Alejandro Saucedo 

Según la organización mundial de la Salud, una de cada tres mujeres es víctima de violencia física, sexual o psicológica desde que es joven, es decir; aproximadamente del 30 al 35% de la población total de mujeres en el mundo (735 millones). Entre los datos más alarmantes, es que dichas estadísticas no han disminuido en los últimos diez años y peor aún, han aumentado durante los confinamientos por la pandemia de COVID-19.  

En esta misma fuente se menciona que, aunque los datos sobre violencia de género son parciales debido a que muchas víctimas no los denuncian, las informaciones disponibles muestran que los ataques físicos o sexuales perpetrados son por una pareja. Lo anterior refiere a que el 92% de los casos a nivel mundial de violencia de género, es realizada por una pareja. (Panjwani, 2021)

En el documento: Estimaciones mundiales y regionales de la violencia contra la mujer: prevalencia y efectos de la violencia conyugal y no conyugal realizado por la Organización mundial de la salud, se estima que el 30% de las mujeres que han mantenido una relación de pareja, han sido víctimas de violencia física y/o sexual por ella. 

Respecto a la violencia psicológica, el INEGI declaró en 2016 que más del 67% de las mujeres mexicanas habrían sufrido violencia emocional en algún momento de su vida. Es interesante ver, que este tipo de violencia no cuenta con el mismo nivel de estadísticas como la violencia sexual o violencia física y es aún más interesante, el hecho de que existen muy pocas estadísticas de violencia de género relacionadas al consumo de alcohol a pesar de que diversas instituciones, autores, médicos, etc.… reconocen su fuerte relación. El único dato encontrado, es en la conferencia Ted Talk de la neurocientífica estadounidense Annie Park, en la que refiere que, en Estados Unidos, al menos el 40% de los actos realizados por “violent offenders” son bajo los efectos del alcohol. (Park, 2019)

Desde que tengo memoria, ha llamado mi atención los efectos que tiene el alcohol en algunas personas que lo consumen en exceso, entre ellos los muy conocidos “blackouts” o lagunas de memoria, el cambio de estado de ánimo, la eliminación de la ansiedad, la desinhibición social etc. Sin embargo, hay un efecto que siempre me ha generado preguntas y curiosidad, y es la liberación de carácter agresivo que culturalmente, vemos más en hombres que en mujeres. Esta agresividad, la comenzamos a ver en nuestra juventud, con aquellos jóvenes varones que comúnmente se pelean en fiestas o reuniones. Recuerdo que un paciente agresivo y con rasgos sociópatas en alguna sesión me comentó que estas peleas en su juventud resultaban apasionantes y divertidas e incluso era de orgullo tener ciertas habilidades para participar en ellas. Asumo desde una perspectiva simple y general, que la agresividad en el hombre bajo los efectos del alcohol no es más que una liberación de un temperamento biológico que en un estado de sobriedad se encuentra controlado o reprimido. Sin embargo, hay una agresividad en particular que siempre me ha ocasionado más preguntas que respuestas intuitivas. Y es la agresión a la mujer, una violencia de género comúnmente observada en nuestra y muchas otras culturas, que ha sido incluso normalizada, justificada y legitimada. En este trabajo pretendo complementar mi entendimiento de por qué el hombre bajo los efectos del alcohol elige a la mujer como destino para su agresión liberada. 

A continuación, buscaré relacionar los conceptos ya existentes de agresividad desde diferentes perspectivas con el tema del consumo de alcohol.  

El sadismo Freud lo define como “consiste en una acción violenta, en una afirmación de poder dirigida a otra persona como objeto”. Y es entonces que surge con este primer concepto el intento de primera respuesta bajo esta perspectiva, respecto al porqué de la elección de objeto. Es decir, porque un sujeto varón bajo el efecto del alcohol, es sádico con una mujer que en muchas ocasiones resulta ser su pareja sentimental. En la que se busca no sólo la agresión sino la humillación que permite el poder sobre el objeto, probablemente con base en una vulnerabilidad inconsciente frente a éste, que responde en consecuencia a la pulsión de muerte y aniquilación y en donde aparece la “ausencia de la barrera de compasión” (Freud, Sigmund Freud, Obras completas. Aberraciones Sexuales, 1901-1905 (2011), pág. 175) que posiblemente esté relacionado a una regresión a las pulsiones crueles y erógenas de la niñez.  Puedo concluir que la violencia de género desde una perspectiva de sadismo se debe posiblemente a ciertas regresiones en las que los efectos del alcohol colaboran con una supresión del Súper yo, que en paralelo permite una liberación de las pulsiones agresivas del sujeto para el cumplimiento de la meta. 

En continuación con la teoría de que los efectos del alcohol facilitan los comportamientos regresivos hacia la mujer, es imposible no relacionarlo con el uso de la crueldad, un concepto que Freud define como “una cosa enteramente natural en el carácter infantil; en efecto, la inhibición en virtud de la pulsión de apoderamiento se detiene ante el dolor del otro”. Sin embargo, también Freud menciona que la crueldad tiene un primer surgimiento en la época pregenital en la que la compasión ante el otro, es relativamente tarde. Me pregunto entonces si el efecto del alcohol colabora con esta compasión tardía en la que la suspensión de la agresión puede demorar en demasía causando estragos físicos y psicológicos que bien conocemos comúnmente como parte de cualquier violencia de género debido al dominio de la pulsión de apoderamiento. 

Esta pulsión de apoderamiento, que puede verse claramente en la violencia de género y liberarse aún más bajo los efectos del alcohol, podría relacionarse inevitablemente con el machismo y patriarcado vivido en muchas de las culturas, y en la inseguridad de muchos hombres de cumplir con esta alta expectativa impuesta por la sociedad. Hay un rol grande que se debe de cumplir, y esa agresión posiblemente se debe también a un resentimiento hacia el objeto por la participación que se tiene en el cumplimiento de una masculinidad social. Es entonces que la ausencia de la compasión, desde mi perspectiva puede tener múltiples motivos, adicionales a los efectos del alcohol, como lo son motivos conscientes, inconscientes, sociales, pulsionales y tópicos, que en muchos casos pueden ser manifiesto también como parte de múltiples trastornos. 

En el narcisista, en el que toda la energía se encuentra investida en sí mismo, los otros objetos pueden resultar amenazantes en la permanencia de su omnipotencia. En el varón narcisista también se complementa por la masculinidad que la cultura y la sociedad requiere. Lacan dice “La agresividad es la tendencia correlativa de un modo de identificación que llamamos narcisista y que determina la estructura formal del yo del hombre y del registro de entidades característico de su mundo”. (Lacan J. , 2003 (1948), pág. 102)

Lacan, en su texto: La agresividad en el psicoanálisis, menciona en el surgimiento de la agresividad hacia personas a las que se es dependiente, por lo que podemos complementar el porqué de la agresión en una sociedad patriarcal occidental que se ve promovida por procesos biológicos y de psique durante los efectos de sustancias como el alcohol. (Lacan J. , 2003 (1948), pág. 103)

Es observado como hombres sádicos narcisistas que cometen actos violentos hacia sus parejas o personas del sexo opuesto en general, que tienen como fortuna el que dichas mujeres deriven en un estrés postraumático en el que les sea impensable el interponer una denuncia en su contra. En México, el 98.6% de los casos de violencia sexual, no se denunciaron. (Castañeda, 2021) 

Con estos números es inevitable pensar también en un posible masoquismo dominante en la psique de algunas mujeres. Hace algunos años, tuve la oportunidad de escuchar sobre un reportaje de las denuncias que sí se realizan en México, en las que, en la mayoría de los casos, los cargos son retirados por las mismas mujeres que fueron maltratadas, en las que también existe un factor de codependencia emocional en las que la reparación o búsqueda inconsciente de la repetición de la agresión, es más frecuente de lo que podríamos imaginar. Esto nos lleva a recordar las aportaciones de Lacan respecto a la interdependencia de amor y odio, así como transformación de amor en odio y de odio en amor o a las aportaciones de Winnicott respecto a amor – lucha.  Winnicot, 1986 (1939), págs. 172-179)

Es importante también mencionar que la participación del alcohol en el discurso del hombre violento favorece el perdón de la mujer comúnmente masoquista, ya que éste está compuesto de diversos chantajes en el que se argumenta que el alcohol provocó un falso self hacia comportamientos supuestamente egodistónicos de agresividad. Un tanto similar a lo dice con Erick Banner, cuando se convierte en Hulk “no soy yo, cuando me enojo”. Posteriormente en la primera película de Los vengadores (2012, Marvel’s) dice que su secreto es en realidad, que siempre está enojado. Esta analogía de un superhéroe me parece fascinante ya que nos permite entender, cómo el enojo en el hombre violento, narcisista/ sadista en realidad tiene un enojo y una violencia permanente en su psique, y es bajo los efectos del alcohol que a través de la desinhibición se da una liberación de esa violencia “inconsciente flotante” que en realidad permanece, pero no se manifiesta, en un estado de sobriedad. 

Por último, en relación con Lacan, puedo mencionar que durante la agresión bajo el efecto del alcohol es como parte de una relación ambivalente con el semejante, que involucra tensión y agresión. (Lacan J. , 2003 (1948), pág. 106) Esto, complementado por la perspectiva de Freud en la que ve la relación del bebedor con el vino, como una la poesía con la satisfacción erótica. (Freud, Sigmund Freud Obras Completas XI (Sobre la más generalizada degradación de la vida amorosa), 2011 (1912), pág. 181).

A diferencia de Freud, que considera que la agresión surge de una pulsión de muerte, innata tanto hacia el objeto como hacia sí mismo, Winnicott consideró a la agresión como una fuerza que es manifestación de vitalidad que está relacionada con la forma primitiva del amor asociada con la agresión, es decir que inicialmente existe una sola pulsión de amor-lucha, en la que el amor temprano contiene esta agresión-motilidad. A su vez, nos cuenta como en el hombre violento, hay un fuerte componente narcisista: la ilusión de que se obtiene la satisfacción placentera por sí mismo mediante la manipulación del objeto-alcohol, y sin la necesidad de establecer un vínculo afectivo con un objeto-persona, con todas las vicisitudes que ello implica. 

El análisis de Winnicott desde una perspectiva de niñez adicionalmente nos permite entender, cómo es que el desarrollo del niño es fundamental en el hombre violento del futuro en el cual tiene una participación clave la relación con el primer objeto de amor que es la madre, así como la vivencia de las primeras frustraciones y la permisividad de la expresión ante las mismas mediante sublimaciones y canalizaciones adecuadas de las mismas. Esto se puede ver en el berrinche, en donde la pulsión de aniquilación pretende eliminar al otro para lograr un objetivo. Es esta perspectiva la que también me parece que nos permite entender la búsqueda de un recurso (el alcohol) para la liberación y “sublimación” no sana de las distintas agresividades y la intención de eliminación a la pareja para lograr ciertos objetivos. 

Otra perspectiva que considero importante revisar hacia este tema, tomando en cuenta que hemos mencionado el falso self que resulta conveniente en la posteridad, es sobre la psicosis temporal de estos eventos. Una psicosis provocada por un agente externo que es el consumo excesivo de alcohol. Esta psicosis que no necesariamente sucede únicamente en el hombre adicto, o en el hombre alcohólico con un trastorno, sino que puede suceder en cualquier hombre que se encuentra bajo los efectos de éste y que facilita la eliminación del conflicto ético gracias a la pérdida total o parcial de la realidad y una exacerbación de los impulsos agresivos. Es así como podemos retomar la perspectiva de Freud similar a la de Winnicot, respecto a la infancia en la que menciona que: “la etiología común para el estallido de una psiconeurosis o de una psicosis sigue siendo la frustración, el no cumplimiento de uno de aquellos deseos de la infancia, que tan profundas raíces tienen en nuestra organización”. (Freud, Sigmund Freud, Obras completas XIX, 1924 (2012), pág. 152)

Es entonces cuando nosotros también nos enfrentamos a otro tipo de conflicto ético en nuestra práctica clínica, cuando llega al consultorio un paciente violento, narcisista y “ganador” o cuando recibimos a la mujer violentada en ocasiones masoquista. En donde desde nuestro rol ortodoxo, debemos escuchar, acompañar e interpretar, pero donde no podemos evitar desear un cambio en el control de las pulsiones hacia sus objetos del malo y villano de la historia, así como el reforzamiento del yo en la víctima a pesar de una probable satisfacción masoquista. Aunque desde una perspectiva social, también debemos pensar en el reforzamiento de una cultura sin legitimación de la violencia de género, bajo cualquier circunstancia porque la agresividad que necesitamos es para generar cambios, en una sociedad desgastada que requiere de una transformación por el bien de las próximas generaciones. 

Bibliografía

  • Castañeda, C. (5 de Marzo de 2021). México Evalúa . Obtenido de https://www.mexicoevalua.org/en-2020-el-98-6-de-los-casos-de-violencia-sexual-no-se-denunciaron/
  • Freud, S. (1901-1905 (2011)). Sigmund Freud, Obras completas. Aberraciones Sexuales. Buenos Aires, Argentina: Amorrortu Editores.
  • Freud, S. (1924 (2012)). Sigmund Freud, Obras completas XIX. En Neurosis y Psicosis (pág. 157). Buenos Aires: Amorrortu .
  • Freud, S. (2011 (1912)). Sigmund Freud Obras Completas XI (Sobre la más generalizada degradación de la vida amorosa). Buenos Aires: Amorrortu.
  • Lacan, J. (2003 (1948)). La Agresividad en el Psicoanálisis. Buenos Aires: Veintiuno Editores.
  • Lacan, J. (2008 (1960-1961)). El Seminario, Libro 8. En La Transferencia. Buenos Aires: Paidós.
  • Panjwani, V. (9 de Marzo de 2021). Noticias Naciones Unidas. Obtenido de https://news.un.org/es/story/2021/03/1489292
  • Park, A. (2019). YouTube. Obtenido de Ted Talk: https://www.youtube.com/watch?v=TDYatQjQw6k
  • Winnicott, D. (1986 (1939)). Deprivación y Delincuencia. Buenos Aires: Hormé.