La indignación y sus manifestaciones

Analista en formación: Elizabeth Patiño

(…) En fin, ¿Cómo vas a llenar el vacío de la indignación? 

-Philip Roth

 

La indignación es una emoción incómoda, “poco agradable” en términos convencionales. Surge de la percepción de un “algo” inaceptable cometido sobre nosotros o sobre alguien más.

De acuerdo con la RAE, indignación proviene de la palabra en latín “indignatio”, que significa: “enojo, ira o enfado vehemente contra una persona o contra sus acciones”. Aquí me detendré un poco en la descripción de vehemente; y es que la vehemencia no es otra cosa que un adjetivo otorgado a aquello que tiene una fuerza impetuosa y llena de pasión. Lo que me invita a considerar que la indignación tiene una raíz profundamente pasional que en términos psicoanalíticos traduciría como un fuerte impulso agresivo. 

Aristóteles consideraba que las pasiones podían ser todo aquello que estuviera acompañado de placer o dolor. Común al cuerpo y al alma y que además son un algo que nos mueve (Conde, 2015) que nos empuja a pasar de un estado pasivo a uno activo. A nivel físico indignarnos supone un pronunciado incremento de la presión sanguínea y el ritmo cardíaco. A nivel de la mente, se vuelve un motor que moviliza nuestro pensamiento y con ello nuestro comportamiento en busca de una acción. 

Por su parte Rodríguez, (2004) nos dice que “la indignación moral ha sido interpretada como una emoción o pasión que, revestida de un hálito de restitución y de justicia distributiva, suele tenerse entre las principales emociones humanas, tomándose incluso como una de las más característicamente morales”. (s/p)

Si nos enfocamos en las manifestaciones de esta emoción vehemente podemos decir que puede derivar en acciones más o menos organizadas como un movimiento de protesta o alguna expresión artística. Pero también puede verse reflejada en una respuesta inmediata de gran violencia ejercida a través de golpes o insultos.

Como mucho de lo que ocurre en la psique, la indignación adquiere significado para el sujeto a partir de un constructo aprendido mediante la identificación o la introyección. Me refiero a lo moral aprendido a través de las figuras materna y paterna, y lo moral aprendido a través de la sociedad. De acuerdo con Freud (como se citó en Fenichel, 2006) “la sublimación se halla íntimamente relacionada con la identificación”. (p169) como lo es en sí mismo la formación del superyó, encargado de ser este “pepe grillo” que define en gran medida aquello frente a lo que sentiremos o no indignación. Mientras el cómo hemos de manifestarla será trabajo para el yo.

Kahneman & Sunstein, (2007) sugieren que en la indignación al igual que en otras actitudes, encontramos tres elementos relacionados entre sí:

  1. Una emoción – que es llamada así misma “indignación”.
  2. Un conjunto de creencias y juicios que recaen en la acción que se considera inaceptable.
  3. Una tendencia a responder y “dar” un castigo al culpable.

(Rodríguez, 2004) Junto a la indignación hierven sentimientos como la ira, el asco, el desprecio, el disgusto, etcétera, un montón de emociones enérgicas y agitadas que tienen como destino expresar algo más que la sola desaprobación moral frente a una acción, o conjunto de acciones inaceptables al punto de buscar promover una reacción castigadora contra su causante. Pero es importante rescatar que no es cualquier infortunio o perjuicio el causante de su manifestación, sino aquel que pueda etiquetarse como injusto o inmerecido.

En cuanto a la expresión artística de esta emoción, pienso en el arte como un medio de sublimación. De acuerdo con Fenichel, (2006) “los impulsos sublimados encuentran su forma de salida, si bien por una vía artificial, cosa que no sucede con los demás impulsos (…) el impulso originario desaparece porque su energía le es quitada en beneficio de la catexis de su sustituto”. (p168) Por otra parte, también la pienso como una manifestación intelectualizada y metabolizada a partir del yo; “la obra artística” como un medio a través del cual es permitido dejar salir esa agresividad reactiva que puede albergar la indignación.

Con todo lo anterior vuelco mi mirada en un artista por demás controversial, pero que desde mi perspectiva hace uso del arte como clara manifestación de muchos aspectos, que asumo le son indignantes. Mi mirada se posa en Banksy. Observo algunas de sus viejas obras, y me permito apreciar un halo de indignación manifestado tajantemente en su “StreetArt”. Un ejemplo de ello, aquella obra llamada “La Jungla”. Hallada en plena crisis y revuelo mundial por el tema de la migración, a causa de miles y miles de personas huyendo de un conflicto bélico en medio oriente, y buscando desesperadamente refugio principalmente en países del continente europeo. 

Banksy, hace uso de la astucia que lo caracteriza y plasma en un muro de Londres, justo en frente de la embajada francesa a Cosette la niña huérfana de la novela de Víctor Hugo, Los miserables. La cual asumimos está llorando a causa de un gas lacrimógeno que se ve, fue arrojado al suelo frente a ella; a sus espaldas, la bandera de Francia. Y justo a su lado en la parte inferior un código QR que redireccionaba directamente al que escaneara el código a un video de YouTube en donde se apreciaban los ataques, con gases lacrimógenos y balas de goma que precisamente la policía francesa había llevado a cabo en “La jungla de Calais” (un campo de refugiados), en un intento de ahuyentar a los miles de migrantes que ahí se encontraban.

Por otra parte, y siguiendo con la línea del arte como manifestación. Giuseppe Verdi viene a mí mente como otro artista que a través de su obra manifestó su indignación, dedicando sus óperas, a darle voz a los antihéroes y marginados de la época. ¿El motor? (Collins, s/a) La gran indignación que le produjo las fuertes críticas que en aquél entonces surgieron por su relación amorosa. Lo que lo llevó a manifestarse contra lo que él consideraba la hipocresía o doble moral de la época. 

Y cómo no mencionar otra obra que, si bien no fue hecha a partir de la indignación, sí creó una gran indignación social al ser expuesta. Me refiero a la obra del artista mexicano Fabián Chairez, “La Revolución”, (2013) expuesta en el Palacio de Bellas Artes dentro de una colección de más de 140 obras. Mientras leo un poco sobre esto, pienso ¿Por qué fue tan indignante esta obra en particular? El artista creó esta obra en el 2013 sin embargo es hasta el 2019 cuando causó gran enojo e indignación en una parte de la sociedad mexicana al considerarla amenazante por intentar “ridiculizar” al héroe nacional. O como algunos familiares y admiradores expusieron en las diversas manifestaciones que hicieron: “Una falta de respeto” “Una total denigración a su imagen”.

En tanto que sobre las manifestaciones o movimientos sociales de protesta como expresión de la indignación. Se me ocurre mencionar uno que mundialmente fue conocido y perseguido en decenas de países en todo el mundo, incluido el nuestro, y que así mismo se hizo llamar el movimiento de “Los indignados”. En donde la masiva ocupación de espacios públicos significativos hacía de la indignación una identidad y una reivindicación que con clamor exigía un cambio al sistema económico y político que nos tiene inmersos en el miedo, la guerra, la pobreza y la violencia. 

Otro ejemplo que me viene a la mente y que engloba tanto un movimiento de protesta social como una rica manifestación artística también es el movimiento feminista de este año; en el que surgieron tantas y vastas manifestaciones desde artísticas, de protesta pacífica o hasta violentas en un intento de dar voz a un suceso que aqueja a más de una y que produce una fuerte indignación. 

En este punto pienso en las tantas canciones que acompañaron esta protesta, y claro dentro de ellas es imposible dejar de mencionar “Un violador en tu camino”, canción escrita por el colectivo de mujeres chileno, llamado LASTESIS y que se convirtió velozmente en un himno para este movimiento. Dando la vuelta al mundo, incluso en países en los que jamás se había suscitado algo así. Recuerdo verlo y sorprenderme. Hoy lo asocio totalmente a la fuerza que puede llegar a tener el impulso del que está cargada esta indignación, y que exitosamente fue sublimado en eso que vimos.

Recuerdo que, al iniciar a escribir el tema, un profesor del instituto me dijo: “No puedes pensar en el ser humano como aislado”, lo que me llevó a darle otra perspectiva a todo el tema y reafirmar nuevamente que (Fluegel, 1945) hay una gran tendencia a dejar de lado el egocentrismo en favor de nuestra parte social. Que tenemos una creciente disposición a doblegar nuestras necesidades inmediatas a necesidades de nuestros iguales y en ello encontrar gran satisfacción.  Con esto quiero decir que pienso a la indignación como una emoción nutrida en gran medida por la experiencia y el momento en que surge (contexto). Lo indigno como algo que me afecta, o lo indigno como algo que nos afecta. La directriz pienso, será marcada muy seguramente por el superyó y el yo de cada uno. 

Sin embargo, me es imperioso resaltar que las diferentes manifestaciones de indignación pueden o no despertar en el otro esa misma indignación. Y ello vendrá asociado a la empatía o identificación que hallen con la causa. Kahneman & Sunstein, (2007) “La categorización de la acción proporciona una razón para la indignación, una razón que el observador espera que otros observadores objetivos respalden”. (p2) 

En fin, el camino es basto y los ejemplos también podrían ser muchos. Seguramente en estos momentos a más de uno ya le vino a la mente alguna manifestación artística o social que fue empujada por una indignación o que posiblemente causó gran indignación.

Nos indignamos frente aquello que nos mueve, que despierta en nosotros ese enojo apasionado, que provoca a nuestro súper-juez a salir en busca de justicia. Basado en lo que aprendimos como “correcto” “permitido” o “aceptado” no sólo en casa sino fuera de ella. Nos indignamos porque la indiferencia sería mostrar que estamos de acuerdo ¿no? ése muy seguramente será otro tema para considerar.  Ortega y Gasset (como se citó en Rodríguez, 2004) “dicen, pero mientras nos irritamos, la realidad sigue produciéndose según ella es y no según nosotros pensamos que debía ser”. (s/p)

Pensando en el contexto actual en el que nos encontramos y considerando lo anterior; me parece que justo en este tiempo de pandemia y crisis mundial de salud, estamos siendo inundados entre muchas otras emociones, de una fuerte ola de indignación. Que como ya lo mencioné, en los mejores casos podrá ser sublimada exitosamente, pero en otros podrá llevarnos a expulsar sin filtro toda esa agresión puesta en el otro o puesta en nosotros mismos. 

Como manifestaciones de esta ola se me ocurren de manera inmediata y sin profundizar en todas las diversas causas que pudieran englobar cada uno de los puntos, pienso que pudieran estar asociadas las tasas de incremento en la violencia de género como una agresión volcada en el otro, el incremento en el consumo de alcohol como una agresión volcada hacia sí mismo, o las directas agresiones que se han visto hacia el personal de salud como una respuesta violenta contra ése otro que puede hacerme un daño. O en su contra parte la profunda indignación que genera saber la falta de medicamentos y equipo al que están expuestos el personal de salud en nuestro país en este crucial momento.

Me atrevo a decir que en algún punto es casi normal estar experimentando a momentos cierta indignación, y más bien me pregunto ¿cómo no sentirla? Nos ha sido arrebatado el común de nuestros días de una manera abrupta, ¿el responsable? Un “algo” al que ni siquiera podemos ver. 

Y finalmente, ¿cómo vamos a llenar el vacío que nos deje la indignación? La respuesta está en los recursos que cada uno tenga para lidiar con ello, y ahí mis queridos colegas será donde seguramente muchos y tantos se verán en la necesidad de buscarnos al no verse habilitados para hacerle frente.

 

Bibliografía 

Fotografías