Raquel Mussali

La etimología de la capacidad de perdonar proviene de la palabra en hebreo “Rechem” que significa útero, esto haciendo referencia a la posibilidad de inicio de una nueva vida.

Si bien, esto puede parecer un tanto romántico, en realidad, al momento de perdonar con sinceridad nos liberamos de rencores y cargas que nos permiten, por decirlo de alguna manera, sentirnos más livianos y avanzar.

En los ámbitos social y religioso el acto de perdonar es más bien visto como una obligación o de esta forma se interpreta. Aun cuando hay religiones y creencias que impulsan a que esta acción tan complicada sea llevada a cabo, me parece importante señalar que desde mi punto de vista el perdonar en realidad requiere de cierto estado de salud mental.

Es fácil pedir el perdón y probablemente concederlo, pero la verdadera complicación es el proceso que se da a nivel psíquico para que este se lleve realmente a cabo.

En el contexto filosófico y de algunas religiones el perdón ha sido entendido como un trabajo interminable y me es importante mencionar que una de las principales significaciones que se le concede a este acto, es la de la culpa, en el ámbito de la religión el perdón es impensable si no hay culpa en el sujeto y de la mano con esto, el arrepentimiento.

Un ejemplo de esto es el día del perdón en la religión judía, festividad que se lleva a cabo una vez al año con la finalidad de perdonar y ser perdonado existiendo la premisa de que si perdonas de corazón, D-os te perdona y entonces eres inscrito en el libro de la vida para el año entrante. Sin entrar más a detalle, algo que me gustaría mencionar es que en esta festividad una de las cosas más importantes es, que por medio del perdón que se concede al prójimo, se está concediendo un perdón propio ya que de esta forma reparamos el daño que nos genera el sentir rencor. Al conceder este auto perdón, como ya lo mencione, se abre la posibilidad de tener una “nueva vida” hasta el próximo año que tendremos que volver a perdonar. Parte fundamental para llevar a cabo este proceso es por medio de la integración propia, es decir, teniendo en cuenta las cualidades y defectos que poseemos y partiendo de ahí romper con la postura narcisista y omnipotente.

Entrando en materia psicoanalítica creo que la palabra perdón puede abarcar muchos significados y conlleva un aspecto dual; es un proceso intrapersonal y en este sentido exige la presencia y relación de una víctima y un victimario. La otra cara de la moneda es el aspecto intrapsíquico pensando al respecto que se requiere de una elaboración interna para poderlo otorgar, ya sea a un otro o a uno mismo.

Ya habiendo mencionado lo anterior, en este escrito me gustaría enfocarme en la segunda.

“El perdón se trata de ver el mal en él yo, en una permanente, siempre inacabada, infinita elaboración que implica la unión de objetos buenos y malos para superar esta escisión”. (Esparza, 2020)

En mi opinión definiría el perdón como un intento por alcanzar la habilidad de reconocer que como seres humanos tenemos un mal propio del que nos tenemos que encargar.

En esta línea, para Klein, la capacidad de perdonar sería entonces transitar de la posición “esquizo-paranoide” a la posición “depresiva” superando la escisión del mundo en su parte buena (interna) y mala (proveniente del exterior).

La posición esquizo-paranoide se desarrolla en el niño antes que la depresiva, sin embargo en la vida adulta las dos están activas de forma inconsciente por lo que oscilamos entre ellas.

Para que el niño pase a la posición depresiva ha de lograr tener una percepción de la madre como ser total e independiente, con sus propios sentimientos, necesidades y también como alguien que además de proveer y nutrir, tiene la capacidad de frustrar. Al lograr integrar a la madre, la perdona por las frustraciones que le ocasiona pero también busca el perdón por el daño que él pudo haberle ocasionado a ella y que le genera culpa. Este proceso, tiene relación con la integración del yo que debe ser tolerante a los sentimientos dolorosos que se dan al tenerse que hacer cargo de los propios impulsos agresivos que van dirigidos al objeto de amor. Así se da la angustia depresiva y el yo contacta con su odio y sus impulsos agresivos.

El resultado de la posición depresiva es la reparación, esta implica la realización del proceso de duelo, que conlleva la integración de los aspectos buenos y malos que fueron internalizados. La reparación sirve para entrar en cuenta de que los objetos buenos y amorosos predominaron sobre los malos y destructivos.

“La reparación dada como producto de la identificación del sujeto con el objeto dañado implica que se acepte a este tal cual es como prueba de amor. Esto lleva a que el yo se identifique con el objeto interno “bueno” ”. (Klein, 1937)

Este proceso, según mi perspectiva, implica el auto perdón ya que al reparar a nuestros objetos, estamos reparando a los introyectos y por lo tanto a nosotros mismos a nivel inconsciente.

El perdón no solamente consiste en reparar al objeto, sino también en reparar al yo, pensando en que lo que pasa en el objeto de alguna manera también pasa en el yo. De esta forma, por medio de las identificaciones, el yo es capaz de ver sus propios aspectos dañinos y sus propios aspectos reparatorios.

Cabe mencionar que el perdón, es un proceso inestable que se debe renovar continuamente ya que se desencadenan nuevamente sentimientos de resentimiento y odio en distintas situaciones que se van presentando a lo largo de la vida. Esto es similar a lo que ocurre con la oscilación entre las posiciones mentales que plantea Klein. El perdón se consigue, pero nos enfrentamos a nuevas situaciones que requieren reiniciar el proceso.

Desde el punto de vista de la teoría de Winnicott y siguiendo por la línea de construir al yo por medio de identificaciones con los objetos, este autor plantea el concepto de la madre suficientemente buena “Lo que el bebé necesita, y lo necesita absolutamente, no es ninguna clase de perfección en el quehacer materno, sino una adaptación suficientemente buena”. (Winnicott, 1989). 

En este sentido el niño al ver que su madre tiene fallas se identifica con esto y entiende que a pesar de haberlas, lo bueno predomina. De esta forma se aprende a perdonar porque se muestra una parte humana tanto de los otros como de él mismo.

Bajo una relación suficientemente buena con el objeto materno, el niño experimenta gratitud y por ende puede reparar por los deseos destructivos que lo invadieron en momentos de frustración. Además, por medio de la aceptación de las fallas del objeto y a pesar de que las tenga, el niño acepta que la madre lo protege de forma “imperfecta” y por lo tanto se convierte en humano y perdonable.

Me gustaría agregar aquí un poco respecto a el día del perdón en la religión judía, enfatizando que es reconocible que en esta festividad se da la oportunidad de perdonar nuevamente cada año, como si en principio se está asumiendo que se va a fallar por el hecho de la parte real y con fallas del ser humano y por lo tanto se pone en cuestionamiento constantemente el no ser perfectos y de alguna manera se enfatiza que cuando fallamos, siempre podemos arrepentirnos y reparar el daño.

Siguiendo con la teoría de Winnicott (1963) plantea el concepto de “la capacidad de preocupación por el otro” esta se asocia con el sentido de responsabilidad individual en relación a los impulsos y se logra a partir de la fusión en la mente del niño de la “madre-objeto” a la cual los impulsos del niño están dirigidos, es necesario que esta sobreviva a su destructividad para aplacar la angustia y culpa que el niño siente respecto de la misma. De igual manera, es la “madre-objeto” quien sacia sus necesidades. Por el otro lado la “madre-ambiente” es quien continúa con los cuidados amorosos y protectores mediante el “handling”. Posiblemente a partir de este proceso, el niño comience a experimentar algo parecido al perdón de un otro, en este caso, por parte de la madre debido a los impulsos destructivos que son dirigidos hacia ella.

La madre “suficientemente buena” sobrevive a los ataques del niño y se permite ser encontrada constantemente sin importar el daño causado, este primer contacto con un objeto que perdona puede contribuir a que el niño internalice la capacidad de la madre para perdonar.

También podemos pensar los orígenes de la capacidad de perdonar desde la teoría de Mahler (1975) En la sub-fase del reacercamiento la madre enfrenta las demandas contradictorias y ambivalentes del niño que busca estar cerca y lejos, protección y autonomía y las tolera sin actuar en venganza. Al poder contener la agresión del niño, le permite ir integrando una representación de ella por medio de la constancia objetal y de esta forma, si predomina el amor y la agresión ha sido metabolizada el niño se identifica con ese aspecto de la madre y puede experimentar el perdón.

Vale la pena mencionar que previo al proceso del perdón, debe llevarse a cabo un proceso de duelo de orden simbólico, ya que en el caso del autoperdón, lo que se pierde es de cierta forma intangible y es algo propio, no un Otro o una relación como tal. La elaboración del duelo implica enfrentarse al dolor de la pérdida y tramitarla de forma constructiva.

Este proceso de duelo conlleva la elaboración por la pérdida de la representación del propio self ocasionada por la propia agresión.

Los sentimientos de duelo y nostalgia se dan debido a que el objeto bueno se siente perdido, y aquí nace la culpa por el sentimiento de que la propia destructividad hizo que el objeto bueno se pierda. Es entonces que se moviliza el deseo de reparar a los objetos destruidos y a deshacer los efectos de la agresión provocada con amor y cuidados. Lo anterior daría un lugar a reparar los introyectos de los objetos y posteriormente al perdón por el daño causado.

Ahora bien, en otro sentido, los procesos de duelo implicados por algo tangible, como lo es la pérdida de un ser amado ya sea por la ruptura de relación o por muerte implica perdonar a un otro e indirectamente también emplear el auto-perdón; esto ya que el proceso de duelo viene acompañado de sentimientos depresivos que se relacionan con la impotencia por lo inalcanzable y con un sentimiento de culpa por haber perdido al objeto.

Klein (1940) plantea que un duelo es superado al disminuir la ansiedad paranoide y desaparecer el odio. Aparece posteriormente la confianza en la capacidad de reparar el daño y de poder recuperar al objeto bueno. “Elaborar significa dejar de estar fijado a algo y recuperar la capacidad de transformación”. 

En este sentido hacemos el duelo por la pérdida de un otro, lo perdonamos por el daño que su ausencia nos ocasionó y nos perdonamos por la culpa que nos autoinflingimos de lo que pudo haber sido y no fue para evitar que la pérdida se lleve a cabo.

Esta parte del proceso implica la aceptación de nuestra propia agresión y la posible complicidad activa o pasiva en lo sucedido. Así, significa aceptar que hemos sido dañados y perdonarnos por nuestra propia vulnerabilidad y debilidad.

Ahora bien, como ya he mencionado el concepto de auto-perdón desde mi punto de vista tiene que ver en cierto sentido con un grado de salud mental, en este caso, el paso por el proceso de duelo previo al perdón requiere de esto mismo si hablamos de que el duelo se da de forma normal.

“En el duelo de un sujeto, la pena por la pérdida real de la persona amada está en gran parte aumentada, por las fantasías inconscientes de haber perdido también los objetos internos “buenos”, se siente que predominan los objetos “malos” y por lo tanto que el mundo interno está en peligro de desgarrarse”. (Klein, 1940)

Estaríamos hablando entonces de que el niño en la temprana infancia logró instalar con éxito un objeto bueno en su interior y pudo conservarlo resguardado de los objetos persecutorios internos y del sadismo del ello (Klein, 1940). Es así, que durante el duelo normal se revive la posición depresiva temprana reinstalando en el interior al objeto real perdido y de esta forma reincorporando los objetos primarios buenos para la posterior recuperación de la seguridad, armonía y paz en el mundo interno.

Habiendo dicho todo lo anterior, me pregunto: ¿Cómo ayudamos como analistas a que nuestros pacientes lleven a cabo este proceso con todo lo implicado en el mismo?

Melanie Klein (1950) en su trabajo “Sobre los criterios para la terminación del análisis” (en Córdova, 2014) piensa que el insight resulta de la introyección objetal, de la integración del yo que caracteriza la posición depresiva. Señala que el sufrimiento propio de la posición depresiva o dolor depresivo es la situación precisa para que se facilite el insight en la realidad psíquica lo que a su vez, promueve una mejor comprensión del mundo externo.

También, respecto a la elaboración Klein 1957 (en Córdova, 2014) agrega que “en el contexto del material analítico pueden reconstruirse a través de la elaboración de situaciones anteriores, los sentimientos que el paciente tenía hacia el pecho de la madre cuando era lactante”. Lo anterior implicaría que el paciente reedita en la situación analítica los aspectos de su propio proceso de elaboración de la posición depresiva.

Considerando el concepto de la madre suficientemente buena de Winnicott y en la medida en que el paciente se frustra ante las fallas o errores del analista, lo ideal sería que pudiera tolerar las partes no idealizadas de este. Así como la madre que si bien no es perfecta, logra transmitir que en ella predomina lo bueno.

Ver en un otro la capacidad de tener fallas es estructurante y también el primer paso para que el sujeto se atreva a ver hacia adentro y así reconocer sus propias fallas y defectos por lo que ver esta parte del analista nos puede ayudar a que esta vulnerabilidad tome lugar en el espacio analítico y salga a relucir.

En muchas ocasiones, las situaciones que requieren del auto-perdón se viven por el sujeto un tanto distante de la realidad ya que pueden ser permeadas por el discurso de los otros de los que nos rodeamos en la sociedad; estos emiten juicios y críticas que nos hacen auto castigarnos y sentirnos con aún más culpa. Al escuchar estos discursos, nuestro propio juicio sobre lo sucedido se ve un tanto distorsionado y de cierta forma esto no nos permite llevar a cabo el proceso de auto-perdón.

Al llegar a un espacio analítico esto cambia ya que el mismo espacio así como el analista funcionan como una especie de contenedor, el analista desde su posición de escucha activa y empatía recibe y escucha el discurso desde la propia vivencia del paciente, sin importar si en este se está jugando en cierto sentido una parte de fantasía, sin sesgar ni cambiar el discurso con su juicio; por medio de señalamientos, confrontaciones e interpretaciones, se logra cambiar la narrativa de este discurso y por lo tanto reeditar en el inconsciente la vivencia por medio de la integración de lo bueno y lo malo, de aceptar tanto los impulsos agresivos y hostiles como los amorosos. Es así como ayudamos al paciente por medio de nuestro trabajo a que estos impulsos coexistan y pueda entonces tener lugar el proceso de elaboración, reparación interna y auto-perdón.

Los seres humanos somos seres sociales, nos construimos a través de los otros por medio de identificaciones, aprendizajes, frustraciones, gratificaciones, entre otras cosas. Las relaciones que tenemos, nos permiten ver, lo que es un ser humano en completud. La integración de un sujeto con sus partes buenas y sus partes malas.

Si bien, lo anterior no quiere decir que vayamos a vivir pacíficamente con todas las cualidades que los otros nos presentan, pienso que a partir de todo lo que vemos, tanto las partes buenas como las fallas; nos permiten entender que nosotros tenemos de igual manera aspectos negativos y que estos no necesariamente implican algo caótico. Al aceptar los impulsos agresivos, la hostilidad, rasgos de carácter, fallas, culpa y todos los etc. que puedan ser incluidos como algo que se percibe como negativo así como lo amoroso, las partes bondadosas y de preocupación tanto por los otros como por uno mismo estaríamos llevando a cabo el concepto de la integración de los objetos, relacionándonos de forma total con los otros, pudiéndolos perdonar por sus fallas haciendo el duelo correspondiente y en un siguiente paso, nos estaríamos aceptando a nosotros mismos en el mismo sentido y por ende, aplicando el concepto del auto- perdón; tomando en cuenta que nuestras fallas pueden ser reparadas siempre y cuando lo bueno sea lo predominante.

Bibliografía

  • Cordova, A. (2014) Reparación y su relación con el cambio psíquico en la obra de Melanie Klein. Consultado en: http://repositorio.uchile.cl/bitstream/handle/ 2250/135633/Andrea%20cordova%20V..pdf;sequence=1
  • Klein, M. (1937) Amor, culpa y reparación. Buenos Aires. Paídos.
  • Klein, M.(1940) El duelo y su relación con los estados maníaco-depresivos. Buenos Aires. Paídos
  • Klein, M. (1950) Sobre los criterios para la terminación de un Psicoanálisis. Buenos Aires. Paídos.
  • Klein, M. (1957) Envidia y gratitud. Buenos Aires. Paídos.
  • Mahler, M.S., Pine, F., & Bergman, A. (1975). The Psychological Birth of the Human Infant. New York: Basic Books.
  • Winnicott, D.W (1963). El desarrollo de la capacidad para la preocupación por el otro Paidós: Barcelona 1996.
  • Winnicott, D.W. (1989). Exploraciones psicoanalíticas I y II. Barcelona: Paidos, 1991.