Alina Téllez 

“Los asesinatos espectaculares sirven a varios propósitos. entre otras cosas, contribuyen a producir un clima de miedo, una sensación general de inseguridad que las organizaciones criminales pueden aprovechar para dedicarse a actividades predatorias”. (Fernando Escalante Monsalbo, 2009).

Estamos en medio de una lucha de poder, impunidad, corrupción y nuevas formas de abuso de poder, es necesario que los profesionales de la salud mental podamos reconocer las conformaciones socioculturales en las que se enmarcan estas, tal vez, nuevas patologías y ver de qué manera nos toca trabajar con ellas. 

El “narcoterrorismo” y el terrorismo de estado tienen una misma consecuencia final, el trauma violento sobre la población en la que actúan. No solo en las víctimas directas que hayan logrado sobrevivir, sino también las familias de las víctimas y las víctimas circunstanciales de esta específica forma de violencia social.

Del mismo modo funcionó la exposición de 35 cuerpos de desaparecidos, sobre la glorieta de los Voladores de Papantla, en el Puerto de Veracruz en el 2011, que el asesinato de Regina Martínez, periodista veracruzana que investigaba a los ahora ex gobernadores Fidel Herrera Beltrán y Javier Duarte de Ochoa, sus relaciones con el cártel de los Zetas y la deuda pública del estado de Veracruz. Tienen el mismo fin de demostrar a la población quién tiene el poder, quién detenta el falo.

EL TERRORISMO

El diccionario de la lengua española define terrorismo como “m. Actuación criminal de bandas organizadas, que, reiteradamente y por lo común de modo indiscriminado, pretende crear alarma social con fines políticos”.

Rómulo Lander [Caracas, 2017] en su trabajo ¿Qué es la maldad y cuál es su origen? Propone que las “Carencias Originales”, carencias básicas y afectivas, producen detenciones y fijaciones en el desarrollo de la mente de esos niños carenciados en un nivel narcisista, que les impide la alteridad, el aceptar al otro y sus diferencias religiosas o políticas por ejemplo, y proyectan permanentemente su malestar en la representación mental de la figura del otro y la atacan para defender lo poco que sienten que les queda y que tiene que ver con su identidad.  

El término “Narcoterrorismo” lo promueven grupos conservadores estadounidenses así como organizaciones internacionales como la OTAN,  a sabiendas de las contradicciones y abusos de poder que han cometido, que buscan que las organizaciones delictivas Mexicanas, sean calificadas como narcoterrorismo, insurgencia criminal o narco guerrillas para poder atacarlas dentro del territorio mexicano sin ninguna restricción.

Pero la gran diferencia entre los narcos y los terroristas es la motivación, los terroristas tienen causas específicas como el independentismo, el separatismo, reivindicaciones de carácter político e ideológico, étnico o religioso. A los narcos los mueve el lucro, el dinero, el poder. 

EL NARCO

El narcotraficante, en su lucha por el poder, no destruye al otro por miedo, no en un principio, sino para demostrar poder. Elimina al enemigo, no porque piense lo contrario a él, sino porque piensa tan igual a él, que va a quitarle lo suyo, la plaza. “Te pareces tanto a mí, que no puedes engañarme” (Juan Gabriel, Ciudad Juárez, 1980).

El narco es de una estructura de funcionamiento perverso y que, según plantea Claude Balier (1999) “La perversión es una modalidad defensiva, relacionada con la angustia”. Explica que el “perverso”, el sujeto que ejerce la dominación sobre el otro, no tiene solo un objeto sexual, sino múltiples objetos a dominar. Y si tiene uno en específico, defiende su parafilia desde la superioridad que lo exime de culpa, lo justifica como un estilo de vida que tiene en particular porque las reglas no se aplican igual pues Él es especial y no existe el otro. (Balier, C. 1999.) 

Por otro lado, Paul-Claude Racamier ubica a la “Perversión narcisista” como una sobrevaloración narcisista que termina anulando al otro, dominándolo, pues en su “Imaginario arcaico de supervivencia” la apuesta es “yo o el otro”. Y anula al otro para volverlo un “objeto no objeto” Así evita la psicosis y la depresión. 

Winnicott (1965) nos ofrece el término de falso self, que le permite al sujeto no desintegrarse a sí mismo ante la destrucción del padre, por este triunfo enloquecedor sobre el amor de la madre. Así, el niño queda esclavizado a la constante negación de la castración por el incesto, esto promueve el culto al falo en el niño, simbolizado en el adulto en los múltiples objetos de la estética del narco, las camionetas lujosas, remodeladas, las armas largas de alto calibre y mujeres con cuerpos voluptuosos y “tunneados” también, como sus “trokas”, las “Venus de Sinaloa”, las buchonas. Mujeres de apariencia física totalmente opuesta a la figura de la madre, pero que, como ella, está dispuesta a servir y satisfacer sus necesidades narcisistas. La otra cara del imago. 

Pienso en un objeto materno de este narcotraficante, capo de la droga en México, una mujer, que por razones múltiples de la violencia estructural de la realidad mexicana, se queda sola al cuidado de su hijo. Pequeño falo nacido de sus entrañas, que cuál Huitzilopochtli, vengará las injurias cometidas contra ella, cuando crezca. Pero que hereda a sus hijos sus grandes “Carencias Originales” y heridas narcisistas propias.

Este imago del objeto materno parece ambivalente, a veces es una joven madre virgen rodeada de rosas y a veces La Santa Muerte, una grieta sobre la tierra hacia el vacío a la que todos volveremos. Una Coatlicue “la de la falda de serpientes”, la de los mil penes, como Medusa que en su cabello muestra los penes no castrados de “La Madre Fálica de André Green (1968), Coatlicue nos recuerda que todos vamos a morir, y la castración y la muerte de sus hijos, es su terrible derecho y goce. 

Jean Bergeret (1987), explica que dentro de la estructura perversa existe “Lo Siniestro” y lo expone como una “Construcción de la personalidad basado en un instinto violento” al que después se le unen pulsiones sexuales que, puestas al servicio de la violencia, termina siendo el principal motor de la sexualidad del perverso, el instinto violento y la pulsión sexual se confunden en una misma. 

Pero se necesita también poder llevar al acto estas “alucinaciones negativas” que plantea Balier, estas memorias que flotan entre el preconsciente y el Icc y que en un estallido de los límites entre el adentro y el afuera, se permiten salir, proyectadas en el otro, como un fantasma, con toda la carga de excitación del Icc, que se necesita para llevar a cabo el acto y encontrar sosiego. Cometer, finalmente, el crimen.

LOS GOBERNANTES

En el terrorismo de estado son los gobernantes los que someten a la población a violaciones de sus derechos, con el uso de las herramientas de poder, como las fuerzas públicas, las instituciones de seguridad, los juzgados y demás. Dominan al objeto desde su narcisismo omnipotente, donde los militares y policías son extensiones o fragmentos de sí mismo.

El capo, el narco, se siente capaz de negociar con gobernantes de diferentes niveles, de ofrecerles sobornos y tratos especiales o de amenazarlos con represalias y venganzas sangrientas para seguir construyendo su fortuna. 

Pero ¿qué pasa con el gobernante que lo recibe? Algunos parecieran, en el fondo, admirar al narco y su poder ilimitado. También de estructura narcisista sociopática, los gobernantes que abusan de su poder para dominar a su gente, no tienen límites a su ambición de poder y riqueza y no sienten remordimiento por el daño que causan a su población. Hacen una negación de todo lo relacionado al acto de corrupción o violencia, pero al ser sociopático, están más allá de eso, su narcisismo los exime de todo castigo, tienen es una profunda escisión en el yo, pues se presentan todos los días en actos públicos como si nada o pretendiendo hacerlo por el bien de su gente.

Los ejemplos que pongo como ejemplo fueron gobernadores del estado de Veracruz, entre el 2014 al 2016 uno después del otro. Los Zetas llegaron a Veracruz en ese tiempo y periodistas como Regina Martinez, Rubén Espinoza y otros tantos, investigaban los nexos del gobernador del estado y quien fuera su secretario de economía con los zetas y el lavado de dinero. Los dos fueron asesinados y las investigaciones no se relacionan con su trabajo periodístico.

Fidel Herrera, fué hijo de una madre soltera, y se dice que nunca supo quién fue su padre. Jarocho de Cosamaloapan, sus amigos le decían “El Negro”, y se dice que era conocido como el “Zeta 1”. Estudió derecho en la Universidad Veracruzana, en la UNAM y en Londres. Era muy generoso con los que menos tenían. Se ganó la lotería dos veces siendo gobernador y construyó grandes centros comerciales y fraccionamientos de lujo sobre terrenos ejidales junto al río. 

Javier Duarte, en cambio, nace en una familia acomodada, su padre, ganadero y empresario, muere en el terremoto del ‘85, dejándolo a él y tres hermanos varones al cuidado de su madre, que sostenía a la familia vendiendo tarjetas artesanales de bautizo. Duarte estudió economía en la Ibero, en Madrid, y en el Tecnológico de Monterrey. Llegó a ser secretario particular de Fidel Herrera, quien se convertiría en el padre que le hacía falta y Duarte, en el hijo pródigo. Bursatilizó el presupuesto del estado y facilitó la desregularización de trámites para abrir pequeñas y medianas empresas, en números, el estado pareció crecer en desarrollo económico, tiempo después se supo que eran empresas fantasmas por donde lavaba dinero del narco para campañas electorales locales y federales. 

EL EJÉRCITO Y LOS MILITARES INVOLUCRADOS

Es un tema que merece un capítulo aparte. Para ser reclutado exitosamente, al candidato a soldado, o policía de algún nivel en México, se le pide “Estar sano y apto clínica y psicológicamente para el servicio activo de las armas”. Se les realizan exámenes psicológicos con instrumentos evaluatorios aprobados por la Dirección General de Sanidad, buscando “estructuras de personalidad adaptativas para las exigencias del Sistema Educativo Militar”, en este caso así señala la convocatoria.

Y es que no todas las personas tienen las aptitudes para ingresar al ejército, por lo menos se necesita confirmar cierto grado, útil, de psicopatología. Obedecer órdenes sin cuestionarlas, poder disparar a matar a otro ser humano y a proyectar en el otro, por indicaciones de su superior, al enemigo a combatir.

Pero sabemos de casos de abusos de autoridad de los militares mexicanos como el de las mujeres de la sierra chiapaneca que fueron violadas tumultuariamente por un grupo de militares, que recorrían la zona para eliminar el narcotráfico. 

La OTAN misma y sus ejércitos en Bosnia y Herzegovina en 1995, en Kosovo y demás países de Europa del este, gastaron más de 40 millones de dólares al mes en la industria del sexo basada en la trata y explotación sexual de mujeres y niñas, en esos años que estuvieron “manteniendo la paz” en la región. Es hasta la cumbre de Estambul en el 2009 que la OTAN define la trata de personas como un delito, Aunque aún no está explícitamente delimitado ni han sido castigados los militares que consumieron dichos servicios, pues cada país interpreta la ley a su conveniencia

Sabemos, también, de fosas comunes en todo el estado de Veracruz, donde se encontraron los cuerpos de víctimas de “levantamientos”, en su mayoría mujeres jóvenes, algunas menores de edad, que desaparecieron a plena luz del día. Fosas ubicadas a unos metros de moteles donde los militares levantaron sus campamentos, en su “lucha contra el narcotráfico”. 

Los Zetas comenzaron siendo militares, fueron reclutados por el Cártel del Golfo como su brazo armado paramilitar y después de la lucha por la plaza contra el Cártel de Sinaloa, se dividieron para ser un cartel por sí mismos y tener su propia ganancia incursionando en la extorsión, el secuestro y el tráfico de personas y niños.

REFLEXIÓN

El narco, los gobiernos locales y las fuerzas militares, se coludieron para controlar el negocio del narcotráfico en la región del Golfo de México, las tres entidades que expongo en este trabajo coinciden en ciertos puntos de su psicodinamia, el narcisismo patológico, la paranoia, la perversión, lo siniestro, las pulsiones llevadas al acto y la poca empatía por los demás, la objetivización del otro.  

La realidad socio-política de nuestro país y del continente entero, se ve empañada por estas acciones violentas, de grupos que vorazmente destruyen el tejido social. 

Invito a mis compañeras y compañeros analistas en formación a que discutamos cuál y cómo podría ser nuestra participación tanto a nivel preventivo como a nivel terapéutico, en un tema que tiene tantas vertientes, tantas variables y que no es un tema fácil de poner en palabras. 

Bibliografía

  • Freud, S.; Inhibición, Síntoma y angustia, (1925-26); Obras Completas Vol. XX, Amorrortu Editores; Buenos aires, 1976.
  • Green, A., Sobre la Madre Fálica, Cap. IV, León Grinberg Compilador, (ed). Prácticas psicoanalíticas comparadas en las neurosis.
  • Winnicott, D.W.(1960) “Deformación del Ego en términos de un ser verdadero y falso” en El proceso de maduración del niño. Editorial Laia. Barcelona
  • Olmos, E., Terrorismo: una visión desde el psicoanálisis, 
  • Balier, C., Psicoanálisis de los comportamientos sexuales violentos; Amorrortu Editores; Buenos aires, 1999.