual de la capacidad de organismos autónomos que tienen como propósito fungir como contrapeso; las instituciones gubernamentales y las corporaciones privadas pueden acabar teniendo un carácter monolítico, sin permitir un intercambio que acabe con un enriquecimiento mutuo o la aparición de la creatividad.

Pensar en la teoría de la tiranía da paso a una previsión y ésta a su vez da posibilidad a llevarse a cabo por medio de la acción. Esta previsión encuentra su esencia en la capacidad de reconocimiento de acciones en el mundo externo que están confinadas a tener significado en la realidad psíquica. 

Meltzer acaba por preguntarse si es que la tiranía y la guerra nos son impuestas por acumulación de terror inconsciente y ansiedad depresiva que se genera de forma constante por actividades que parecen inocentes al sentido común, donde “no sabemos lo que hacemos”.

¿Cuál sería entonces el contexto social de la tiranía sobre la base de la teoría psicoanalítica?

Para Meltzer, resulta evidente que la imposición de la realización de un crimen de carácter paranoide sea mucho más fácil que la imposición de renunciamiento a dicho acto o a las gratificaciones libidinales instintivas. 

De esta manera, se entiende a la tiranía no como la expresión de “la simple voluntad y la crueldad de sentimientos descontrolados y desenfrenados” sino como una forma de perversión social que funge como defensa ante ansiedades de tipo depresivo. En otras palabras, es el surgimiento de la cobardía ante el dolor de la posición depresiva; su realización produce complacencia y el sometimiento ante ésta, apatía. 

Stiglitz (2013) menciona que, de continuar la presente problemática, se pondría en riesgo a la democracia. El hecho de que la ciencia y la educación ya son influenciadas predominantemente por las empresas (Ferguson, C.; Marrs, A., 2010) parece ser indicio de ello, pues a su vez moldean la visión que se tiene tanto del conocimiento científico como del mundo ¿Hay pues maneras de revertir esta tendencia? Quizás en Donald Winnicott podría encontrarse parte de esa respuesta.

Democracia y Creatividad

En su artículo “Algunas Reflexiones Sobre el Significado de la Palabra Democracia”, al hablar sobre el individuo sano, Winnicott (2009) menciona que en términos psiquiátricos se considera así al individuo maduro, que presenta un grado adecuado de desarrollo emocional de acuerdo con su marco social y su edad cronológica. Por ende, considera a la salud psiquiátrica como un término carente de significado fijo, lo cual aplica también para la democracia, que conservaría su significado por el nivel de madurez (salud) presentado por la sociedad. La maquinaria democrática debe existir para los fines de elección de líderes mediante el voto libre y secreto. Winnicott mantiene que en el ejercicio de dicho voto se expresa el resultado y resolución de un conflicto interno. 

Sin embargo, para que una democracia pueda ser considerada como tal, se requiere que en dicho momento exista suficiente madurez en el desarrollo emocional de una proporción necesaria de los individuos que la integran como para que haya una tendencia innata hacia la creación y el mantenimiento de dicha maquinaria. Winnicott propone como hipótesis que en cualquier momento determinado existen una serie de individuos que muestran una falta de sentimiento social desarrollando tendencias de carácter antisocial, mientras que hay otra proporción de individuos que toman la tendencia contraria, la cual consiste en una identificación con la autoridad, a los cuales llama antisociales encubiertos. Esto lo considera como malsano e inmaduro, ya que en vez de ser una identificación que surge del autodescubrimiento, es un acto carente de espontaneidad. En cierta forma, este tipo de actos constituye una tendencia a favor de una sociedad anti-individual. 

Tanto los individuos antisociales como los antisociales encubiertos no son considerados como “personas totales”, ya que buscan encontrar y controlar la fuerza conflictual fuera del self. En contraparte, los individuos sanos pueden percibir todo el conflicto dentro del self y fuera de éste, mediante la realidad compartida. También existe una proporción de individuos indeterminados, aunque es sobre los individuos que van madurando y que gradualmente se vuelven capaces de incluir un sentido social en su desarrollo sobre los cuales recae el peso de la democracia. 

Al ser la democracia madurez, y madurez sinónima de salud, Winnicott se pregunta si existen maneras de promoverla. Finalmente llega a la conclusión de asumir una postura de no intervención en hogares que tienen la capacidad de manejar a sus niños y adolescentes, a los cuales se refiere como “buenos hogares corrientes”. Es en estos hogares donde se puede generar el factor democrático innato. Los hogares estables no sólo capacitan a los hijos para encontrarse a sí mismos y encontrarse mutuamente, sino que también los asiste en el proceso de convertirse en miembros de la sociedad en el sentido más amplio. De manera similar, Winnicott menciona que el voto por las personas es el de mayor madurez, en oposición a votar por partidos con tendencias específicas o por votos encaminados a lograr ciertos principios.

Para Winnicott (1985), la búsqueda de la persona, un aspecto fundamental en el desarrollo, solo puede surgir a partir de un funcionamiento sin forma o inconexo, localizado en la zona intermedia, donde se da el fenómeno transicional. Es en ese estado no integrado de la personalidad, que puede aparecer lo que él describe como acto creativo. 

Resulta importante ofrecer oportunidades para la experiencia informe y para los impulsos creadores, ya que es sobre la base de estos que se construye la existencia experiencial del ser humano. Es así como, la vida se experimenta en la zona de los fenómenos transicionales, en el entrelazamiento de la subjetividad y la observación objetiva, en la zona intermedia entre la realidad interna y la realidad compartida. 

De acuerdo con Winnicott (1985), lo que hace que un individuo tenga la sensación de que la vida vale la pena de ser vivida, más que ninguna otra cosa, es la apercepción creadora. En oposición, el sometimiento es una manera de relacionarse con la realidad exterior, lo cual significa que se reconoce al mundo y sus detalles como algo a lo que es necesario encajar o adaptarse.  Sin embargo, demasiada sumisión acaba por generar un sentimiento de inutilidad en el individuo y se vincula con la idea de que nada importa, y por tanto que la vida no es digna de ser vivida, ya que carece de significado. 

De esta forma, para Winnicott la vida es solo digna de vivirse cuando la creatividad forma parte de la experiencia vital del individuo. Para que una persona pueda ser creativa, es preciso que exista y sienta que exista. En otras palabras, el proceso creativo refuerza la sensación de ser uno mismo. 

El medio tiende a interactuar con factores de maduración para así fungir como facilitador o inductor de reacciones poco adaptativas, lo cual genera que en el bebé se vaya gestando la posibilidad de ver las cosas de un modo nuevo. Winnicott es de la idea de que vivir creativamente implica no ser aniquilado todo el tiempo por el sometimiento que llega del mundo exterior, teniendo la capacidad de ver las cosas de un modo nuevo de forma constante; a esto le llama apercepción, lo cual implica lo contrario de la percepción (del mundo externo).

Nuestra forma de ser se basa en gran medida en el punto que se haya alcanzado durante el desarrollo emocional o el grado de desarrollo de la parte temprana que tiene que ver con la manera en la que nos relacionamos con los objetos. 

Cuando Winnicott (1985) se refiere a la cultura, pone el acento en la experiencia. De esta manera, la expresión de la experiencia cultural puede ser pensada como una ampliación de los fenómenos transicionales y del juego. Se trata de la relación que establece el individuo con la tradición heredada, contenida en el acervo común de la humanidad; es aquello a lo cual se puede contribuir como individuo o como parte de un grupo y que se puede usar siempre y cuando “se tenga algún lugar en que poner lo que se encuentra”. En otras palabras, el juego recíproco entre la originalidad y la aceptación de la tradición es condición sine qua non para la inventiva. 

Es así que el lugar de ubicación de la experiencia cultural es el espacio potencial que existe entre el individuo y el ambiente (lugar que ocupaba en un principio el objeto). Ésta encuentra sus comienzos con el vivir creador, de la cual el juego es la primera manifestación. Para cada individuo, el uso de este espacio estará supeditado a las experiencias en etapas tempranas de la vida. 

Aunque Winnicott lo deja implícito, considero esencial resaltar que para que una democracia funcione, es necesario prestar atención no únicamente al voto, sino al involucramiento del individuo en dicha sociedad, es decir, en la experiencia cultural, con la maquinaria democrática fungiendo como su referente. Si como sociedad hemos permitido que nuestras instituciones, tanto públicas como privadas, adquirieran un carácter monolítico ¿Acaso resulta es tan descabellado pensar que lo que predomine sea la apatía, la miseria y la violencia? Al igual que Winnicott, coincido con que el acento debe de ser el hogar como punto de partida para la generación de una sociedad suficientemente madura y creadora de un factor democrático innato. La salud mental, después de todo, tiene que ser accesible para todos, y no ser vista como algo secundario o disponible para unos cuantos. Sin embargo, a manera de efecto de bola de nieve, esto tendría que dar lugar a que como sociedad podamos contribuir a crear instituciones que sean ambientes facilitadores para que el fenómeno transicional se lleve a cabo. En otras palabras, debemos aspirar a crear instituciones que permitan la expresión de la persona, pero con la suficiente maleabilidad y fortaleza para sobrevivir la descarga. Esta es una manera en la que podríamos generar las condiciones para que la sociedad se enriquezca del involucramiento y la diversidad de pensamiento, y de esta manera, que podamos pensar en una realidad diferente y gradualmente mejor. 

¿Cuál debería de ser la función social del psicoanalista, si es que puede haberla?

Bibliografía