La Psicopatología y el Cuerpo

Autor: Leonora Cabeza

 

Partiendo de la base de que la psicopatología es el estudio de los trastornos psíquicos, mi interés al hacer este trabajo fue ver la manera en que estos conflictos psico-afectivos se expresan en el cuerpo.

Por lo visto, hay tres claras maneras en que estos procesos mentales patológicos se relacionan con el “soma”: La conversión histérica, la hipocondría y las afecciones psicosomáticas.

Voy a hacer una presentación de las tres, pero quisiera centrarme en la parte psicosomática.

 

Concepto psicoanalítico del cuerpo

La noción de cuerpo existía ya antes del psicoanálisis, pero éste lo retoma y le da un marco distinto, diferenciándolo de las definiciones tradicionales que se habían hecho sobre él (medicina, biología).

Para el psicoanálisis no hay una definición concreta y puntual de lo que es el cuerpo, más bien es necesario hacer un recorrido del concepto.

Desde que Freud presencia las clases de Charcot en relación a síntomas histéricos de los más variados tipos (cegueras, parálisis, vómitos, mareos). El cuerpo aparece para él como el escenario de una conflictiva psíquica que escapaba a la conciencia de las enfermas.

Regresando a Viena, es con Joseph Breuer que logran teorizar sobre estos fenómenos y comienzan a plantearse la existencia del inconciente . El método que utilizaron lo llamaron “catarsis” y estaba basado en la descarga emocional vinculada a la situación traumática (utilización de la hipnosis).

Freud abandona prontamente este método y señala a la palabra como el medio a través del cual es posible contactar con las partes reprimidas.

Es aquí que el cuerpo se aprecia como el medio por el cual se expresa una conflictiva interna: es el primer objeto libidinizado, es el lugar de los deseos, las exigencias, apetencias, placeres y dolores. Es un continente vacío, que se construye con la historia del sujeto.

 

Conversión histérica

Aquí el síntoma se presenta como un desorden físico-corporal, aparentemente ligado a un área de afectación neurológica.

Estos síntomas corporales son consecuencia de la canalización y descarga de la energía libidinal transformada, que “cancela” de este modo el conflicto mental intolerable.

Constituye una formación transaccional simbólica entre una representación inconciente con significado y el trastorno en el cuerpo. Esto se expresa en una zona erógena sostenida por una simbología sexual, en donde se fusionan el deseo y la prohibición.

 

Un ejemplo de histeria:

Una paciente que llegó al hospital porque presentaba ceguera repentina, y no encontraron ninguna causa orgánica.

Explorando en su historia de vida se descubrió que había tenido una relación incestuosa con su padre de la cual tuvo dos hijos.

Su ceguera se relacionaba al “no querer ver el pene del padre”, fuente de su deseo y prohibición.

Esta paciente salió adelante con un tratamiento psicoanalítico y el uso de tranquilizantes.

 

Hipocondría

En ésta, el síntoma está íntimamente  relacionado con un trastorno en la percepción de las sensaciones corporales. El afecto predominante en los comienzos de la enfermedad es la preocupación angustiante por la molestia orgánica, para llegar más tarde a una angustia persecutoria a la que el hipocondríaco intenta darle una base explicativa

(alteración del pensamiento).

 

Un ejemplo de hipocondría

Un paciente que siente arritmia cardiaca crónica, y cree que puede ser víctima de un paro cardiaco en cualquier momento. Esto lo lleva a evitar situaciones que puedan alterarlo, y vive en una especie de “preocupación continua”. Cuando va al médico, no se le identifica ningún problema significativo del corazón u algún otro tema de salud.

Este paciente fue tratado psiquiátricamente con éxito.

 

¿Qué significa somático?

 

Etimología: del griego σωματικός (somatikós),

“Soma”: cuerpo, “ticos”: perteneciente a,

propio de o relativo al cuerpo de un ser vivo. Sinónimos: corporal, corpóreo.

En Medicina: dicho de un síntoma o afección, que tiene su causa en condiciones físicas y no psíquicas. Sinónimos: orgánico

 

La somatización

La somatización es una forma de defensa psíquica muy temprana y primitiva en la que el sujeto expresa por canales biológicos los aumentos de tensión no procesados ni soportados por el psiquismo.

Todos tendemos a somatizar cuando ciertas circunstancias internas o externas a nosotros sobrepasan nuestros modos psicológicos habituales de resistencia.

Las afecciones psicosomáticas graves, así como las fragilidades psicosomáticas que virtualmente afectan a cualquiera, se consideran con frecuencia un terreno dudoso para la investigación psicoanalítica. Se corre el riesgo de desdeñar estos síntomas, porque no tienen voz.

Están ligados a los fenómenos psicosomáticos todo atentado a la salud o a la integridad física donde intervienen factores psicológicos, por ejemplo las fallas en el sistema inmune de un sujeto y las adicciones (incluso algunos autores también piensan que los accidentes pueden entrar en esta categoría).

 

Ejemplo de somatización

Desde su temprana infancia Joyce (Mcdougall) y su familia iban a visitar a los abuelos a la granja que tenían en una isla. La abuela era muy estricta y reprendía a Joyce en muchas cosas, no le daba libertad de jugar a las cosas que le gustaban, entonces ella le guardaba mucho rencor. Un evento curioso es que todas las vacaciones que pasaban con la abuela a Joyce se le presentaba una urticaria, fenómeno que sólo le duraba el tiempo de estancia en esa casa. Después de dos o tres años de este fenómeno la familia decidió de común acuerdo que ese malestar se debía a la leche excesivamente cremosa de las vacas de esa región.

Eso causó que le prohibieran probar la leche en los siguientes viajes, situación que en nada mejoró la alergia. Un tiempo después, a causa de problemas familiares, la abuela y el abuelo decidieron no volver a vacacionar en la granja, por lo que Joyce y su familia la pasaban solos. A raíz de esta circunstancia la urticaria de la niña desapareció como por arte de magia, para nunca regresar. Ella misma dijo: “No era alérgica a la leche, era alérgica a mi abuela”.

 

La causalidad de la somatización

La vida psíquica comienza con una experiencia de fusión que conduce a la fantasía de que sólo existe un cuerpo y una psique para dos personas, y que estas constituyen una unidad. Para el niño muy pequeño, él y su madre constituyen una única persona, “madre universo”. En cada uno de nosotros existe la nostalgia de un regreso a esta fusión ilusoria, el deseo de convertirse de nuevo en una parte de aquella madre-universo omnipotente de la primera infancia, sin ninguna falta.

Las estructuras psíquicas más antiguas del niño pequeño  se articulan alrededor de significantes no verbales, donde las funciones corporales y las zonas erógenas desempeñan un papel primordial. Por ejemplo, no es extraño que un bebé brutalmente separado de la madre durante un periodo prolongado, o sometido a un shock intenso reaccione con un hiperfuncionamiento gástrico o colitis.

Cuando un adulto, en circunstancias parecidas, cae también somáticamente enfermo, es tentador concluir que nos encontramos frente a un modo arcaico de funcionamiento mental que no se sirve del lenguaje.

La cuestión de la causalidad se complica con la necesidad de distinguir entre las causas de la actualización del síntoma y su origen en las primeras transacciones entre madre y lactante, y el efecto de éstas sobre la organización y la estructuración precoz de la psique.

Las investigaciones de Brazelton (1982), Stern (1985) y Debray (1988) ponen de relieve la importancia de las primeras interacciones madre-lactante, y el  hecho de que cada bebé envía constantemente señales a su madre que indican sus preferencias y sus aversiones. Cuando la madre está libre de “barreras internas” sabe escuchar las comunicaciones de manera efectiva.

Pero puede suceder que una madre, presa de la angustia o la neurosis, no sea capaz de interpretar los gestos y quejas de su hijo, y que por el contrario lo coaccione, por la imposición de sus propios deseos y necesidades, creando en el bebé un sentimiento constante de frustración, de impotencia y enojo. Esto puede empujar al bebé a construir modos radicales de protección contra las crisis afectivas y contra el agotamiento resultante.

Mientras los deseos inconscientes de la madre no le lleven a contrarrestar esta tendencia universal a la fusión y a la diferenciación, cada bebé, utilizando los propios procesos psicológicos de los que dispone (incorporación, introyección e identificación) construye primero una imagen del entorno materno y luego una representación mental de la madre sin contrariar su constante deseo a acceder a la autonomía somática y psíquica. Winnicott  profundiza sobre estos temas y esboza el concepto de “una madre suficientemente buena”.

Es en este periodo que se dan los objetos transicionales, ya que simbolizan la cercanía con la madre. Es aquí también que se comienza a dar el lenguaje, y el bebé es capaz de nombrar a la madre y así señalarla como a un objeto separado de él. A medida de que disminuye el contacto corporal y las formas gestuales de comunicación con la madre, van siendo reemplazados por el lenguaje, por la comunicación simbólica.

Cuando este proceso de separación falla, es que se da una complicación en el proceso de simbolización y el riesgo de somatizar en esa etapa y en posteriores crece.

En el proceso de enfermar planteamos una bidireccionalidad: donde la expresión puede ser de predominancia psíquica o de predominancia somática, pero siempre teniendo en cuenta que el par antagónico tiene alguna participación.

No existe ninguna afección psíquica sin expresión somática, ni ninguna enfermedad orgánica que no tenga una contraparte afectiva.

 

La somatización y el duelo

Por lo general la aparición de las llamadas patologías psicosomáticas se conecta con situaciones de cambio, crisis, migraciones, es decir: situaciones que ponen al sujeto en la necesidad de resolver duelos por importantes pérdidas objetales.

El trabajo de duelo es índice de un sujeto con fortaleza para enfrentar sus conflictos, mientras que el desfallecimiento del aparato mental se expresa en la somatización.

 

De ahí que una hipótesis fuerte es la que considera la organización psíquica y el trabajo mental como una protección frente a las expresiones somáticas. En este sentido, cuanto más rico y diversificado sea el producto resultante del trabajo mental, tanto menor será el riesgo de somatización.

“Matar lo muerto para no morir”.

 

En clínica

En los procesos de la enfermedad orgánica se observan dificultades para abordar vivencias dolorosas, no hay posibilidad de hacer duelos, el psiquismo se encuentra como vacío y el discurso remite sólo al presente. Recién cuando aparece la cronología (elemento indicador de que el sujeto comienza a abordar sus pérdidas, con un antes y un después) se desarrolla la posibilidad  de organizar estructuras fantasmáticas que nos hacen posible inferir la reorganización intrapsíquica.

 

Dentro del vínculo con el otro significante (el analista) se comienza a escribir la historia del por qué, de la repetición y de las posibilidades reparatorias, este proceso es la “historización” que le da sentido al devenir de la persona. Se trata de un desarrollo que rescata al sujeto sufriente de un universo de restos sensoriales sin palabras y lo incluye en una historia plena de sentidos.

 

Diferencias principales:

  • Histeria: hay daño en la función, la parte afectada se relaciona a lo simbólico. Génesis en alguna represión sexual.
  • Somatización: hay daño en el órgano, no se relaciona con lo simbólico.
  • Hipocondría: no hay daño ni en función ni en órgano. Es la percepción (idea) que se afecta.

 

Conclusiones

Hay varias maneras en que los conflictos psicosomáticos se expresan en el cuerpo, pero todos se remontan a la época del desarrollo en que el bebé abandona la simbiosis con su madre para comenzar a identificarse como un ente aparte.

Si se da una separación efectiva, el niño es capaz de simbolizar y utilizar el lenguaje para expresar sus emociones.

Si existen dificultades en el proceso de individualización, el bebé presentará tendencias a la somatización, como una forma de resolver el conflicto de manera pre-verbal.

Finalmente una expresión somática adquiere sentido si se le ubica en el devenir histórico del sujeto, es decir, cuando se puede construir el cuándo, el por qué y el para qué de la aparición de la somatización.

 

“Los mortales no pueden ocultar secreto alguno: aquellos cuyos labios callan, hablan con los dedos”.

Freud, caso Dora.

 

Bibliografía

  • McDougall, Joyce, “Teatros del cuerpo”, España, Julián Yébenes, 1990.
  • Varios, “El cuerpo: Lenguajes y silencios”, Argentina, APA Editorial, 2008.
  • Mahler, Margaret, “Estudios 2: Separación- individuación”, Argentina, Paidós, 1990.
  • Freud, Sigmund, “Obras completas: tomo II”, Aregentina, Amorrortu Editores, 2006.
  • Freud, Sigumnd, “Obras completas: tomo III”, Aregentina, Amorrortu Editores, 2006.
  • Laplanche, “Diccionario de psicoanálisis, España, Editorial Labor, 1974.
  • Winnicott, Donald, “Los bebés y sus madres. El primer diálogo. España, Editorial Paidós, 1998.

 

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