Rosalba C. Osawa 

La escuela maternal es una de las etapas más difíciles para un niño de dos años ya que para muchos es su primera aproximación al mundo escolar. También es la primera vez que se separan de su madre por un periodo de tiempo largo. Esto para ellos genera un trauma ya que no saben qué esperar o cómo va a ser esta nueva rutina a la cual están siendo introducidos. Es por esto que las maestras se convierten en una extensión de la figura materna y por lo mismo las maestras se ponen ese rol y lo actúan para de esa forma poder ayudar a los niños en su transición de la vida en su hogar a una vida escolar. Los niños no sólo están siendo presentados a un nuevo ambiente sino también a un grupo nuevo de compañeros y reglas muy diferentes a las que están acostumbrados en sus casas. Para algunos es la primera vez que experimentan el compartir un juguete. Se puede observar claramente la separación individuación que experimentan los niños, si buscan o no a su madre todo el día escolar, si después de un rato se les olvida o hasta los que no lloran para nada y no muestran ninguna dificultad.

El trabajo de un maestro puede ser complicado y algunas veces es confuso. Lo que nos debemos preguntar es hasta qué punto debe de intervenir el educador y hasta qué punto debe de mantenerse neutral en el aprendizaje del niño. Esto es algo que también experimentan los analistas en las sesiones psicoanalíticas con niños ya que no saben qué tanto intervenir en la sesión y qué tanto dejar que el niño trabaje solo. También es muy cierto con niños pequeños, ya que cuando realizan una tarea que parece compleja, el adulto tiende a querer ayudarle. Sin embargo, de vez en cuando es importante dejarlos para que ellos intenten resolver y aprender de lo que están haciendo ya sea bueno o malo. Por consiguiente, se genera una mejor tolerancia a la frustración. Por eso es importante recordar que “Ni el educador impondrá sus deseos, sino que intentarán que el paciente o alumno descubra y gestione su propio deseo.” (Tres Borja, 2012). Pero también se debe de reconocer que la libertad sin restricciones es algo imposible por lo cual dentro de la educación los maestros también deben de ayudarles a los niños a aprender de sus pulsiones. Ya que desde pequeños se les enseña a controlar su enojo cuando no quieren compartir, cuando no quieren hacer una actividad o cuando están enojados y no saben por qué. A si mismo también se les ayuda a reconocer cuando están tristes y qué es la causa a lo largo del día. Otro aspecto muy importante que enseñan las maestras dentro de la escuela, es la sublimación ya sea con el arte o con alguna otra herramienta como los instrumentos de música. A través de sus años escolares van aprendiendo cómo usar estas herramientas para poder sublimar los sentimientos y pulsiones.

En un artículo en donde se habla sobre el psicoanálisis y la educación se menciona cómo en El interés por el psicoanálisis escrito por Freud existe un apartado el cual está enfocado en el interés que el psicoanálisis despierta en la pedagogía. La cita que se menciona es la siguiente “sólo puede ser educador quien es capaz de compenetrarse por empatía con el alma infantil” (Bustamante Zamudio, 2009). Al leer esta cita inmediatamente se piensa que el tener empatía con el alma infantil significa que las maestras tomen un rol infantil y actúen como niños pequeños para así poder relacionarse con sus estudiantes y crear un vínculo más fuerte. Sin embargo, esa mirada infantil que presentan los niños está ocultando la verdad, la cual es que el niño no es tan inocente como lo queremos pensar, no es una tabula rasa abierta al conocimiento. En realidad, lo que está haciendo es que está ayudando a que las maestras se den cuenta y decidan reconocer el perverso polimorfo que existe dentro de cada alumno que se les presenta. Es por esto que la maestra debe de ayudar al niño a reconocer y trabajar con sus pulsiones a través de diversas herramientas, una de ellas la tecnología.

Dentro del salón de clases esta tecnología es usada como una herramienta más para poder enseñar, sin embargo, no se depende completamente de ella para que los estudiantes aprendan. Se favorece mucho el que los niños tengan actividades en donde usen sus manos y puedan interactuar con el material que están usando. Dentro de las paredes de la escuela los niños aprenden a socializar con su mundo externo, a interactuar con sus compañeros al jugar, y usar su imaginación en todos los aspectos del aprendizaje. Es el trabajo de los maestros enseñarles que la tecnología es una herramienta y no el único vehículo para relacionarse. Este enfoque no siempre es el que se lleva a cabo en los hogares de los niños.

La atracción y fascinación por la tecnología comienza con la invención de la televisión. La gente estaba fascinada por ella y esto mismo causó mucha preocupación, ya que se comenzó a pensar que la televisión iba a interferir en la vida de las personas porque se iban a quedar todo el día viendo la tele sin hacer algo más. Al pasar de los años, la tecnología evolucionó, y ahora existen dispositivos más avanzados los cuales funcionan como una televisión portátil. Lo cual facilita el que siempre se tengan a la mano.

Es común ver familias que salen a comer y no intercambian ni una palabra, ya que cada uno está metido en su propio dispositivo electrónico. En ocasiones, los padres

optan por darles un dispositivo a sus hijos para mantenerlos callados y entretenidos en vez de fomentar el que ellos jueguen con cosas físicas. Esto tiene como efecto el que los niños ya no muestran interés por salir a jugar, ensuciarse, inventarse juego, ser creativos o usar su imaginación. De cierta forma, los niños dejan de ser niños y de disfrutar de aspectos sumamente importantes de la infancia. Se limita la interacción que pueden tener con las personas a su alrededor, ya sean adultos o niños de su edad.

Sin embargo, no puedo decir que la tecnología es cien por ciento mala para los niños.

Existen ciertos beneficios, y más con la situación que estamos viviendo con el covid-19. En los niños pequeños ayuda a fortalecer la motricidad fina y la coordinación de ojo y mano con diversos juegos que existen. Les ayuda a acceder a gran cantidad de información, ya sea en forma de libros o imágenes. Los ayuda a mantenerse comunicados con un mundo más allá de sus propias casas. Ricardo Carlino se refiere a los niños que nacieron con tecnología como nativos digitales y comenta que “debido a que ellos se inician culturalmente a partir de los aparatos electrónico-digitales, se nota una compenetración y un aprovechamiento mayor que en los inmigrantes digitales.”(Carlino, 2010). La tecnología ha abierto una gran cantidad de puertas que nunca creímos posible tener, y menos en una forma tan portátil. En el ser humano existe una evolución en nuestra necesidad y nuestra capacidad para comunicarnos en donde tenemos el deseo y la intención de poder comunicarnos “más allá de nuestras narices”. (Carlino, 2010)

Cuando entramos en cuarentena muchas maestras se mostraron preocupadas sobre qué iba a pasar con la educación de los estudiantes. Si se iban a cancelar hasta nuevo aviso o si se iba a mandar material en línea para que los niños lo hicieran solos sin apoyo de las maestras. Pero fue gracias a que existen las videoconferencias que se ha podido seguir interactuando con los estudiantes. De esta forma no fueron abandonados en un momento tan difícil a nivel mundial. Las maestras hicieron un esfuerzo muy grande por tratar de mantener una rutina y una normalidad con los estudiantes para así mantenerlos tranquilos y estables, aunque sea en un aspecto de sus vidas.

Ricardo Carlino en su libro “Psicoanálisis a distancia” habla sobre cómo lo virtual ayuda a crear una realidad artificial. Él nos da un ejemplo con la fotografía “La imagen fotográfica es lo “actual” de aquel instante fotografiado, sobre el que aconteció un proceso de virtualización. Como objeto en sí, también es “real”: es una imagen impresa en un papel o apareciendo en la pantalla.” (Carlino, 2010). Esto mismo fue lo que se llevó a cabo cuando las clases se comenzaron a tomar a distancia. El mundo virtual facilitó a los estudiantes una realidad artificial en donde ellos pudieron seguir aprendiendo. Se les presentó una imagen virtual de su maestra.

Fue en este momento en donde las maestras se tuvieron que enfocar no sólo en la contención de los niños durante esta transición tan complicada sino también el apoyar y ser el soporte de los padres. Tanto el mundo de los niños como el de los padres cambió drásticamente de un día para el otro. Los papás se tuvieron que volver maestros de sus hijos y en algunos casos de más de un hijo a la vez. Esto causa mucha angustia ante un mundo nuevo de educación. Los roles diferenciados que tenían presentes los niños, en cuanto a maestra y madre perdieron su claridad. Fue el deber de las maestras el ayudar a los padres a explicarles a los niños pequeños el por qué no podían ir a la escuela, y la severidad del covid-19, sin causarles miedo. Es también importante considerar qué implicaciones tiene en el proceso educativo, nuestro proceso emocional, la capacidad cognitiva se ve afectada como consecuencia de todo lo que se está viviendo.

“Este suceso crea la necesidad de desmenuzar las consecuencias emocionales que conlleva la educación a distancia”. (Portal A., 2020). Los vínculos que ya se habían creado entre maestro y alumnos, los cuales son vitales para crecer y desarrollarse, cambiaron completamente de un día para otro, a causa de esto se tuvo que formar otro tipo de vínculo no tan fuerte, pero uno que podía mantener cerca a todos en un tiempo de distanciamiento extremo. Algo que también afectó mucho este vínculo fue que en los docentes el nivel de angustia y el miedo al fracaso se incrementaron al enfrentarse con la idea de tener que dar clases a distancia. Para muchos maestros esta iba a ser la primera vez que usaban una plataforma de videollamadas. Como todo en la vida el hacer algo por primera vez causa miedo y angustia al pensar si lo hará uno bien. Esto se podía notar en las primeras clases. Los niños son perceptivos y se dan cuenta cuando algo no está bien. Portal lo dice muy bien en su artículo, “El ambiente de aprendizaje es un factor esencial en la construcción de conocimientos, pues de él depende que sea efectivo y, si existen estados de estrés, ansiedad o angustia, se inhibirá todo intento de generar conocimiento nuevo, o de que se adquieran las habilidades necesarias para realizar alguna acción.” (Portal A., 2020).

María Guadalupe Portal en su artículo titulado Procesos de duelo vinculados a la pérdida de las aulas en el libro 12 Psicoanalistas conversando sobre la pandemia del covid-19 nos platica sobre cómo a pesar del esfuerzo tan grande que se hizo por establecer el aprendizaje a distancia aun así existen unos aspectos que limitan el aprendizaje. Comienza diciendo cómo “A pesar de que estas herramientas permiten el contacto con una gran diversidad de personas que, por la lejanía geográfica, no sería posible tener, también impiden un elemento esencial de la comunicación: el lenguaje no verbal.”(Portal A., 2020). Esto se puede ver muy claramente con los niños pequeños ya que como ellos apenas están empezando a desarrollar su lenguaje verbal se basan más en el no verbal para poder comunicar lo que necesitan o lo que quieren. La barrera

de la pantalla no nos deja observar esto en los niños por lo cual la comunicación se vuelve más complicada. “El trabajo a distancia nos “encajona” en lo individual y los procesos de enseñanza-aprendizaje se tornan verticales (maestro-alumno), alejándose de la relación horizontal, propia del trabajo en colaboración con otros; se limita a individuos que hablan.” (Portal A., 2020). Esta falta de relación horizontal es crucial, en especial con los niños pequeños ya que la socialización es una de las herramientas más importantes de la educación en maternal y pre-escolar. El aprendizaje se da como una forma de colaboración entre los compañeros de clases y los maestros. Como el niño está en su propia pantalla en su espacio sin interactuar físicamente le es difícil entender que también hay otros amigos presentes en las clases en línea ya que a la única que ve y le presta atención es a la maestra.

Quisiera terminar este ensayo hablando sobre mi experiencia como maestra asistente de maternal y el aprendizaje en línea. Teníamos un grupo de quince niños cuyas edades oscilaban entre dos y tres años; ya llevaban siete meses de tomar clases presenciales cuando de un día para el otro tuvimos que pasar a clases en línea. Al principio había mucha incertidumbre sobre cómo iba a funcionar o si los niños prestarían atención a través de una cámara. De por sí la atención de los niños a esa edad es mínima, en línea se volvería aún menor. En un comienzo se presentaron algunas complicaciones ya que los niños tenían muchas distracciones al estar tomando clase en sus casas, para ellos era algo muy diferente a lo que estaban acostumbrados. Las madres no se mostraban muy dedicadas ya que solamente les ponían el ipad o la computadora y los dejaban ahí sin apoyarlos. Después de una semana de acoplarse al nuevo horario y a la nueva estructura tanto los niños como las madres comenzaron a crear un espacio educativo adecuado dentro de sus casas. Comenzaron a habilitar zonas en sus casa en donde iba a ser la “escuelita” para que de esa forma pudieran separar la hora de escuela de la hora de jugar. Los niños mostraban emoción de poder ver a sus maestras aunque fuera a través de videoconferencias. Regresaron de cierta forma a su rutina de despertarse y tomar clases. Entre la maestra y yo pensábamos en diversas formas en cómo mantener entretenidos e interesados a los niños. Como poder seguir estimulando el aprendizaje a través de una pantalla. Cantábamos canciones que ya conocían, leíamos cuentos en línea que se movían y tenían sonido, bailábamos junto con ellos, hacíamos todos juntos experimentos y manualidades. Se podría decir que hacíamos todo lo posible para mantener la atención de los niños.

Tristemente conforme empezó a avanzar la cuarentena los padres y los niños comenzaron a perder interés, ya que se volvió tedioso tomar el rol de maestro y de padres. Los niños comenzaron a extrañar su salón de clase y su escuela y su único interés era saber cuándo podrían regresar y cuándo nos iban a poder ver otra vez. Se pudo observar cómo empezó a manifestarse un sentimiento de tristeza, tanto en los padres como en los alumnos. Conforme nos acercabamos al fin del ciclo escolar se empezó a aceptar la pérdida de la escuela y a posponer la idea de poder regresar en algún futuro cercano a las aulas. El haber dado clases en línea a un grupo de 15 niños de 2-3 años ha sido uno de las cosas más desgastantes y estresante que he hecho, sin embargo, a pesar de todo esto lo sigo haciendo con mucha energía y dedicación porque en este momento es de suma importancia enseñar a los niños a ser perseverantes. Que ante las adversidades que se nos presentan debemos seguir adelante y hacer el mejor esfuerzo, la resiliencia es algo que los niños de estas generaciones van a tener que trabajar mucho.

Bibliografía

  • Bustamante Zamudio, G. (2009). Investigación, psicoanálisis y educación. Parte II: avance de mi investigación: Freud, la educación, el psicoanálisis. Redalyc. https://www.redalyc.org/pdf/2810/281021548004.pdf
  • Carlino, R. (2010). Psicoanálisis a distancia (1st ed.). Lumen.
  • Portal A., M. G. (2020). Procesos de duelo vinculados a la pérdida de las aulas. In L.
  • Rossi H. (Ed.), 12 Psicoanalistas conversando sobre la pandemia del covid-19 (1st ed., pp. 137–149). Sociedad Psicoanalítica de México A.C.