La agresividad del temblor del 19 de septiembre movilizó de inmediato a la SPM. La empatía por nuestros compatriotas y el dolor por lo perdido hizo que lográramos organizarnos rápidamente en las horas de la tarde de ese mismo martes.

Al pensar en las necesidades de catarsis y de elaboración de los afectados, se inició la planeación de la línea de intervención en crisis. En un principio se publicaron los celulares directos de algunos colegas que amablemente se ofrecieron para estar disponibles a las llamadas de emergencia. Al día siguiente, se pensó que era mejor tener dos líneas de SPM, disponibles para dar servicio y cubrir esta demanda de manera más puntual y repartida. Las horas transcurrían y con el conjunto de esfuerzos de miembros y candidatos finalmente se consolidó el proyecto: ¡Ya teníamos nuestras líneas de intervención en crisis! En menos de dos días habíamos armado la red de analistas y la organización de guardias. Parecía sencillo, en un inicio así lo pensamos, sin embargo con el paso de los días nos fuimos dando cuenta de la complejidad de la tarea.

La disposición de todos para ayudar fue sin duda un elemento importante para sacar este proyecto adelante. Al principio las llamadas no eran tan frecuentes, pero con el paso de los días, fueron aumentando.

Al mismo tiempo empezaron a organizarse brigadas a los diferentes puntos de crisis tanto de la Ciudad de México como de ciudades y pueblos vecinos, todos gravemente afectados por el sismo. Se realizaron labores de escucha, de apoyo en momentos de incertidumbre o en los que las personas recibían malas noticias acerca de sus seres queridos. Es de llamar la atención el liderazgo y la coordinación que se logró en tan poco tiempo, y sin la posibilidad de planear propiamente las intervenciones. A los pocos días, la Secretaría de Salud nos invitó a formar parte de sus brigadas.

Analistas y candidatos participaron también en centros de acopio, consiguiendo lo que hacía falta y ayudando a verificar información; es decir que el apoyo fue variado y diverso, respondiendo a todo tipo de necesidades y conscientes de que la necesidad de apoyo psicológico sólo iría en aumento. Formar parte de un grupo tan rico y diverso como la SPM nos permitió también sentirnos acompañados y contenidos en el proceso de ayudar a otros.

El siguiente reto fue el de volver a nuestras actividades como analistas (sin abandonar a nuestros pacientes) y a la vez estar disponibles para recibir llamadas y apoyar en las brigadas. Tuvimos altibajos, hubo que hacer modificaciones al proceso y mucho trabajo… Finalmente no se cambia por nada la gran satisfacción que da el poder apoyar en tan difícil proceso de elaboración a quienes lo han necesitado y lo seguirán necesitando.

Sobran las palabras cuando ante tanto dolor, con nuestra escucha y compañía podemos hacer la diferencia.

Dinah Cárdenas
Cristina Curiel