41vFaFBXl1L._SX327_BO1,204,203,200_Por: Paola Saenz
En el texto “Consejos al médico sobre el tratamiento psicoanalítico” se plantea la pregunta ¿cómo podría uno volverse psicoanalista? a lo que Sigmund Freud responde que mediante el análisis de los sueños y el ejercer el análisis personal con un psicoanalista experto. Freud dice “el sacrificio de flanquearse con una persona ajena sin estar compelido a ello por la enfermedad es ricamente recompensado. No sólo realizará uno en menos tiempo y con menor gasto afectivo su propósito de tomar noticia de lo escondido en la persona propia, sino que obtendrá, vivenciándolas uno mismo, impresiones y convicciones que en vano buscaría en el estudio de libros y la audición de conferencias” (Freud, 1911 -1913, p. 116).
Quisiera comenzar aclarando que más que una investigación, la intención de este escrito es promover que en conjunto podamos discutir alrededor del tema de la experiencia de vida que uno tiene para tener un óptimo desempeño y comprensión de los pacientes en la labor clínica psicoanalítica. Este cuestionamiento me surgió por dos experiencias personales. La primera experiencia fue con uno de mis primeros pacientes. “A” era una mujer casada, con hijos y que se planteaba la idea de divorciarse pero le generaba conflicto el hecho de que sus hijos iban a crecer con unos padres divorciados y que a sus 54 años temía no encontrar una nueva pareja y quedarse sola. He de compartirles que con este caso me sentí muy insegura, pensé que cómo podía yo comprender a ésta mujer si yo nunca había estado casada, por lo tanto, divorciada y además lo más “cercano” a tener un hijo eran mis muñecas de la infancia. Debido a esto, pensé si era mejor por el momento, sólo atender pacientes de mi edad para abajo, ya que las experiencias que yo había vivido podrían estar más cercanas a las conflictivas que traían los pacientes. Sin embargo, acudí por auxilio con mi supervisor, el cual evidentemente cuenta con más años de experiencia de vida y de práctica clínica. Decidí aprender del caso, conocer a través de la escucha del otro, aplicar los conocimientos que hasta ese momento habida adquirido y seguir lo que mi supervisor sugería. No por esto me sentí más tranquila y segura con la paciente, aún seguía esa espinita sobre “la experiencia de vida” y me pregunté varias veces ¿habrá una edad ideal para formarse como psicoanalista?
La segunda vivencia que se añadió a este cuestionamiento la viví en supervisión. Llevé el caso de un paciente cercano a mi edad, éramos de la misma generación. Este paciente tenía diversas citas amorosas, algunas con relaciones sexuales y otras no. El supervisor en un afán de comprender cómo es que “los chavos” de mi edad concebimos y vivimos la sexualidad, comenzó a pedirme mi opinión ya que mencionó que la forma en que en sus tiempos se concebía la sexualidad, discernía en cierta medida de mi época, asuntó por el cual me comentó que yo estaba más cercana a comprender ciertos aspectos de la ideología del paciente.
Quiero hacer énfasis en que no es mi intención, ni será en ningún momento, poner en tela de juicio la erudición y sabiduría que se adquiere por los años de experiencia, sin embargo, pienso que como analistas en formación o psicoanalistas jóvenes, también pueden existir ventajas para la comprensión en el trabajo con algunos pacientes, como cuando ciertos pacientes adolescentes o niños se sienten más cómodos o comprendidos por analistas que se ven más jóvenes. Pero, reitero <más sabe el diablo por viejo que por diablo>.
En cuanto a la pregunta ¿habrá una edad ideal para formarse como psicoanalista? en lo personal considero que más que una edad, habrá que hablar de una madurez emocional, profesional y académica, junto con la vocación que se tiene para devenir psicoanalista. El filósofo y matemático alemán Gottfried Leibniz decía “la experiencia del mundo no consiste en el número de cosas que se han visto, sino en el número de cosas sobre las que se ha reflexionado con fruto”, es por esta razón que podemos inferir que la edad no es sinónimo de madurez. Para ejercer la formación psicoanalítica se requiere disciplina, disposición e interés por la sociedad, por la investigación y el trabajo clínico; curiosidad por la “verdad” tanto del mundo interno como del mundo externo. Con esto quiero decir que al contar con estas aptitudes, entre otras, uno puede devenir psicoanalista. Con relación a lo anterior Freud nos dice en su texto <Sobre el psicoanálisis silvestre> “Al medico no le basta, entonces, conocer algunos de los resultados del psicoanálisis; es preciso familiarizarse también con su técnica si quiere guiarse en la acción medica por los puntos de vista psicoanalíticos. Esa técnica no puede aprenderse todavía de los libros, y por cierto sólo se la obtiene con grandes sacrificios de tiempo, trabajo y éxito. Como otras técnicas médicas, se la aprende con quienes ya la dominan” (Freud, 1910, p. 226). Sin embargo, como comenté en un escrito anterior, un conocimiento impecable de la técnica no es del todo favorable, si no ponemos a nuestro favor el uso de nuestro inconsciente que adquirimos gracias al conocimiento de nuestro self. A través del conocimiento que adquirimos como consecuencia de nuestro análisis, la supervisión, y la teoría que plasman nuestras diversas fantasías, nuestros impulsos agresivos y de supervivencia, y nuestras emociones, tenemos que poner a favor nuestro inconsciente y estar libre de conflicto para poder así estar disponible y darle espacio al inconsciente del analizando. Sentir por uno mismo para sentir con el paciente. Con esto hago inferencia al concepto de “rêverie” de Bion (Sáenz, 2016). Por otra parte, a través de la continúa observación y práctica con los pacientes se van fortificando los conocimientos que se aprenden del estudio de la teoría y la técnica, al mismo tiempo que, se va adquiriendo un “buen ojo clínico”, aptitud que se obtiene de instruirse a lo largo de los años. Por ejemplo, el trabajo constante con pacientes proporciona la capacidad para identificar y utilizar una de las principales herramientas del análisis: “la transferencia”, así como la determinación para tomar mejores decisiones. Así pues, otra ventaja es que con el dominio del conocimiento es posible su aplicación para el desarrollo y construcción de nuevos estudios.
Una de las definiciones que da la Real Academia Española para la experiencia es: “conocimiento de la vida adquirido por las circunstancias o situaciones vividas” (RAE, 2014), en la misma línea, el escritor Tom Butler – Bowdon en el intento de explicar parte de la filosofía de David Hume menciona que “no podemos tener una idea de algo mientras no lo hayamos experimentado. Si nunca hemos visto una montaña de oro, por ejemplo, solo seremos capaces de imaginarla, porque podemos tomar nuestras experiencias anteriores del oro y de las montañas y unirlas” ( Butler – Bowdon, 2013, p, 186 – 187). No obstante, según mi punto de vista, un psicoanalista puede trabajar con pacientes psicóticos aunque él no haya estado psicótico, puede comprender y empatizar con pacientes maniaco – depresivos o con limítrofes o histéricos aun así cuando su propia patología no sea esa. Por consiguiente, todo psicoanalista puede realizar un trabajo fructífero y provechoso sin haber experimentado en carne propia diversas circunstancias, pongamos por caso, se puede trabajar con una persona que haya vivido en un contexto completamente diferente al nuestro, que haya tenido perdidas que nosotros no, la diferencia de género, o por ejemplo, como fue en mi caso, con alguien que estaba casada y con hijos. Conviene subrayar que, evidentemente no hay que dejar a un lado los puntos ciegos que cada uno pueda tener por diversos motivos.
En definitiva, es imposible adelantar los años y cada uno vivirá sus procesos en diferentes tiempos, sin embargo, para poder trabajar en la clínica de una forma óptima e integra debemos hacer el intento de comprender mejor el contexto. Como jóvenes psicoanalistas o candidatos en formación, es de vital importancia adentrarnos en nuestro análisis personal, en las supervisiones y en el intercambio de opiniones en diversos ambientes. Asimismo, enriquecernos con diferentes experiencias que nos brinden acervo filosófico, artístico, literario, sociológico, biológico, espiritual, etc. también es indispensable, el intercambio de ideas y opiniones entre colegas, ya sea en grupos de estudio, en congresos o conferencias. En el texto de 1926 ¿Pueden los legos ejercer el ejercer el análisis? Sigmund Freud dice “exigimos que todo el que quiera ejercer en otros el análisis se someta antes, él mismo, a un análisis. Sólo en el curso de este <<autoanálisis>>, cuando vivencia de hecho los procesos postulados por el análisis en su propia persona -mejor dicho: en su propia alma-, adquiere las convicciones que después lo guiarán como analista” (Freud, 1925-1926, p. 186). Me gustaría añadir a lo anterior otra cita de Freud que dice “quien no consiga nada con ese autoanálisis puede considerar que carece de la aptitud para analizar enfermos” (Freud, 1910, p. 136).
 

Bibliografía

  • Freud, S. (1910). Cinco conferencias sobre psicoanálisis, Un recuerdo infantil de Leonardo da Vinci y otras obras. Tomo XI, 2ª ed. 9ª reimp. Buenos Aires, Argentina: Amorrortu
  • Freud, S. (1911 – 1913). Sobre un caso de Paranoia descrito autobiográficamente, Schreber : Trabajos sobre técnica psicoanalítica, y otras obras. Tomo XII, 2ª ed. 14ª reimp. Buenos Aires, Argentina: Amorrortu
  • Freud, S. (1917 – 1919). De la historia de una neurosis infantil: El hombre de los lobos y otras obras. Tomo XVII, 2ª ed. 11ª reimp. Buenos Aires, Argentina: Amorrortu
  • Freud, S. (1925 – 1926). Presentación autobiográfica : Inhibición, síntoma y angustia : ¿Pueden los legos ejercer el análisis? y otras obras. Tomo XX, 2ª ed. 12ª reimp. Buenos Aires, Argentina: Amorrortu
  • Sáenz, P. (2016). El encuentro del candidato con su self. Trabajo presentado en el V encuentro de candidatos OCAL. Ciudad de México, México

 
Imagen: Libro “The interpretation of dreams” de S. Freud
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