fishing-1329422Por: Cecilia Castilla
Uno de los aspectos más estudiados en la clínica psicoanalítica desde sus inicios  ha sido el origen o la causa, la manifestación y la permanencia de los síntomas de acuerdo a la patología que se presenta en el consultorio. Aunque el tema resulte sumamente amplio, el objetivo de este trabajo estará enfocado sólo a estudiar el síntoma desde una de las vertientes que más suele presentarse como motivo de consulta, que es la repetición involuntaria del malestar o como será mejor abordada bajo el concepto de ´compulsión a la repetición´.
Es importante comenzar primero por definir dicho concepto freudiano, el cual señala Laplanche (1981) como “un proceso incoercible y de origen inconsciente, en virtud del cual el sujeto se sitúa activamente en situaciones penosas; repite así experiencias antiguas sin recordar el prototipo de ellas, sino al contrario, con la impresión muy viva de que se trata de algo plenamente motivado en lo actual”. Asimismo, enfatiza que el conflicto principal radica en la interacción entre el Principio de placer y el Principio de realidad.
De ahí que se considere a la compulsión a la repetición como una expresión de lo no elaborado, y a su vez, como el retorno de lo que ha sido reprimido; lo cual se suscitó de esa manera porque en su momento fue expulsado de la conciencia por tratarse de un evento o sentimiento que resultó traumático y que por ello sobrepasó los límites de lo tolerable para el aparato psíquico.
Del mismo modo lo señala Laplanche (op. cit) cuando hace hincapié en que el síntoma en psicoanálisis reproduce ciertos elementos de un conflicto pasado, ya que “lo reprimido intenta retornar al presente”, ya sea en “forma de sueños, síntomas, actuaciones” entre otros, debido a que lo que ha permanecido incomprendido regresa “como un alma en pena que no descansa hasta encontrar solución y liberación”.
Lo anterior deja en claro que aunque la represión actúe como mecanismo defensivo, a su vez buscará por medio del desplazamiento hacia otro objeto o experiencia, que permita representar (aunque sea de manera parcial) el conflicto en cuestión, la descarga de aquella energía o catexia que no ha sido ligada o resignificada en el psiquismo del sujeto que cae en la repetición. Por lo que se esperaría que mediante este proceso se llegara a la resolución del conflicto no elaborado o asimilado.
En este sentido, Schreck (2011) aporta que la “intensidad de la represión es tan grande que la moción no puede más que obedecer a la compulsión de repetición”, dejando en claro que se sobrepasa la instancia yoica del sujeto que se ve envuelto por inercia en el circuito de la repetición.
Etchegoyen (1986) señala desde su experiencia, que al paciente no le queda otra alternativa más que representar por medio de la compulsión a la repetición aquello que ha reprimido y olvidado, es decir que como diría Freud le resulta más viable el hecho de “repetir para no recordar”; a su vez, considera que la repetición de lo reprimido constituye en sí misma una manera de recordar para poder lidiar con la parte conflictiva.
Schreck (op. cit) indica que aunque se presenten experiencias que en primera instancia pudieran ser “desbloqueadoras” para el sujeto, no representarán un cambio prometedor para la re-significación del conflicto, debido a que la compulsión a la repetición se ha enganchado fuertemente con la represión, ocasionando que ambas se refuercen mutuamente para conseguir que aunque se repita no se recuerde; lo cual hace hincapié en el nivel de dificultad del tema en cuestión, ya que hay circunstancias en las que mientras más se repite más se reprime, y viceversa.
Lo anteriormente descrito representa una explicación implícita del por qué se repiten las experiencias que resultan displacenteras para el sujeto, sin embargo hay que hacer mención de la contraparte que la dinámica de la compulsión a la repetición  conlleva, y que continúa siendo motivo de cuestionamientos en el ámbito psicoanalítico, la cual se enfoca en las ganancias secundarias y en los aspectos que pudieran ser placenteros dentro de la acción reiterativa que se considera displacentera. En este sentido, Laplanche (op, cit.) cita el texto de Freud de “Más Allá del Principio del Placer” para recordar que existe en el sujeto una instancia que encuentra satisfacción en la acción compulsiva, ya que así como se descarga de manera parcial, no hay que dejar de lado que también se cumple parte del deseo reprimido, aunque ello sea momentáneo y deba recurrir a llevarlo a cabo en reiteradas ocasiones por no llegar a la plena satisfacción.
Es así que lo displacentero termina tomando el papel inconsciente de lo placentero. Laplanche vuelve a explicarlo con la frase “lo que es displacentero para un sistema del aparato psíquico es placentero para otro”, lo cual indica las fuerzas contradictorias que pueden coexistir dentro de un mismo sistema.
Precisamente en este punto cabría cuestionar lo que muchos psicoanalistas han discutido y sustentado de maneras diferentes respecto a la función de la compulsión a la repetición, debido a que algunos la consideran sólo como una repetición sintomática que funge como resistencia por no representar movimientos o cambios, por pensarla sólo como una expresión del impulso de muerte y/o destrucción, que estaría dejando al sujeto en una posición inmóvil en la que se encontraría sólo destinado a repetir sin sentido, es decir, sin llegar a crear algo nuevo. En esta misma línea Etchegoyen (op. cit) señala que la compulsión de repetición sería equiparable a un “acting out” en el que se prioriza la descarga del impulso sin pasar por lo consciente, y por lo tanto podría ser considerada como una resistencia para el análisis.
Por otro lado, otro grupo de analistas considera está dinámica como un intento de ligadura en el que por medio de la repetición incesante busca engancharse a un significante que le permita alcanzar la elaboración. Lo cual está relacionado directamente con la pulsión de Eros, es decir con lo creativo, con buscar una nueva vía que permita llegar a la satisfacción. Partiendo de esta perspectiva, hay que considerar el hecho de que la repetición vista como una re-presentación de lo reprimido, permitirá al analista conocer la naturaleza del conflicto para comprenderlo y después trabajarlo o abordarlo de una manera más efectiva; así como también, lo repetitivo ocasionará que el paciente pueda llegar a dar cuenta de la persistencia y la permanencia del síntoma para poder visualizarlo desde otra perspectiva.
Por su parte Schreck (op. cit.) citando a Freud considera que hay que diferenciar los casos en los que la compulsión a la repetición se ve dominada por el Principio del Placer y los que no, porque aunque la compulsión a la repetición sea la expresión de la pulsión de muerte, no hay que dejar de distinguir si el movimiento está en función de Eros, de lo creativo, o se encuentra determinada por Tánatos, lo destructivo o lo que permanece estático. Es decir, que existirán los casos en los que mediante la repetición se busque una elaboración, y también aquellos en los que sólo se llegue a la catarsis sin importar el objeto o la finalidad. En este sentido,  lo explica desde un punto de vista estructural, en el que especifica que la función que se vea influenciada por el “ello” estará enfocada en mayor medida a la descarga, en contraste con la que sea determinada por el “yo”, que en su acción tendrá como objetivo el reencuentro con el objeto perdido, es decir la reparación y la elaboración.
De acuerdo a lo anterior, se considera que la diferencia de la compulsión a la repetición en las distintas patologías estaría determinada por la estructuración psíquica, es decir por el sistema o principio bajo el que se rige, ya sea que predomine el Principio del placer o el Principio de realidad.
Si el predominio estructural es el del Principio del placer, inmediatamente hay que asociarlo al proceso primario del pensamiento, que prioriza la satisfacción inmediata sin importar los medios empleados; tal como lo vemos en las psicosis y en ocasiones en las estructuras fronterizas.
Ejemplo de lo anterior, podrían ser aquellos pacientes que realizan cortes en su cuerpo de manera reiterativa, los cuales llevan a cabo por inercia, es decir, sin sentir, significar, recordar o asociarlos a algún evento de su vida, sino que inconscientemente priorizan sólo la descarga del impulso.
En cambio, si existe un dominio del Principio de realidad, y por lo tanto del proceso secundario del pensamiento, se puede esperar que la compulsión a la repetición pueda fungir como elemento para la re-significación y la elaboración, por la capacidad reflexiva del “yo”. En esta misma línea Schreck (op. cit) justifica que hay ocasiones en las que el “yo” logra vencer las barreras de la represión que en su momento construyó él mismo para defenderse, logrando de esa manera la recuperación y el control de la situación que alteraba el equilibrio. La autora menciona lo anterior sin dejar de considerar la dificultad que conlleva el proceso para deshacer las represiones, refiriéndose al hecho de trabajar las resistencias de lo reprimido o lo resistido.
Un ejemplo de este segundo  tipo de repetición, se suscita cuando el paciente cae en cuenta de los patrones que ha repetido en sus relaciones de pareja, lo cual siembra la duda y la reflexión acerca de su comportamiento, como sucede con aquellos que terminan relacionándose con parejas violentas y que después lo asocian con su historia. Otro de los ejemplos que llega a clarificarlo y se suscita frecuentemente, son los niños que  visualizan en repetidas ocasiones partes de una película, lo cual llevan a cabo hasta que llegan a “cansarse” de verla, o hasta que a partir de la repetición surge la asimilación o elaboración de lo que representaba, como pudo ser por ejemplo, un duelo simbolizado en la película.
Por su parte, Laplanche (1981) aporta lo que considera una diferencia importante entre las funciones del “ello” y del “yo” en la compulsión de repetición, cuando menciona que en el primer caso se visualiza una “tendencia repetitiva” sin una ligadura, provocando que cada vez que se repita, se lleve a cabo de la misma forma, sin ningún antecedente; en contraste a lo que considera la “tendencia restitutiva” del yo, en la que por medio de lo repetido se intenta restablecer la situación anterior a lo que resultó traumático o a aquello que sobrepasó la barrera contra los estímulos. Pppp
Cabe mencionar que también señala los mecanismos que se emplean para beneficiar la estructura yoica, los cuales nombra como “mecanismos de desprendimiento” en los que se busca por medio de la repetición la disolución paulatina de la tensión que generó el conflicto, para que de esa manera modifique la estructura interna y lo traumático resulte más tratable en términos económicos.
A manera de conclusión se considera importante comprender la función que la compulsión a la repetición está ocupando en el análisis como expresión del síntoma, debido a que favorecerá la escucha y por lo tanto el entendimiento del malestar, así como también, permitirá comprender la psicodinamia del paciente, es decir, saber si existe un predominio de alguno de los procesos de pensamiento, de los Principios de placer o displacer, y sobretodo a dar cuenta del desenvolvimiento de las instancias psíquicas del yo y el ello.
Por lo que será una constante labor del analista el hecho de investigar si la compulsión a la repetición se presenta como un obstáculo o una resistencia hacia el trabajo analítico, dejando en claro en esta circunstancia, la importancia que tendría el hecho de romper con esa repetición para que el paciente no se quede en la eterna descarga sin medida; o si sucediera de manera contraria, percatarse si esa repetición en transferencia representa una vía para manifestar el malestar, y a partir de ello encontrar una ligadura que permita redirigir el conflicto de lo que no ha logrado ser asimilado en el mundo interno del paciente.
Asimismo la repetición fungirá como el indicador que permitirá dar cuenta de la naturaleza del conflicto mediante la representación en transferencia, lo cual permite que pueda ser utilizarla como una herramienta que favorezca el trabajo psicoanalítico.
 
Bibliografía

  • Etchegoyen, R. H. (1986). De las vicisitudes del proceso analítico. En: Los fundamentos de la técnica psicoanalítica. Buenos Aires: Amorrortu.
  • Laplanche, J. & Pontalis J.B. (1981). Diccionario de Psicoanálisis. Buenos Aires: Paidós.
  • Schreck, A. (2011). Compulsión de Repetición: La transferencia como derivado de la pulsión de muerte en la obra de Freud. Asociación Psicoanalítica Mexicana. México, D. F: Editores de Textos Mexicanos.

 
 
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