Importancia de la Función paterna en la Psicodinamia Femenina

Autor: Claudia Rule

La importancia del rol del padre se ha ido reconociendo poco a poco como ocupante de una posición central en la vida del niño desde que nace. Se ha visto que más allá de ser simplemente un facilitador y mediador en la relación madre-hijo/a, el padre tiene una influencia diádica en el desarrollo de la personalidad del niño/a. Algunos teóricos han señalado que la relación padre-hija, no cobra importancia hasta que la niña entra al Edipo. Otros hablan de que las funciones y vínculo paterno se establecen en la etapa pre-edípica y su ausencia afecta de diferentes formas en el desarrollo de la niña. El potencial del padre de generar contribuciones positivas y de ayudar en el desarrollo de un sentido de self en el niño, se entiende cada vez mejor, lo que contribuye clínicamente al trabajo psicoanalítico.   (Liebman, S.J, Abell, S.C, 2000)
En la teoría clásica encontramos que el padre cobra importancia en el desarrollo femenino hasta que entra en la etapa edípica. Freud veía la angustia de castración y el sentimiento de  vergüenza de la niña, en relación a su falta de pene, lo que provoca que la niña cambie a la madre como objeto de amor, por el padre. Al final de la fase pre-edípica donde la niña está ligada a la madre, comienza a aparecer, un fuerte impulso por alejarse de ésta como reproche porque su madre no le dio un pene y la puso en desventaja en el mundo. Alejarse de la made trae consigo hostilidad; el vínculo pre-edípico con la madre, termina en odio. La niña se siente enojada y decepcionada de la madre, siente que no le dio un pene por falta de amor. El cambio de objeto se da, porque la niña espera que el amor del padre (más concretamente, el hijo del padre) compense su carencia. Es en esta etapa edípica, que se gesta el más poderosos deseo femenino, el de tener un hijo, en especial varón, quien traerá consigo el tan anhelado pene. (Ogden, T.  1987)
“Desde hace tiempo, dejo de parecer lógico que las mujeres centren toda su conducta sexual y su desarrollo psicosexual en la carencia o no de un órgano que pertenece a otro espécimen, que si bien es su pareja, no es ella misma. La clínica tampoco corrobora tal aseveración de que en la mujer la conflictiva tenga por núcleo la angustia de castración” (Gonzalez, A. 1980). Al respecto se ha teorizado mucho después de Freud. Sin embargo, en este trabajo sólo se hablara sobre “el cambio o no de objeto” y la aparición del padre en la vida de la niña, lo que ayudará a definir la importancia del padre en el desarrollo psíquico de la mujer.
Hay una tendencia en nuestra sociedad, en que el rol de padre va tomando cada vez más un papel activo en la educación de los hijos. “Paternaje” puede ser definido como la suma de cuidados, protección, cariño, guía y aceptación por parte del padre hacia su hijo/a. También es su disponibilidad para darle amor y ser al mismo tiempo objeto de amor: ser admirado y permitir ser usado como modelo de identificación y formación superyóica (Leonard, M. 1966). Estas funciones deberán estar presentes desde el nacimiento (que se van gestando desde el embarazo). Las niñas necesitan durante el periodo pre-edípico un padre que sea: cuidadoso, constante y que este en sintonía con su hija. Al ser un padre accesible durante esa etapa, podrá la niña entrar exitosamente a la etapa edípica de tal forma que sea mas fácil la resolución de este conflicto.
Durante mucho tiempo se falló en reconocer la importancia del papel  del padre en el periodo pre-edípico. La niña está inicialmente ligada a su madre, a quien va internalizando poco a poco. En la medida en la que la niña va madurando sus capacidades cognitivas y perceptuales, comienza a ver las barreras que la diferencian de su madre, entonces comienza a ser capaz de interesarse por otros, fuera de la órbita simbiótica. En este punto se cree que ya es capaz de relacionarse con su padre, considerado por muchos teóricos el “primer otro” o “primer extraño”.
SusanSpieler dice que el padre no es un extraño y que la niña se da cuenta, se interesa y comienza a hacer representaciones mentales de ambos padres de forma concurrente y no secuencialmente. Esto implica que en los primeros años de vida ella no sólo requiere cuidados, aceptación y cercanía de la madre, sino también del padre. Esto permite a la niña un vínculo seguro con ambos géneros, los cuales servirán como prototipos de las relaciones que tendrá la niña con hombres y mujeres a lo largo de su vida.
Si en esta primer relación cercana con un hombre (su padre), encuentra la niña que esta disponible, es confiable, cariñoso y se logra conectar  con ella, adquirirá una representación mental completa, relista y predominantemente buena. Con esta condición dada será más fácil que ella se sienta segura de dirigir su nuevo erotismo edípico hacia él, para entrar a la etapa del complejo de Edipo positivo y posteriormente resolver el conflicto (Spieler, S. 1984).
Spieler, cita algunas investigaciones que se han hecho para comprobar que el padre comienza a existir para la niña desde muy temprano. Según la teoría del apego de Bowlby, los niños muestran un apego primero con las madres que con los padres, sin embargo en una investigación se descubrió que desde etapas tempranas los bebés muestran apego a ambos padres”. De acuerdo con Spitz, la sonrisa es una respuesta al reconocimiento temprano de la madre, la cual se observa también con el padre. Por otro lado, Abelin pudo comprobar que el apego al padre ya se podía observar desde la fase simbiótica, ya que la respuesta de los bebés hacia este y los hermanos era de emoción y alegría.
Es importante mencionar que la cantidad de tiempo que el padre invierte en la relación con su hijo/a influencía la intensidad del nivel de apego que se tiene con el bebé. Por lo que se concluyó que el padre no es experimentado como un extraño a los 8 meses. Contradiciendo así, la teoría de que el padre es el “primer otro” que aparece en el Edipo y con ello la concepción del “cambio de objeto”. En estos estudios Abilin también demostró que la participación del padre durante la alimentación del bebé, es un facilitador para que se establezca la representación de un objeto parental buena en la etapa pre-edípica.
Si un padre cumple con sus funciones: Ayuda en la separación-individuación, contribuye a la formación del núcleo de la identidad de género, colabora como amortiguador/regulador emocional (Emotional Buffer) y promueve el desarrollo del yo.
Es importante mencionar que Mahler, la responsable de atraer la atención hacia la relación madre-hijo en la etapa pre-Edípica, identificándola como el primer organizador psíquico. También reconoció el papel del padre como importante pero secundario. Ella dice que el padre al revés de la madre, entra a la consciencia del niño desde el mundo externo, es por esto que el padre puede asumir una posición de apoyo y poco ambivalente durante el periodo de separación-individuación. Como representante del mundo externo, el padre tiene un papel único, para ofrecerle a la niña una importante alternativa diferente al re-engolfamiento y la simbiosis regresiva con la madre. El origen extra-simbiótico del padre lo convierte en “el príncipe azul” ante los ojos de su bebé, una figura descontaminada con quien la niña puede divertirse y jugar.
Abelin, siguió el trabajo de Mahler y dijo que el padre es el primer representante del mundo NO-MATERNO. Al mismo tiempo, el padre está fascinado con su hijo y funciona como un vehículo que dirige a la niña hacia el amplio mundo de personas y objetos fuera de su madre. El padre como pareja de la madre, debe de apoyar el proceso de separación-individuación al minimizar el impulso que la madre pueda tener por mantener el vínculo simbiótico con su hijo mas allá de los límites normales. El padre al mantener un ambiente de cariño y apoyo también sostiene el proceso de separación al reducir la ansiedad de la madre. Esto es de suma importancia porque un niño que perciba excesiva ansiedad por parte de su madre, le será difícil sentirse seguro para dejar la simbiosis.
Mas allá del importante papel que juega el padre en el proceso de separación-individuación, las investigaciones psicoanalíticas de Abelin, han apuntado hacia la importante influencia que tiene el padre en el establecimiento del núcleo de identidad de género en la niña. Se dice que la identidad de género se establece antes de lo que se creía. Según Blos ésta se puede establecer en el periodo pre-Edípico. “Sin embargo, esta concepción deja de lado mucha de la teoría clásica psicoanalítica en cuanto al desarrollo psicosexual. Abelin propone que la identidad de genero puede darse sólo en el contexto de una coalición triádica: padre-madre-hijo, con lo cual muchos otros no están de acuerdo.
El padre también es ideal para facilitar la organización y modulación de los impulsos agresivos de la niña. Uno de los factores más claros en cuanto a la presencia del padre en casa, es la capacidad de la niña/o para tolerar mejor la frustración. El desdoblamiento de impulsos agresivos no es experimentado como amenazante para el padre, éste es capaz de ayudar al niño/a a controlar y dirigir estos impulsos de tal forma que los puede expresar pero sin destruir. Bliant sugiere que el padre juega un papel crítico al actuar como regulador neutral de la expresión de los impulsos agresivos de su hijo/a. El niño/a se siente más seguro de expresar abiertamente la agresión primitiva, ya que él esta fuera de la simbiosis materna, por lo que ofrece al niño un espacio neutral donde puede explotar en furia, con menor temor a la retaliación.
Un vínculo temprano con el padre, también juega un papel esencial en la maduración y autonomía de las funciones yóicas. El papel del padre también es fortalecer y ayudar al desarrollo del yo. Abelin le da una importancia especial a la relación del padre con su hijo/a durante la subface de diferenciación en la que el padre también alienta al niño hacia una conducta exploratoria y ofrece oportunidades de identificación. Los padres también cuentan con un papel más juguetón, lo que ayuda al desarrollo físico y mental de los niño/as. Por otro lado, si la madre no esta pudiendo cubrir las necesidades afectivas del niño/a por algún motivo, el padre puede entrar como una figura que cumple funciones maternas.
 
CUANDO FALLAN LAS FUNCIONES PATERNAS
La ausencia del padre o de sus funciones en la etapa pre-edípica o edípica provoca que la niña sufra de una “deficiencia en el desarrollo” y de una “ausencia en la realidad Edípica”. Las niñas que tienen padres que no participan o no cumplen con sus funciones, tienen características similares a aquellas que no tienen padre. Cuando un padre está ausente, o falla en participar, la niña carece de la oportunidad de integrar los fragmentos de la experiencia  en la relación con él, como una representación mental completa y realista. Mientras que su presencia y cercanía facilita el proceso de integración e internalización.
Si la percepción del padre (por ausencia física o emocional) esta fragmentada o escindida, pueden suceder dos cosas:
1) La niña tendrá miedo de entrar a la etapa Edípica. Como resultado de esto, permanecerá en un vínculo pre-edípico con él y con la madre.
2) Puede entrar a la fase Edípica pero amando y odiando o temiendo a su padre. Esta escisión funciona como defensa para no tener que entender el porqué su padre no está pudiendo contener sus deseos Edípicos. Si esta distorsión o escisión no se resuelve, es probable que esta niña llegue a ser mujer con un expectativas poco realistas de los hombres, ya sea despreciándolos o idealizándolos, lo cual entorpecerá sus relaciones de pareja.
Cuando el padre no está presente durante la etapa pre-edípica, las niñas tienden a compensar esa pérdida al mantener su existencia mediante la fantasía. Esto es debido a que la niña en esta etapa si tiene una necesidad específica de tener al padre cerca. Si esta ausencia persiste, la niña se quedará con una imagen distorsionada de la figura paterna. Las fantasías que se gestan bajo estas circunstancias son: padres idealizados o punitivos (crueles) o ambos. Ante la ausencia de padre, las niñas tienden a crear fantasías maravillosas de ellos, de tal forma que los mantienen vivos. La fantasía del padre pre-Edípico idealizado se revela, no como el padre-sexual-amante (fase Edípica), sino como un hombre fuerte, poderoso, glorioso, un padre-presexual-protector. Con esta representación, la niña busca reparar sus heridas narcisistas y tener un sentido de valor. Es difícil que las mujeres con esta ausencia se experimenten como dignas de ser amadas, deseables o valiosos para los hombres. Necesitan el amor del padre o una representación mental completa y realista de un padre para que puedan reconocer el amor de otro hombre.
Las mujeres que tienen un padre que fallo en cumplir con sus funciones, siempre van a sentir un “anhelo por el padre” y pasan por etapas de depresión y duelo debido a esta carencia. Estarán en busca constante por el padre idealizado (ya que lo más lejano es lo más idealizado), el problema es que todos los demás se quedan cortos frente a este hombre irreal. En algunos casos se busca la identificación con el padre para sentirlo más cerca, de tal forma que se pueden observar conductas “marimachas” o homosexuales. Al mismo tiempo puede haber una continuación de la relación pre-Edípica con la madre compuesta de actitudes anales y orales. Que incluyen: dependencia, omnipotencia, pensamiento mágico, etc.
Por otro lado, la constante falta de atención es experimentada como un rechazo, o el rechazo puede ser real por parte del padre: esto es destructivo para el sentido del auto-estima que viene del saberse amado y admirado por un objeto. Al mismo tiempo, la ausencia del padre, impide una competencia real con la madre, por lo que se vuelve más difícil deshacerse del vínculo pre-Edípico. Así pueden persistir las actitudes narcisistas pre-Edípicas.
Finalmente, es muy importante que los padres tengan resueltos sus propios estadios Edípicos y pre-Edípicos, porque de no ser así, les será mas difícil cumplir con sus funciones. Sin duda es difícil alcanzar un paternaje adecuado, pero un hombre maduro, que ha resuelto sus conflictos Edípicos y que tiene una buena relación de pareja, será capaz de ofrecerle a su hija un amor desexualizado en las etapas cruciales de su desarrollo.
Cabe mencionar, que si una madre no es capaz de servir a su hija como objeto transicional entre ella y su padre (gracias a las representaciones de su propio padre y su propio Edipo), aunque el padre este disponible, será difícil que la niña entre en esta etapa satisfactoriamente.
 
Bibliografía
• Liebman, S.J. And Abell, S.C. (2000).The forgotten parent No mor: a psychoanalytic reconsideration of fatherhood. Psychoanalytic psychology 17:88-105
• Ogden, T.H. (1987). The transitional Oedipal Relationship in Female Development. International Journal of Psycho-Analyisis 68:485-498
• Spieler, S. (1984). Preoedipal girls need Fathers. Psychoanalytic Review 71:63-80
• Leonard M.R. (1966). Fathers and Daughters-The significance of fathering in de psychosexual development of de Girl.International Journal of Psycho-analysis 47:325-334.
• Gonzalez A. (1980). El complejo de edipo en la niña. Gradiva no. 2 vol. 1 23-27.