Mariana García

“Cuando el caminante canta en la oscuridad, desmiente su estado de angustia, mas no por ello ve más claro.” (Freud, 1926) 

La teoría psicoanalítica ha sido fuente de controversia desde sus inicios y ha generado polémica, no solo en el ámbito académico, sino que también en la cotidianidad. Pocas personas conocen o saben, a ciencia cierta, qué es la psicología y cuáles son sus diversas corrientes, no obstante, muchos tienen algún comentario sobre la teoría que Sigmund Freud desarrolló. En las aulas universitarias, cada vez menos alumnos y profesores se interesan en perseguir una carrera como psicoanalistas. El desinterés es notable y no sólo proviene por parte de los estudiantes, sino que diversos maestros alejan o excluyen de sus clases esta corriente. Escasean los profesores cuya formación es psicoanalítica y los que se formaron con otras corrientes retoman el tema, pero únicamente para mencionarlo como parte de la historia de la psicología. También, se escucha muy a menudo en el salón de clase, que es una corriente incomprensible, antigua y bizarra que le da pocas herramientas a los pacientes.  

Cuando un estudiante ingresa a la carrera de psicología, llega como una hoja en blanco, sin prejuicios o ideas preconcebidas y empieza a conocer las distintas corrientes que existen en la actualidad.  Algunos estudiantes se interesan por el humanismo, el cognitivo- conductual o alguna corriente más espiritista. Sin embargo, cada vez son menos los que se interesan por la corriente psicoanalítica y los que lo hacen se posicionan en una postura que les generará polémica sin importar en donde se encuentren, ya que surgirán muchos cuestionamientos al respecto como;  ¿por qué alguien va a enamorarse de su mamá o papá ?”, “¿para qué ir a un proceso psicoanalítico lento, es mejor ir a otro que sea más rápido?” , “Freud vivió en otra época y su teoría ya no funciona en esta .”, “para qué profundizar tanto, mejor cambia la conducta” , “para Freud todo es sexualidad” , “su teoría es interesante, pero tiene poca evidencia científica. Estos son algunos ejemplos de las diversas ideas que giran alrededor de la teoría psicoanalítica, y estas ideas pueden estar basadas en el desconocimiento que existe hacia dicha corriente.

Es evidente que el rechazo dirigido hacia la psicología y en especial hacia la teoría psicoanalítica ha existido siempre, pero este rechazo ha aumentado con el tiempo y esto lo podemos ver reflejado, no solo en los comentarios cotidianos y en las actitudes de los estudiantes o maestros relacionados, sino que  hoy en día, las universidades están asumiendo una postura rígida en la que el psicoanálisis quedó en el pasado, a diferencia del presente, en donde toman más en cuenta a otras corrientes que son más modernas, y por ende, consideran que funcionan mejor.

Al reconocer este fenómeno de rechazo hacia el psicoanálisis, es de suma importancia el abrir un diálogo analizando el porqué de este fenómeno. Nos debemos preguntar qué está pasando en este momento social que le está brindando tan poco espacio al psicoanálisis, dejándole así, mayor apertura a las nuevas corrientes psicológicas que han dejado a un lado los postulados psicoanalíticos. 

Para poder desarrollar este diálogo y discusión es relevante usar el  concepto de “modernidad líquida” que utiliza Zygmunt Bauman en su libro “Vida liquida”. En este libro el autor realiza un diagnóstico de la manera en que viven las personas en la sociedad moderna; cuáles son los valores principales y bajo qué preceptos se mueve el ser humano en la actualidad. “La sociedad moderna líquida es aquella en que las condiciones de actuación de sus miembros cambian antes de que las formas de actuar se consoliden en unos hábitos y en unas rutinas determinadas” (Bauman, 2005). Esta modernidad, en donde todo se derrite antes de ser fijado, ha llevado al ser humano a asumir una forma de vida en la que se debe de adaptar a los cambios constantes más que a la permanencia. El ser humano debe luchar con todas sus fuerzas en no involucrarse de manera excesiva con nada o nadie y debe desarrollar una forma de vida indiferente a los otros para así pasar de página más rápido y comenzar el nuevo capítulo de su vida.

El humano está en constante movimiento y la quietud se ha vuelto su mayor enemigo. La sociedad a su alrededor se mueve o desplaza a pasos casi inalcanzables, lo que provoca que las personas deban estar atentos a las novedades para así no ser excluidos del resto. “Las más acuciantes y persistentes preocupaciones que perturban esa vida son las que resultan del temor a que nos tomen desprevenidos, a que no podamos seguir el ritmo de unos acontecimientos que se mueven con gran rapidez, a que nos quedemos rezagados, a no percatarnos de las fechas «de caducidad», a que tengamos que cargar con bienes que ya no nos resultan deseables, a que pasemos por alto cuándo es necesario que cambiemos.” (Bauman, 2005). En esta realidad en la que la persona necesita adaptarse a cambios constantes de forma rápida, se genera una forma de vida en la que no hay espacio para la  reflexión y la pausa porque esto implicaría quedarse rezagados o estar desadaptados. El poder parar y reflexionar sobre uno mismo (algo tan importante para la práctica psicoanalítica) es poco práctico en la actualidad ya que nos atrasa en la carrera de los cambios.

Evidentemente el constante cambio que nos ha llevado a no poder consolidar objetos, ha provocado que el valor universal de la vida sea “la desechabilidad”, término acuñado por Bauman en el año 2005. Nada puede durar más de lo debido y esto , lo podemos ver reflejado en la rapidez con la que las personas desechan parejas, trabajos, amigos, proyectos, profesiones; hasta psicólogos. La rapidez y poca constancia en la vida y en los objetos, provoca que el ser humano aprenda a desprenderse de forma rápida, sencilla y sin dolor de ellos  para poder tolerar tantos cambios. Sería una tarea inhumana encariñarse con todas las personas a nuestro alrededor cuando estas las dejaremos de ver al año siguiente. 

La modernidad líquida nos sirve como analogía para comprender en dónde estamos parados. En una sociedad con poco tiempo, que vive en el presente y por el presente. Aquí hay poco espacio para las pausas, la elaboración y la posibilidad de constancia. En esta sociedad; ¿en dónde cabe el psicoanálisis? Suena descabellado proponer a un habitante de la sociedad líquida que tenga un proceso psicoanalítico porque, aparentemente, le servirá escasamente para adaptarse a la vida que lleva.

Byung-Chul Han (2021) en su libro “La sociedad paliativa” nos presenta otro fenómeno actual que nos permite, a su vez, comprender el poco espacio que existe para un proceso psicoanalítico. En la sociedad actual, no hay espacio para el dolor. “Impera una fobia al dolor, un miedo generalizado al sufrimiento” (Han, 2021) y por ello los humanos deben evitar a toda costa esta sensación. El autor menciona que para poder evitarlo debemos de crear una sociedad de la positividad la cual nos aleja de cualquier forma de negatividad. No hay espacio ni tiempo para vivir un padecimiento y si se manifiesta alguno podemos utilizar la herramienta de la positividad.

Esta sociedad de la positividad, que busca librarse de la negatividad a toda costa, ha impactado en muchos ámbitos y uno de ellos es en las teorías psicológicas. “Incluso la psicología obedece a este cambio de paradigma y pasa de la psicología negativa como “psicología del sufrimiento” a una “psicología positiva” que se ocupa del bienestar, la felicidad y el optimismo” (Han, 2021).  Además, la psicología positiva enfatiza en el término “resiliencia” como un término moderno que se utiliza de sobremanera en la práctica psicológica. Es por ello por lo que, parece ser que, los psicólogos actuales están obsesionados con este concepto, adaptando así a sus pacientes a esta realidad meramente positiva generando sujetos capaces de rendir, insensibles al dolor y continuamente felices.  

La modernidad líquida y la sociedad paliativa en la que vivimos, han provocado que corrientes como la psicología positiva emerja y aumente en popularidad. Es importante describir los principales postulados de la psicología positiva para poder continuar entendiendo qué sucede hoy en día. La psicología positiva es una de las corrientes psicológicas más modernas ya que fue fundada en el año 2000 por Martin E. P. Seligman y Mihaly Csikszentmihalyi cuando publicaron un artículo llamado “Positive Psychology, an Introduction” en la American Psychological Association en enero del año 2000. Estos autores en su texto “Positive Psychology, an Introduction” como primer argumento mencionan que desde la segunda guerra mundial la psicología se ha vuelto una ciencia enfocada en curar. Martin E. P. Seligman y Mihaly Csikszentmihalyi argumentan que la psicología, por mucho tiempo, se ha concentrado en reparar los daños dentro del modelo de funcionamiento humano basado en la enfermedad. Para ellos, esta atención casi exclusiva a la patología descuida al individuo autorrealizado y a la comunidad que prospera. 

Para ellos, es necesario cambiar el foco del estudio de la psicología ya que, en vez de enfocarse en reparar las peores cosas de la vida, debería de enfocarse en construir las cualidades positivas del ser humano.  Además, Martin E.P. Seligman menciona que la psicología, a lo largo del tiempo, su investigación y estudio, se ha desviado de sus dos objetivos principales los cuales deberían ser mejorar la vida de todas las personas y cultivar a los genios más que en curar sus padecimientos.

La psicología positiva descarta la patología y hace una crítica diciendo que los psicólogos se han enfocado mucho en la enfermedad. Además, enfatizan en que la psicología debería de enfocarse más en la parte positiva del ser humano, dejando a un lado lo negativo, pero qué pasa con esta parte negativa del ser humano ¿Desaparece? Si el humano, actualmente, está en un constante movimiento, sin pausas algunas para reflexionar, difícilmente se enfrenta a lo desconocido. Lo más fácil sería acudir a una terapia de diez sesiones en donde se puede llegar a sentir una especie de magia motivacional para regresar rápidamente a la carrera de los cambios y al desprendimiento del dolor.  Si nos encontramos en una sociedad en la que sólo vivimos en el presente, para el presente y por ende en el placer inmediato. ¿Por qué vamos a pensar en el pasado o en el futuro? No hay tiempo, estamos saturados y por ende, ¿De que nos va a servir un psicoanálisis que necesita de tiempo? 

Por esta razón, los conflictos de la infancia, el estudio de los instintos, la compulsión a la repetición y el estudio de los sueños pasa a un segundo plano, algo lejano que no tiene sentido hoy en día. No hay tiempo para pensar o para pensarse, solo hay tiempo para cambiar, desechar y seguir disfrutando.

En este momento social; ¿en dónde cabe el psicoanálisis? Freud plantea una forma de terapia, y esta no se adapta a las exigencias actuales de rapidez, el aquí y el ahora, la felicidad como único fin terapéutico, el enfocarse en las fortalezas humanas más que en las debilidades y el evitar el dolor. El énfasis no está en “lo positivo del ser humano” sino en aquello que nos hace sufrir como seres incompletos. En la terapia psicoanalítica para poder curar se requiere de tiempo, esfuerzo, la posibilidad de pensar y pensarse, de mantener una relación terapéutica constante, de contactar con aquello que nos duele, de mirar hacia el inconsciente, de percibirse como una persona con fortalezas y debilidades, y de aceptar la realidad como es y poder disfrutar de ella tomando en cuenta y reconociendo sus dificultades.

A pesar de que la realidad haya cambiado y Freud haya estudiado una sociedad distinta a la actual, el psicoanálisis, sigue vivo y fuerte en muchos ámbitos. El ser humano puede negar sus partes negativas y vivir en la positividad, pero esto no lo liberará del hecho de ser un ser humano incompleto, que sufre en la realidad. Podrá estar en el consultorio del psicólogo positivo para cambiar sus pensamientos negativos por positivos y salir igual de triste, angustiado, sin entender por qué de sus emociones. “Cuando el caminante canta en la oscuridad, desmiente su estado de angustia, mas no por ello ve más claro.” (Freud, 1926). El ser humano podrá quitarse un poco de angustia desechando, cambiando y disfrutando lo más posible, pero esto no cambiará su condición de ser humano, en la que sufre por el hecho de estar incompleto. 

En el consultorio analítico, el psicólogo se puede enfrentar con pacientes que quieren estrategias inmediatas y que quieren resultados rápidos porque están corriendo en la carrera de la vida. Además, se puede observar que tienen poco tiempo y el poder liberar 45 minutos a la semana es casi imposible para ellos. El poder pausar significa asumir, adquirir y consolidar, lo que se contrapone a los valores de la vida líquida moderna y es por ello por lo que quizás el espacio analítico se vive como algo que ya está prescrito para su época. 

Freud estudió la patología ya que su objetivo era liberar al sujeto del sufrimiento que le provocaba la misma. El psicoanalista, a diferencia del psicólogo positivo, se enfrenta a la enfermedad cara a cara para así aliviar el dolor. Se asume el sufrimiento y se vive con el paciente lo que en el pasado fue doloroso para él. Para Freud el enfrentar la patología es la única forma de disminuir el dolor, no el cambiarla o transformarla generando pensamientos positivos.: “Es preciso que el paciente cobre el coraje de ocupar su atención en los fenómenos de su enfermedad. Ya no tiene permitido considerarla algo despreciable; más bien será un digno oponente, un fragmento de su ser que se nutre de buenos motivos y del que deberá espigar algo valioso para su vida posterior.” (Freud, 1914) Para el psicoanálisis (a diferencia de la psicología positiva) la patología del ser humano se acepta como parte de la personalidad de alguien que nos permite comprender a esa persona. No se vive como algo ajeno que se debe negar o transformar en algo positivo. 

Más que negar el dolor y la patología tratando de transformarla en algo positivo, el psicoanálisis lo acepta, lo asume y lo elabora para así disminuir el sufrimiento humano. El psicoanálisis sigue en pie ya que sus métodos más que hacer una cura “casi mágica” realizan una cura real, dentro de las posibilidades humanas imperfectas. A pesar de que la sociedad actual arroje a las personas a un mundo cambiante, rápido, sin constancia, sin dolor, sin futuro y lo anestesie con métodos terapéuticos rápidos; la condición que tenemos de humanos no se puede adaptar, tan fácilmente, a esta forma de vida. La realidad es que a pesar de las exigencias actuales de la vida en donde no podemos parar, pensar o sufrir, las personas no dejarán de tener síntomas insoportables que los llevaran a algún espacio en donde puedan pausar, sentir dolor y cuestionarse sobre lo que les está sucediendo. Esto es algo que el psicoanálisis ofrece y es por ello que a pesar del poco espacio que hay para esta corriente psicológica hoy en día nunca dejarán de haber personas que busquen un proceso como el que el psicoanálisis ofrece. 

En conclusión, el psicoanálisis es una corriente psicológica cuyos fundamentos pueden parecer absurdos o antiguos en la sociedad actual dado que hay un constante cambio y desecho hacia los objetos, personas, trabajos, amigos, etc. Este fenómeno, denominado vida líquida, en donde la realidad se diluye porque carece de estabilidad, ha ocasionado que las personas deseen tomar tratamientos psicológicos más sencillos, concretos y cortos en donde el objetivo no es aceptar y reconocer el dolor, sino que es reformular los pensamientos o dirigirlos hacia el positivismo (la psicología positiva). No obstante, es importante mencionar que el ser humano no puede ser reducido a un positivismo y, por ende, nunca dejará de buscar una solución más profunda a su dolor psíquico que no podrá encontrar en cualquier tratamiento psicológico y ahí es donde sigue cabiendo el psicoanálisis, ahí donde el humano busca entender su subjetividad más allá del momento social al que pertenece. 

Bibliografía

  • Bauman, Z. (2005). Vida liquida (3.a ed.). Paidós. https://es.scribd.com/document/396310611/Zygmunt-Bauman-Vida-Liquida
  • Freud, S. (1926) “Inhibición, Síntoma y angustia” Obras completas Tomo: XX Amorrortu editores. Buenos Aires & Madrid.
  • Freud, S (1914) “Recordar, repetir y reelaborar” Obras completas Tomo XII Amorrortu editores. Buenos Aires & Madrid.
  • Han, B.-C. H. (2020). La sociedad paliativa (1.a ed.). Herder. Recuperado de: https://es.scribd.com/read/563859915/La-sociedad-paliativa#
  • Lazarus, R. (2003). Does the Positive Psychology Movement Have Legs? Taylor & Francis, Ltd, 14, 93–109. https://www.jstor.org/stable/1449813
  • Seligman, M. E. P., & Csikszentmihalyi, M. (2000). Positive Psychology: an introduction. Positive Psychology: an introduction, 5–14. https://doi.org/10.1037/0003-066X.55.1