Compartimos las palabras del Dr. Sergio Toscano durante el III Congreso Nacional de la Sociedad Psicoanalítica de México, A.C., mismas que se publicaron en el número 1 de la Revista Gradiva, enero-abril, Vol. II, en 1981.

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En septiembre de 1978, durante el III Congreso Nacional de la Sociedad Psicoanalítica de México, A.C., de la cual era yo Presidente, dirigí unas palabras de inauguración. Como pienso que la condiciones de aquel entonces aún prevalecen, considero que sigue vigente aquella alocución. Es pues mi deseo consignarlas hoy aquí.

Distinguidos compañeros dirigentes de esta Sociedad:

Colegas y estudiantes de estas disciplinas:

Amigos que nos acompañan:

Estamos aquí reunidos para la celebración del III Congreso Nacional de nuestra Sociedad, para por un lado cumplir con un mandato de la misma, y por el otro, el principal, para dar satisfacción a una necesidad imperiosa nuestra, que es el conocimiento intelectual, el intercambio de ideas, el mutuo aprendizaje.

Tratamos con nuestro esfuerzo de ayudar en la lucha contra las enfermedades mentales que azotan a niños, jóvenes, adultos y viejos, que los atacan devastadoramente impidiéndoles el uso de sus facultades mentales en diversos grados, llegando en ocasiones hasta nulificarlos. Que les impiden el goce de la naturaleza, del arte, de su trabajo, del convivio social, de la familia, de sus hijos, y que también les obscurecen las facultades creadoras y de sublimación de sus impulsos. En resumen, como lo dice Freud, cuando se está enfermo, se está incapacitado para el amor y para el trabajo, siendo estos los principales motores del quehacer humano.

Sabemos que las enfermedades de la mente están a la orden del día, son uno de los principales retos de la humanidad, en el mundo más del 50% de las camas hospitalarias están ocupadas por enfermos mentales y son insuficientes. En Nueva York recientes estudios indican que uno de cada cinco de sus habitantes necesita de inmediato necesita atención psiquiátrica: en México, D.F. las autoridades nos indican que la proporción es de uno de cada cuatro, y no se ven las posibilidades de que esto mejore; un estudio realizado por el Hospital John Hopkins de E.U.A. concluye que el 60% de los pacientes que concurren a consulta externa padecen enfermedades psicosomáticas y lo mismo piensan los médicos del Instituto Nacional de Nutrición de nuestro país.

Si seguimos observando vemos que en el mundo sigue imperando lo irracional, la ignorancia, la estupidez; las decisiones trascendentes a todos los niveles, en su mayoría se toman por impulso sin razón, por egoísmo, donde impera lo individual contra lo universal y en donde se destruyen los principios de solidaridad humana. En pocas palabas, seguimos regidos por lo infantil, lo inmaduro, lo primitivo, lo autodestructivo, personal y colectivo. Ejemplos de lo anterior hay muchos: a nivel político el egoísmo, lo irracional, lo antisocial, lo enfermo, han determinado en muchas ocasiones las decisiones de los dirigentes con trágicas consecuencias,  entre otras las guerras, los campos de concentración, los refugiados, las muertes, los niños abandonados, etc. También lo vemos en las discriminaciones, humillaciones y pisoteo de los derechos humanos a que son sometidos los individuos que viven bajo regímenes despóticos y policíacos, el colmo ha sido el uso de la psiquiatría para la racionalización de la condena de los oprimidos como ocurre en la Unión Soviética y algunos otros países. El problema se ve tan alarmante que en los E.U.A., y en Inglaterra se ha propuesto el examen mental obligatorio de todos aquellos que tienen que hacer grandes decisiones políticas.

En las Universidades Estatales constatamos la declinación del ambiente académico y crítico constructivo, la egresión de funcionamiento a niveles de pandillerismo y la toma de resoluciones estrictamente académicas en asambleas donde grupos de poder encabezados por líderes sociópatas se disputan las áreas de influencia y dinero sin importarles la misión suprema de la casa de estudios como guía y generadora de conocimiento.

La familia también es afectada por la mala salud mental de sus miembros, la violencia es frecuente; las esposas, los esposos y los niños golpeados están a la orden del día. Los padres que abandonan, o las madres que impiden la maduración  psicológicas de los niños por sobreprotección abundan, así como también  los que los someten a continua tensión mental, con intolerancias exageradas, mensajes contradictorios, inconsistencias o deman das imposibles de satisfacer. Todo esto contribuye al desarrollo de las enfermedades mentales en sus hijos, los cuales a su vez cuando mayores harán lo mismo con su propia familia, cerrando un círculo vicioso fatal.

La lucha contra las enfermedades mentales es tan vieja como el hombre mismo y se ha enfocado de acuerdo a las capacidades de conocimiento del hombre en cada momento, y así tenemos que ha ido desde la magia y la hechicería hasta el conocimiento científico y congruente aún cuando todavía limitado con que contamos hoy. Este se nos presenta en tres campos en general, el orgánico con la genética, bioquímica, farmacología, etc.; el social que comprende las vicisitudes sociales que coadyuvan a la generación de la enfermedad y finalmente el psicológico que es donde repercuten positiva o negativamente las acciones de las dos anteriores, teniendo también sus leyes de organización y funcionamiento, que cuando son violadas generan la anormalidad.

Dentro de este último campo es donde más avances se han hecho y fue Freud el pionero que le encontró sentido al funcionamiento de la mente, la razón a la sinrazón del inconsciente, quien dio la explicación a los actos fallidos, los sueños, los síntomas, la enfermedad mental, y creó el psicoanálisis como sistema de tratamiento. Su vida de estudio, de honradez científica y de humildad ante la inmensidad de lo desconocido es y será ejemplo a seguir. El estableció todo un conjunto de conocimientos que es la teoría psicoanalítica y plantó las semillas para las futuras investigaciones al respecto. A la fecha, el psicoanálisis no solo ha generado las inquietudes para obtener más conocimiento, sino que ha dado cabida al desarrollo de nuevas técnicas de tratamiento como la psicoterapia psicoanalíticamente orientada, la psicoterapia de juego, la psicoterapia de grupo, etc., siendo inmenso el número de personas que se han beneficiado, que han encontrado sentido a su existencia, que se han salvado de un suicidio, que han trabajado mejor y han podido usar sus capacidades creadores, que se han entendido mejor con sus semejantes y que sobre todo han dado un trato normal y de adecuada compañía a sus hijos.

No obstante el panorama consolador antes mencionado, vemos que las cosas no han ido y no van como debieran y pudieran, el movimiento psicoanalítico que fundó Freud ha sido en ocasiones detenido, tergiversado y mancillado, no sólo por fuerzas externas como él mismo lo notó sino por muchos de sus propios miembros quienes no han estado a la altura de las circunstancias. Se han olvidado de las metas altruistas de la ciencia que él nos dejó, para perseguir las personales, egoístas y mezquinas, su ejemplo de sobriedad y rigor científico lo han transformado en cientificismo, sus ideas en ideologías y las emociones en conocimiento. Aquí no estamos hablando de estos miembros en sentido estrictamente personal, sino también  como miembros de la comunidad psicoanalítica lo cual tiene serias consecuencias en lo social.

Un ejemplo de lo anterior es la Asociación Psicoanalítica Internacional que ha cumplido pobremente con sus propósitos de encauzamiento de sus miembros al mutuo aprendizaje, hacia la formación de un frente común activo, coherente e inteligente contra las enfermedades mentales. Se ha rigidizado, no ha dado cabida a nuevas ideas, otros enfoques de los problemas que le conciernen, no ha fomentado la comunión de ideas, se ha exclusivizado y convertido en foro para el uso de solamente una pequeña porción del movimiento psicoanalítico universal y de unas cuantas gentes que se creen infantilmente poseedoras de toda la verdad y con los poderes para definir lo bueno y lo malo, además se abrogan el derecho de inmiscuirse en la vida privada de sus miembros y emitir juicios al respecto, violando de esta forma el derecho de todo individuo a su intimidad. Como si lo anterior fuera poco, esa Asociación Psicoanalítica dando más muestras de desatino recientemente prohibió a sus miembros asistir al Forum Psicoanalítico Internacional efectuado en Berlín y la señorita Anna Freud evidentemente descontrolada, se disgustó muchísimo, porque se había expuesto un retrato de su padre para rendirle homenaje en el evento.

Los resultados negativos de estas irregularidades los vemos a nivel general y particular en el movimiento psicoanalítico, en el primer caso ha conducido a su disgregación, disolución de fuerza, desprestigio y así tenemos la separación y formación en el mundo de innumerables grupos con su respetivo instituto de enseñanza, trabajando la mayoría de las veces solos, con escasa comunicación entre sí, y sin cohesión ni fuerza dentro del ámbito psicoanalítico general, o a veces tratando de reunirse en una organización sobre bases más realistas, sólidas y morales para recobrar la posición de prestigio y aporte social que inicialmente tenía el movimiento, pero en forma tímida y titubeante por temor a otro fracaso. Nosotros creemos que esto último con el tiempo se superará y se consolidará una agrupación apta para sus objetivos y su tiempo, que una a todas las personas, ya que constituye  la inmensa mayoría de todos los analistas y estudiantes en la actualidad. En cuanto a lo particular vemos los resultados de esta aberración a todos los niveles en los diferentes países del mundo y aquí en México somos testigos de lo mismo y también observamos el descontrol de los estudiantes, profesionistas y público en general, ante la proliferación de grupos analíticos, de las posiciones doctrinarias y demagógicas de los que son respaldados por la Asociación Psicoanalítica Internacional y el advenimiento a este grupo de gentes oportunistas sin escrúpulos como consecuencia del caos sembrado por esos irresponsables.

Como resultado de todo lo anterior y queriendo algo mejor y digno, nuestra Sociedad fue formada como muchas otras en el mundo, con el ideal de trabajar armoniosa y sanamente en la lucha contra las enfermedades mentales guiados por los principios freudianos de estudio, enseñanza, investigación y servicio a los demás, y en la medida de nuestras posibilidades poner orden en el desorden, la razón en la sinrazón, la inteligencia entre la ignorancia, y evitar caer en los problemas del pasado, también queriendo compartir conocimientos con todos aquellos que así lo deseen y en el futuro pertenecer a una organización internacional idóneas, sin restricciones y sin ideologías.

Por lo tanto, quiero decir que todos nosotros hemos contribuido importantemente a estos objetivos, lo cual se demuestra por lo vigoroso de nuestro Instituto, el aprendizaje de nuestros alumnos, los incipientes programas de investigación que realizamos, las reuniones científicas de la cual ésta es una de ellas y que esperamos nos resulte lo más satisfactoria posible.

Por todo lo anterior, quiero patentizar mi agradecimiento a todos los que en alguna forma han  participado en nuestras actividades, a cada uno de nuestros alumnos que también ayudaron en la organización del Congreso y en especial también mi admiración y cariño a mis compañeros fundadores de esta Sociedad y también miembros de esta Mesa Directiva, sin los cuales yo no podría llevar a cabo la honrosa tarea que me encomendaron.

Muchas gracias a todos.