Las Minorías y el Psicoanálisis
Autor: Ximena Moreira

“ El racismo es horrible, tu no;
el racismo es malvado, tu no”
White, K (2002).

 En la historia del hombre siempre se han observado formaciones de grupos según su raza, su nación, sus intereses políticos, como una forma de encontrar una identidad. El problema planteado en este trabajo es como se manejan las minorías, dentro de la sociedad y del consultorio en particular. ¿Es posible encontrar los mismos problemas que presenta una sociedad dentro del consultorio? ¿Cómo se forman grupos dentro de una sociedad? ¿Y que sentimientos despierta el pertenecer o no a uno de estos?¿que pasa con las minorías?

La dinámica de la sociedad inevitablemente se mostrara en la dinámica intrapsiquica, en las interacciones interpersonales, dentro y fuera del consultorio clínico.

Se tiene que tomar en cuenta el mundo social para  predisponer al análisis a tomar en cuenta algunos patrones racistas y clasistas en la sociedad y en el consultorio.

En nuestra sociedad el hombre tiende a construir grupos, grupos religiosos o de nación, esto para manejar las diferencias y las similitudes. Parece que hay una necesidad humana para construir grupos en similitudes y diferencias. Grupos raciales, basados en características físicas, basados en quienes “son como yo “ y quienes son “diferentes a mi”, esto da seguridad, seguridad de estar dentro de lo familiar y lo conocido. Foucault (1980) argumentaba que dentro de la sociedad toda dicotomías establece una jerarquía. Desde este punto de vista, establecemos dicotomías de raza y genero, poniendo categorías unas arriba de otras con el propósito de dominar y controlar.

Erikson (1950) propone que una parte importante de la formación de la identidad es la identificación con su propio grupo y la exclusión de los demás grupos. El color de la piel es un símbolo concreto de la diferencia racial. Ser parte de una minoría representaría entonces identificarse con un sentimiento de tristeza y de no sentirse perteneciente a ningún lugar. Una persona que crece en un ambiente de segregación y discriminación podrá presentar en un futuro, baja autoestima, apatía, desconfianza, problemas en el manejo de la agresión y orientación al placer inmediato (Leary, 1995).

Es esperable que el racismo o discriminación se de dentro del trabajo clínico, es por esto que es importante conocer este fenómeno el la esfera de la transferencia y la contratransferencia. En un análisis donde el analista y el analizando pertenecen a razas distintas, los ataques de los blancos a lo largo de la historia de la humanidad hacia otros toman significado. Hemos disociado, negado y olvidado, que históricamente el blanco ha oprimido a las otras razas.

Santayana dice que aquellos que no aprenden de la historia están condenados a repetirla; Freud notó algo similar en la vida de un individuo. Así un problema social se convierte en un problema de díada, entre analista y analizando perteneciendo a diferentes grupos, ya sea raciales, culturales, o de ideologías, donde ha habido un opresor y un oprimido, en la historia de un país.

Los humanos hemos crecido entre el amor y el odio, introyectando dichos afectos, luchamos por mantener las relaciones amorosas tratando de deshacernos de todo lo destructivo dentro de nosotros proyectándolo en los demás.

El mestizo proyecta en el negro o el indígena todo lo “malo” , la explotación, la criminalidad, el dolor y los impulsos tanto sexuales como agresivos. A su vez los negros e indígenas pueden identificarse con lo proyectado, esto es lo que llamamos racismo. “nombrar una diferencia no es solo nombrar una identidad, si no también crearla.” Dalal

El hombre tiende a perseguir cuando es poderoso y a proyectar cuando es vulnerable. Y el racismo es ser el objeto de proyecciones y atribuciones toxicas, por lo que de alguna forma el racismo se dará más entre minorías, ya que se sienten más vulnerables.

Hay al menos tres formas de pensar el racismo: White, K (2002)

–          el ser rechazado: ser el objeto de proyecciones negativas y atribuciones destructivas

–          rechazar el Self: internalizar lo destructivo, las proyecciones y atribuciones destructivas resultando así el propio self rechazado

–          Rechazar al otro: re-externalizar las proyecciones malignas y ver al objeto con extrema hostilidad, lo que podría llevar a la violencia y la destrucción del otro.

Es importante hacer consciente al paciente sobre estas proyecciones que la gente pondrá sobre ellos, como una forma de poderlas sobre llevar, las minorías de alguna forma serán agresivas con otras minorías, pues es una forma de defenderse ante el rechazo social y el rechazo propio como minoría.

Es importante explorar el uso de estereotipos, como a cada raza se le atribuyen características de personalidad que pueden ser reales o fantaseadas, un ejemplo podría ser ver al negro como atlético, musical y agresivo. A un oriental, talentoso en matemáticas, pasivo, cercano a la familia. A una persona con rasgos indígenas, talentoso artísticamente etc.…., así de alguna forma las minorías son etiquetadas.

Un terapeuta blanco con un paciente negro o indígena, sabe que su paciente y los que lo rodean han sufrido actos racistas por parte de los blancos. Viéndose a si mismo a través de los ojos del paciente, el terapeuta puede tener la fantasía de haber perperado dichos crímenes. Inconscientemente, esta situación puede evocar el sadismo del analista y el miedo a la retaliación. Así el terapeuta puede reaccionar tratando de reparar al paciente.

Al sentir en contratansferencia, desconfianza o duda hacia alguno de los pacientes también se sentirá culpa ( por ser envidiado).

En estos casos los honorarios pueden convertirse en un problema, ya que cuando la persona no este pagando, uno como analista puede llegar a sentirse culpable al cobrarlos, por ser el paciente el que esta en una situación “minoritaria”. Y el paciente puede llegar a sentirse abusado, al pagar las sesiones a las que no asiste, pues supone al terapeuta en una posición “privilegiada” sobre la suya.

La imagen denigrada que el paciente puede tener sobre el mismo, muchas veces harán que el terapeuta sienta la necesidad de actuar o experimente esta sensación de ser devaluado a su vez por el paciente o de sentirse como el “explotador” cuando se le recuerda que no ha pagado.

Es importante estar pendientes de la contratransferencia que pueden despertar en nosotros pacientes que consideramos en condiciones “desventajosas”  para poderlo poner en palabras, pues es probable que él este sintiendo lo mismo.

El paciente puede estar buscando la desaprobación y el enojo del terapeuta al igual que busca su aceptación y su comprensión. Y el terapeuta puede estar sintiendo vergüenza frente al paciente ya que el representa el “grupo social” al cual el paciente no puede entrar “los blancos, privilegiados”, por lo tanto es el que lo rechaza y lo discrimina.

De alguna forma el psicoanálisis se olvida de la pobreza, la opresión y la discriminación, esta reservado para unos cuantos, es un privilegio. Creo que hay un punto ciego en este sentido, pues de alguna forma nuestra práctica es elitista, ya que hay un mínimo a pagar por consulta, y esta tarifa es muchas veces inalcanzable para los habitantes de esta gran ciudad. Con la existencia de una clínica, en la cual los honorarios a pagar son bajos, esta oportunidad se abre, pero queda el riesgo de que el paciente no se sienta lo suficientemente valioso ya que no puede pagar lo que el análisis realmente vale, lo cual hace surgir una vez mas el sentimiento de ser la clase no privilegiada, la clase oprimida. Ligando así el valor personal, con los privilegios y con el dinero.

Si no podemos comprender el daño que se ha hecho en la historia del hombre no podemos trabajar constructivamente con una persona perteneciente a otro grupo racial distinto al nuestro, ya que nos abstendremos de interpretar por miedo a dañar, o incluso negar la diferencia de color cierra la puerta para hablar del racismo existente y su impacto en la vida del paciente, no se trata de sentirse culpable o pedir disculpas, o incluso querer reparar, se trata de poderlo analizar e interpretar. Griffith (1977) y Franklin (1990) recomiendan que el terapeuta explore como se siente el paciente en cuanto a trabajar con un terapeuta blanco.

Karoo y Vandenbos (1981) sostienen que hará una resistencia por parte del paciente con “la cara blanca” del terapeuta, lo cual despierta enojo ya que el ha sido herido por personas blancas, siendo victima del racismo. El terapeuta debe esperar esto y hacerlo explicito, aclarar que espera que el paciente este enojado con el por tener una cara blanca, y que eso es entendible, dado el dolor innecesario al cual el paciente ha sido expuesto por ser negro o indígena.

Piderhuges (1973) señaló ciertas resistencias más típicamente encontradas en psicoterapia con pacientes negros que con pacientes blancos. Estos incluyan la negación de problemas, sentimientos paranoides, silencio, reclamos de ser victimas pasivas, tardanza en los horarios y los honorarios, cancelaciones y terminación prematura del tratamiento. Aunque esto se puede atribuir al hecho de no ser de la misma raza que el analista, el paciente siempre se sentirá más cómodo si se siente identificado de alguna forma con su analista.

De cierta forma lo más importante dentro de un tratamiento donde difieren las razas son los atributos y actitudes del terapeuta como la empatía, el ser genuino, la aceptación incondicional pero sobre todo la interpretación.

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