La fantasía es un continente imaginario susceptible de ser explorado, a través de este trabajo explicaré cómo la función de la fantasía permite mantener a salvo la estructura psíquica y favorecer el desarrollo de los recursos psicológicos para el crecimiento; a partir de fragmentos de un caso clínico ilustraré cómo los procesos del pensamiento se interrelacionan generando nuevos espacios en el mundo interno que dan lugar a la capacidad de mentalización.
 
 
Autor: Fátima Laborda Sánchez
 

La fantasía es un continente imaginario susceptible de ser explorado, a través de este trabajo explicaré cómo la función de la fantasía permite mantener a salvo la estructura psíquica y favorecer el desarrollo de los recursos psicológicos para el crecimiento; a partir de fragmentos de un caso clínico ilustraré cómo los procesos del pensamiento se interrelacionan generando nuevos espacios en el mundo interno que dan lugar a la capacidad de mentalización.

 

Discolorandia, es un planeta en donde habita un Zayayin que lucha contra enemigos siempre disfrazados, estos atacan sin piedad porque mediante algún mal entendido, consideran que el Zayayin los ha dañado. Él es quien se hace cargo de la situación, ataca y se defiende desarrollando una serie de armas: ser invisible, un desmemorizador, lassers que inmovilizan o aniquilan al oponente, espadas que quitan vidas y escondites que permiten planear la batalla; aún así los enemigos reaparecen, se transforman y en ocasiones forman parte del mismo Zayayin.

 

Este es un mundo que surge de la fantasía donde su principal personaje es su creador, Carlos, un niño de 9 años, con inteligencia superior al promedio de los niños de su edad, llega a consulta por presentar dificultades en la escuela en donde refieren que se distrae y capta la atención de sus compañeros de clase frecuentemente, teniendo en consecuencia carencias en el aprendizaje y dificultades para relacionarse.

 

Sus padres están divorciados, él vive con su madre y el novio de esta, los fines de semana visita a su padre quien vive con los abuelos de Carlos; sin embargo Carlos se siente solo, percibe a su madre incapaz de contener sus emociones, probablemente a partir del intento suicida que ella llevó a cabo cuando el paciente tenía dos años, ausentándose tres meses por estar internada en un hospital psiquiátrico. La experiencia marcó la imago materna de agresión y vulnerabilidad, en consecuencia Carlos se identifica sintiéndose enojado y débil, defendiéndose empleando la agresión al servicio de la vida mediante fantasías en las que constantemente cambia de personaje cuando se siente amenazado. Por otro lado percibe a su padre distante y debilitado lo que complica su identificación con el género masculino.

 

La fantasía posibilita ante tal situación replantear su realidad, pero no sólo en el sentido de la reproducción de la misma sino que genera un nuevo espacio donde re-experimentar y construir con los elementos conocidos nuevas configuraciones influenciadas principalmente por el pensamiento mágico infantil.

 

Bonovitz, C (2004) plantea que la capacidad de distinguir la realidad de la fantasía no se desarrolla mediante una acomodación forzada a la realidad, sino mediante la expansión de la fantasía y la ampliación del campo de la imaginación; esto implica un campo de acción y fantasía que reúne diversas realidades y posibilidades, un espacio mental en el que el infante tiene el recurso de vivir los “qué pasaría si” y sus propias imaginaciones.

 

La creación de la fantasía mediante el juego, modifica la estructura psíquica, es decir, los patrones relacionales internalizados y configuraciones que Mitchell (1988) describió como “derivadas de un campo interactivo, interpersonal” (p. 17). De esta manera la realidad y la fantasía co-existen en una relación dialéctica en la cual cada una define a la otra (Stern, 1997); se interrelacionan y se separan al mismo tiempo.

 

En toda fantasía existen núcleos de realidad, así como en la realidad hay elementos de fantasía, influyéndose mutuamente y permitiendo tanto la formación de nuevas construcciones como la elaboración de conflictos. Así el niño desarrolla la capacidad de distinguir la relación que existe entre su mundo interno y la realidad; creando un espacio en el que los objetos son, al mismo tiempo, reales y no reales, por tanto no avasallantes para su Yo.

 

El espacio transicional (Winnicott, 1971) es un escenario seguro para el niño en donde el interjuego del mundo interno y externo permite la capacidad de sostener la experiencia de ilusión, lo que enriquece la fantasía e inyecta significado a la cotidianidad.

 

El juego infantil es la puerta de acceso al mundo interno del niño pues es mediante el juego que se manifiesta el espacio psíquico en donde ha librado sus batallas, es el lenguaje que el niño posee para exponer sus fantasías. (Greenberg 1991).

 

Antes del tratamiento psicoanalítico Carlos empleaba el mismo mecanismo psicológico para enfrentar su situación vital, es decir, a través de la fantasía intentaba resolver su conflictiva familiar derivada de la interacción con los padres a quienes en el mundo real no puede enfrentar pues depende de ellos y sólo le queda tener una conducta pasiva. Es mediante la actividad fantástica con tintes obsesivos que puede descargar y defenderse pero no resolver el conflicto por lo que en su ambiente relacional horizontal y extrafamiliar desplaza su coraje a través de una conducta activa errática, estableciendo una precaria adaptación en la escuela.

 

La fantasía consciente e inconsciente tienen la capacidad de modificar la formación de la estructura psíquica ampliando versiones del self, versiones que uno puede habitar y utilizar para obtener significado de la experiencia y elaborar los conflictos, permitiendo un interjuego más libre entre pasado y presente, se puede desarrollar proceso terciario del pensamiento (Green, 1990)  generado por la interrelación del proceso primario y del secundario, que da la posibilidad del desarrollo de la creatividad y transformación de la realidad.

 

En el tratamiento psicoanalítico de Carlos se emplea el mismo recurso psicológico que él ha desarrollado para contender con su situación vital, la fantasía, sólo que mediante la intervención se favorece la elaboración del conflicto y mayor capacidad de adaptación.

 

Así en la fantasía Carlos logra que el pasado no sólo permanezca activo, sino también (potencialmente) remodelarlo y adquirir nuevo significado. Creando soluciones a los problemas, que podrán impactar en el futuro para dar lugar a una nueva edición de su vida. Entonces la fantasía se convierte en el campo en el que los objetos pueden ser destruidos y reconstruidos. ( Davies, 2003).

 

Blechner (2001) describe los interobjetos, a los que define como “nuevas creaciones derivadas de mezclas de otros objetos”, un acto creativo que los niños toleran mucho mejor que los adultos. Empleando la fantasía Carlos crea un mundo en el cual se puede refugiar cuando tiene que enfrentar emociones complejas como la combinación de enojo, temor y tristeza, así mediante el juego puede de forma autónoma metabolizar y simbolizar las experiencias que sus padres no son capaces de contener.

 

En una sesión Carlos solicita que se le ayude a constuirse garras que pueda ponerse y quitarse cuando lo considere necesario aclarando “a veces los mounstros aparecen por las noches y tengo que estar preparado”.

 

Hanna Segal (1991) relaciona el concepto de Bion continente con un nuevo espacio mental que se genera en el niño, en este existen tres clases de relaciones posibles: la relación entre la madre y el niño, la del padre y el niño y la de los padres de la cual está excluido el niño. En este planteamiento podría ubicarse una cuarta categoría que corresponde a la relación que el niño establece consigo mismo y que surge y se desarrolla en sentido inverso, es decir, a partir de la fantasía, del mundo interno, se genera y se manifiesta la relación consigo mismo hacia el mundo externo permitiéndole vincularse con la realidad.

 

La manifestación del conflicto se genera en este espacio mental, se da en términos de proceso primario del pensamiento regido por la voluntad del infante siendo capaz de alterar las vivencias para ensayar posibles soluciones simbolizadas en el juego. Sin embargo pienso que la fantasía no sólo sirve para este propósito; si bien es cierto que el impulso se expresa mediante la fantasía, esta se convierte también en una herramienta interna con la que cuenta el niño para desarrollar potencialidades y abstraerse de una realidad amenazante siendo el mejor refugio, ya que le permite no tener una regresión masiva que implicaría desvincularse de la realidad y en un extremo grave, llegar hasta un episodio psicótico.

 

Fonagy (Fonagy y col., 2002) señala que con la integración de las representaciones internas y el mundo externo se produce la capacidad de mentalización. La capacidad para mentalizar permite al niño representar sus propios estados mentales, atribuir pensamientos y sentimientos a sí mismo y a los demás.

 

Se plantea entonces que el juego tiene la capacidad de integrar los modos de experiencia ficticios y de equivalente psíquico, proceso que tiene lugar en el área intermedia entre la realidad y lo ilusorio. Mediante este proceso de juego, la estructura psíquica cambia en tanto que existe una “reorganización e integración de las estructuras mentales inconscientes con las conscientes” (p. 277).

 

Carlos, crea un universo lleno de personajes, situaciones y escenarios que reflejan de manera paralela su vivir cotidiano, pero en donde cuenta con recursos y con el poder de sus palabras, para enfrentar las ansiedades personificadas en enigmáticos asesinos que se disfrazan. Propone juegos en donde el cambio es constante, los animales se transforman en personas, las personas se disfrazan y cuando alguien está atrapado siempre existe la posibilidad de mutar para salir de la situación.

 

La lucha permite la conversión, es decir, lo maligno puede llegar a ser benévolo y por lo contrario, los buenos expresar la agresión dando lugar tanto a la síntesis como a la integración de aspectos libidinales y agresivos.

 

A través del juego en el tratamiento psicoanalítico y mediante la fantasía Carlos maneja sus emociones, deseos y pensamientos; comprende y resuelve los conflictos y propone nuevas configuraciones, lo que evidencia un fortalecimiento gradual de su funcionamiento yoíco. Esta dinámica intrapsíquica le permite ser flexible en sus respuestas y aumentar el repertorio conductual para lograr una mayor capacidad adaptativa al enfrentar su realidad externa.

 

Discolorandia se ha convertido en un planeta habitado, está lleno de personajes, no son sólo asesinos, ahora también viven en el aliados: brujos que hechizan con sabiduría, el ratón que acompaña, el pulpo que con su abrazo tranquiliza y la princesa que explica lo que ocurre y junto con ellos el Zayayin cada vez usa menos sus armas y se apoya más en sus amigos que también forman parte él.

 


 

Referencias

 

  • Bonovitz, C. (2004).”The cocreation of fantasy and the transformation of psychich structure”. Psychoanalytic Dialogues, vol. 14, No. 5, p. 553-580, The Analytic Press, Inc.
  • Mitchell, S. (1988), Relational Concepts in Psychoanalysis: An Integration. Cambridge, MA: Harvard University Press.
  • Stern, D. B. (1997), Unformulated Experience: From Dissociation to Imagination in Psychoanalysis. Hillsdale, NY: The Analytic Press.
  • Winnicott, D. (1971). Realidad y Juego. España: Gedisa.
  • Greenberg. (1991), Oedipus and Beyond: A Clinical Theory. Cambridge, MA: Harvard University Press.
  • Green, A. (1990). De locuras privadas. Buenos Aires: Amorrortu.
  • Davies, J. M. (2003), Falling in love with love: Oedipal and postoedipal manifestations of idealization, mourning, and erotic masochism. Psychoanal. Dial., 13:65-76.
  • Blechner, M. J. (2001), The Dream Frontier. Hillsdale, NJ: The Analytic Press.
  • Segal, H. (1991), Sueño, fantasma y arte. Buenos Aires: Nueva Visión.
  • Fonagy, P, Gergely, G., Jurist, E. L. & Target, M. (2002), Affect Regulation, Mentalization, and the Development of the Self. New York: Other Press.