La Impasse

Autor: Mariana Vergara

 El término IMPASSE, que traducido del francés significa “callejón sin salida”, hace alusión a un estado de detención de un proceso.

Generalmente se emplea cuando algo que se desarrolla normalmente, de pronto se traba y se detiene.

En psicoanálisis, se le da el mismo sentido, refiriéndose así, a la impasse psicoanalítica cuando un tratamiento no progresa y se queda estancado.

Actualmente no hay una decisión clara con respecto al género de la palabra impasse sin embargo, suele llamarse la impasse (siguiendo la traducción francesa).

Algunas escuelas la nombran con masculino el impasse (proveniente de la traducción en inglés).

Un tratamiento  psicoanalítico puede fallar por muchas razones y la impasse puede ser una de éstas.

La impasse se presenta como un fenómeno complejo y multideterminado, de ahí que hoy en día existan diversos puntos de vista y posturas con respecto al concepto, causas, diagnóstico y forma de resolverla.

Para Etchegoyen (2009), la impasse psicoanalítica es un concepto técnico que comprende una detención del proceso psicoanalítico y que tiende a perpetuarse.

 Características:

  • El setting se conserva en sus constantes fundamentales.
  • Su existencia no salta a la vista como resistencia o error técnico.
  • Involucra la contratransferencia del analista.
  • La impasse no señala a un solo culpable; alcanza al mismo tiempo al analista y al paciente.
  • En cuanto a su ubicación conceptual, la impasse pertenece al campo de la técnica, no al de la psicopatología.

Para Mostardeiro (1974), la impasse psicoanalítica se cumple solamente cuando se cumplen las condiciones formales del tratamiento:

El trabajo analítico se realiza

  • El paciente asocia
  • El analista interpreta
  • El encuadre se mantiene

…Pero el proceso no avanza ni retrocede.

Si el setting está notoriamente alterado, no corresponde hablar de impasse.

Para el autor, el concepto de impasse debe aplicarse a cómo se desarrolla el proceso analítico, y no a la cura o remoción de los síntomas.

Algunas posturas:

Meltzer (1977)

Piensa que la impasse sobreviene en el umbral de la posición depresiva, cuando el paciente tiene que hacerse cargo de su dolor moral, su culpa y su maldad.

El paciente usa al analista como pecho inodoro, mientras mantiene disociado el pecho nutricio en un objeto externo, gracias al acting out, y reforzando la reacción terapéutica negativa.

Etchegoyen (2009)

Factores que predisponen al impasse: narcisismo, crisis tempranas del desarrollo, severas privaciones de los primeros años.  No obstante, ninguna situación psicopatológica es de por sí suficiente para que aparezca.

  1. Impasse es el negativo o reverso de la elaboración. Cuando la elaboración se detiene aparece la impasse.
  2. La impasse  no debe clasificarse en impasse: por el paciente o por el analista. En una verdadera impasse ambas causales aparecen siempre superpuestas e indefinidas.
  3. Puede darse en cualquier momento del análisis. Sin embargo es menos probable que se presente de entrada, al inicio del análisis.
  4. La impasse no es resistencia incoercible ni tampoco error técnico.

La Resistencia incoercible Irrumpe bruscamente en el proceso desde el analizado.

Es algo que salta a la vista y pertenece al paciente.

Normalmente se presenta al principio del tratamiento y si lo hace después es fácil determinar el momento y las circunstancias de su aparición.

Si esta situación no se resuelve, el paciente puede interrumpir el tratamiento por su cuenta o con el consentimiento del analista.

El Error técnico surge del analista e incluye las limitaciones teóricas del analista.

Al separar la impasse de la resistencia incoercible (del paciente) y del error técnico (del analista), la impasse queda más definida y concreta.

Los tres procesos se superponen y se relacionan, sin que por eso deba confundírselos.

Entonces, la impasse debe reservarse para casos en que el fracaso no sea visible y el tratamiento se perpetúe.

Giovacchini (1975)

Contrario a las ideas de Etchegoyen, el autor define la impasse como una situación donde el terapeuta, incómodo y frustrado, tiende a introducir un parámetro, es decir un procedimiento no analítico o bien a interrumpir la terapia.

Considera que la impasse es el correlato transferencial de una crisis de desarrollo temprano y como tal, es intrínseca a la psicopatología del paciente.

Maldonado (1983)

  •  Define al impasse como una perturbación constante del diálogo  analítico.
  1. Fenómeno ambiguo, de difícil detección que habitualmente es reconocido a través de vivencias contratransferenciales con un amplio margen de incertidumbre e imprecisión.
  2. El propósito es desvirtuar la relación analítica, tergiversando uno de sus objetivos principales: el conocimiento y denigrar al objeto analista.

Se presenta con un carácter aparentemente progresivo pero oculta su intención de establecer un proceso pseudoevolutivo.

  1. El autor propone una relación entre impasse y narcisismo al sostener que la impasse responde a una concreta fantasía del paciente que no da literalmente nada al analista.
  2. El material típico de la impasse no comunica nada, no tiene valor simbólico, no es significativo.
  3. Él le da más autonomía a la impasse y opina que cuando la impasse aparece, el análisis cursa un pseudoproceso.
  4. Piensa que el acting out y la reacción terapéutica negativa son consecuencias de la impasse y encubren el vacío representacional que es su núcleo mismo.
  5. Maldonado otorga importancia al factor tiempo pero trasladándolo de la realidad externa a la realidad psíquica:

La impasse no es sólo una resistencia que se mantiene a lo largo del tiempo sino que son las resistencias con respecto a la aceptación del paso del tiempo y las modificaciones que éste produce en los objetos, lo que crea la impasse.

Willy y Madeleine Baranger (1962)

Centraron sus investigaciones en el no-proceso psicoanalítico, en lugares donde el proceso tropieza o se detiene.

Así proponen el término baluarte:

Los baluartes remite a una parálisis en el campo. Hay una sensación de que nada sucede y se presentan relatos  estereotipados.

Dentro de estos baluartes, ubican a la impasse psicoanalítica, en donde hay un enlace entre las resistencias del paciente y las contrarresistencias del analista que quedan cronificadas.

Cuando esto ocurre, se constituye una inmovilidad, es decir una impasse sostenida por el analizado y el analista.

La Impasse, de acuerdo a estos autores, se caracteriza por no aparecer nunca directamente en la conciencia de ambos participantes, manifestándose ésto tan sólo por efectos indirectos (ej. sueños).

  1. Ellos piensan que esta situación se puede dar en cualquier momento del análisis.
  2. Opinan que para resolverla, el analista debe tener siempre en sesión una mirada dual. Una primera mirada enfocada directamente al material asociativo aportado por el paciente. La atención flotante del analista permite realizar un trabajo fluido sobre las asociaciones del paciente, sueños, recuerdos, fantasías, hechos de su historia, etc.

Cuando el analista siente un obstáculo en su trabajo debe surgir en él una segunda mirada que abarque al campo analítico en su conjunto. El analista se incluye, entonces, como objeto de observación en la relación con el paciente.

La segunda mirada implica la autoobservación del analista en su relación con el paciente y lleva directamente a tomar en cuenta el fenómeno de la contratransferencia. Ciertos indicadores contratransferenciales alertan al analista y lo llevan a descubrir aspectos inmovilizados en la situación analítica.

Controversias:

Actualmente tanto el estudio del concepto como las posturas ante éste, han causado controversias  ya que muchos autores consideran que, los analistas, al enfrentarse a este problema los lleva a:

Replanteos básicos de su ciencia.

  • Enfrentarse con interrogantes sobre el valor del método y la eficacia de la técnica.
  • Replanteos de la profesión en sí y de su disciplina.

Diagnóstico:

 Etchegoyen (2009) opina que existen tres estrategias del yo que pueden conducir al impasse pero no son definitorias:

  •  acting out
  • reacción terapéutica negativa
  • reversión de la perspectiva

Éstas tres, cuando no se han identificado y persisten, pueden conducir a la impasse.

Para Etchegoyen, existen tres factores que hacen dudar con respecto al diagnóstico de impasse:

  • Las deficiencias metodológicas  y/o técnicas del psicoanálisis.
  • La relación compleja de la impasse con el proceso de elaboración.
  • El compromiso contratransferencial.

Detectar y resolver una impasse psicoanalítica  es difícil pero no imposible.

Un aspecto en el que todos los autores parecen coincidir es que el término impasse implica en sí mismo el factor tiempo. Para que un estancamiento sea considerado impasse, debe tratarse de un fenómeno que conlleve una determinada cantidad de tiempo.

Para Etchegoyen (2009), lo que mejor denuncia la impasse es el factor temporal; la evidencia de que las fases se repiten idénticas a sí mismas sin que pueda confiarse ya en que el tiempo las cambie (elaboración).

Antes de plantearse la posibilidad de una impasse, el analista debe atender a  las indicaciones que provienen de la transferencia y contratransferencia; pero sólo podrá fundarlos cuando la vea aparecer objetiva y reiteradamente en el material del analizado.

Esto implica que el diagnóstico se hace recorriendo el material de las sesiones más que en las sesiones mismas.

Entonces se debe prestar atención al material del paciente, a la marcha general del proceso e incluso a los juicios del analizado sobre lo que está pasando.

Una vez identificado la existencia de una impasse, la adecuada interpretación de lo que no está sucediendo puede cambiar el cuadro y la impasse se puede resolver.

Conclusión:

Existen diversas opiniones con respecto al concepto IMPASSE; cada autor se explica dicho término a partir de diversas causas sin embargo me parece que los autores coinciden en:

  •  la impasse psicoanalítica conlleva a un estancamiento del proceso psicoanalítico.
  •  Existe una dificultad para detectarla.
  • Se Puede resolver.
  • Solamente se puede usar el concepto cuando aún no se ha dado por terminado el tratamiento.

Bibliografía:

  • Baranger, M. y W. (1961-1962). La situación analítica como campo dinámico. Revista Uruguaya de Psicanálisis. Vol 4. Págs. 3-45.
  • Etchegoyen, H. (2009). Los fundamentos de la técnica psicoanalítica. Edición tercera. Amorrortu. Buenos Aires. Págs. 865-879.
  • Gioavacchini, P. (1975). El impasse psicoanalítico como un hecho terapéutico inevitable. Revista de Psicoanálisis. Vol. 32. Págs. 143-176.
  • Maldonado, J. (1983). Compromiso del analista en el impasse psicoanalítico. Revista de psicoanálisis. Vol. 40. Págs. 205-218.
  • Meltzer, D. (1977). Una técnica de interrupción de la impasse analítica. Ed. Páidos. Cap. 8. Buenos Aires.
  • Mostardeiro, A. (1974). Impasse psicoanalítico. Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 1.
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Imagen: Morguefile/IJY