Impacto del género en la transferencia erótica

Autora: Gloria Fernández

 

 

Quienes estamos abocados a la práctica psicoanalítica, reconocemos la transferencia como un concepto fundamental en el análisis. Pienso que la delgada línea que existe entre crear un puente hacia el mundo psíquico del paciente, también puede verse combatida por una cualidad resistencial que nos aleje de él. Es decir, que dependiendo de su manejo, la transferencia podría poseer tanto una condición de servicio al tratamiento, como de carácter opositor.

Tal y como lo plantea Greenson “Los mayores progresos en la técnica psicoanalítica proceden de los capitales descubrimientos que hizo Freud (1905c) del doble poder de la trasferencia, que es un instrumento de valor insustituible y la fuente de los mayores peligros” (Greenson, 2004, p. 158)

Se dice que la transferencia es necesaria para que exista un análisis verdadero, pues sin ella no hay cura, también, es importante reconocer que puede brotar bajo distintas manifestaciones. Una de las más comunes y en la que me enfocaré en este trabajo, es la erótica.

Principalmente, está el hecho de que en el espacio analítico el paciente encuentra un lugar en el que es escuchado de manera distinta que en cualquier otro lugar, en el que además existe una búsqueda genuina de su bienestar por parte de los dos involucrados. Es un espacio en el que, el analizando, se convierte en el centro de atención sin tener que compartir con nadie más a la figura de escucha y en el que; la neutralidad del analista, busca promover en el paciente la confianza de no estar siendo juzgado, sino entendido. Bajo estas consideraciones, no es tan difícil imaginar por qué el sujeto en análisis puede llegar a confundir las circunstancias del tratamiento con sus propias motivaciones inconscientes, surgiendo así, la transferencia erótica.

En 1911 y 1913, Sigmund Freud, en Puntualizaciones sobre el amor de transferencia, habla de cómo un analista primerizo puede caer en preocupación por las dificultades que brotan a partir de las interpretaciones y la tarea de reproducir lo reprimido, y que sin embargo, irá aprendiendo a habituarse a las dificultades para darse cuenta de que las más serias son las que surgen en cuanto al manejo de la transferencia. En este mismo artículo, explica como en la transferencia erótica emergen sentimientos de amor y de deseo sexual hacia el analista, lo cual de muchas maneras, puede llegar a expresarse como una resistencia debido a que el paciente tiende a dirigir toda su atención a ello, dejando de lado otro tipo de material valioso para su análisis.

Tal parece que cuando el paciente se da cuenta de dichos sentimientos, puede ocurrir que hable de ellos desde que fueron apareciendo o que le tome cierto tiempo atreverse a decirlo. El analista también puede o no haberse dado cuenta antes de que el paciente siquiera lo exprese abiertamente y considero que dependerá de la situación específica del tratamiento la manera y el mejor momento para abordarlo.

Esta situación tiene sus lados penosos y cómicos, y también sus lados serios; además, es tan enmarañada y de condicionamiento tan múltiple, tan inevitable y de solución tan difícil, que su estudio habría llenado una necesidad vital de la técnica analítica” (Freud, 1911-13, p. 163)

Me parece que lo más común es que este tipo de transferencia implique el intento de pausar el trabajo analítico en el que se detienen las asociaciones del paciente a través de la demanda de romper el vínculo entre analista y analizando para pasar al intento de sostener otro tipo de relación. A pesar de que en la consciencia del paciente este intento pueda parecer un deseo genuino, el trasfondo está en que nos detengamos a pensar en la obstrucción que posiblemente implica para el tratamiento. Por lo cual, en su carácter de resistencia debería ser tratada como tal y señalada en forma y tiempo oportuno.

Lo que sabemos es que la transferencia no da cuenta del género del analista, sino que por el contrario, esta se dará por, y a pesar de ello. A fin de cuentas, el analista llega a representar más allá de un género sexual y será depositario de fuertes sentimientos que en algún momento fueron dirigidos hacia las figuras originarias. Por desplazamiento, el analista puede llegar a ser el padre, la madre, un hermano, hasta la misma proyección del paciente. No obstante, parece existir una posible influencia tanto por el género sexual del analista como el del analizando para promover o frenar distintos fenómenos. Pues pienso que el hecho de que sea hombre o mujer no lo es todo, pero si puede precipitar reacciones transferenciales o traer resistencias anticipadas. Valdría la pena preguntarnos por el tipo de representación que el sujeto en análisis ha concedido a cada género y como se relaciona a partir de ello.

He llegado a pensar que en algunos casos, el paciente podría desarrollar una resistencia durante el tratamiento, a confiar en la capacidad del analista, debido a la idea de que por sus características biológicas, carece o cuenta con cualidades que lo convertirían en alguien más habilitado para escucharlo, entenderlo y ayudarlo.

El hecho de que, tanto paciente como analizando, sean del sexo opuesto, podría ser una de las razones facilitadoras para que se generen sentimientos de amor debido a que existe una mayor disposición a verse atraído por el sexo opuesto de manera consciente, en contraste con la disposición a admitir sentimientos de tipo homosexual hacia el otro. Claro está que en pacientes homosexuales, podría darse con mayor facilidad cuando el analista es del mismo sexo.

Uno de los puntos que también creería importante mencionar, es el de la contratransferencia del analista frente a los intentos del paciente de modificar la relación analítica. Al igual que la transferencia, me parece que las reacciones contratransferenciales pueden ser diversas y ajustadas a la idea de que incluso con dos pacientes que desplieguen un mismo fenómeno transferencial, va a ser vivido de diferente manera por el analista respecto al paciente al que esté tratando.

Fenichel señala que: “No es fácil afrontar los innumerables y variados afectos con que los pacientes acribillan al analista, sin reaccionar afectivamente a ellos, sea consciente o inconscientemente. Las tendencias inconscientes del analista a expresar sus impulsos amorosos y hostiles no resueltos, reaccionando a la transferencia con una contratransferencia, deben, pues, ser eliminados por medio de un análisis didáctico” (Fenichel, 1945, p.45)

Encuentro fundamental que el analista lleve a cabo su propio proceso analítico, para que, como lo dice Fenichel, se elimine la parte de la contratransferencia que tenga que ver con uno mismo y lo que pueda llevar al analista a actuar sus propios impulsos. También creo importante marcar un límite claro en la relación analítica, pues dejar dudas o dar lugar a interpretaciones falsas del paciente, podría prolongar innecesariamente la presencia del vínculo erotizado.

Por otro lado, existen factores que influyen en la manera en la que el paciente despliega la transferencia en el consultorio. Al respecto, Gutheil (1989) menciona que los pacientes con trastornos limítrofes de la personalidad van a mostrar una mayor tendencia a intentar transgredir los límites terapéuticos buscando llegar al acto sexual. Mientras que Gabbard (1997) señala que, están los pacientes que tratan de evocar el erotismo del terapeuta en una búsqueda de la ternura materna.

Esta es una diferenciación importante, pues nos habla de la capacidad que tiene el paciente para llevar a cabo un proceso analítico. Con esta idea, podemos pensar que el neurótico va a crear una alianza de trabajo y reconocer la realidad aun cuando exista un desplazamiento en el analista. En cambio, para el paciente con un funcionamiento más primitivo, podría ser más difícil sostener un vínculo transferencial que permita establecer un continuo trabajo analítico. Buscamos discernir el nivel de intensidad que tiene como resistencia, pues ya en la práctica en el consultorio podemos notar que la forma y el motivo de una transferencia pueden variar de acuerdo al funcionamiento del paciente.

En lo personal, me parece que el género actúa un papel importante en el sentido de que, a pesar de que el psicoanálisis es una práctica que no se limita ante esto, sí puede facilitar que surjan resistencias y reacciones transferenciales de cierto tipo o con antelación. Por ejemplo, creo que puede llegar a ser más sencillo ver en una mujer a la figura materna, sin negar que es posible hacerlo también con un hombre. No es raro escuchar como muchas veces algunos pacientes al pedir referencias de analistas, llegan a especificar su deseo de que éste sea hombre o mujer.

En Tres ensayos de teoría sexual (1901-05), Freud habla de que no hay una masculinidad o feminidad pura; ya que todos presentamos una mezcla de nuestro carácter sexual biológico con rasgos del otro sexo, así como una unión de actividad y pasividad. Sin embargo, también menciona que el desarrollo de las inhibiciones de la sexualidad se cumple en la mujer antes y con menos resistencias que en el hombre; y que en ella parece existir una mayor inclinación a la represión sexual adoptando de preferencia la forma pasiva.

Me atrevo a pensar que también hay cierta influencia a nivel consciente e inconsciente debido a las implicaciones socioculturales. Considerando el rol de pasividad atribuido a la mujer, puede llegar a reflejarla con mayor vulnerabilidad haciendo que para una analista sea diferente experimentar la transferencia erótica con un hombre. Mientras que la situación de transferencia erótica entre el analista hombre y una paciente, puede mostrar una dinámica diferente basada en la percepción del rol activo de los hombres. Finalmente, el modo más decisivo en el que la transferencia erótica se despliegue, será basado en el nivel de funcionamiento del paciente y el manejo que el analista le dé.

 

Bibliografía

 

 

  • Fenichel, O (2009). Teoría Psicoanalítica de las Neurosis. México, DF: Páidos Mexicana.
  • Freud, S (1901-1905).Obras completas de Sigmund Freud. VolumenVII- Fragmento de análisis de un caso de histeria Tres ensayos de teoría sexual y otras obras. Buenos Aires & Madrid: Amorrortu editores.
  • Freud, S (1911-13). Obras completas de Sigmund Freud. Volumen XII- Sobre un caso de paranoia descrito autobiográficamente Trabajos sobre técnica psicoanalítica y otras obras. Buenos Aires & Madrid: Amorrortu editores.
  • Gabbard, G (1995). When the patient is a therapist: Special challenges in the psychoanalytic treatment of mental health professionals. Psychoanalytic Review, 82, 709-725.
  • Greenson, R (2004). Técnica y práctica del psicoanálisis. Buenos Aires: Siglo Veintiuno Editores.
  • Gutheil, T (1989). Borderline personality disorder, boundary violations, and patient-therapist sex: medicolegal pitfalls. American Journal of Psychyatry, 146, 597-602.